miércoles, 11 de marzo de 2020

Policías y escritores (II)


Nuestro buen amigo, compañero y miembro de la Junta Directiva de la Orden de la Placa y el Mérito, Antonio Rodríguez Alonso, nos remite esta segunda entrega de la serie "Policías y escritores".

Tomás GIL LLAMAS. Comisario Principal del Cuerpo General de Policía. 

El segundo artículo de la serie “Policías y Escritores” va a tratar sobre un miembro de las fuerzas del orden que, gracias al éxito alcanzado por sus libros, a su cercanía con la prensa y a los casos a los que se tuvo que enfrentar durante su permanencia en la Brigada de Investigación Criminal de Barcelona, alcanzó un gran renombre en la década de los años 50. Nos estamos refiriendo a Tomás Gil Llamas, Comisario Principal del Cuerpo General de Policía y autor del libro «Brigada Criminal. La actuación de la Brigada Criminal de Barcelona desde 1944 a 1953» publicado por la Editorial Planeta en marzo de 1955 y que inmediatamente se convirtió en un súper-ventas que obligó a la publicación de una segunda edición en julio de ese mismo año.


Portada de los libros de Tomás Gil Llamas (col. Antonio Alonso)

Nuestro policía-escritor nació en Lorca (Murcia) el 21 de enero de 1898(1). Descrito en su juventud como “de temperamento inquieto, de inteligencia despierta”(2), en junio de 1919, se presenta y aprueba el primer examen para su ingreso en la Academia Militar de Infantería, pero al no superar la segunda prueba, decide variar su rumbo y prepara la oposición para el Cuerpo de Vigilancia donde, tras superar los dos exámenes de los que se componía las pruebas de acceso, fue nombrado Aspirante de 2ª(3) el día 6 de agosto de 1921.

No hemos podido averiguar sus primeros destinos, ya que la ley que reorganizaba el Cuerpo de Vigilancia de junio de 1921 protegía la identidad de sus miembros, y su nombramiento y destinos no se publicaban en la Gazeta de Madrid. No obstante hemos podido saber que llegó destinado a Cataluña en 1927 tras pasar previamente por Zaragoza, ciudad que en los primeros años de la década de los 20, superaba “a Barcelona en actividad terrorista. Bandas de fanáticos pistoleros, entrenados y decididos a todo, habían constituido su base en la capital aragonesa”(4).

En agosto de 1934 se crea, dentro de la Brigada de Investigación Criminal en Barcelona, una unidad denominada “Brigada Especial de Persecución de Saboteadores” a la que pasa destinado Tomás Gil, y que en 1935 se encarga de su dirección. Este grupo, bajo su mando, en poco tiempo realiza numerosas detenciones sobre distintos revoltosos que saboteaban tranvías, torretas eléctricas y vías férreas como queda reflejado en la prensa de la época.

La guerra civil sorprende a Tomás Gil Llamas en Barcelona, y bajo el Gobierno de la República es ascendido a Subcomisario del Cuerpo de Seguridad, sección Civil. Pasa a mandar las Comisarías de Policía de Hospitalet, Tarrasa y finalmente, la de Manresa. No hemos averiguado nada sobre las vicisitudes durante el conflicto de nuestro personaje, pero lo cierto es que, a la llegada de los vencedores a Barcelona, le mantuvieron en su cargo, ascendiéndole a Inspector de 1ª Clase en diciembre de 1941 y trasladándole a la Comisaria de Badalona como jefe de la misma. Durante ese periodo sirvió de aval, ante las nuevas autoridades, para otros miembros del Cuerpo que intentaban justificar su actividad durante el periodo republicano en los expedientes de depuración, como queda reflejado en varias declaraciones en la Causa General de Barcelona, lo que nos hace pensar que durante ese periodo colaboró o trabajó encubierto para el bando nacional. El escritor Vázquez Montalbán, en su novela «Mares del Sur» pone en boca de uno de sus personajes la siguiente afirmación: “… yo estaba en una comisaría de Hospitalet y mi jefe era un tal Gil Llamas. ¿Le suena? Ése ya debía ser entonces de la quinta columna porque después de la guerra, tan pimpante siguió en el cuerpo”(5).

Asciende a Comisario de 3ª Clase el 9 de diciembre de 1944, a Comisario de 2ª Clase en enero de 1948, a Comisario de 1ª Clase en 1950 y finalmente a Comisario Principal en octubre de 1952.

Pero un hecho fundamental sucede en su vida en 1946. El 17 de octubre de ese año, siendo Comisario de 3ª Clase, se hace cargo de la dirección de la Brigada de Investigación Criminal de Barcelona, destino que desempeña hasta 1953. En ese periodo de tiempo, al mando de un extraordinario grupo de investigadores que formaba esa Brigada, se enfrenta a casos de gran importancia y que tienen muchísima repercusión mediática, como por ejemplo, el asesinato de Carmen Broto Buil, el asunto del cadáver descuartizado de la calle Amalia o la captura de los peligrosísimos hermanos Soler Fernández, unos fríos asesinos de policías, de los que más adelante hablaremos.

En agosto de 1953, tras un oscuro incidente en un conocido cabaret barcelonés, “El Bolero”, sito en las Ramblas de Cataluña número 24, tiene una pelea con una persona de gran influencia con las autoridades del régimen (en algunos lados se dice que militar, el otros que jerarca del régimen), y es destituido de su mando. No le debió de hacer mucha gracia esa sanción ya que el 14 de julio de 1955, tras la publicación de la segunda edición de su primer libro «Brigada Criminal», solicitó la excedencia en el Cuerpo.

En 1956 apareció su segundo libro «La Ley contra el crimen» y además dio algunas conferencias y clases en la Escuela Profesional del Seguro.

Fue descrito por algunos reporteros que seguían la crónica de sucesos en Barcelona y que tenían relación con él como “un hombre nervioso, decidido y sagaz”(6) de “mediana estatura, sonrisa juvenil y pelo canoso”(7).

Inesperadamente, el 7 de julio de 1956, a los 58 años de edad, fallece en el Hospital Cínico de Barcelona(8), causando la noticia una “honda impresión ya que el finado se mantenía joven y en plena actividad como lo prueban sus recientes libros, de tanto éxito en toda España”(9).

Esquela del Comisario Gil Llamas (col. Antonio Alonso)


TOMÁS GIL LLAMAS: EL ESCRITOR

Tomás Gil Llamas escribió dos libros. «Brigada Criminal. La actuación de la Brigada Criminal de Barcelona desde 1944 a 1953» del que la editorial Planeta publicó dos ediciones, la primera en marzo de 1955 y la segunda, dado el enorme éxito inicial del libro, en julio del mismo año, y «La ley contra el crimen. Policías y maleantes frente a frente» en febrero de 1956, esta vez publicado por Imprenta Pulcra, que aparece como complemento del primero.

Retrato del Comisario Gil Llamas (col. Antonio Alonso)

El éxito de su primer libro fue inmediato. Aunque el precio del ejemplar era una cantidad importante, treinta pesetas de la época, a los pocos meses la primera edición, que tuvo una tirada de 10.000 ejemplares, se agotó publicando la editorial Planeta una segunda a los pocos meses. 

Tal vez la clave de su éxito fue un lenguaje directo, alejado de artificios literarios, una descripción ordenada de los hechos, casi de atestado policial, y sobre todo, la temática de sus libros donde se describían una serie de sucesos reales que habían tenido gran repercusión en los medios de comunicación del momento. 

