viernes, 5 de mayo de 2017

El recuerdo de un héroe. Epifanio Rojo Gallego, primer caído del Cuerpo de Seguridad

La historia de nuestra querida Policía está plagada de actos heroicos realizados, casi siempre de forma anónima, por los que integran o han integrado sus filas a lo largo de los años. Actos heroicos que en muchas ocasiones han tenido como fatídico epílogo la muerte de sus protagonistas.



Personal de todos los empleos y categorías que, en un gesto de suprema generosidad, han sabido consagrar su vida e incluso su muerte en aras al cumplimiento del deber o simplemente por salvar la vida a quien corría serio peligro de perderla.



Sin embargo si todos los nombres de estos héroes merecen estar escritos con letras de oro en el gran libro de nuestra historia corporativa, ¿cómo olvidar a aquel que figura a la cabeza de esta larga lista por haber sido el primero en caer en acto de servicio? Esta es la pequeña gran historia del Guardia de 1ª Clase del Cuerpo de Seguridad Epifanio Rojo Gallego.

Puerta del Sol (1890)

Tras la creación en Madrid del Cuerpo de Seguridad, que reputamos con fecha de 6 de noviembre de 1877 (Gaceta del 12 de noviembre) en que se promulga un Real Decreto organizando la Policía Gubernativa de Madrid, en la que se integran los Cuerpos de Seguridad y Vigilancia y que constituyen un antecedente directo de la actual Policía Nacional, fueron muchos los Policías que dieron su vida por España y por los españoles.

Esta larga lista tuvo un primer nombre, al menos del que nosotros tengamos constancia tras una larga investigación realizada para la publicación de "El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII (1908-1931)", y este es, precisamente, el del Guardia 1º Epifanio Rojo Gallego, muerto en Madrid el 18 de diciembre de 1890. 

No hace muchos días recibí un correo electrónico remitido por descendientes del Guardia Rojo Gallego, quienes habían tenido acceso al blog "Una historia de la Policía Nacional" en cuyo apartado de "nuestros héroes" figura, como no, su antepasado como uno de los primeros caídos en acto de servicio del Cuerpo de Seguridad. En este correo me agradecían el haberme acordado de su tatarabuelo y se ofrecían para hacerme llegar todo la información que de él poseen. 

Es precisamente a ellos a quienes les debo una buena parte de la información con la que he contado para escribir estas cuartillas y a quienes dedico, como muestra de admiración por su tatarabuelo, el resultado final del presente trabajo. 

Vayamos al principio. Epifanio Rojo Gallego nace a las ocho de la mañana del día 11 de marzo de 1848 en la localidad zamorana de Vezdemarban y es bautizado en su iglesia de Santa María de la Cuesta dos días después. Hijo de Toribio Rojo y Francisca Gallego ingresa en el Ejército cuando le corresponde abandonando su pueblo natal.

Nada sabemos con relación al tiempo que pasó en filas, ni siquiera en que Unidad prestó servicios, de lo que si tenemos noticia es que en 1874 ingresa en el entonces Cuerpo de Orden Público de Madrid, contaba la edad de 26 años.

El Cuerpo de Orden Público de Madrid, creado por Decreto aparecido en la Gaceta de 3 de junio de 1870, estaba integrado a fecha de su fundación por un primer Jefe, un segundo Jefe, 30 Inspectores y 500 Agentes. 

La creación de este Cuerpo, que viene a sustituir al existente de Seguridad Pública, surge por la necesidad de reorganizar la Policía probablemente bajo la inspiración de los principios que alumbraron la revolución de 1868 que sirvió para destronar a Isabel II y con ello a la dinastía borbónica. 

Desde su creación nace con voluntad y vocación de proyectarse a todo el territorio nacional y fruto de ello, un nuevo Decreto de 7 de julio de 1870, lo reorganiza y determina la entidad de fuerza que debe asignarse a cada Provincia. 

Plaza de la Cebada (1890)

Madrid no sufre, en principio, incremento alguno en el despliegue manteniéndose los 532 hombres ya referidos, sin embargo los Agentes, que hasta entonces se dividían en tres clases - 1ª, 2ª y 3ª - a partir de un nuevo Decreto de 20 de febrero de 1871, pasan a ser de 1ª y de 2ª.

Este nuevo Decreto de 20 de febrero de 1871 reorganiza nuevamente el Cuerpo otorgándole organización militar y creando una Sección de Policía Judicial.

Este nuevo Decreto define al Cuerpo como de carácter civil pero organizado militarmente manteniéndole la denominación de Cuerpo de Orden Público, teniendo como objetivo, en lo que a Madrid se refiere, dar seguridad a la Corte.

La plantilla de Madrid se fija en una fuerza de 1.000 hombres que se distribuirán en los 10 Distritos en los que está dividida la Capital, a razón de 90 por cada una de las Prevenciones permanentes que se establecen, pasando destinados los 100 restantes como auxiliares de la Policía Judicial; de esta forma se pretende evitar, como venía sucediendo hasta entonces, que el personal del Cuerpo se detraiga de sus prioritarias obligaciones y funciones para asumir otras - apoyo a los órganos judiciales, por ejemplo - que no le corresponden.

La nueva organización del Cuerpo en Madrid establece la existencia de un Jefe de Orden Público bajo cuyas órdenes figurarán en el escalafón Inspectores Jefes, Inspectores de Distrito, Subinspectores, Jefes de Distrito de clase Subalternos, Cabos y Guardias de 1ª y de 2ª, estos con sueldos anuales comprendidos entre 1.250 pts., para los primeros, y 1.000 para los segundos.

La presentación oficial de este nuevo Cuerpo tiene lugar en la Capital de España el 29 de marzo de 1871 en el transcurso de una parada celebrada en el Paseo del Prado; concluidos una serie de ejercicios realizados en este Paseo, la fuerza desfiló por las calles de Alcalá y Puerta del Sol hasta el Gobierno Civil precedida por la Banda de Música del Hospicio.

En este acto, la fuerza vistió ya su nuevo uniforme que según podemos deducir por la documentación existente consistía en levita; pantalón y abrigo llamado capote ruso, todo ello en color azul oscuro, y el equipo compuesto de sombrero de tres picos con barboquejo de charol y funda de hule negro, cinturón con chapa dorada y numerada, cartuchera con tirantes, porta-sable, carcax (suponemos que se refiere a la especie de cuja que cuelga del tahalí para alojar el sable y no a la funda de la carabina) con su cordón, palin (debe referirse a la funda de cuero para armas de fuego llamada talín) y pistonera, todo ello de charol negro.

La prensa de Madrid al referirse a este nuevo uniforme lo describió como "exactamente como el de la Guardia Civil, á excepción de los colores de las hombreras, sardinetas, etc., que será rojo en vez de blanco. El machete que usa la guardia veterana será sustituido por la espada, y el abrigo de invierno será el capote ruso en lugar del carrik".

Es por estas fechas, tan solo tres años después, concretamente el 10 de febrero de 1874, cuando Epifanio Rojo ingresa en este Cuerpo en calidad de Agente de 1ª clase, coincidiendo, posiblemente, con una nueva ampliación de los efectivos del Cuerpo ya que el 31 de marzo de este año se convoca, sin formalidades, la confección de 1.100 uniformes destinados a la plantilla de Madrid.

Por estos años, el ingreso en el Cuerpo de Orden Público estaba reservado a españoles de edades comprendidas entre los 22 y los 45 años; con una talla no inferior a 1,67; que aporten certificado de buena conducta; que sepan leer y escribir; siendo preferidos para el ingreso, en iguales condiciones, los licenciados de la Guardia Civil, Carabineros, Armada y Ejército.

Tras diferentes avatares en estos años de existencia, perdiendo primero su carácter civil en beneficio del militar y recuperándolo nuevamente más tarde, un Real Decreto de 6 de noviembre de 1877, crea en Madrid el Cuerpo de Seguridad que junto con el de Vigilancia constituirán la Policía Gubernativa.

Pese a ello, todavía durante varios años pervive en Provincias el Cuerpo de Orden Público que, de alguna manera, se convierte en el embrión del que más tarde pasaría denominarse en estas demarcaciones Cuerpo de Vigilancia integrado por Inspectores, Agentes y Vigilantes.

Consecuencia de todo ello, Epifanio Rojo Gallego, pasa a integrarse en el Cuerpo de Seguridad de la Villa y Corte prestando sus servicios en alguna de las Prevenciones abiertas en Madrid con el número 249.

Prevención del Cuerpo de Orden Público (siglo XIX)

Con el paso de los años, Epifanio Rojo contrae matrimonio fruto del cual nacen dos hijos, una niña y un niño, enviudando el 21 de enero de 1887, fecha en la que fallece su mujer. 

Epifanio Rojo fue un hombre que se distinguió en sus años de vida por un profundo sentimiento de solidario apoyo a los más necesitados, prueba de ello es que, en los últimos años de su vida, adquirió, en la madrileña zona de Cuatro Caminos, tres pequeñas fincas para construir casas para los más desfavorecidos. Los escrituras de propiedad de estos terrenos están, en la actualidad, en poder de sus herederos como el mejor recuerdo de la bondad y ejemplaridad de su antepasado.

Pese a las dificultades surgidas tras el fallecimiento de su mujer, Epifanio Rojo, continuó prestando sus servicios en el Cuerpo de Seguridad de cuyos avatares tampoco tenemos muchos datos salvo el hecho de hacerse merecedor de la estima y consideración tanto entre sus superiores como entre sus compañeros.

Y así llegamos a la fatídica tarde del 18 de diciembre de 1890, vísperas de aquellas Navidades que abrían las puertas a la última década del siglo XIX. Madrid, sede de la Corte y en consecuencia de las más altas instancias de la Nación, poseía, de acuerdo con el censo realizado en 1887, una población de 470.283 habitantes.

Madrid estaba dividida policialmente en diez Distritos con sus correspondientes Prevenciones, estos eran los de Palacio, Centro, Universidad, Hospicio, Buenavista, Congreso, Hospital, Inclusa, Audiencia y Latina, donde prestaban servicio los efectivos tanto del Cuerpo de Vigilancia como del de Seguridad.

Hacia las cuatro de la tarde de aquel 18 de diciembre, el Guardia 1º Epifanio Rojo se hallaba de servicio en la calle ancha de San Bernardo. Procedente de de la estación de Delicias circulaba por esta vía, en dirección a la plaza de Santo Domingo, un carro tirado por seis mulas, cargado de trigo, conducido por un tal Juan García, de cuarenta años de edad.

En la citada calle de San Bernardo, en su confluencia con la del Pez, se hallaba jugando un grupo de niñas. Entre ellas se encontraba María de la Encarnación, una menor de cinco años de edad, residente en el nº 2 de la Costanilla de San Vicente, que, sin percatarse de la presencia del carro que circulaba a buena velocidad, quiso cruzar la calzada.

El hecho sucedió en el momento justo en que la reata de mulas tirando el carro pasaba a la altura del inmueble nº 39. El Guardia Epifanio Rojo se hallaba en ese mismo lugar acompañado de otro de su mismo empleo de nombre Campio Martínez con número 275 y del Vigilante del Cuerpo de Vigilancia número 203, Crescencio Pérez.

María de la Encarnación se vio sorprendida en su carrera por el ímpetu y la velocidad del carro que la alcanzó arrollándola; en ese instante, al percatarse el Guardia Rojo del grave peligro que corría la niña, sin dudarlo y con desprecio absoluto a su propia vida al ver peligrar la de la menor, se arrojó sobre ella para proteger su cuerpo logrando apartarla y evitando así que el carro la aplastase, con tan mala fortuna que tras ser pisoteado por las bestias, una de las ruedas del vehículo aplastó el vientre del infortunado Guardia.

Junto a él también sufrieron lesiones de menor consideración tanto el Agente Pérez, como el Guardia Martínez y dos transeúntes que trataron de evitar que Epifanio Rojo fuese aplastado por el carro. 

La escena fue realmente dramática. La gente arremolinada profiriendo grandes gritos, el carrero sin saber reaccionar y las mulas continuando su camino mientras el Guardia en el suelo se desangraba. 

