lunes, 11 de marzo de 2024

1987. Atentado de ETA contra Hipercor en Barcelona

Del boletín "Emblema" de marzo tomamos este interesante artículo de nuestro buen amigo Carlos Fernández Barallobre. 

A las 16:08 horas del viernes 19 de junio de 1987, en el segundo sótano del Hipercor de la avenida Meridiana de Barcelona, hacía explosión un Ford Sierra cargado con amonal y líquido inflamable. El coche-bomba se activó mediante un temporizador programado por los asesinos de la banda terrorista ETA, Domingo Troitiño Arranz, Josefa Mercedes Ernaga Esnoz y Rafael Caride Simón. El artefacto explosivo estaba compuesto por veintisiete kilos de amonal y doscientos litros de líquidos incendiarios, además de pegamento y escamas de jabón. Esto hizo que los productos incendiarios se adhirieran a los cuerpos y se originase una gran cantidad de gases tóxicos, que ocasionó la asfixia de las personas que se encontraban en su radio de acción. La utilización de líquido inflamable, tipo napalm, no tenía precedentes en la banda terrorista. Varias personas resultaron "atrozmente quemadas y mutiladas, sin posibilidad alguna de escapar ante la oscuridad producida por el humo negro y los materiales incendiarios adheridos a su cuerpo (...) sin posibilidad alguna de desprenderse de ellos ni apagarlos, ya que su auto combustión se ocasionó sin necesidad de utilizar el oxígeno ambiente", tal y como recoge la sentencia 49/1989 de la Audiencia Nacional.


Fue una auténtica masacre, con veintiuna víctimas mortales (cuatro de ellas niños) y cuarenta y seis personas heridas, cinco de ellas con pérdida de miembro principal, y diecisiete con lesiones de deformidad y pérdida de miembro no principal. La barbarie criminal de la banda acabó con la vida de trabajadores y clientes del centro comercial.

El coche utilizado por los terroristas había sido robado en San Sebastián hacía cuatro meses, el 16 de febrero anterior, por el grupo de manguis de la banda, que se dedicaba precisamente a eso: a mangar vehículos para luego entregarlos a los etarras que perpetraban materialmente los atentados.

Cuando se produjo la explosión no era un momento de gran afluencia de público, pero el número de clientes que ocupaba las cuatro plantas del establecimiento (planta baja y tres sótanos) era considerable, ya que los viernes es un día habitual de compra. La avenida Meridiana registraba en ese momento un tráfico intenso. Frente a la puerta de acceso al aparcamiento, situada en uno de los laterales del edificio, un grupo de padres aguardaba la salida de los niños de un colegio. "La puerta del garaje saltó despedida, pero sin alcanzar a nadie", explicó uno de ellos.

La explosión provocó un gran agujero en el techo del segundo sótano, por lo que la onda expansiva afectó también directamente al contiguo, una planta convertida en supermercado de alimentación. Al estallido, que destrozó totalmente el coche-bomba, le siguió un violento incendio. Las llamas afectaron directamente a otros veinte vehículos aparcados en el sótano, mientras la onda expansiva causó importantes daños a veinte automóviles más. Las instalaciones de conducción eléctrica y de agua también quedaron inutilizadas. Esa falta de fluido eléctrico -unida al fallo de las luces de seguridad- y la inundación que se produjo dificultaron las tareas de rescate.

Tras el fuerte impacto, empezaron a salir personas del edificio, y entre ellas algunos primeros heridos.

El espeso humo causado por la explosión, la oscuridad y el fuerte calor, se convirtieron en los principales obstáculos para el acceso de los servicios de rescate a la planta directamente afectada. A medida que los bomberos, provistos de equipos autónomos de respiración, avanzaban hacia el interior, el alcance del desastre se fue desvelando. Los equipos de rescate consiguieron llegar al lugar de la explosión, en el segundo sótano, en torno a las 17:15 horas, una hora después de la explosión. Casi todos los rescatados que aparecieron a partir de ese instante ya habían fallecido.

La brutal explosión provocó el fallecimiento en el acto de quince personas: MILAGROS AMEZ FRANCO; MARÍA DEL CARMEN MÁRMOL CUBILLO y sus dos hijas, SONIA y SUSANA CABRERIZO MÁRMOL; el matrimonio formado por MARÍA TERESA DAZA CECILIA, y RAFAEL MORALES OCAÑA; MARÍA EMILIA EYRÉ DIÉGUEZ DE TEMES, MERCEDES MANZANARES SERVITJÁ y sus sobrinos SILVIA y JORDI VICENTE MANZANARES; MATILDE DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ,; LUISA RAMÍREZ CALANDA; LUIS ENRIQUE SALTÓ VIÑUELAS,; JOSÉ VALERO SÁNCHEZ y XAVIER VALLS BAUZA.

Otras seis víctimas sobrevivieron unos días al atentado, sufriendo una agonía terrible, pues la mayoría tenía quemaduras severas en más del 80% de su cuerpo. Eran FELIPE CAPARRÓS UBIERNA y CONSUELO ORTEGA PÉREZ, que fallecieron dos días después del atentado, el 21 de junio; MERCEDES MORENO MORENO, que falleció el 23 de junio, cuatro días después; MARÍA ROSA VALLDELLOU MESTRE, que falleció el 8 de julio, BÁRBARA SERRET CERVANTES, el 16 de julio y MARÍA PAZ DIÉGUEZ FERNÁNDEZ , que falleció el 3 de agosto, convirtiéndose en la vigésimo primera víctima mortal de la masacre.

En cuanto a los heridos que consiguieron sobrevivir, muchos de ellos sufrieron graves secuelas por quemaduras, cicatrices hipertróficas en cara y diversas partes del cuerpo, hipertrofias y rigidez articular en extremidades, pérdidas de miembros y problemas acústicos irreversibles.

Tal y como se recoge en la sentencia 49/1989 de la Audiencia Nacional, los etarras Domingo Troitiño Arranz, Josefa Mercedes Ernaga Esnoz y Rafael Caride Simón habían recibido órdenes de la cúpula de la banda de atentar contra empresas de capital francés o mixto hispano-francés. Creyeron en su malvada ignorancia que HIPERCOR era una empresa de capital francés.

la idea de atentar contra el Hipercor de Barcelona fue de Rafael Caride Simón, creyendo que se trataba de una firma francesa". Durante la planificación, los etarras llegaron a la conclusión de que era un objetivo fácil, puesto que se trataba de un edificio civil sin ningún tipo de protección especial. Además, querían causar el mayor daño posible. Por ello decidieron programar el coche-bomba en pleno horario comercial.

El sábado 22 de junio entre trescientas y quinientas mil personas, convocadas por el Parlamento de Cataluña, asistieron a la manifestación que se celebró en Barcelona para condenar el atentado bajo el lema "Por la convivencia en paz y libertad, Cataluña rechaza el terrorismo". En la marcha se portaron otras pancartas con lemas como "Votar Herri Batasuna es matar" y "Votantes de HB cómplices".

En una pancarta muy significativa se podía leer: "¿Cómo es posible que haya 40.000 catalanes que apoyen a los asesinos de ETA?". Nueve días antes del atentado se habían celebrado las elecciones al Parlamento Europeo en las que Herri Batasuna había logrado 39.692 votos en Cataluña, sólo 831 menos de los logrados en Navarra (40.523).

El 25 de junio se celebró en el exterior de la catedral de Barcelona el funeral oficial por las víctimas de la masacre, oficiado por el cardenal arzobispo monseñor Narciso Jubany. Según la Guardia Urbana, asistieron unas ocho mil personas, además del presidente del Gobierno español, Felipe González, el presidente del Gobierno vasco, José Antonio Ardanza, el presidente de la Generalidad de Cataluña, Jordi Pujol, y el ministro de Defensa, Narcís Serra.

La organización terrorista ETA reivindicó dos días después el atentado con un comunicado remitido a la agencia France Presse y a diversos medios de Vascongadas. El comunicado reconocía el "grave error" cometido y aceptaba "la responsabilidad que se deriva de este triste suceso".

En 1989 fueron condenados a penas que sumaban más de 1.600 años para cada uno los etarras Domingo Troitiño Arranz y Josefa Mercedes Ernaga Esnoz. El total de la condena era el resultado de sumar 30 años por cada uno de los veintiún asesinatos y por ser autores de cinco delitos de lesiones con pérdida de miembro principal. También recibieron condenas por diecisiete delitos de lesiones con deformidad, pérdida de miembro no principal o necesidad de asistencia facultativa de más de noventa días. Todo ello con el agravante de utilización de explosivos y premeditación.

Domingo Troitiño quedaría en libertad, en noviembre de 2013, tras la derogación de la doctrina Parot, por orden de la Audiencia Nacional, tras haber cumplido veintiséis años de prisión.

Por su parte Mercedes Ernaga quedaría en libertad en diciembre de 2014, abandonando la cárcel de Jaén, beneficiándose de la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) tras la derogación de la doctrina Parot, cumpliendo tan sólo 27 años de prisión de los más de 2.000 años a los que fue condenada por los tribunales.