Describe, por ejemplo, los hechos sucedidos en el homicidio de María del Carmen Brotons Buil, conocida como Carmen Broto, que según sus propias palabras fue “el crimen más sensacional de todos cuantos se nos plantearon en el largo periodo de siete años que vino a durar nuestra permanencia al frente de la Brigada Criminal de Barcelona”(10). El asesinato de esta mujer fue durante unos días tema principal de la prensa catalana debido a lo truculento de las personas que se vieron inmensos en él. Carmen “una mujer de pocos escrúpulos, que había sabido valorar sus innegables encantos físicos para ascender, en rápida carrera, desde su humilde puesto de sirvienta a la categoría de amiga oficial de un conocido y acaudalado caballero”(11), que se dejaba ver en los sitios de moda, incluso en el exclusivo Liceo, luciendo sus lujosos vestidos y sus deslumbrantes joyas junto a personas de la alta sociedad catalana. Unos asesinos, conocidos en el mundo nocturno de la Ciudad Condal, con contactos en la alta burguesía, al parecer por ser proveedores de cocaína, entre los que destacaba uno, “de conducta amoral, de un asombroso eclecticismo en el terreno erótico, que le empujaba a no hacer la menor distinción entre uno y otro sexo, y que contaba con la protección de un renombrado industrial barcelonés”(12). 

Como vemos este asesinato reunía todos los elementos para despertar la atención de la prensa, que además, visto el interés que provocaban sus crónicas, algunos medios trataron de aumentar y “desvirtuar los hechos con cábalas y comentarios fuera de lugar, dando margen a manifiestos errores de interpretación”(13) al objeto de crear una teoría conspirativa sobre los motivos “reales” del asesinato de Carmen Broto ya que, en realidad, nunca se confirmó el móvil del crimen, aunque la versión oficial afirmaba que fue el robo. De hecho la condena impuesta al único autor que fue detenido con vida, ya que los otros se suicidaron (otro motivo más para alimentar las teorías conspiranoicas), Jesús Navarro Manau, lo fue por robo con homicidio. 

Este suceso ha sido ampliamente novelado (el último que conozcamos es “La rubia del Tívoli” (2019) de Esteban Navarro, otro policía y escritor cuyas obras tienen un gran éxito) e incluso se rodó un capítulo de la serie “La huella de crimen” titulado “El caso de Carmen Broto” en 1991. 

Otro de los capítulos que Gil Llamas titula como “TRES MONSTRUOS DEL PISTOLETAZO”, trata sobre la desarticulación de una banda de delincuentes que tenían en su macabro currículo haber matado entre 1944 a 1948 a varias personas, entre ellas al Guardia Civil Don Gabriel GRIMALDO HERRERA y a los Policías Armados Don Francisco MASÁN AGREDA y Don Sebastián CIRILO DESCALZO, y de tres niños de 4, 12 y 17 años durante el atraco(14), y posterior tiroteo, que realizaron en la plaza de Huesca número 9 de Sans. Nos estamos refiriendo a los conocidos como “los hermanos SOLER”, Jaime y José Soler Fernández, que por el simple hecho de haber asesinado a varios miembros de las fuerzas del orden, en algunos foros han sido ascendidos a “maquis” o “miembros de la resistencia antifranquista” olvidando, ocultando e incluso justificando, los viles asesinatos sobre personas inocentes que “los desalmados […], con absoluto desprecio para las vidas ajenas”(15) cometieron. Gil Llamas, en este capítulo describe sin artificios las numerosas fechorías cometidas por estos delincuentes así como su captura, siendo uno de los hermanos, Jaime, abatido en el momento de su detención, tras herir a los tres policías que le intentaban capturar, dos de ellos gravemente. Su hermano José, que en primera instancia escapó “a tiro limpio”(16) y autor material del asesinato de los agentes del orden el 15 de mayo de 1947, fue más tarde capturado y junto a un “consorte” de la banda, Martín Gisbert Martínez, juzgados y “… los desalmados asesinos recibieron el justo castigo que merecían sus hazañas, siendo condenados a garrote vil, y ejecutados en el amanecer del 25 de febrero de 1948”(17). 

Recortes de prensa (col. Antonio Alonso)

Pero sus libros no sólo relatan los graves sucesos que fueron investigados por la Brigada Criminal de Barcelona durante el periodo que fue comandada por Tomás Gil Llamas, sino que tienen una segunda parte “… dedicada al mundillo de la picaresca profesional integrado por ladrones y estafadores de toda laya, presentado los actores más relevantes de este tipo de delincuencia y poniendo en relieve los trucos y engaños de que se valen”(18) con el objetivo de poner “…sobre aviso a las futuras y posibles «victimas», minando así las actividades de los profesionales de la delincuencia”(19). 

Describe los “modus operandi” de los timos más utilizados por los estafadores y ladrones de guante blanco, entre los que destaca un interrogatorio, casi mejor una entrevista periodística por su formato, con Eduardo Morell Puig (a) «Fantomas», donde desvela el comisario Gil Llamas el origen mallorquín del personaje, sus andanzas delictivas en los mejores hoteles de Europa o Estados Unidos y su penoso final, con constantes arrestos, como descuidero en Valencia y Barcelona. 

También relata el “modus operandi” que los delincuentes utilizan para cometer el timo de la lotería, de la guitarra, o del entierro, el truco de la quiebra comercial u otras estafas como la falsificación de documentos bancarios, de moneda e incluso uno que denomina “Apartado de correos número 1025”. 

Afiche de "Apartado de Correos 1001" (col. Antonio Alonso)

Precisamente ese último relato es el que da vida al guion de una de las mejores películas del cine negro español de los años 50 y 60, “Apartado de correos número 1001”, dirigida por Julio Salvador y que cambio, en su título, el número del apartado al 1001, “…posiblemente más fácil de recordar que el 1025”(20) de los hechos reales. De hecho, el propio Gil Llamas, con un punto de orgullo no dejas de reseñar con una nota al pie que “El guion de la película fue facilitado por nosotros”(21), aunque matiza que los guionistas, Julio Coll y Antonio Isasi-Isasmendi, “…sazonaron con una inevitable anécdota amorosa y con cierto asesinato perpetrado frente a la Jefatura Superior de Policía –dos extremos que no figuran en el suceso original-, hasta alzar el argumento que podían apetecer los espectadores desde sus butacas". Tal fue el grado de colaboración de la B.I.C. de Barcelona con esa película que al parecer algunos de los extras eran policías reales que pertenecían a esa unidad(22). 

También ayudo como asesor policial para la realización de algunas películas. En una entrevista realizada en 1996(23) a Francisco Pérez-Dolz, uno de los mejores cineastas del cine negro español, y director, entre otras, del extraordinario “A tiro limpio” (1963) dice que Gil Llamas “vino al plato para dar un cierto realismo a algunas escenas”, aunque tal vez Dolz le falle la memoria puesto que el rodaje de “A tiro limpio” fue en 1963 y Gil Llamas falleció en 1956, y puede que se refiera a “Apartado de correos 1001” (1950) o a la película “El Cerco” (1955) donde Pérez-Dolz participó como ayudante de dirección y cuyos guiones están basados en las obras del Comisario Gil Llamas. 

Lo cierto es que sus libros sirvieron para dar realismo a muchos guiones cinematográficos y como guía para muchos libros posteriores. Publicó además, por entregas, diversos sucesos reales en la prensa catalana, por ejemplo en 1955 en el diario "Solidaridad Nacional” o el “Correo Catalán” y a buen seguro su legado literario habría sido aún mayor si no hubiese fallecido prematuramente. 

