lunes, 10 de mayo de 2021

Cincuentenario de la promoción "Escartín Lartiga" del Cuerpo General de Policía

Publicamos un artículo de nuestro buen amigo y compañero Eloy Ramos Martínez, recordando su promoción del Cuerpo General de Policía que este año cumple su 50º aniversario.

En mayo de este 2021 se cumplen 50 años de la promoción convocada por Orden Ministerial de Gobernación del 5 de marzo de 1970 para Cubrir 400 plazas de funcionarios en prácticas del Cuerpo General de Policía en la Escuela General de dicho Cuerpo, según citaba textualmente la Orden en cuestión.

Placa-insignia que recibió la Promoción de 1970 (col. Simón J. Iglesias Andrés)


Los aspirantes, varones y seglares, deberían poseer, como mínimo, el título de Bachiller Superior o cualquier otro para el que se exigiera previamente el de Bachiller Elemental, tales como Magisterio, Peritaje Mercantil, Náutica, etc.

Deberían medir entre 1,64 y 1,89 metros, tener una edad entre 18 y 30 años, y entre las causas de exclusión quiero recordar una, por demás curiosa: "Individuos de fealdad exagerada o aspecto desagradable o desaseado en extremo". El Tribunal razonaría el dictamen.

Este requisito de la fealdad nos trajo a algunos en vilo. Luego alguien nos aclaró que se refería a los casos en que se presentaran grandes quemaduras en el rostro o algo similar.

Como curiosidad recordaré que las tasas de examen eran de 400 pesetas, de las que quedaban exentos los hijos de funcionarios del Cuerpo General de Policía, Policía Armada y de la Guardia Civil fallecidos en acto de servicio.

Los exámenes tuvieron lugar durante el segundo semestre de aquel año y eran tres las pruebas, todas eliminatorias: La primera, con dos partes, consistía en el oportuno reconocimiento médico y superar el examen de Gimnasia.

Este consistía en: Trepa de cuerda lisa, 3 metros por encima de la estatura del opositor; carrera de 100 metros lisos en máximo de 15''; salto de longitud en carrera de 3,50 metros y salto de altura de 1,10.

Ambas partes de la prueba tenían lugar en el estadio Vallehermoso, de Madrid. Y creo que era un acierto el orden en que se celebraban, pues, por ejemplo, si había una causa de exclusión física ya no se viajaría nuevamente a la capital.

La segunda constaba de las siguientes partes: a) Psicológica y psicotécnica de memoria visual, auditiva e inteligencia verbal; b) Resolución de un supuesto penal calificándolo correctamente y señalando analogías y diferencias con otros delitos o faltas y actuación policial correspondiente y c) Ejercicio de cultura a desarrollar sobre cualquier tema histórico, cultural o de actualidad propuesto en sorteo por el tribunal. El tiempo máximo era de cuatro horas para todo el ejercicio.

Interesante era la prueba de retentiva visual, consistente en la observación de una fotografía de una calle cualquiera de Madrid unos minutos y luego contestar a preguntas sobre lo que se mostraba en dicha fotografía. ¿Cuántos niños había; qué decía determinado cartel; cuántos coches de determinada marca se veían?, etc.

Recuerdo que a mi me correspondió calificar un delito de robo doméstico y en el cultural me tocó desarrollar el tema de "El Protestantismo, el Renacimiento y la crisis europea que siguió a ambos" El día antes había tocado "El Nihilismo".

La tercera era la exposición oral y pública de tres temas del programa de la oposición, cuyos números se sacaban por el opositor de un bombo colocado al efecto, y que se referían, uno a Derecho Político (6 temas), Social (2) o Civil - Mercantil (9); otro a Derecho Administrativo (6), Internacional (1) o Policial (12) y el último número a Derecho Penal (20) o Procesal Penal (10). El tiempo para contestar era máximo de 30 minutos y el total de los temas que comprendían los tres grupos era, pues, de 68.

Una vez sacados del bombo los tres números, teníamos 5 minutos para hacernos un guión y seguirlo en la exposición. Teníamos a disposición una botella de agua y un vaso, que nadie tocaba, sin duda para que no se nos apreciara el nerviosismo con el vaso.

