viernes, 26 de marzo de 2021

Hoy, sigue presente

Hoy recordamos al Policía Nacional Antonio Gómez García, escolta del Delegado de la Compañía telefónica en San Sebastián, Enrique Cuesta, también asesinado por los comandos Autónomos Anticapitalistas, el día 26 de marzo de 1982.

A primeras horas de la tarde del día 26 de marzo de 1982, era asesinado en el barrio de Amara San Sebastián por un comando terrorista de los Comandos Autónomos Anticapitalistas, el delegado de la Telefónica en Guipúzcoa, Enrique Cuesta Jiménez. En el mismo atentado resultó gravemente herido el Policía Nacional de escolta que acompañaba al delegado vestido de paisano, Antonio Gómez García, que moriría cinco días más tarde, el 31 de marzo.

Policía Antonio Gómez García


Los hechos se produjeron hacia las tres de la tarde. El señor Cuesta y su acompañante de escolta salieron del edificio de la Compañía Telefónica de la capital donostiarra, situado en la calle Sancho el Sabio. Como en San Sebastián hacía una tarde espléndida, el señor Cuesta decidió dirigirse a pie a su domicilio, dando un paseo. El delegado y su escolta enfilaron la calle Sancho el Sabio, en cuyo número 16 vivía el señor Cuesta con su familia. A la altura de donde se encontraba el cine Rex, a una distancia de un par de manzanas de la Telefónica se acercó a la acera junto a ellos un Seat-850, del que descendieron dos jóvenes armados de pistolas que dispararon contra ellos.

La acción se desarrolló en breves segundos. Los dos terroristas abordaron de frente al delegado de la Telefónica y a su escolta, y comenzaron a disparar sus pistolas sin que mediar palabra. Un proyectil alcanzó en el hemitórax derecho al policía Antonio Gómez García, le perforó el pulmón y salió por el occipital. El Policía Nacional no tuvo tiempo de usar su arma reglamentaria. Otra bala, disparada a quemarropa, destrozó el corazón de Enrique Cuesta. Ambas víctimas cayeron al suelo fulminadas, mientras los dos terroristas cruzaban la avenida de Sancho el Sabio corriendo, acompañados de un tercer individuo, que había cubierto su retirada. Los autores del atentado huyeron en el Seat-850», en el cual se había quedado una cuarta persona al volante con el motor en marcha. El vehículo, matrícula ZA-1 050-A, robado poco antes de consumarse el asesinato del delegado de la Telefónica, fue hallado por la policía junto a la estación de RENFE, a unos 1.500 metros del lugar de los hechos.

En cuanto a los dos individuos que dispararon contra Enrique Cuesta y Antonio Gómez, todos los testimonios coincidían en señalar que se trataba de dos chicos muy jóvenes. En el lugar de los hechos, funcionarios de la policía recogieron varios casquillos de bala, calibre 9 milímetros- parabelium, marca .FN. Inmediatamente se montaron fuertes controles policiales en todos los accesos a San Sebastián y en la provincia de Guipúzcoa.

El atentado fue perpetrado en presencia de gran número de personas, entre ellos muchos niños, que esperaban el paso de autobuses escolares cuyas paradas habituales se encontraban cerca del lugar. En torno a los cuerpos agonizantes, caídos en la acera, se formó un corro de curiosos, mientras un transeúnte prestó auxilio a los heridos. Se produjeron escenas de nerviosismo y ataques histéricos entre algunos de los testigos del atentado. El concejal socialista de San Sebastián, Carlos García, avisó desde un teléfono a la Policía Municipal y requirió la presencia de ambulancias.

El señor Cuesta--fue trasladado en una ambulancia de la DVA a la Residencia de la Seguridad Social, donde fallecería a los pocos minutos de ingresar. En el momento en que Introducían al delegado en la ambulancia, pudo ser contemplada la escena por una de sus hijas que esperaba al autobús para Ir al colegio en una parada a pocos metros de donde se produjeron los hechos.

Minutos después el Policía Nacional Antonio Gómez era trasladado en una ambulancia de la Cruz Roja al hospital del barrio del Antiguo donde ingresó de urgencia, presentando herida por arma de fuego con orificio de entrada en la región frontal derecha y salida por región frontal parietal izquierda, con estallido craneal y pérdida de masa encefálica. Una vez intervenido quirúrgicamente, pasaba a Unidad de Cuidados Intensivos con pronóstico gravísimo y donde fallecería el día 31 de marzo, tras haber permanecido hasta su muerte en coma profundo.

Los restos del señor Cuesta fueron trasladados a la Rioja, de donde era natural en cuya capital Logroño tuvieron lugar las exequias fúnebres.

Por su parte los restos mortales del policía de escolta del delegado de la Telefónica en San Sebastián, Antonio Gómez García, fueron trasladados a la localidad de Santa Coloma de Gramanet (Barcelona), donde residía su familia.

Con el templo completamente abarrotado de público, tenía lugar en la Iglesia Mayor de Santa Coloma de Gramanet el funeral por el alma del Policía Nacional Antonio Gómez García. El acto transcurrió sin que se registrara el menor incidente y únicamente al abandonar el templo, una voz gritó “queremos la España de Franco”, ”Viva España”.

El duelo familiar estuvo presidido por la esposa del policía asesinado, Josefa Gutiérrez, y hermanos del difunto, y el oficial lo presidió el director general de la Seguridad del Estado, Francisco Laina, a quien acompañaban el delegado del Gobierno en Cataluña, Juan Rovira Tarazona; el gobernador Militar de Barcelona General de División Felipe Chica Bernal, en representación del capitán general; el gobernador civil, Jorge Fernández Díaz; el jefe del Sector Aéreo; el Comandante de Marina de Barcelona, el coronel Trabé, jefe de la IV Circunscripción de la Policía Nacional; la vicepresidente del Parlamento de Cataluña, Concepción Ferrer, en representación de todos los congresistas; el ex presidente de la Generalidad, señor Tarradellas; el jefe Superior de Policía.

Ofició el capellán castrense Agustín Castejón, quien en su plática invitó en nombre del Señor “a poner una vez más la fe y la confianza en el futuro, más aun”, dijo, “en momentos en que la escalada del terrorismo llega ya a todos los estratos de la sociedad”. “En la medida que la sociedad se identifique con las fuerzas de seguridad”, terminó el oficiante, ”habrá comenzado a atacarse a la violencia en sus raíces”.

Por último, y al pie mismo del ofertorio, el duelo familiar recibió la condolencia de todas las personalidades asistentes al acto, registrándose momentos de honda emoción, que se reprodujeron en el exterior del templo, al salir el féretro mortuorio envuelto en la Bandera Nacional a hombros de ocho compañeros del Policía Nacional y miembros de la Guardia Civil que trasladaron el ataúd hasta el cementerio donde fue cristianamente sepultado.

El Policía Nacional Antonio Gómez, de 24 años, estaba casado y tenía un hijo de pocos meses. Era natural de Bornos (Cádiz) pero afincado en Santa Coloma de Gramanet y trabajaba habitualmente en el servicio de escoltas.

¡¡Dulce et decorum est pro patria mori!!

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