Fue Tomás Gil Llamas un excelente profesional de la Policía, que durante su paso por la Brigada de Investigación Criminal de Barcelona se enfrentó a múltiples casos muy complicados que supo lidiar con acierto y eficacia, como el mismo refleja “…la cifra de asesinatos impunes (lo cual no quiere decir que se carezca de pistas) […] asciende a siete, cantidad que en principio puede parecer bastante elevada […] aunque en siete años intervenimos en más de cincuenta y seis delitos de sangre, de los cuales sólo los consignados quedaron sin castigo”(24). También fue un escritor de éxito que dejo un sugerente legado que fue aprovechado por guionistas, novelistas y cineastas para la realización de sus obras. 

La próxima entrega de esta serie de artículos sobre “Policías-escritores” estará dedicada a uno de los mejores “policías de calle” con que ha contado la Policía. Nos referimos al Comisario Principal Eugenio Benito Poveda, del que el propio Gil Llamas, otro gran policía “de calle” dice respetuosamente en su libro «Brigada Criminal» “…el indiscutible maestro en materia de maleantes, ex profesor de la Escuela de Policía y ex jefe de la B.I.C. madrileña Don Eugenio Benito Poveda”(25).

Antonio Rodríguez Alonso. 

[1] Escalafón del Cuerpo General de Policía del año 1950.
[2] El Lorquino: Semanario de información local (Lorca). 2/8/1955, página 7.
[3] En aquellos momentos el Cuerpo de Vigilancia tenia las siguientes categorías: Comisario General, Secretario General, Comisario Jefe de Brigada, Comisario de 1ª, de 2ª y de 3ª, Inspector de 1ª y de 2ª, Agente y Aspirante de 1ª y de 2ª. Gazeta de Madrid número 167, 16/junio/1921.
[4] Viqueira Hinojosa, Antonio (1989) Historia y anecdotario de la Policía española (1833-1931), página. 217.
[5] Vázquez Montalbán, Manuel (1979) Los mares del Sur, página 51.
[6] Imperio. Diario de Zamora 30/03/1956, entrevista extraída de «Solidaridad Nacional» página 3
[7] El Lorquino : Semanario de información local (Lorca). 2/8/1955, página 7.
[8] La Vanguardia Española. 17 de julio de 1956.
[9] El Lorquino : Semanario de información local (Lorca). 10/7/1956, página 5.
[10] Gil Llamas, Tomás (1955) Brigada Criminal. La actuación de la Brigada Criminal de Barcelona desde 1944 a 1953., página 124.
[11] Idem, página 124.
[12] Idem, pagina 125.
[13] Idem, página 125
[14] Los niños asesinados fueron Alberto ALBAJE ROVIRA de 4 años, Josefa SÁEZ SOLSONA, de 12 años y José MARIANA VALLS de 17 años.,
[15] Gil Llamas, Tomás (1955) Brigada Criminal. La actuación de la Brigada Criminal de Barcelona desde 1944 a 1953., página 107.
[16] Con estas palabras hacemos una referencia a una de las mejores películas del cine negro español de los años 50-60, dirigida por Francisco Pérez-Dolz (1922-2017) y que según su director el rodaje fue asesorado por Tomás Gil Llamas, aunque como veremos más adelante, eso resulta imposible ya que, por desgracia, éste falleció en 1956 y la película se rodó en 1963.
[17] Idem. página 123.
[18] Gil Llamas, Tomás (1956) La ley contra el crimen. Policías y maleantes frente a frente, página 8
[19] Gil Llamas, Tomás (1955) Brigada Criminal. La actuación de la Brigada Criminal de Barcelona desde 1944 a 1953,  página 277
[20] Gil Llamas, Tomás (1956) La ley contra el crimen. Policías y maleantes frente a frente, página 54
[21] Idem, página 54, nota al pie.
[22] Sánchez Barba, Francesc (2001)  Una proyección cultural del franquismo: el auge del cine negro español (1950-1965), Tesis doctoral, página 725.
[23] Diario Avui, 29 de junio de 1996, página 48.
[24] Gil Llamas, Tomás (1955) Brigada Criminal. La actuación de la Brigada Criminal de Barcelona desde 1944 a 1953, página 194.
[25] Idem, página 276.

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