Creo que fue la penúltima oposición en que esta prueba fue oral.

Superados los exámenes, fuimos convocados para presentarnos en la Escuela General de Policía sita entonces en el número 5 de la calle Miguel Ángel, de Madrid, edificio ocupado hoy por la Dirección General de la Policía.

Allí permanecimos desde el 1 de febrero de 1971 hasta finalizar el curso, y la jura del cargo que tuvo lugar en el mes de mayo.

Naturalmente, de acuerdo con la legislación vigente cobramos como funcionarios en prácticas, y nos correspondieron 9.520 pesetas mensuales. Naturalmente también, algún enterado de los que nunca faltan, nos alegró el día diciendo que no cobraríamos nada durante el curso.

Cobramos puntualmente en la Habilitación de la Jefatura de Madrid, en la calle Leganitos.

El profesorado que nos formó profesionalmente, salvo omisión involuntaria, estaba compuesto por los Comisarios e Inspectores siguientes:

Antonio Feito López era el profesor de Derecho Penal. Un exquisito profesional que se dirigía a nosotros como "Caballeros Subinspectores Alumnos"; Esteban Domínguez Felipe, que impartía Derecho Procesal Penal; José Aiguabella Bustillo que nos inculcaba Psicología Criminal; Juan José Piédrola Gil, que, auxiliado por Julio Pato Cano, nos impartía la asignatura de Identificación Personal, considerada una de las más "duras"; Manuel Gómez de la Rocha Rubio que, con su adjunto Francisco Leal Díez, nos enseñó lo relativo a la fotografía policial; Ignacio Zarzalejos Altares que impartía Derecho Civil; José Fernández Peña que nos enseñaba a redactar los documentos policiales. Recuerdo de él que nos dijo que, personalmente, era contrario a las recompensas profesionales, por ser fuente de discordias. El médico Antonio Moro Vidal, obviamente encargado de enseñarnos Medicina Legal y de Urgencia; El gran historiador policial José Caamaño Bournacell que nos relataba la historia de la Policía Española, al que bautizamos como "Superintendente General". Antonio Peña Torrea, "El Ceruza" como él mismo nos dijo que le apodaban; nos impartía Inspección Ocular en el lugar del delito. Antonio Jambrina Calvo, profesor de Técnica de Investigación Social; Antonio Viqueira Hinojosa, que, auxiliado por Eugenio Roldán García, nos enseñó Técnica de Investigación Criminal; Ángel León Gonzalo, que lo hizo con el manejo de las armas cortas y Fidel Julián Núñez que nos introdujo en las Artes Marciales, sin olvidar al sacerdote Antonio Torrente Valero, que impartía Deontología Policial.

Las labores propias del Servicio de Información las impartía Francisco Fernández Fernández, que también era el Secretario de la Escuela, dirigida entonces por el ilustre aragonés Eduardo Comín Colomer, que unía al cargo su condición de escritor prolífico, especializado en temas de Masonería, Comunismo, Anarquismo etc.

Finalizado el curso juramos el cargo y tras una misa celebrada en San Jerónimo el Real, nos despedimos el 13 de mayo. Tomamos posesión en nuestros respectivos destinos el día 1 de junio.

Se dio una especial circunstancia en esta promoción. Uno de los miembros, del que siento no recordar su nombre, consiguió años después, por vía judicial que se nos reconociera a efectos de trienios el tiempo transcurrido en la Escuela, lo que en su día nos deparó unos interesantes atrasos y afectó, obviamente, a las siguientes promociones.

Por aquel entonces era usual homenajear a algún compañero caído en acto de servicio dando su nombre a una promoción que acabara sus estudios en fecha próxima al aniversario de su muerte.

La nuestra fue denominada Escartín Lartiga en recuerdo de un compañero asesinado por aquellas fechas en Barcelona en 1923. Lo mataron tres anarquistas.

