Nuestro buen amigo y colaborador, Carlos Fernández Barallobre, nos remite este interesante artículo sobre unos de los más sanguinarios asesinos de la historia criminal de España: el "sacamantecas".
Un individuo llamado Juan Díaz de Garayo Ruiz de Argandoña, nacido en el pueblo alavés de Eguílaz, fue sin duda quien abrió el camino del terror y de espantosos asesinatos, dieciocho años antes, al conocido asesino londinense Jack el Destripador, mucho más mediático, sin duda, que Díaz de Garayo, aunque este fuese llevado a la literatura española por Pío Baroja en la novela 'La familia de Errotacho” y por Tomás Salvador, en 'Cuerda de presos” llevada también al cine por el director Pedro Lazaga. Y con una salvedad enorme. Garayo el Sacamantecas fue detenido y ajusticiado. A dia de hoy nadie sabe quién fue Jack el destripador.
El "Sacamantecas" |
El Jack destripador español, al que las gentes ante su temor y alarma, bautizaron como “Sacamantecas”, un monstruo que asesinaba a niños, hombres y mujeres para sacarles las mantecas y hacer con ellas ciertas pócimas de gran eficacia", desde 1870 a 1879 cometió nada más y nada menos que seis asesinatos de una infinita crueldad.
El día 2 de abril de 1870, Sacamantecas comienza su sanguinaria carrera, asesinando a una prostituta llamada la Valdegoviesa en un lugar cercano al Polvorín Viejo. El móvil fue que Garayo y la Valdegoviesa no llegaron a un acuerdo por el pago de los servicios de la furcia. Garayo remató a su víctima ahogándola en el río. Allí la encontró al día siguiente un criado, desnuda y con las ropas por encima.
El 12 de marzo del 71, el Sacamantecas volvió a las andadas. A casi medio kilómetro de su primer asesinato, de nuevo tuvo una discusión. Una viuda que se prestó a darle servicios sexuales le pidió más dinero por ellos. El Sacamantecas tras darle un fuerte golpe la ahogó violentamente.
Un 21 de agosto de 1872, una joven de 13 años que caminaba de Gamarra en dirección a Vitoria, fue asaltada por Díaz de Garayo. A empujones y golpes la apartó del camino, la violó y estranguló, Las gentes con ese crimen, que se conoció en toda la provincia, sintieron un miedo atroz a la presencia de un asesino en serie
Una semana después, una muchacha de 23 años era asesinada, al suroeste de Judimendi, apuñalada, con una horquilla, en el pecho y también violada
En 1873 y 1874 Sacamantecas atacaba a otra ramera y a una vieja mendiga que lograban escapar con vida, algo que asustaría a Garayo, deteniendo este durante casi cinco años su carrera criminal.
En 1878 el alguacil municipal Pío Jesús Fernández de Pinedo detenía a Díaz de Garayo por un asalto a una molinera, que le haría frente. Al no poder acusarle de nada, y tras pasar dos meses en la cárcel, Juan sería puesto en libertad. Sin embargo, Fernández de Pinedo no cejaría ya en su vigilancia e investigación sobre el Sacamantecas,
A pesar de ello, en agosto de 1879, en Zaitegui, Garayo abordaría a su quinta víctima, proponiéndole sexo a cambio de dinero y ante la negativa de esta, Sacamantecas la asesinó y violó. En Araca, cometió su último asesinato en la persona de una madre de familia de 52 años de la que abusó sexualmente, la abrió en canal y le sacó las tripas.
Díaz de Garayo al que varios testigos vieron por la zona dónde se cometerían los dos últimos y brutales asesinatos, seria apresado el 21 de septiembre de 1880 por el alguacil Fernández de Pinedo, que asociaría las descripciones de los testigos de los dos últimos crímenes con el del asaltante de la molinera. La mujer de Sacamantecas reconoció a las autoridades que antes de los dos últimos asesinatos había ayudado a su marido a tapar otro abuso frustrado.
Convicto y confeso de sus espeluznantes crímenes, el sacamantecas fue condenado a muerte el 11 de mayo de 1881, por medio de garrote vil en el Polvorín Viejo de Vitoria, siendo enterrados sus restos en una fosa común del cementerio de Santa Isabel de la capital alavesa.
Analfabeto, en la cárcel antes de su muerte aprendería a leer, Ruiz de Garayo contraería matrimonio hasta en cuatro ocasiones. Primero con Antonia Berrosteguieta, una viuda apodada “la Zurrumbona” con la que tendría cinco hijos. En 1863 fallecería la Zurrumbona y Garayo iniciaría su triste y malvado camino delictivo de muerte y destrucción. Su siguiente esposa, Juana Salazar, moriría de viruela en 1870. Su tercera esposa era alcohólica, y falleció alcoholizada en 1876. Apenas un mes más tarde se casó por cuarta vez con otra viuda, Juana Ibisate. El tener una mujer a su disposición, según los médicos, calmaban sus libidinosos apetitos sexuales y su carácter irascible y violento, de ello su inclinación por las prostitutas. Aquello le convertiría en el segundo asesino en serie de nuestra Patria, tras el “Hombre Lobo de Allariz”, Manuel Blanco Romasanta.
Carlos Fernández Barallobre.
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