A las 08:35 horas del 1 de marzo la banda terrorista ETA asesinaba en Vitoria al subcomisario del Cuerpo Superior de Policía jubilado Pedro Ortiz de Urbina Garayalde.
El subcomisario de 63 años de edad, resultó muerto, víctima de un atentado perpetrado por tres jóvenes a cara descubierta, que utilizaron a la portera del inmueble como escudo para llamar a la puerta del domicilio del funcionario de Policía y disparar a quemarropa contra él, muriendo este en el acto.
Subcomisario Pedro Ortíz de Urbina |
La operación para asesinar al Subcomisario Ortiz de Urbina se inició poco antes de las ocho de la mañana cuando tres individuos intimidaron, a punta de pistola, a Jesús María Díaz de Heredia, propietario de un vehículo Seat Ritmo, de color rojo, matrícula VI-2341-F, que se disponía a salir del garaje junto a su casa. Los jóvenes situaron al propietario del vehículo en la parte trasera y, sin mediar palabra, se dirigieron al domicilio del subcomisario retirado y veterinario, en la avenida de Judizmendi, de la capital alavesa.
Tras penetrar en el edificio, dos miembros del comando subieron hasta el piso de los porteros mientras un tercero permanecía en el coche robado con el propietario retenido. Al cabo de cinco minutos los tres individuos se reunían en el octavo piso del inmueble, y, tras maniatar al portero y al propietario del vehículo, bajaron con la portera al tercer piso, obligándola a llamar a la puerta del domicilio de Pedro Ortiz de Urbina.
Al no responder nadie a la primera llamada, los agresores tuvieron que repetir la operación al cabo de unos minutos. En cuanto Pedro Ortiz de Urbina abrió la puerta, retiraron a la portera y dispararon contra el funcionario de policía. Un proyectil le alcanzó en el pecho y otro en la cabeza. Cayó muerto en el mismo umbral de la puerta. Los asesinos huyeron en el mismo coche robado y lo abandonaron poco después en una de las calles adyacentes al lugar de los hechos.
El atentado, el primero que se producía en el País Vasco tras las elecciones autonómicas, no fue reivindicado en un primer momento por la banda terrorista. Sin embargo, se encontraron en el umbral de la puerta cuatro casquillos del calibre 9 milímetros Parabellum, marca SF, munición que habitualmente utilizaba ETA Militar. Unos días después ETA asumía la autoría del asesinato.
Los etarras habían recogido gran cantidad de información sobre la vida y costumbres del subcomisario Ortiz de Urbina, lo que les permitió asesinarlo, entre ellas la cautela que solía emplear el funcionario al abrir la puerta de su vivienda, que tan solo lo hacía a personas conocidas. Por ello los asesinos utilizaron como cebo a la portera de la casa.
Los vecinos de la víctima aseguraron que Pedro Ortiz de Urbina era una persona introvertida, muy conocida en el barrio por su gran pasión por los animales y por su refinada educación. Acudía todos los días a Misa, a las ocho de la mañana, no escondiéndose de nada, siendo un habitual en las lecturas epistolares de la Iglesia de San Juan. El subcomisario había aparecido en una lista de la organización terrorista como objetivo y sin embargo se negó a marcharse de su tierra, rechazando incluso una oferta de trabajo como veterinario, profesión que ejerció, una vez jubilado del Cuerpo Superior de Policía, en una provincia próxima a Vascongadas.
Los restos mortales del veterinario municipal y antiguo subcomisario de policía Pedro Ortíz de Urbina, fueron inhumados en el cementerio de Santa Isabel, de la capital alavesa. El general inspector de la Policía Nacional, Félix Alcalá Galiano, y el director general de la Policía, Rafael del Río, encabezaron la representación oficial que asistió al entierro, junto con familiares de la víctima y otras 500 personas, entre ellas el alcalde de Vitoria, José Ángel Cuerda, así como representantes de las principales fuerzas políticas locales. Con posterioridad se celebró el funeral por el eterno descanso de su alma en la Iglesia de San Juan, donde Pedro había oído Misa la mañana de su asesinato.
En1990 la Audiencia Nacional condenó como autor material del asesinato de Pedro Ortiz de Urbina al etarra Juan Carlos Arruti Azpitarte, alias “Paterra”, y a Carlos Torrecilla Parra como su cómplice.
En abril de 2002 la Sección Tercera de la Audiencia Nacional condenaba al también dirigente etarra José Javier Arizcuren Ruiz, alias “Kantauri”, a 37 años de cárcel por su participación en el asesinato del subcomisario del Cuerpo Nacional de Policía Pedro Ortiz de Urbina.
Se trataba de la segunda condena dictada por la justicia española contra Kantauri, sentenciado ya a 13 años de cárcel por su intervención en el intento de ETA de asesinar al Rey de España en Palma de Mallorca en agosto de 1995. Katauri fue extraditado temporalmente a España por las autoridades francesas en diciembre de 2001. En las cárceles francesas Arizkuren Ruiz cumplió diez años. En 2006 fue definitivamente extraditado a España.
Nacido en Pamplona el 13 de noviembre de 1958, “Kantauri” inició su actividad en ETA en 1981, en el comando Baratza', luego pasó al Araba y finalmente al comando Madrid, hasta que huyó a Francia en el verano de 1993 al ser identificado por la Policía, junto a Soledad Iparraguirre, “Amboto”. En 1999, después de ser detenido en París por la Policía Francesa, fue designado por ETA como uno de sus interlocutores para hablar con el Gobierno español presidido entonces por José María Aznar. En la actualidad cumple condena en el penal de Morón de la Frontera
Juan Carlos Arruti Azpitarte alias “Paterra” había sido detenido el 16 de septiembre de 1989 en la localidad guipuzcoana de Irún tras un enfrentamiento a tiros en plena autopista Bilbao-Behovia con Fuerzas de la Guardia Civil, en el transcurso del cual murieron los etarras Juan Oyarbide Aramburu alias “Txiribitas” y Manuel Urionabarrenechea Betanzos alias “Manu”. En 2013 salió del penal de Alcolea en Córdoba al beneficiarse de la derogación de la llamada doctrina Parot.
Carlos Torrecilla Parra, ingresado en el centro penitenciario de Badajoz, salía el 20 de febrero de 2006 en libertad, después de acogerse a la redención de penas vigente en el Código Penal, adelantando así en 13 años su salida a la calle, prevista para el 12 de septiembre del 2019.
Pedro Ortiz de Urbina Garayalde, que era natural de la localidad de Gamarra Mayor, ubicada en las afueras de Vitoria, no tenía hijos. Se había quedado viudo hacía tres años y desde entonces vivía solo en el tercer piso de la avenida Judizmendi, de Vitoria, muy cerca del matadero municipal, en donde ejercía su profesión de veterinario. Disfrutaba de una excedencia antes de jubilarse en 1982.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo.
Carlos Fernández Barallobre.
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