Como sabemos, los años veinte del pasado siglo no fueron precisamente "Los felices veinte" como fueron denominados por muchos. Especialmente dolorosos fueron en España y concretamente en Cataluña, donde el pistolerismo campaba por sus respetos, bien por parte de los anarquistas, bien por los sicarios del empresariado. En ese ambiente se iba a producir un atentado contra el gobernador civil de Barcelona, el general Severiano Martínez Anido y el jefe superior de Policía de la misma capital, general Miguel Arlegui Bayonés en la noche del 24 de octubre de 1922 a la salida de la última función del teatro El Dorado a la que ambos asistieron. Los anarquistas tenían previsto arrojarles varias bombas de mano.

Pero la Policía estaba al tanto ya que había logrado introducir varios "topos" entre los ácratas y pudieron abortar el atentado, pero al detener a los terroristas, se produjo un intenso tiroteo entre los policías y los terroristas, y allí cayó muerto el aspirante Florentino Pellejero Martínez.

Cerca de Capitanía General fue hallado el cadáver de uno de los fugitivos, Ramón Ciment "Zaragoza" que debía conducir una motocicleta con sidecar que apareció repleta de pistolas, revólveres, munición y bombas de mano para utilizar en la calle Escudellers por donde pasarían Martínez Anido y Arlegui. También cayeron muertos en el tiroteo los anarquistas Antonio Cerdeña Alcano y José Claramont, "Sasanoriego", ambos comisionados para perpetrar el atentado.

No obstante, se propagó la especie de que los anarquistas muertos lo habían sido en aplicación de la llamada "Ley de Fugas", lo que era incierto, pero que trajo graves consecuencias.

Efectivamente, el Presidente del Gobierno, Sánchez Guerra cesó de inmediato al general Arlegui Bayonés como Jefe Superior de Policía (Inspector General de Orden Público) de Barcelona, por creer que efectivamente se había aplicado la citada "Ley de Fugas".

En protesta por tal decisión, el gobernador civil de Barcelona, Martínez Anido, presentó su dimisión en solidaridad con el general Arlegui.

Uno de los destacados en ese servicio había sido el agente Juan Escartín Lartiga, de brillante ejecutoria profesional, y uno de los que logró la detención del jefe del comando de los anarcoterroristas, Genaro Tejedor, al que le ocuparon hasta seis pistolas.

Era muy conocido ya en los círculos anarquistas, y a por él fueron los pistoleros ácratas.

Efectivamente en la noche del 7 de mayo de 1923, tres terroristas, le esperaron a su llegada al domicilio familiar en la calle Villa de la capital catalana y dispararon contra él alevosamente. Fue alcanzado en el cuello y pecho por varios impactos.

El asesinato fue presenciado desde el piso por la entonces novia de Escartín que pudo ver a los autores del crimen. El infortunado policía que fue ingresado en un centro hospitalario, parecía que podría recuperarse de sus heridas, pero falleció el día 16, no sin contraer matrimonio "In artículo mortis" con su novia.

Los autores fueron detenidos y juzgados; según la prensa de la época se trataba de los anarquistas Cesáreo Matorell, Alfonso Pier y Pedro Flores.

En el juicio declaró la viuda de Escartín quien los reconoció como los asesinos de su esposo y detalló que los principales autores fueron Martorell y Flores, añadiendo que el primero, al ver a Escartín yacente en el suelo había exclamado: "Ya hemos acabado. ¡Vámonos!".

Previa a esta identificación en sede judicial ya los había reconocido en rueda de presos.

Sin embargo, tras haber modificado sus conclusiones el fiscal, que comenzó pidiendo pena de muerte para dos de ellos, inexplicablemente fueron absueltos, por falta de pruebas.

Como hemos dicho anteriormente, la Dirección General de Seguridad denominaba a la nueva promoción con el nombre de un fallecido en acto de servicio por coincidencia de las fechas. A la nuestra, que juró el cargo el 13 de mayo, le correspondió el de Promoción Escartín Lartiga.

Sirva este breve recuerdo como homenaje a los componentes de la misma con motivo de este cincuentenario de su salida de la Escuela General de Policía.

Eloy Ramos Martínez. (Número 196 de la promoción).

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