martes, 6 de noviembre de 2018

Un baldón en nuestra historia corporativa

Si hay un hecho execrable que supone un baldón en nuestra brillante historia como Corporación, es el triste suceso acaecido en la madrugada del 13 de julio de 1936 en Madrid, fecha en la que fue vilmente asesinado el líder político José Calvo Sotelo. 



Aquella noche, el Capitán de la Guardia Civil, Fernando Condés Romero, acompañado del Teniente Andrés León Lupiol del Cuerpo de Seguridad, junto a dos Cabos, Mariano García y Francisco Condé, y los Guardias José Rey y Castro Piñeiro del mismo Cuerpo, así como un grupo de pistoleros de la llamada “la motorizada”, pertenecientes a las milicias socialistas, algunos de ellos escoltas de Indalecio Prieto, ocuparon, en el Cuartel madrileño de Pontejos, la camioneta Hispano Suiza nº 17 del Cuerpo de Seguridad (M-43.028) y en ella se trasladaron al domicilio del líder derechista José Calvo Sotelo con la intención de "pasearlo", una decisión tomada con anterioridad en estamentos ajenos a las fuerzas de seguridad. 

La camioneta nº 17

El líder derechista, pese a argumentar su condición de Diputado a Cortes, no puso impedimento en acompañar al Capitán y a sus hombres en la seguridad de que, a su lado, su integridad física no peligraría pues como Policías su sagrado deber era el de defender la vida de los ciudadanos, más allá de cualquier ideología. De hecho, según testigos presenciales, en todo instante se mantuvo tranquilo y entero de ánimo.

Sin embargo, que equivocado estaba, aquellos, pese a lucir el glorioso uniforme del Cuerpo de Seguridad y Asalto, no eran ni Policías ni Guardias Civiles, eran simplemente un puñado de asesinos que no tuvieron inconveniente en asesinar a Calvo Sotelo, con un traicionero tiro en la nuca y dejarlo abandonado en las puertas del cementerio madrileño del Este, tras arrojarlo desde el interior de un vehículo oficial de la Dirección General de Seguridad. ¡Vergonzoso!

La Historia de la Policía está cuajada de hechos heroicos en los que muchos de sus miembros, tanto durante la Monarquía, como en la República; peleando bravamente en los campos de batalla, unos encuadrados en el Ejército del Frente Popular y otros en el bando Nacional; durante la época del General Franco o en la Democracia, han sabido entregar sus vidas, con generosidad, al servicio de España y de los españoles, defendiendo sus derechos y libertades. Por ello, una acción como la llevada a cabo por Condés y sus esbirros constituye un baldón para nuestra historia que mejor deberíamos olvidar.

No merece Condé, ni los pistoleros que lo acompañaban en aquella triste noche, ni una sola línea más en nuestro blog.

Esto también es memoria histórica.

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