domingo, 5 de diciembre de 2021

En el centenario del asesinato de Eduardo Dato

Del boletín "Emblema", extraemos este interesante artículo firmado por nuestro buen amigo y compañero, el Inspector Jefe Eloy Ramos Martínez.

"No he conocido a un político más vacunado contra la ambición" (Antonio Maura sobre Dato, a la muerte de éste)

Eduardo Dato Iradier


El pasado 8 de marzo se cumplieron cien años del magnicidio del presidente del Gobierno de España don Eduardo Dato Iradier. Si el crimen individual más importante es el magnicidio -o regicidio, según los casos-, España ocupa, desgraciadamente, el segundo lugar tras Rusia, en los sufridos en el pasado siglo XX en todo el mundo.

Precedido por el asesinato de José Canalejas Méndez, en 1912 y los de Juan Prim y Prats y Antonio Cánovas del Castillo en el siglo anterior, don Eduardo Dato fue el cuarto presidente del Gobierno español asesinado, de una lista que completaría trágicamente el almirante Luis Carrero Blanco en 1973.

Semblanza de Eduardo Dato: Dato era un político de raza. Había nacido en La Coruña el 12 de agosto de 1856, aunque allí vivió poco tiempo por los destinos de su padre, Carlos Dato Granado, comandante de Infantería, encargado en la ciudad gallega de la jefatura del depósito de bandera y embarque a Ultramar cuando nació él. Su madre, Lorenza Iradier Arce era natural de Samaniego (Álava). El joven Eduardo recaló muy pronto en Madrid por el nuevo destino paterno en el cuartel de Conde Duque, y allí se licenció en Derecho con 19 años.

Fue abogado de gran prestigio e importantes relaciones a nivel nacional. De ideas conservadoras, a los 36 fue nombrado Subsecretario de Gobernación por Alfonso XIII en 1892. Posteriormente desempeñó la titularidad de varias carteras ministeriales, así Gobernación, Justicia y Estado y por tres veces fue presidente del Consejo de Ministros.

Poseía una amplia cultura y conocimiento de varias lenguas. Como presidente logró mantener a España en una difícil neutralidad, dada la división social entre germanófilos y aliadófilos. Con su labor parlamentaria (era un excelente orador), provocó la dimisión de Cánovas del Castillo, denunciando las irregularidades administrativas en el Ministerio de Fomento, a cargo de Alberto Bosch. Posteriormente llegaría a presidir durante tres años el Congreso.

Era un hombre de gran tacto político y había estudiado a fondo el problema obrero; en este sentido legisló en forma razonablemente avanzada; así se recuerda la legislación sobre seguros en el trabajo, sobre mujeres y niños, accidentes laborales, compensación de los trabajadores, etc.

Recogió la antorcha del asesinado Canalejas y firmó el decreto de la creación de la Mancomunidad de Cataluña, que se constituyó el 6 de abril de 1914, eligiendo los catalanes a Prat de la Riba como su primer presidente, por unanimidad.

Durante la Primera Guerra Mundial afirmó repetidamente la neutralidad española, revelando una personalidad y una voluntad firmes e inquebrantables. Dispuso que no se autorizaran mítines ni reuniones en las que pudieran contrariarse los deberes de esa neutralidad o proferir gritos o frases contra alguna de las naciones beligerantes, insistiendo en que España no tenía necesidad de suspender garantías constitucionales ni declarar estado de guerra alguno, cortando así de raíz las pretensiones de algunos políticos.

Apoyó al gobernador civil de Barcelona, el general Severiano Martínez Anido en la represión de la huelga salvaje de la capital, promovida por los anarquistas.

Se mencionan cuatro "ochos" - no hechos - en la vida de Dato: El 8 de diciembre de 1913 en que se publica el decreto ley autorizando la creación de las mancomunidades; el 8 de mayo de 1920, en que se crea el Ministerio del Trabajo; 8 de noviembre de 1920, en que se nombra a Martínez Anido gobernador civil de Barcelona y el 8 de marzo de 1921, en que es asesinado.

Casado con María del Carmen Barrenechea Montegui, fue padre de tres hijas, Isabel, María del Carmen y María Concepción.

