sábado, 15 de julio de 2023

El Curso de verano de El Escorial

En fechas pasadas tuve el honor ser invitado, en calidad de ponente, al Curso de Verano que, sobre la “La Historia de la Policía Española”, organizó, en la localidad de El Escorial, la Universidad Complutense de Madrid y la Fundación Policía Española.

En el contexto de este Curso asumí la ponencia titulada “1824-2024. Dos siglos de la uniformidad de la Policía Española”, todo un reto debido a la dificultad que entraña resumir en una hora doscientos años del vestir de nuestro querido Cuerpo, huérfano, en muchos casos, de la necesaria base documental para ahondar con garantías en aspectos tan concretos como este en el contexto de su dilatada historia.



No me corresponde a mi valorar mi intervención ya que eso deberán de asumirlo los que amablemente me escucharon, sin embargo, he decir que personalmente quedé satisfecho de la exposición realizada, descubriendo algún aspecto tal vez poco conocido, al menos para una parte de los asistentes, especialmente los ajenos a la Policía Nacional.

El ambiente del Curso fue magnífico en todos los sentidos ya que tuvimos ocasión de intercambiar opiniones y pareceres sobre nuestra historia, circunstancia esta que contribuye a su mejor conocimiento y divulgación y máxime en estas vísperas de nuestro doscientos cumpleaños.

El nivel de los ponentes, tanto de los propios -Jefes de División, Patronos de la Fundación Policía Española, Comisarios Principales, Comisarios, Inspectores Jefe e Inspectores- como de los ajenos -Catedráticos de Universidad, Doctores en Historia, etc.-, estuvo a la altura de las expectativas, superándolas con creces en la mayoría de las ocasiones y transmitiendo a todos los presentes la formación intelectual de los intervinientes, algo que debe constituir un orgullo para todos nosotros.

Durante unos días, tuve la oportunidad de embeberme en el conocimiento de la historia de nuestra Policía. Allí, de la mano de la Comisaria Mª Jesús Llorente Vega; de la Doctora en Historia Lola Herrero; del Comisario Francisco Carmona; del Inspector Jefe Martín Turrado Vidal; de mi amiga la Inspectora Mª Carmen Baz, siempre atenta y diligente, y de mis compañeros en la directiva de la Orden de la Placa y el Mérito, Vicente Cabo Meseguer y Simón Javier Iglesias Andrés, a lo largo del tiempo de asueto no dejamos de ahondar en nuestro devenir histórico, aportando opiniones y pareceres y descubriendo aspectos algunos de ellos poco conocidos para la mayoría de nosotros.

Fueron unos días inolvidables contando con el concurso de otros grandes profesionales como el Inspector Javier Tirado, la Subinspectora Mari Sol Luque o la Policía Verónica Sánchez, todos ellos adscritos al Servicio de Publicaciones de la D.G.P., todo un lujo tenerlos como amigos y compañeros.

Desde los desayunos matinales, las comidas y las cenas en grupo e incluso las horas de los apacibles y distendidos nocturnos escurialenses, el recorrido por la historia de nuestra Policía se convirtió en el tema principal y recurrente en las conversaciones, incluso debates, llegando a conclusiones de todo tipo que resultaron muy fructíferas y esclarecedoras para los que concurrimos a estos foros y que nos abrieron nuevas puertas al conocimiento de nuestra realidad histórica.

Lo cierto es que, de una u otra forma, todos aportamos nuestro granito de arena y cada uno brilló en la parcela de nuestra historia en la que se ha ido especializando con el paso de los años.

Un tema que abordamos con auténtico interés, en esas distendidas charlas durante nuestro tiempo libre, fue la imperiosa necesidad de crear, en el contexto de la Dirección General, un Servicio Histórico que sirva como marco de referencia y punto de convergencia de todos aquellos que quieran estudiar e investigar nuestra historia corporativa y en el que todos deberemos volcar nuestros conocimientos.

Un foro de opinión y contraste de pareceres que servirá para analizar con rigor nuestros doscientos años de historia y avanzar más, si cabe, en el conocimiento de la Institución a la que servimos.

Estamos convencidos de que en el contexto de este segundo centenario es el momento histórico para implicarnos en esta labor que, en un plazo breve, dará grandes frutos y que servirá para acometer empresas de mayor envergadura.

Doscientos años no se cumplen todos los días y, desde luego, una efeméride como esta ninguno de los presentes tendremos ocasión de volver a vivirla y eso la convierte en única e irrepetible y, por tanto, debemos aprovecharla al máximo.

Es necesario perpetuar este segundo centenario. Por supuesto que los grandes eventos programados servirán para poner en valor todo el trabajo realizado a lo largo de estos doscientos años, sin embargo, lamentablemente, cuando los fastos del bicentenario concluyan, cuando de los uniformes o de los vehículos rotulados se retiren los distintivos de los 200 años, todo comenzará a caer en el olvido; por ello, es necesario perpetuar la efeméride con estructuras que sobrevivan al 2024, el Servicio Histórico, al igual que el Museo Nacional serían la mejor herencia que dejase tras de sí este segundo centenario. No podemos dejar pasar la oportunidad.

A la vuelta de la esquina está ese emocionante e irrepetible 2024, todo un hito que deberá llenar de orgullo a todos los que, de una u otra forma, hemos colaborado en su gestación, aunque sea de forma mínima e irrelevante, y, en general, a todos aquellos que, en la situación administrativa en la que se encuentren, van a tener ocasión de vivirlo, participando en los distintos actos que se organicen.

Hemos sobrevivido el paso de 200 años, tal vez una buena parte de los más complicados y apasionantes de nuestra historia como Nación. Durante estos años se sucedieron los tiempos convulsos y de bonanza. Hemos sido capaces de sobrevivir a guerras, a cambios de dinastía reinante, a modificaciones en el régimen político y siempre hemos estado ahí para velar por la seguridad de España y de los españoles.

Hemos sabido afrontar los nuevos retos impuestos por los avances técnicos; hemos luchado y vencido a la lacra terrorista y a la criminalidad en todas sus formas; hemos logrado alcanzar un alto nivel de cualificación y de excelencia profesional y lo hemos sabido hacer sin alharacas, con gallardía y silencio, ímpetu y paciencia, unas virtudes que no a todos uniforman, pero a nosotros sí y de ello debemos sentirnos todos orgullosos.  

Siempre hemos estado ahí, sin importarnos los sacrificios, arrostrando los riesgos en cada instante, cumpliendo con nuestro deber y siendo fieles a los juramentos que empeñamos, por ello nos hemos granjeado el respeto y admiración de los buenos españoles.

Todavía queda mucho camino por andar y, de manera especial, en la proyección de nuestra realidad histórica, una gran desconocida para la mayoría de nuestros compatriotas. Ha llegado el momento de que toda España se sienta más orgullosa todavía de esa Policía que lleva sirviéndole desde hace 200 años.

Aprovechemos la oportunidad que nos brinda este bicentenario y que su sombra se proyecte más allá del 2024.

Por mi parte, repito, ha sido un orgullo contribuir a este objetivo y aquí estaré siempre que demanden mis servicios ya que no se trata de lo que la Policía pueda hacer por mí, sino de lo que yo pueda hacer por ella.

Eugenio Fernández Barallobre.   

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