En 2003 fueron condenados a 790 años cada uno Santiago Arróspide Sarasola (por ordenar el atentado) y Rafael Caride Simón (por ejecutarlo), penas que fueron confirmadas en 2004 por el Tribunal Supremo.

Santiago Arróspide “Santi Potros”, abandonaría la prisión de Topas (Salamanca) el 5 de agosto de 2018, tras pasar 31 años en prisión, 13 de ellos en Francia y 18 en España

En 2019 Rafael Caride Simón quedó en libertad tras haber estado 26 años en prisión, 19 en España y 7 en Francia. Desde finales de 2017 estaba en libertad condicional por orden de la Audiencia Nacional.

A TODOS ELLOS LES SALDRIA MUY BARATO AQUEL ESPELUZNANTE, Vil, COBARDE Y CANALLESCO ATENTADO.

Milagros Amez Franco, de 43 años, era natural de Laguna Dalga (León). Estaba casada con Rafael Güell Nuria y tenía dos hijos.

Su marido, Rafael Güell declararia en el juicio contra el exsenador independentista catalán Luis María Xirinach por un delito de enaltecimiento del terrorismo, celebrado el 9 de marzo de 2004. Dos años antes, este malnacido, hijo de puta y falto de escrúpulos, que llegó a ser ordenado sacerdote, amigo de asesinos y terroristas, que apareció muerto en un bosque a las afueras de la localidad de Ogassa, en la comarca del Ripollés (Gerona) en 2007 había declarado que "hay estilos, porque ETA, como están en guerra, mata, pero no arranca uñas. Yo he estado en prisión con gente de ETA con las uñas arrancadas. ETA mata pero no tortura. En cambio, Lasa y Zabala murieron torturados. ETA, cuando tira una bomba en un lugar que puede herir a gente que no son militares o que no estén relacionados con los opresores, avisa. ¿Sabéis lo que cuesta robar la dinamita, pagarla, transportarla, colocarla, y encima cuando tienen todo a punto avisa que la desactiven?". "¿Por qué hace esto? Lo hace porque aún conserva un poco de nobleza del estilo de Ginebra y la conserva porque aún los otros no la han maleado más. Porque lleva la gente de ETA una vida de ratas, de escondidos, de cloacas, perseguidos. No pueden tener novias, no pueden tener hijos, no pueden ir al cine, no pueden tener nada y si a veces hieren a algún inocente, no es su voluntad. La gente no sabe que en el Hipercor de Barcelona, ellos avisaron, y fue la Policía o la casa de Hipercor los que callaron".

María del Carmen Mármol Cubillo, de 36 años, y sus hijas Sonia Cabrerizo Mármol, de 16, y Susana Cabrerizo Mármol, de 13, se encontraban en el interior del vehículo familiar en el aparcamiento de Hipercor tras terminar sus compras. En ese momento explotó el coche-bomba. La onda expansiva les alcanzó de lleno, pues su coche estaba a escasos veinte metros del que explotó. María del Carmen y Susana murieron en el acto, mientras que Sonia falleció mientras era trasladada en ambulancia a un centro médico. Las tres fallecieron por asfixia.

María Emilia Eyré Diéguez de Temes, de 44 años, estaba casada con Rodrigo Galicia Álvarez, que resultó herido en el atentado. María Emilia era natural de Chantada (Lugo) aunque residía en Barcelona desde que era una niña.

María Teresa Daza Cecilia estaba embarazada cuando fue asesinada junto a su marido, Rafael Morales Ocaña. Dejaban huérfano de padre y madre a un niño de siete años,

Matilde Martínez Domínguez, de 35 años y soltera. Era natural de Nocedo, en el municipio de Quiroga (Lugo), donde fueron inhumados sus restos mortales.

Mercedes Manzanares Servitjá, de 30 años y soltera, falleció en el aparcamiento de Hipercor con sus dos sobrinos, Silvia Vicente Manzanares, de 13 años, y Jordi Vicente Manzanares, de 9. Los dos niños estaban sentados detrás, mientras que su tía estaba al volante. Murieron por asfixia.

Luisa Ramírez Calanda tenía 41 años. Estaba casada con Ricardo Labad Muñoz y tenía dos hijos.

Luis Enrique Saltó Viñuales, de 22 años, era empleado de los grandes almacenes Hipercor, donde trabajaba como rotulista decorador.

José Valero Sánchez estaba casado con María de los Desamparados Piñazo Gómez. El cuerpo de José quedó destrozado y se tardó casi dos días en identificarlo de forma fehaciente.

Xavier Valls Bauza, de 40 años, estaba casado con María Josep Olivé Pérez.

Carlos Fernández Barallobre.



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