Pedro Mateu Cusidó


La situación social en Cataluña: La guerra social desencadenada en la región catalana en el llamado "Trienio bolchevique", a partir de 1917, obligó a Dato a buscar soluciones civilizadas tratando de evitar la llegada de una Dictadura, que después, con el acuerdo real, se produjo. Dijo en una ocasión: "Nosotros, los que no queremos que España sea víctima de la demagogia para caer después en la reacción, tenemos que combatir enérgicamente el sindicalismo revolucionario."

Se le exigió mano dura y se avino a nombrar gobernador civil de Barcelona, el citado Martínez Anido, que le reclamaba expresamente Francisco Cambó, líder de la derecha catalana.

Los anarquistas no le perdonaron ese nombramiento y la aplicación de la Ley de Fugas a partir del 20 de enero de 1921. Algún biógrafo suyo relata la carta de Primo de Rivera a Dato el 21 de enero de aquel año, en la que le decía: "Mi espíritu se inclina siempre a una actuación legal; pero...Una redada, un traslado, un intento de fuga y unos tiros empezarán a resolver el problema. Al principio habría recrudecimiento y repugna ver ciudades cultas entregadas a esos actos pero no se ve otro remedio a una legislación y una injusticia impotentes y, además, todo lo autoriza la ferocidad del terrorismo, que a nadie perdona, ni a los modestos obreros cargados de hijos que por independencia de carácter o por necesidad, acuden al trabajo donde lo hay, sin preocuparse de sindicatos ni de huelgas artificiosas."

Luis Nicolau Fort


La decisión de asesinar a Eduardo Dato partió de la Dirección anarquista, predecesora de la FAI (Federación Anarquista Ibérica) en Cataluña. Creyeron que, muerto Dato, se cesaría a Martínez Anido como gobernador civil de Barcelona y al general de la Guardia Civil, Miguel Arlegui Bayonés como jefe de Policía de Cataluña

Oficialmente entendían que Dato era un obstáculo para el triunfo de sus aspiraciones en el orden social.

Para un gobernante, es lo más envidiable, morir así, por la Patria. (Dato en la muerte de Cánovas)

Los preparativos: El grupo de asesinos llegó a Madrid el 11 de enero. Dos de ellos se alojaron en el número 164 de la calle de Alcalá y el otro, con su mujer, en el 142 de la misma. Durante tres semanas se dedicaron a estudiar los movimientos del señor Dato desde que salía del Senado hasta que llegaba a su domicilio en la calle Lagasca, junto a la iglesia de San Manuel y San Benito y casi esquina a la de Alcalá.

Eligieron la Plaza de la Independencia para el atentado porque el coche del presidente subía por la izquierda de Alcalá y giraba también por la izquierda de la calle en Serrano. Hay que recordar que entonces en España se conducía por este lado de la calzada, y así fue hasta 1924.

En ese punto el chófer frenaba un tanto el vehículo al tomar la curva y era lugar ideal.

Para el atentado se hicieron con una moto con sidecar que les proporcionó Ramón Arch Serra. Era de la marca Indian, de 7 HP, de color gris y costó 5.100 pesetas. La adquirió en un salón exposición de la calle Trafalgar el 20 de febrero. Era el encargado de la logística del grupo.

Regresando a Madrid sufrieron con la moto un accidente en el puerto de La Muela, del que salieron ilesos pero la moto resultó dañada. No obstante, pudieron repararla y llegar a la capital.

Continuaron sus vigilancias en el recorrido que hacía el presidente, por las mañanas a pie y por las tardes usando la moto. El atentado debía consumarse en doce segundos, quince a lo sumo, disparando desde atrás con las pistolas Mauser del 7,65 que traían (“Estas pistolas matan a un buey a 500 metros”), decían, e iban provistas de culatín para más seguridad en el disparo.

El día 3 de marzo hicieron un ensayo general y quedaron satisfechos. Sabían que no llevaba escolta – ni la había entonces para los ministros – no obstante el riesgo que ésto representaba. Solo tenían derecho a ella las personas de la Familia Real.

