Del boletín "Emblema", tomamos este artículo firmado por nuestro buen amigo y colaborador Carlos Fernández Barallobre.
El jueves 4 de mayo de 1995, efectivos de la Guardia Civil, encontraban en el embalse de Sabón, muy cerca de la central térmica, del municipio coruñés de Arteijo, el cadáver de una joven completamente desnuda. Los rasgos de la muchacha, posiblemente sudamericana, eran de complexión normal, piel morena, unos 160 centímetros de estatura, alrededor de cincuenta kilos de peso y sobre treinta años de edad. Destacaba un tatuaje de un caballo alado, que la joven tenía en una de sus nalgas.
Recuperación del cadáver (La Voz de Galicia) |
La autopsia reveló que la víctima había sufrido un gran golpe en la cabeza, que le había destrozado el cráneo y una profunda herida de arma blanca en el vientre. La Guardia Civil, incluso con buceadores, rastreó la zona del embalse y sus cercanías, sin encontrar ningún tipo de ropa que hubiese podido llevar la víctima.
El instituto armado solicitó entonces a través de prensa y radio, la colaboración de los ciudadanos para el esclarecimiento del asesinato, insertando incluso el dibujo del tatuaje que la víctima llevaba. Por ese tatuaje los agentes lograron saber, tras recorrer diversas “barras americanas” de la zona de Carballo, que la muchacha frecuentaba locales de alterne, algo que confirmarían al ser identificado el cadáver por la INTERPOL. Tras ello, siguiendo esa pista, se supo que la joven trabajaba en un local en las afueras de La Coruña y que mantenía relación con un hombre de unos treinta y cinco años, que respondía al nombre de Julio.
A primeros de octubre los agentes detuvieron a ese hombre, que manifestó que conocía a la joven asesinada y que no había denunciado su desaparición. Ese hecho le llevó a ser considerado como principal sospechoso. Un juez le envió un mes a prisión, pero al no aportar los agentes pruebas incriminatorias suficientes, quedó en libertad.
Tras ello la investigación quedó paralizada, a pesar de que, como declararían a la prensa mandos de la Guardia Civil y el comisario Jefe de seguridad ciudadana de la jefatura Superior de Policía de Galicia, Manuel Peña “los casos de asesinato nunca se llegan a cerrar” y que “los técnicos continúan siempre con la investigación, actuando ante cualquier llamada que pueda proporcionar alguna pista”, nadie arrojó luz sobre aquel suceso. A día de hoy sigue sin esclarecerse. ¿Fue un crimen perfecto? El tiempo así parece decirlo.
Carlos Fernández Barallobre.
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