El día 9 de mayo de 1979, tres miembros de un comando de los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (Grapo), asesinaban a tiros en Sevilla al Policía Nacional Juan Manuel Torres León y herían gravemente a su compañero, también policía, Juan Torrebejano. También resultó herido Carlos Millán, un empleado de parques y jardines que pasaba por el lugar donde ocurrió el atentado y trató de abalanzarse sobre los agresores, recibiendo varios disparos.
El ametrallamiento se produjo junto al consulado de Francia, en el barrio sevillano de Santa Cruz. Según testigos presenciales, los autores del atentado fueron tres individuos que descendieron de un automóvil y lanzaron varias ráfagas de metralleta contra la pareja de policías que custodiaba el consulado.
Policía Nacional Juan Torres León |
El Policía Nacional Juan Torrebrejano, resultó herido en la espalda, mientras otro de los disparos alcanzaba a Juan Manuel Torres León en una pierna. Tras los primeros disparos, los dos policías intentaron refugiarse en un edificio cercano donde se hallaba ubicado un tablao flamenco subiendo el primero hasta el piso superior, pero siendo alcanzado el segundo en la escalera, donde volvieron a dispararle rematándole en el suelo.
En ese momento, un empleado de parques y jardines que se hallaba el lugar, del atentado, Carmelo Millán Mocillo, de 61 años de edad, casado, al advertir lo que ocurría se abalanzó sobre el Individuo que pretendía rematar al policía nacional, y resultó herido por impacto de bala en el abdomen y en el brazo Izquierdo.
El atentado, lo llevaron a cabo tres jóvenes de entre 18 y 20 años, que vestían pantalones vaqueros y uno de ellos una cazadora clara. Después de perpetrar su acción huyeron por la calle de la Mezquita hasta la plaza de Refinadores, donde, les aguardaba un Citroen CX blanco, en el que emprendieron velozmente la huida.
El gobernador civil de la provincia, mandos de la policía y familiares de los dos heridos y del muerto, así como numerosos compañeros de las víctimas del atentado, acudieron durante el día al centro de traumatología de la Ciudad Sanitaria de Sevilla, donde se sucedieron las naturales escenas de rabia y dolor.
Una nota oficial facilitada esa misma noche por la Jefatura Superior de Policía de Sevilla informó que en el lugar de los hechos, y por funcionarlos del Cuerpo Superior de Policía, en el reconocimiento practicado se habían recogido varios casquillos, cuyas características se estaban estudiando por el gabinete correspondiente.
Entierro del Policía Nacional Torres León |
“Aunque hasta el momento nada se sabe de los autores del criminal atentado” -decía la nota emitida por la Jefatura Superior de Policía “por parte de las Fuerzas de Orden Público se han establecido los correspondientes controles, tanto en la ciudad como fuera de ella, al objeto de intentar conseguir la identificación y consecuente posible detención de los mismos. Hasta el momento, nadie ha reivindicado la autoría de alevoso crimen”.
Al día siguiente 10 de mayo, en un clima de gran tensión se celebraron en Sevilla las honras fúnebres por el policía asesinado en el barrio de Santa Cruz, Juan Manuel Torres León. Durante el sepelio numerosos grupos de personas profirieron gritos patrióticos y abuchearon al alcalde de la ciudad. El pueblo sevillano contempló silencioso el paso del ataúd en el que era portado el cadáver del policía nacional muerto en acto de servicio.
El féretro envuelto en la Bandera Nacional y que, tras la misa de “corpore insepulto” celebrada esa mañana, iba a ser transportado en un coche furgón, fue, en, gesto repentino y unánime, tomado en hombros por los compañeros del muerto y, seguido por centenares de policías nacionales de uniforme y de paisano, así como por decenas de miembros del Cuerpo General de Policía, y más de dos mil personas, siendo conducido en un larguísimo recorrido a través de las principales calles sevillanas hasta el cementerio. Durante el paso del cortejo fúnebre se produjeron numerosos gritos contra el Gobierno y el terrorismo por parte de grupos de espectadores. Al pasar el cortejo fúnebre junto al Ayuntamiento, nutridos grupos de personas que portaban brazaletes de Fuerza Nueva abuchearon al alcalde y profirieron gritos como. ¡Andalucía, cobarde!», ¡Sevilla, cobarde!”. A continuación entonaron el Cara al Sol.
El entierro, presidido en el camposanto por las autoridades, se celebró en medio de una tensión emocional y silenciosa rota también, de vez en cuando, por algunos gritos contra los asesinos y vivas a España y a la Policía Nacional.
Mientras la Policía continuaba sus pesquisas e interrogatorios de testigos, se recibió en las oficinas de Radio Sevilla, una llamada de una voz femenina que dijo pertenecer al denominado “Frente de Liberación de Andalucía” (FLA) y que expresándose en forma deslavazada e incoherente, atribuyó a ese extraño grupo la responsabilidad del atentado. Sin embargo, en los medios policiales se expresaron serias dudas y reservas sobre la autenticidad de tal autoría, manteniéndose los principales responsables de las investigaciones en la opinión de que el atentado contra la pareja de Policías Nacionales había sido obra del GRAPO.
El policía Nacional muerto Juan Manuel Torres León, al que le fue concedida a título póstumo la medalla de oro del mérito policial, tenía 32 años, estaba casado, era padre de una niña de corta edad. Su compañero Juan Torrebrejano, casado, de 31 y era años, padre de 4 hijos, sufrió heridas gravísimas y tuvo que ser sometido a una delicada Intervención quirúrgica. Por su parte Carmelo Millán se recuperó de sus heridas.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
Carlos Fernández Barallobre.
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