Ramón Casanellas Lluch


Llegados a este punto, digamos que Dato se sabía amenazado de muerte; dos días antes del magnicidio fue alertado sobre ello; comió con el rey Alfonso XIII y le hizo partícipe de la situación. Asimismo el día 7 se reunió con Gabriel, duque de Maura y le anunció su intención de dimitir y esperaba que estuviera prevista la sucesión. Quería ver a su hermano Antonio el día 9.

El atentado: El 8 de marzo concluyó la sesión en el Senado a las siete de la tarde. Dato, tras charlar con varias personas, subió a su coche oficial, un “Hudson” negro, de seis cilindros, perteneciente al Centro Electrotécnico del Ejército, con matrícula ARM 121 (Automovilismo Rápido Militar) que conducía el sargento de Ingenieros Manuel Ros Navarro, al que acompañaba el asistente de Dato, el soldado Juan José Fernández Pascual.

Eran algo más de las ocho de la tarde cuando recorrieron el itinerario habitual: calle Arrieta, plaza de Isabel II, Puerta del Sol, Alcalá y Cibeles para llegar a la Plaza de la Independencia, inmediata a su domicilio.

Tan solo un agente del Cuerpo de Vigilancia observaba su salida del Senado; otro en la Puerta del Sol comprobaba el paso del vehículo. En La Cibeles otro más señalaba el mismo hecho y, finalmente el que estaba en la calle Lagasca daba cuenta telefónica de la llegada al domicilio.

Ese día, cuando el Hudson – a las 20,20 – bordeaba la acera circular de la base de la Puerta de Alcalá, en el tramo entre Olózaga y Serrano, una motocicleta con sidecar, conducida por Ramón Casadellas Lluch, con Luis Nicolau Fort sentado a su espalda y Pedro Mateu Cusidó ocupando el sidecar, se situó en paralelo al coche presidencial abriendo fuego los dos últimos sobre los ocupantes del vehículo, que recibió más de veinte impactos. Con un fuerte acelerón, la moto se perdió por la calle Serrano; bajaron por Goya a la Castellana y enfilaron Ciudad Lineal, encerrando la moto en Arturo Soria y dispersándose seguidamente.

Dentro del coche yacía cadáver el presidente Dato y el soldado Fernández Pascual estaba herido de gravedad. El conductor se dirigió a toda velocidad a la Casa de Socorro de Buenavista, en la calle Olózaga, próxima al domicilio presidencial. Allí fue atendido por los doctores Luis Felipe Vilas y Adrián García López con el ayudante señor Barbero, que no pudieron hacer nada por el presidente. El soldado Fernández Pascual presentaba herida con orificio de entrada en región occipital derecha y salida por la temporoinframastoidea de la que curó finalmente el 15 de abril.

El cadáver de Dato presentaba una herida en el occipital con orificio de salida por el frontal, mortal de necesidad; otra con entrada en la región mastoidea izquierda y salida por la malar y una tercera con entrada por la región costal izquierda y salida por la séptima costilla.

Curiosamente, el agente de Vigilancia apostado cerca del domicilio presidencial, instantes después del atentado llamó telefónicamente a la Sección de Orden Público con la novedad. “El señor presidente en su domicilio sin novedad”. La respuesta lo dejó aterrado: “¿Cómo sin novedad, si está de cuerpo presente en la Casa de Socorro de la calle Olózaga?”. Incomprensible actitud solo debida a una tremenda negligencia en el servicio. Seguramente no estaba en su sitio.

La reacción nacional: La gravedad del atentado, y la personalidad de la víctima provocaron una auténtica conmoción en toda España. La prensa, recogiendo el sentimiento popular, censuró muy duramente la imprevisión de la Policia, haciéndola responsable de lo ocurrido y de manera especial al director general de Seguridad, Fernando Torres y Almunia y demás mandos.

