Ayer, algunos demagogos, incluido algún ministro comunista del gobierno, uno de sus Vicepresidentes, por ejemplo, glosaron la idílica II República como el estado de máxima felicidad y bienestar del pueblo, llegando a decir que la celebración de su aniversario era lo más importante de la jornada.
La II República, fue, por encima de todo, la etapa más oscura de la Historia reciente de España. No hay que ir muy lejos en la investigación sobre este periodo, para saber que, durante los sesenta y tres meses y cuatro días que duró, España conoció dieciocho gobiernos, veintiún estados de excepción, veintitrés estados de alarma y dieciocho estados de guerra; eso sin contar los múltiples atentados, asesinatos, quemas de iglesias y conventos y huelgas salvajes. Sin duda, toda una época de bonanza y progreso para el pueblo español del que nos debemos sentir especialmente "orgullosos".
Sin embargo, a estos individuos que se dedicaron a atacar la figura del Rey, empezando por el propio Iglesias, un indigno personaje, que hoy señaló, entre otras cosas, que hay que "reordenar las prioridades" para, olvidándonos de los miles de muertos, el colapso de la economía y la privación de derechos fundamentales que estamos sufriendo los españoles, festejar el aniversario de aquella República que nos llevó a la hecatombe.
Por eso, tanto a ese individuo, como a otros que piensan como él, hay que recordarles algunas de esas "perlas" que nos ha dejado la "maravillosa" II República que, por cierto, terminó en una guerra civil provocada por la acción manifiesta de los partidos confluentes en el llamado frente popular.
Dejando a un lado, el hecho de que estos republicanos de hoy, como los que lo fueron en 1931-1936, no ansían la llegada de una República, lo que realmente ansían es la llegada de su República particular en la que siempre gobiernen los partidos de izquierdas, sea cual sea, el resultado de los procesos electorales -la mejor prueba la tenemos en el vil pucherazo de las elecciones de febrero de 1936-, vamos a referirnos a un suceso muy vinculado con la Policía.
En enero de 1933, la localidad gaditana de Casas Viejas, fue escenario de un hecho sangriento en el que, siguiendo las órdenes del gobierno, del que era Presidente Manuel Azaña y Ministro de la Gobernación, Santiago Casares Quiroga, efectivos del Cuerpo de Seguridad y de la Guardia Civil, cortaron de raíz una rebelión de grupos comunistas libertarios.
Antes del asalto a la cabaña ocupada por "Seisdedos", el Capitán de la 39ª Compañía de Asalto, Manuel Rojas Feijespán, recibió la siguiente orden de Fernando Arrigunaga y Martín-Barbadillo, delegado del Gobernador Civil de Cádiz, "orden terminante del Ministro de la Gobernación “de arrasar las casa donde se han hecho fuerte los revoltosos”. Orden que cumplió hasta su último extremo.
En los días siguientes, se organizó un gran escándalo político y la prensa colocó al Cuerpo de Seguridad en el punto de mira, motivo por el cual, el 26 de febrero siguiente, los Capitanes del Cuerpo de Seguridad, Félix Fernández Prieto, Faustino Rivas Artal, José Hernández Labarga, Jesús Loma Grinda y Gumersindo de la Gándara Marsella, pertenecientes al 1º Grupo de Asalto, con guarnición en Madrid, redactaron e hicieron pública la siguiente nota informativa:
“Por el prestigio y dignidad del Cuerpo de Asalto, al que se honran en pertenecer, manifiestan que en la citada fecha les fueron transmitidas desde la Dirección General de Seguridad, por conducto de sus jefes, las instrucciones verbales de que, en los encuentros que hubiese con los revoltosos con motivo de los sucesos que se avecinaban en aquellos días, el Gobierno no quería “heridos” ni “prisioneros”, dándoles el sentido manifiesto de que únicamente les entregásemos muertos a aquellos que se les encontrase haciendo frente a la fuerza pública o con muestra evidentes de haber hecho fuego sobre ella. Y para que conste lo firman por duplicado el presente escrito ¡viva la República!”.
Por supuesto, los cinco Capitanes, fueron inmediatamente depuestos y arrestados; sin embargo, el asunto no termina ahí. El 6 de marzo, tras la toma de posesión de Manuel Andrés Caus, como Director General de Seguridad, fueron convocados los once Tenientes destinados en las Compañías mandadas por los Capitanes firmantes del manifiesto, exigiéndoles que desmintiesen las palabras de sus superiores. Lejos de hacerlo, se negaron en redondo, motivo por el cual pasaron, igualmente arrestados.
Esta es una de las muchas "perlas" que nos ha dejado esa "idílica, democrática y maravillosa" II República que no trajo más que desolación y dolor a España, sin contar con la entrada en escena, a partir de febrero de 1936, la peor lacra, la impuesta por el terror rojo que la final nos condujo a una guerra civil, simplemente por que media España no se quería dejar matar por la otra media.
Así que hoy, es un día mejor para olvidar y que, en los calendarios, figura como "13 bis".
Por cierto, se me olvidaba, ¡viva España!, ¡viva el Rey!
Por cierto, se me olvidaba, ¡viva España!, ¡viva el Rey!
Eugenio Fernández Barallobre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario