viernes, 9 de diciembre de 2022

1988. El asesinato del Gerente del R.C. Celta de Vigo: Quinocho

Del boletín "Emblema" de diciembre, tomamos este artículo de nuestro buen amigo y colaborador, Carlos Fernández Barallobre.

Eran las seis y veinticinco de la tarde del 20 de octubre de 1988, cuando el gerente del Real club Celta de Vigo, Joaquín Fernández Santomé “Quinocho”, acaba de colgar el aparato telefónico tras mantener una charla con su homónimaen el Real club Deportivo de La Coruña, Berta Vales. En ese instante, Quinocho, junto a sus tres empleadas en las oficinas del club celeste, Ángeles Santos, Pilar y Dolores Comesaña, preparaba el viaje del equipo vigués a San Sebastián, donde tendría que enfrentarse a la Real Sociedad, en encuentro correspondiente a la octava jornada del campeonato nacional de liga de la temporada 1988-89.

Joaquín Fernández Santomé "Quinocho" junto a Ladislao Kubala 


En ese momento llamaron la puerta de su ante despacho y tras ser abierta por una de las secretarias, pues estaban esperando la llegada de unos empleados de mensajería, accedieron a las oficinas dos hombres jóvenes, uno alto y otro más bajo de estatura, encapuchados que portaban un cuchillo y un revolver, manifestando que eran atracadores y que venían a perpetrar un robo. Se hicieron con una pequeña cantidad que había en una pequeña caja.

Alarmado por los ruidos, Quinocho, abrió la puerta de su despacho que comunicaba con la oficina, encontrándose con los dos delincuentes que le conminaron a entregarles el dinero que sabían que el Celta disponía en sus oficinas y que serviría para pagar los gastos del desplazamiento del primer equipo a San Sebastián, algo más trescientas mil pesetas.

Quinocho, que era un hombre de raza, se revolvió contra los atracadores, negándose indignado a entregarles el dinero. Incluso cogió un cenicero y lo lanzó contra uno de los atracadores. El que llevaba el gran cuchillo, muy nervioso, se abalanzó sobre Quinocho y le asestó una puñalada que le interesaría el corazón, e hizo que, tras dirigirse a su secretaria Angelines Santos con la frase “cógeme que me muero” cayó al suelo en estado agónico,

Los dos atracadores huyeron con rapidez para unirse con un tercer cómplice, que en una motocicleta, les esperaba a la puerta del estadio de Bailados, donde el club tenía sus oficinas.

Quinocho ingresó cadáver en la clínica Povisa, donde certificaron que había fallecido “por una herida de cuatro a cinco centímetros de profundidad que atravesó el espacio intercostal y alcanzó el corazón partiéndole la aorta”.

Inmediatamente la Policía Nacional de Vigo, inició una exhaustiva búsqueda de los asesinos al conocer las características de la motocicleta donde habían huido de la escena del crimen: una Vespa Scooter de color blanco y azul, a la que, como se conocería con posterioridad, le habían cambiado las placas de la matrícula.

Tras una brillante operación, de menos de una semana, la Policía, tras encontrar la motocicleta, detenía a José Bernardez de 29 años de edad, presunto autor de la puñalada mortal; Antonio Marcote, 26 años, portador del revólver y un tercero, el conductor de la motocicleta Luis Gallego, de 23 años, nacido en la República Federal de Alemania que había sido ex jugador del club, en categoría juvenil, acusado de ser quien planeó la operación y facilitó los datos sobre la oficina y el dinero que podría haber en ella, y que en la comisaría de Vigo confesarian su participación en el asesinato de Quinocho. En el registro que las Fuerzas de la Policía Nacional realizaron en los domicilios de los delincuentes, se encontraron las cazadoras que vestían los atracadores en el momento del atraco, así como un revolver policía calibre 38 con munición y un cuchillo de monte, armas empleadas en el asalto.

La policía detendría también un cuarto sujeto, que nada tenía que ver con el robo pero curaría las heridas que le había provocado el cenicero lanzado por Quinocho, en su defensa.

1955. Real club Celta de Vigo. Arriba de izquierda a derecha: Villar, Artime, Ricardo Zamora (entrenador) Eliseo, Lolin, Quinocho, Adauto. Agachados: Gausi, Olmedo, Mauro, Azpeitia y Carlos Torres

Según la información facilitada posteriormente por la comisaría de la Policía Nacional de Vigo y el Gobierno Civil de Pontevedra, Quinocho lanzó un cenicero contra uno de los encapuchados, que disparó un tiro, a lo que respondió el segundo abalanzándose hacia él y propinándole una puñalada en el espacio intercostal, que le afectó a la arteria aorta y le causó la muerte en breves minutos.

José Bernárdez y Antonio Marcote, autores materiales del crimen, serían condenados a 34 años de prisión poco después, mientras que Luis Gallego, autor del plan, a 17 años.

Su entierro, al que asistí como directivo de la Federación gallega de Círculos y Casinos, dada mi condición de Vicepresidente del Casino de la Coruña, fue multitudinario, concentrándose en el cementerio de Pereiró miles y miles de vigueses para darle el último adiós a un referente en la historia del Celta, un hombre bueno, honrado y muy trabajador de 55 años de edad que dejaba viuda y una hija de quince años. Quinocho sería una de las personas claves para que Vigo fuese sede principal de uno de los grupos del mundial de España 82, donde jugarían Italia, que se proclamaría campeón, Polonia tercer clasificado, Camerún y Perú, que disputarían sus encuentros en unos renovados estadios de Balaídos en Vigo y Riazor en La Coruña.

En 1989 Quinocho, a título póstumo, sería reconocido como Vigués Distinguido y recibiría la Medalla de Plata al Mérito Deportivo por parte del Consejo Superior de Deportes.

Joaquín Fernández Santomé disputaría 202 encuentros en las nueve temporadas que vistió la camiseta del Real club Celta. En 1963 ficharía por el C.D Castellón, donde jugaría dos temporadas, colgando las botas en el club blanquinegro, al finalizar la campaña de 1967-68, pasando a ser su secretario técnico, regresando a su ciudad en 1974 para dirigir la gerencia del club de sus amores: El Real club Celta.

En abril de 1976, conocí a Quinocho por medio de mi primo hermano Carlos Torres, cuando este era segundo entrenador del Deportivo. Acompañé a Carlos a Vigo, unos días antes de que se jugara en Balaídos el derbi gallego entre Celta y Deportivo, ambos en segunda división, y que finalizaría con empate a un tanto.

Carlos llamó a su buen amigo Quinocho, que había jugado con él, en el equipo vigués desde la temporada 1953-54 a la 56-57. En aquella deliciosa comida, llevada a cabo en el restaurante “El Canario” de Chapela, participaron también Amoedo, compañero igualmente de Quinocho y Carlos Torres en el Celta de aquellas temporadas y antiguo jugador también del Deportivo al igual que Pepe Domínguez, el entrañable “Picachón” un vigués de pro, que defendió durante once temporadas la camiseta del Deportivo de La Coruña. Fue un almuerzo inolvidable, lleno de anécdotas, donde pude comprobar simpatía y humanidad de Quinocho. Esa temporada el Celta regresaría a primera división y el Deportivo continuaría en segunda, entre otras muchas cosas, por un robo descarado e incalificable, de un encuentro disputado en Riazor ante el Burgos, otro de los equipos que ascendería, perpetrado por un sujeto llamado José Donato Pes Pérez. A finales de agosto, de ese año 76, volvería a coincidir con Quinocho, esta vez en La Coruña, con motivo de la participación del Real club Celta en el VIII Trofeo Conde de FENOSA, ultimo en su corta historia, que ganaría el Atlético Mineiro de Bello Horizonte, tras derrotar en la final al Real club Deportivo por 4-2.

En mayo de 1989, en juicio celebrado en la audiencia provincial de Pontevedra, el fiscal acusaba a José Bernárdez Posadas y Antonio Marcote Rodríguez a 30 años de prisión por los delitos de homicidio, tenencia ilícita de armas, robo y falsificación. Un año menos, 29, pediría el ministerio fiscal para Luis Gallego Ribeiro. 

José Bernárdez, autor del asesinato, su cómplice Antonio Marcote, serían condenados a 34 años de cárcel, en tanto que Luis Gallego, recibiría una condena de 17 años de prisión.

Carlos Fernández Barallobre.

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