Una de las mejores plumas de la época, el también coruñés Wenceslao Fernández Flórez, decía el día 10 en ABC en un artículo titulado “La Policía, ausente”: … un agente veía salir al señor Dato de la Alta Cámara; otro le miraba pasar desde la Puerta del Sol; un tercero, paseándose junto a la Cibeles, comprobaba el tránsito del automóvil, y un último agente saludaba con todo respeto, al infortunado don Eduardo en la puerta de su casa de la calle de Lagasca. Ni un ciclista que siguiera al coche. No hablemos ya de autos ni de motocicletas. Sin embargo, en la Dirección General de Seguridad las hay... El fracaso de la Policía española es evidente y comprobado en todas las ocasiones... La desorganización es vergonzosa. El personal subalterno ha mejorado mucho, pero en las alturas no hay un solo cerebro para dirigirlo y manejarlo como es necesario. Esa distribución de agentes para proteger al señor Dato en el recorrido del Senado a su casa, es tan ridículo, tan ineficaz, tan risible, que no sé cómo a estas horas no se han presentado varias dimisiones de los jefes de la Policía a quienes alcanza una innegable responsabilidad.”

Como curiosidades citaremos que el casino La Gran Peña abrió una suscripción que encabezó con 50.000 pesetas para premiar al que descubriese a los autores el atentado.

La investigación: Aquella noche, anonadado por los hechos, y antes de serle aceptada su dimisión (14 de abril), el director general de Seguridad, Fernando Torres y Almunia, acompañado por el Subdirector General, Manuel Ródenas Martínez con los demás altos mandos policiales tomó las medidas oportunas en el caso ordenando a la Policía y Guardia Civil la búsqueda y aprehensión de la citada moto con sidecar en un radio de 90 kilómetros.

La Guardia Civil cosechó un éxito inicial en el caso, dirigiendo certeramente las pesquisas el capitán Arsenio Cabañas Fernández de Castro, uno de cuyos suboficiales, el sargento Mariano Puente, pudo encontrarse con un vecino de la zona de Arturo Soria que le indicó una finca sospechosa. En efecto, en una antigua carnicería encontraron la moto en cuestión, en cuyo sidecar hallaron dos pistolas Star, una Mauser, otra Bergman y última Martian, unas gafas de automovilista y 200 balas.

Por su parte la Sección de Dactiloscopia del Gabinete Antropométrico de la Dirección General de Seguridad – aún no existía el Laboratorio de Técnica Policial, creado poco después – revelaba las huellas dactilares halladas en la antigua carnicería y que correspondían a uno de los autores y cuya existencia era desconocida hasta entonces: Luis Nicolau Fort.

Las investigaciones policiales condujeron hasta el bajo izquierda del 164 de la calle Alcalá. Allí se personó el comisario jefe de la Brigada Móvil Enrique Maqueda del Castillo el 11 de marzo y lo ocupó, con seis agentes y de modo permanente hasta que llegara el inquilino llamado José Pallardó que llevaba ausente varios días. Al mando de los policías estaba el comisario Luis Fenoll Malvasía y el inspector Jaime Lois Acevedo.

El 13 de marzo llegó el esperado huésped, que se vio encañonado por seis pistolas, al tiempo que el inspector Lois lo detenía y le incautaba una Star 7,65. Tuvo el humor de decirles: “Si la detención se hubiera hecho en la calle, hay asunto para una película”. Luego añadió: “Si, soy el asesino. Yo no he matado a Dato, sino al presidente del Consejo. He hecho justicia. Ahora que la hagan conmigo.”

Bajo esa identidad de José Pallardo se ocultaba en realidad Pedro Matéu Cusidó, de 26 años, natural de Valls (Tarragona), peligroso anarquista y uno de los autores de los disparos que acabaron con la vida del presidente. Dio los nombres de los otros dos: Luis Nicolau Fort y Ramón Casanellas Lluch que conducía la moto, también anarquistas. Estos no pudieron ser detenidos porque se habían ido al extranjero: Nicolau, de 28 años, barcelonés, con su mujer Lucia Joaquina Concepción, a Alemania y Casanellas a Rusia.

Luis Nicolau fue entregado en virtud del convenio de extradición con Alemania. La entonces República de Weimar había suprimido la pena de muerte, por lo que, según el Derecho Internacional, Nicolau quedó exento de ella. Casanellas fue declarado en rebeldía.

La Policía alemana recibió como premio por la captura de Nicolau, 850.000 marcos, recaudados por los senadores españoles.