Rápidamente el Guardia Rojo Gallego fue conducido a la Casa de Socorro del Distrito de Universidad donde falleció pese a los esfuerzos de los facultativos por salvarle la vida. Entretanto, el conductor del carro, Juan García fue detenido y puesto a disposición de la Autoridad Judicial.

En los dieciséis años en los que Epifanio Rojo prestó servicios en la Policía Española su comportamiento había sido ejemplar, no haciéndose merecedor a ningún tipo de sanción ni siquiera de reprensión de sus superiores, repuntándose como ejemplar entre los de su clase.

La mayor parte de la prensa madrileña de la época se hizo eco, con tintes de elogio, de esta triste noticia destacando el heroico comportamiento de este servidor del orden público y en la Orden del Día del Cuerpo de Seguridad correspondiente al 19 de diciembre se publicó una glosa honrando el gesto heroico del Guardia muerto en acto de servicio.

El sepelio del infortunado Guardia, pagado, igual que una lápida puesta sobre su tumba recordando su heroica gesta, por suscripción entre los Jefes, Oficiales, Clases y Guardias del Cuerpo de Seguridad, se celebró el 20 de diciembre y constituyó una manifestación popular de duelo. El cortejo lo presidía el Gobernador Civil de Madrid, Federico Sánchez Bedoya, a quien acompañaban el Coronel Puente, Jefe del Cuerpo de Seguridad, así como otras Autoridades gubernativas y judiciales, contando con la presencia los Jefes, Oficiales y Guardias de Seguridad francos de servicio.

La comitiva fúnebre recorrió el Puente y calle de Toledo, plaza Mayor, Arco del 7 de julio, calle Mayor, Puerta del Sol y calle de Alcalá. 

Guardia de Seguridad con uniforme de invierno (1887-1908)

A su muerte, Epifanio Rojo, dejó huérfanos a dos niños, la mayor, Carlota, de diez años de edad y el menor, Víctor de seis. Enterado de este luctuoso hecho el Gobernador Civil de Madrid dispuso abrir sendas libretas con 250 pesetas cada una, de su propio peculio, a nombre de los hermanos huérfanos, disponiendo igualmente su ingreso en la Sociedad Protectora de Niños. A estas libretas se sumaron las cantidades aportadas por cada Jefe, Oficial, Clase y Guardia del Cuerpo de Seguridad de Madrid.

Cabe destacar el gesto del Guardia Eusebio Pérez Alfajeme quien solicitó que de su paga fuesen descontadas 2,50 pts. con destino a los huérfanos.

Este hecho heroico, protagonizado por un miembro de la Policía, causó, además de hondo pesar en el pueblo de Madrid, un sentimiento de admiración por el comportamiento del Guardia y de simpatía hacia sus hijos huérfanos, una buena prueba de ello es que en varias ocasiones ambos menores recibieron la visita, en el Centro de acogida donde se encontraban, de la Infanta Dña. Isabel de Borbón y Borbón, hermana de S.M. el Rey D. Alfonso XII y tía de D. Alfonso XIII, conocida popularmente con el apelativo cariñoso de "la chata", quien en sus visitas obsequió con su cariño a los niños.

Y hasta aquí la historia de este heroico miembro de la Policía Española que supo escribir, con letras de oro, su nombre a la cabeza de esa larga lista de hombres y mujeres que, sirviendo a España a lo largo de los años desde las filas de la Institución Policial, han sabido, como supremo gesto de generosidad, dar la vida en cumplimiento de su sagrado deber o defendiendo la seguridad y libertad de los españoles.

Para orgullo y ejemplo de las nuevas generaciones de Policías que un día tendrán el honor de vestir el uniforme de la Policía de España. 

Bibliografía:

Gaceta BOE
Hemeroteca de El Liberal
Hemeroteca de El Imparcial
Hemeroteca de La Iberia
Hemeroteca de El Heraldo de Madrid
Hemeroteca de Siglo Futuro
Hemeroteca de La Epoca
Datos facilitados por los descendientes de Epifanio Rojo Gallego
El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII (1908-1931). Mismo autor

Dedicado a Dña. Inés Pérez Herrero, como homenaje a su tatarabuelo el Guardia de 1ª Epifanio Rojo Gallego 

José Eugenio Fernández Barallobre,

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