jueves, 23 de septiembre de 2021

Crónica negra de La Coruña. Cap. 9º. La maleta sin destinatario

Nueva entrega de la "Crónica negra de La Coruña", original de nuestra buena amiga y colaboradora Mª Jesús Herrero García.

Hace tiempo que quería escribir sobre esta historia truculenta, protagonizada por un monstruo, que valiéndose de engaños acabó con la vida de un ser inocente de 12 años que apenas acababa de dar los primeros pasos en el camino de la vida. Reciente en mi memoria, recuerdo que me impacto sobremanera, pues por aquel entonces yo también era una adolescente que descubría con esta historia que bajo la apariencia de personas normales como nuestros vecinos, amigos, familiares…pueden esconderse auténticos depredadores.

Pilar Mazaira, ante el Tribunal


Pilar Mazaira era natural de Toreno (León), una mujer pudiente que vivía en el quinto, un piso por debajo de Purificación Pérez, una madre divorciada con tres hijos, de los que Pablo era el menor. Las dos eran socias y propietarias de un gimnasio femenino en La Coruña.

Al mediodía del 19 de mayo de 1992, martes, Pilar se encontró con Pablo, que volvía del colegio de los Salesianos, a unos cien metros de su casa, en donde cursaba 7º de EGB. La mujer le pidió que le ayudara con las bolsas de la compra y con estos engaños consiguió que Pablo subiera a su piso donde la asesina dio rienda suelta a su mente trastornada y quito la vida a Pablo. La asesina confesó tanto a la policía como posteriormente en el juzgado “Estuvimos charlando unos minutos, y después le dije que estaba muy guapo, y le puse unas medias al cuello, como para hacerle una corbata. Después, todo empezó a darme vueltas, me caí al suelo, y cuando recobré el sentido, Pablo estaba muerto”.

La homicida que no estuvo en libertad más de 24 horas, las usó para intentar ocultar el crimen y su participación. Metió el cuerpo del niño en unas bolsas de la basura, atado con unas cuerdas de nilón, y después introdujo todo en una bolsa de viaje muy grande que había comprado días antes, dijo, para llevar ropa a Toreno. Sobre las tres de la tarde llamó un taxi, cargó la bolsa con la ayuda del conductor y se hizo conducir a las proximidades de la estación municipal de autobuses, en donde tomó otro taxi para ir a la cercana estación de tren. Allí, pasadas las tres y media, introdujo la bolsa en una taquilla de la consigna, ayudada de nuevo por un empleado de la estación.

Un cuarto de hora después, disimulando la voz e impostando acento francés, telefoneó a la madre al domicilio, para, en nombre de una organización internacional, comunicarle que habían secuestrado a su hijo. Una hora y pico más tarde volvió a llamar a la aterrada madre, pidiendo un rescate de 30 millones de pesetas (unos 180.000 euros), en billetes usados de 2.000, 5.000 y 10.000 pesetas, además de exigir que no llamase a la policía. Purificación reconoció de inmediato la voz de su socia y avisó a policía. Mientras los agentes se ponían manos a la obra, la asesina acudió a El Corte Inglés para comprar una maleta. “La más grande que tengan”, le pidió al dependiente. Con la maleta, fue hasta la consigna de la estación de tren y metió en ella la bolsa. De allí a la central de Seur, en donde, recuperando otra vez el acento francés y haciéndose llamar Jacqueline Jarraz, facturó la maleta a Madrid, “a recoger en destino”. La empleada de la mensajería recordaría perfectamente que la báscula arrojó un peso de 50 kilos.

Al día siguiente, miércoles 20, fue detenida. La policía recuperó la maleta en las dependencias de SEUR en Madrid, pues nadie había ido a recogerla, descubriendo en su interior el cadáver de Pablo envuelto en plásticos y atado. Con él tenía los libros de 7º de EGB, una moneda de 500 pesetas y la obligada flauta para las clases de música. En la autopsia se descubrió que había recibido dos o tres golpes en la cabeza y, según incluyó después en su relato el ministerio fiscal, tenía una dilatación anal. Tanto en la declaración ante la policía como posteriormente ante el juez, Mazaira confesó haber matado al niño, pero no las razones. Por un compañero del colegio de Pablo se supo que la víspera de los hechos, le había rogado reiteradamente que bajase a su piso para darle un anillo. Como bajó con su amigo, Pilar le dijo que se había confundido y le dio algo de comida para merendar.

El juicio se celebró en octubre de 1993 en la Audiencia coruñesa. De su interrogatorio no se le pudo sacar los motivos de tan brutal crimen, pero no se ahorraron los detalles escabrosos. “Estaban empeñados, algunos medios y el fiscal, en sostener que Pilar había intentado abusar sexualmente del niño”, recuerda la defensora, Mari Luz Canal, la abogada más odiada de España en aquellos días.

El Ministerio público lo ejercía el recién nombrado fiscal jefe del Tribunal Superior de Galicia, Ramón García-Malvar Mariño, un personaje peculiar, que escogía para sí los casos más morbos o con implicaciones políticas.

La rabia se adueñó de la calle el día en que se produjo la reconstrucción del asesinato. El 25 de mayo de 1992, una semana después del crimen de la maleta, centenares de coruñeses hacían méritos bajo un sol asfixiante de primavera para insultar y desearle lo peor a la infanticida. Una mujer que siempre había tenido una conducta ejemplar, de pronto, un día, se convirtió en un monstruo.

Pilar Mazaira fue condenada a 20 años de prisión y a indemnizar con 25 millones de pesetas al padre, madre y hermanos de su víctima. Gracias a la reforma penal de 1995, quedó libre después de cumplir seis años. Por esas fechas salieron a subasta en la Audiencia de La Coruña las propiedades de Mazaira, entre ellas el quinto piso del número 21 de la calle Hospital. Lo compró el hermano mayor de Pablo quien declaró “para que mi madre no se encuentre en el portal con nadie que no quiera ver”.

Pilar se fue hace unos años de este mundo, sin decir por qué cometió tan brutal asesinato.

Mª Jesús Herrero García.

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