La causa contra Matéu y Nicolau se celebró para mayor seguridad en la cárcel Modelo de Madrid del 2 a 9 de octubre de 1923, siendo condenados a muerte; pena que no fue cumplida al ser indultados el 24 de enero de 1924 por el Rey. En realidad solo Matéu, por lo dicho.

A la detención de ambos autores habían seguido las de otros anarquistas, comunistas y republicanos, sospechosos como cómplices o encubridores de los hechos. Entre ellos estuvieron José Miranda Lorenzo, Tomás de la Llave y López Segura, Veremundo Luis Díez y Mauro Bajatierra Morán. Este último ya había estado complicado en el regicidio frustrado de Mateo Morral contra Alfonso XIII en 1906 y en el de Sancho Alegre en 1913 cuando el rey regresaba de una jura de bandera. Todos salieron absueltos.

Como curiosidad hay que señalar que la casa donde se halló la moto con sidecar del atentado, como si este local fuera siempre cobertura de terroristas, fue también en 1906 refugio de Mateo Morral tras lanzar la bomba en la calle Mayor. Allí el inspector de tranvías de la Ciudad Lineal, Tomás Ibarra, por consejo de José Nakens, ocultó a Morral para escapar de la Policía.

Luis Nicolau Fort barcelonés, cumplía condena en el Penal de El Dueso y al proclamarse la II República en 1931 fue liberado. Cuando el atentado usó el nombre de Leopoldo Noble. Tenía 25 años. Su compañera Lucía Joaquina Concepción, "La Rubia" estaba embarazada y le acompañó en todo momento. Como se dijo, fue quien disparó desde el sillín trasero. Murió en la guerra civil española. Su extradición condicionó el proceso por la prohibición alemana de la pena de muerte.

Pedro Matéu Cusidó, nacido en Valls (Tarragona), cumplió diez años en el penal de Cartagena y también fue liberado al proclamarse la República. Usó el nombre de José Pallardó para el atentado. Tenía 23 años. Estuvo en Cataluña en la guerra civil. Al caer Cataluña se refugió en Francia. En 1967 dijo en el diario "Pueblo" entre otras cosas: "... éramos tres trabajadores sindicalistas y quisimos redimir al proletariado catalán de la represión... el mal no radicaba en Dato, sino en el sistema... Mantengo mis ideas y por ello he tributado largamente a la sociedad burguesa. Me detuvieron, por idiota, a los cinco días del atentado. Tenía un cuarto cerca del cementerio del Este y allí me trasladé el sábado por la mañana. Con las prisas se me olvidaron unos documentos comprometedores en Alcalá 146. Volví por ellos y me encontré con la Policía esperándome."

Disparó desde el sidecar.

Ramón Casanellas Lluch, de 24 años, barcelonés. Apareció en España en un mítin comunista en 1931. Ya tenía nacionalidad soviética. Había sido también amnistiado por la República y se acabó adscribiendo en el Partido Comunista de Cataluña.

Murió en 1933 en un accidente de motocicleta en las inmediaciones del Bruch.

Era el conductor de la motocicleta.

Tras el asesinato del presidente Dato, pudo haber ocurrido un acontecimiento de consecuencias incalculables: el regicidio de Alfonso XIII. El llamado Casanellas había dispuesto para el dia del entierro del presidente asesinado que sería presidido por el monarca, el asesinato de éste. Para ello se reunió el día del sepelio, en el Parque del Retiro con Pedro Matéu y dos anarquistas más, Ramón Arch Serra y Pedro Valdelló Romero, pero desistieron al estar disconforme Matéu con la forma de ejecución. Se limitaron a contemplar el sepelio presidido por el Rey.

Recordemos que Alfonso XIII sufrió a lo largo de su vida cinco atentados tanto en España como en el extranjero, saliendo siempre indemne.

Bibliografía consultada:

Díaz Plaja, Fernando: "La España política del siglo XX" (tomo I)
Ramos Martínez, Eloy: "La política de la pistola y la bomba"
Sánchez Ferrera, Francisco: "Cinco asesinatos que marcaron la Historia de España"
Vaca de Osma, José Antonio: "Los catalanes en la Historia de España"
Viqueira Hinojosa, Antonio: "Historia y anecdotario de la Policía española 1833-1931"

Eloy Ramos Martínez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario