lunes, 5 de febrero de 2024

Sala de reseña de un Gabinete de Identificación de 1934

Del boletín "Emblema" de febrero, tomamos este artículo que sirve para presentar en sociedad la nueva y brillante maqueta-diorama realizada por nuestro buen amigo, compañero y colaborador Simón Javier Iglesias Andrés.

Aparte del coleccionismo, la pintura, la fotografía, el dibujo, etc., otra de mis facetas creativas, es la realización de maquetas o dioramas, y que según dicen, no lo hago mal. Prueba de ello es que tres de ellas se encuentran en el Museo Policial de La Coruña, las cuales, y gracias al Jefe Superior de Galicia, D. Ramón Gómez, se exhiben en una de sus salas para el deleite de todo aquel que quiera visitarlo. También la Fundación Policía Española, que llevada por la Comisaria Llorente, han querido publicar un bonito artículo sobre mi persona y esta faceta mía, en la Revista POLICIA, destacando lo bien redactado que ha quedado, por estar escrito por nuestro Presidente D. Eugenio Fernández Barallobre, el cual se le ve que me tiene mucha estima.

Pues bien, hoy quiero traer unas imágenes a este Boletín, como novedad o primicia, de la última maqueta que he realizado, y así presentarla a todos los que lo leéis, y que les gusten o sigan esta otra forma de representar, o homenajear a nuestra Policía, y esperando que sea de su agrado

Estas maquetas pienso, y creo, que son muy interesantes, ya que las estoy desarrollando sobre unos temas que a nadie le ha dado por realizar hasta ahora, y no es otro que, recrear algunas de las distintas salas de las comisarías policiales españolas, y en diferentes épocas. En esta ocasión, traté de representar una Sala de reseñas del Gabinete de Identificación en los años treinta, más concretamente en 1934. Os dejo fotografía del autor y de la obra.

Maqueta y autor
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Para empezar a realizar uno de estos trabajos, lo primero que hay que hacer es informarse muy bien, leyendo artículos y viendo fotografías de la época, para que te quede todos esos detalles en la cabeza con lo que quieres representar, en este caso, lo que era una sala de este tipo y en esas fechas, y solo así podrás recrear fidedignamente una escena sin equivocarte dado que una falsa o errónea información, te lleva al traste todo el trabajo. La gente que se detiene a mirarla, lo primero que hace es ver en donde se puede encontrar el fallo o error, tanto histórico, como de cualquier otra índole.

Dado los interesantísimos artículos que he leído, he aprendido muchísimo sobre estas salas en concreto, y me gustaría dejar alguna información plasmada en este artículo, por considerarlo importante para que el lector, pues se podrá hacerse una idea de lo que era una de ellas. Trataré, por ejemplo, de explicar lo que es el equipo de fotografía “Bertillon”, cosa que yo mismo no conocía, y eso que he sido fotógrafo profesional durante veinte años, pero nunca había oído hablar de él.

Equipo "Bertillón"


Pasaremos a detallar un poco de historia, como es primordial en casi todos mis artículos, comentando tres episodios en donde estas salas tuvieron un papel muy importante.

Comenzaremos por un artículo publicado en el Boletín “Emblema” de la Orden de la Placa y Merito, escrito por mi amigo el subinspector Jesús Longueira Álvarez, en el que nos narra cómo mediante las huellas, fue incriminado un ladrón y sus cómplices en un robo que se realizó en el Museo del Prado, en Madrid.

Era el 20 de septiembre de 1918, y tras darse de alta de una larga enfermedad, se incorporaba al trabajo el Director del Museo D. José Villegas, que tras realizar una ronda por el mismo, se percata de que hay unas piezas desordenadas y fuera de su sitio, con lo que hace un recuento, notando la falta de algunas antigüedades. Se hace la denuncia correspondiente, y haciéndose cargo de la investigación el policía más afamado de la época, el Comisario Ramón Fernández Luna, a quien denominaba la prensa como el “Sherlock Holmes Español”, por haber resuelto varias investigaciones mediante técnicas modernas, siendo él, el pionero e instructor de ellas en nuestro país.

Tras el recuento, se percata de que faltan algunas piezas y están dañadas otras, con lo que ordena el cierre de la zona, comenzando el proceso de recogida de indicios, llegando a la conclusión de que el robo no se había perpetrado en un solo día. Toma declaración a todo el personal del Museo, y tras comparar la declaración de un vigilante con una de las fotografías que se habían tomado en la escena del robo, lo vuelve a citar, declarando este, que dos meses antes del robo, había notado que una de las piezas estaba movida. Con esta pista, relaciona a un tal Rafael Coba, que hubiera sido despedido como celador del Museo unos meses antes, si bien el Comisario estaba convencido de que este celador estuvo ayudado por alguna persona más, creyendo además, que el robo se siguió perpetrando una vez fue cesado de su puesto de trabajo.

Se interroga a Rafael Coba en diversas ocasiones, y su vez, los inspectores realizan indagaciones por las calles, apareciendo en casa de un perista llamado Isidro, una de las piezas robadas, que tras de ser detenido e interrogado, confiesa que se la había vendido el tal Rafael Coba. Se registra la casa de Rafael y se encuentran alguna pieza más, y es detenida la novia de Rafael, junto a otros tres celadores. Mientras tanto el tal Rafael Cobos desaparece con una maleta, la cual se cree que porta el resto de las piezas que faltan. Se envían a varios Agentes a Zaragoza, Toledo y Jaén, donde finalmente es localizado dentro de una mina abandonada.

Se traslada a Madrid a él y la maleta, aunque Rafael sigue negando la autoría el robo, pero queda demostrada su culpabilidad, y a esto es por lo que refiero a esta historia, al cotejar sus huellas con las huellas halladas en el interior de la estantería del Museo, y también en las piezas encontradas en casa de su novia.

Gracias al Comisario D. Ramón Fernández Luna, que en aquella época ya era un pionero y creador de lo que hoy se conoce en ciencia policial como “trazas instrumentales”, se pudo condenar sin lugar a dudas a Rafael Coba, su novia, los tres celadores y al perista Isidro.

Comisario Ramón Fernández Luna

También encuentro otro artículo de mi amigo el Subinspector Jesús Longuera Álvarez, y que también fue publicado en el Boletín “Emblema” de esta Asociación, es el que recuerda el caso de Francisca Rojas, quien fue detenida y condenada en Argentina, por degollar a sus dos hijos de cuatro y seis años de edad. En un primer momento, Francisca culpaba a su marido y negaba su presencia en la escena del crimen. Gracias a que sus huellas dactilares impresas en sangre que se encontraron en la pared, valieron para situarla en el lugar e incriminarla. Al ser detenida, Francisca de veintiséis años de edad se derrumba y confesó su crimen.

Como bien indica Jesús Longueira en su artículo, esto no sería extraño, a no ser porque estamos hablando del 29 de junio de 1892, y por ser la primera persona en fue condenada al ser utilizada como prueba de cargo, sus huellas dactilares en el lugar de los hechos.

Francisca Rojas y sus huellas


Como último ejemplo histórico de la importancia de estas salas de identificación, fue lo ocurrido en el asesinato del Presidente del Gobierno D. Eduardo Dato Iradier, en 1921.

Tras leer un interesantísimo artículo, también publicado en este “Boletín” y escrito por nuestro buen amigo, compañero y colaborador, el Inspector Jefe Eloy Ramos Martínez, y en el que nos detalla con todo lujo de detalles como se preparó y ejecutó el asesinato, así como la posterior investigación, y sustraeré una parte concerniente a este tema que me ocupa, como es el “gabinete de identificación y reseñas”.

Como recordatorio histórico, nos acordamos que en este país, ya se había asesinado anteriormente a José Canalejas Méndez en 1912 cuando era Presidente del Consejo de Ministros; A Juan Prim y Prats, en 1870, del que ya metidos en este siglo, concretamente en el 2012, se realizó la exhumación del cadáver, momificado, tomándole varias fotografías del cadáver por el experto en crimen organizado, el fotógrafo científico D. Loannis Koytstourais, siendo posteriormente analizadas por el profesor de investigación D. José Romero Tamaral, descubriendo que tenía unas marcas en el cuello que indican que la causa de la muerte fue por estrangulamiento a lazo y no por los disparos que había recibido en primer término. Tampoco podemos olvidarnos de Antonio Cánovas del Castillo, asesinado en 1897.

Volviendo al asesinato de Eduardo Dato, recordemos que esta muerte se decide por la Dirección Anarquista predecesora de la FAI (Federación Anarquista Ibérica) en Cataluña.

El día 11 de enero, llegan los asesinos a Madrid, alojándose en la Calle Alcalá, desde donde se trasladaban a estudiar los preparativos durante tres semanas para llevar a cabo el atentado, siguiendo los movimientos que efectuaba normalmente el Sr. Dato, desde que salía del Senado hasta llegar a su casa.

El 8 de marzo, a las 7 de la tarde, sube a su coche oficial, Un “Hudson” negro de seis cilindros, con matricula ARM 121 (Automovilismo Rápido Militar) conducido por un sargento y acompañando, por el soldado asistente de Dato.

Durante el trayecto, se les aproxima una motocicleta con sidecar que se sitúa paralela al coche presidencial, abriendo fuego sobre los ocupantes, recibiendo estos más de veinte disparos, y que tras pegar la motocicleta un acelerón, se perdieron por las calles madrileñas.

Comienza entonces la investigación, y ordena el Director General de Seguridad, junto al Subdirector General, a los más altos mandos de la policía, junto a la Guardia Civil, que se encuentre dicha motocicleta en un radio de 90 kilómetros.

Gracias a un vecino de la zona, que comenta a la Guardia Civil de que hay una finca sospechosa en la calle Arturo Soria, que anteriormente hubiera sido una carnicería, en la cual efectivamente se encuentra la moto, y dentro del sidecar encontraron dos pistolas Star, una Máuser, otra Bergman, unas gafas de automovilista y doscientas balas.

Y es aquí a lo que principalmente me refiero de este asunto, y es que entra en la investigación la Sección de Dactiloscopia del Gabinete Antropométrico de la Dirección General de Seguridad, que como bien indica en el articulo el Inspector Jefe Eloy Ramos Martínez, aun no existía el Laboratorio de Técnica Policial, que se crea poco después.

Tras analizar las huellas en la antigua carnicería, se percatan de que pertenecen a uno de los autores del crimen, Luis Nicolau Fort, cuya existencia era desconocida hasta aquel momento. Tras las debidas averiguaciones policiales, lleva al Comisario Jefe de la Brigada Móvil D. Luis Fernoll junto a seis agentes, a esperar en el inmueble hasta que alguien aparezca. El día 13 de marzo, aparece por la vivienda el peligroso anarquista Pedro Matéu Cusido, de 26 años y natural de Tarragona y autor de los disparos que acabaron con el presidente. Tras ser interrogado, da los nombres de los otros dos autores.

Con esta maqueta o diorama, quiero hacer un reconocido homenaje a esas personas que se dedican en cuerpo y alma esclarecer los delitos, y que muchas veces no tienen el reconocimiento popular que merecen.

Moto con sidecar


Como peculiaridad, comentar que la casa en donde encontraron la moto con el sidecar, también hubiera sido refugio para esconderse de la policía Mateo Morral en 1906, tras lanzarle una bomba al Rey Alfonso XIII.

Metiéndonos a lo a la realización de la maqueta se refiere, empezare comentado que, tras tomar una fotografía de la época, quise representar a la persona que salía en ella, y para ello he tenido que amasar una pasta para modelar, compuesta por dos componentes y con ella crear la cara de quien salía en la foto lo mejor posible. Creo haberlo logrado bastante bien, dado el tamaño de la figura, que como veréis en la comparativa de la fotografía y la de la figura, hay un parecido razonable. Os dejo foto. Observareis también la comparación de la figura con un tajalápiz que está a sus pies.

Comparativa foto-figura

Comparativa tajalapiz-figura

Antes de formar la maqueta, uno se tiene que poner a crear detalles, enseres, muebles, etc., así que me puse a ello, y según veo en la fotografía de época, existían unos cajones en los cuales se introducían las fichas con fotografías aparejadas con las huellas dactilares de cada individuo y sus descripciones personales. También existían unos álbumes con los datos de las personas fichadas policialmente, junto a sus huellas, y todo ello iría dentro de un mueble, que también le quise dar un parecido al original. Os dejo foto del mueble en concreto y un detalle de las fichas policiales.

Mueble de fichas

Detalle de las fichas

Si observamos también en la misma foto, vemos una especie de cámara fotográfica con su trípode que nos resulta, cuanto menos, un tanto extraña, y que pasaré a describir un poco la historia por encima, para los que no conocen, de que se trata.

Alphonse Bertillón era un policía francés que trabajo como preceptor en Escocia. Su padre y hermano, eran médicos, antropólogos y estadísticos. Fue pionero en algunos métodos de individualización antropológicos, que empleó en la investigación policial.

Crea en 1882 la antropometría. Técnica que se basaba en anotar la medida de varias partes del cuerpo y cabeza de los delincuentes y criminales, así mismo de los tatuajes, cicatrices y cualquier cosa por la que pudiera ser identificado el sospechoso, partiendo del principio de que no existían dos personas absolutamente iguales.

Mueble antropométrico

Crea también la metodología, creando una ficha de afiliación, para la comprobación de los datos de todos los procesados, y con este método, en 1884 identifica a 241 delincuentes múltiples, copiándole el procedimiento por Europa y Estado Unidos, y dando su primer resultado en febrero de 1883, cuando se identifica, por primera vez, a un criminal fugado de la justicia llamado Dupont por este método, y, tras la investigación se comprueba que su verdadero nombre era Martin, dándose desde aquel mismo momento, el nombre al método como “ Bertillonaje”.

La fama policial de Bertillon, llega el 1 de febrero de 1888, cuando se creó en la Comisaría General de Policía, un servicio nuevo, otorgándole la dirección del mismo, denominado “Identidad Judicial”.

Crea la fotografía métrica, facilitando inmensamente el estudio de la huellas en el lugar del crimen, convirtiéndose en el criminólogo mas importante de la época.

Tampoco he querido olvidarme de esto en la maqueta, con lo que le añadí otro armario con algunas de las herramientas medidoras que usaban para este fin.

Cámaras fotográficas

Silla para la ficha policial

Comentar que fue el escocés Henry Faulds, científico y medico, el que sugiere utilizar la identificación mediante las huellas dactilares, ya que son diferentes en cada persona, aunque no le hicieron caso, ni Scotland Yard, ni el mismísimo Charles Darwin, que no le tomó en serio al recibir en 1880 una carta del escoces Henry Faulds.

Años mas tarde, Darwin, le escribe a su primo, el conocido antropólogo Francis Galton, la carta que anteriormente le había mandado Henry Faulds, quien le plagia, y entra en la historia de la ciencia policial , publicando el libro “Fingerprint”, adoptándose como propios los estudios realizados por Henry Faulds. Llegaría el año 1900 cuando Gran Bretaña lo adoptará como sistema oficial de identificación. Aunque no olvidemos que ocho años antes, en la prefectura de Buenos Aires, y utilizando este método, se aclaró el caso que os conté anteriormente de Francisca Rojas.

No quisiera dejar en el tintero, lo que es una pieza fundamental en esta representación del Gabinete, y es el maletín y las herramientas correspondientes que tiene el comisario encima de la mesa. Imaginaros el tamaño de las piezas para hacerlas y colocarlas dentro de él.

Mesa y maletín del Comisario

Ya por último, quiero dejaros fotografía de toda la composición completa, y de cómo ha quedado, esperando que sea de vuestro agrado.

Maqueta completa

Bibliografía: 

Boletín “Emblema” de la Orden de la Placa y Merito. Artículo del Subinspector Jesús Longueira Álvarez.

Boletín “Emblema” de la Orden de la Placa y Merito. Artículo del Inspector Jefe Eloy Ramos Martínez.

Internet.

Fotografías: del autor del artículo.

Simón Javier Iglesias Andrés.

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