lunes, 6 de junio de 2022

Los atentados contra Alfonso XII

Del boletín "Emblema", tomamos este interesante artículo de nuestro buen amigo, compañero y colaborador Eloy Ramos Martínez.

Nacimiento del Rey

Alfonso XII – el más inteligente de los Borbones hasta entonces- nació en el Palacio Real el 28 de noviembre de 1857. Fue hijo de la reina Isabel II y, al menos teóricamente, de su esposo, Francisco de Asís, porque fue considerado hijo de uno de los numerosos amantes de la reina, en concreto del capitán valenciano Enrique Puig Moltó.

D. Alfonso XII


El historiador Ricardo de la Cierva afirmó: “Alfonso XII, según documentación que me parece irrebatible y que se conserva en los archivos Vaticano y Claretiano, de Roma, es hijo de otro militar irresistible, el capitán Enrique Puig Moltó y Mayans, y sus tres hermanas, Pilar, Paz y Eulalia nacieron como resultado de la presencia en Palacio del Secretario y amante de la Reina, el político andaluz Miguel Tenorio de Castilla, según indicios claros y prácticamente seguros.

Alfonso XII, rememorando a la Beltraneja, fue apodado “El Puigmoltejo”.

Obviando el comportamiento de la reina, fue de agradecer la entrada de sangre ajena en una dinastía endogámica, como era la Borbón.

En agosto de 1868 la Familia Real se había trasladado a Lequeitio para los baños acostumbrados. Alí les sorprendió la revolución, que los enemigos de la dinastía llamaron “La Gloriosa”. La Familia, encabezada por la Reina, traspasó la frontera francesa.

Allí fueron recibidos por Napoleón III y su esposa, la española Eugenia de Montijo que les facilitaron la primera residencia provisional.

La restauración de los Borbones en España.

A pesar de la conocida frase del general Prim: “¿Los Borbones en España? Jamas, jamás, tras la corta aunque decepcionante etapa de Amadeo de Saboya, y la no menos breve y nefasta República, solo aparecía como viable la vuelta al trono de los Borbones.

Realmente la restauración monárquica se debió a tres hombres, aunque la labor fundamental le correspondió a Cánovas. Los otros dos fueron los generales Manuel Pavía y Rodríguez de Alburquerque y Arsenio Martínez Campos. El primero disolvió manu militari las Cortes de la República y el segundo proclamaría , en el Levante español, al príncipe Alfonso como nuevo rey de España.

El 29 de diciembre de 1874 el general Martínez Campos, con una fuerza militar prestada, pués él no tenía entonces mando,en el lugar conocido como Las Alquerietas, cerca de Sagunto , proclamó rey de España al príncipe Alfonso


El Rey en España

El bautismo de fuego de Alfonso XII contó con evidente riesgo. Estuvo a punto de caer en poder de los enemigos en Navarra. La victoria de Lácar fue, sin embargo el último respiro para los carlistas. A partir de ahí, comenzaron a desintegrarse.

Pero la guerra le reactivó una antigua dolencia pulmonar. Poco después tuvo un vómito sanguinolento, pero aunque Cánovas ordenó silenciar aquello, la hemoptisis era el primer aviso.

A los seis meses de su entrada en España, protagonizó un hecho imprevisto totalmente: el 2 de julio de 1875, a las siete de la mañana, salió de Palacio diciendo que iba a pasear por el Parque del Retiro, prácticamente sin escolta, solo le acompañaba un ayudante.

Iba de uniforme de campaña y tomó dos billetes de tren en la estación de Mediodía. La noticia llegó a oídos del gobernador de Madrid, que salió a todo trapo para Aranjuez, tal era el destino del monarca.

La visita tenía un motivo: visitar, sin pompa alguna, a los enfermos del cólera ingresados en los hospitales de la localidad madrileña. El Rey elogió el valeroso comportamiento de las autoridades, en especial de los jefes militares y ofreció su palacio para cuartel y departamento de convalecientes .

El 6 de diciembre de 1877 comunicó a sus ministros su intención de casarse con su prima María de las Mercedes de Orleans y Borbón, de 17 años.

La boda fue el 23 de enero siguiente, onomástica del Rey, pero la joven esposa falleció el 20 de junio de 1878, días después de haber cumplido 18 años.


Primer atentado contra Alfonso XII

El Rey había hecho una gira por las provincias del Norte en octubre de 1878, y, tras presenciar unas maniobras militares en Valladolid, regreso a la capital el día 25.

Juan Oliva Moncasi, autor del primer atentado


Tras escuchar un solemne Te Deum en la Basílica de Atocha, se dirigió a caballo a Palacio, seguido por los capitanes generales Quintana y Aguilar al frente de su Estado Mayor, y escoltado por dos escuadrones, uno de húsares y otro de lanceros.

El rey conducía un faetón y la gente, que sentía veneración por “El Pacificador”, más que por su política, por haber acabado con la guerra carlista, por su valor y por la reciente desgracia de su viudedad, le vitoreaba sin cesar.

Al pasar la comitiva por la Calle Mayor, a la altura del número 93, precisamente junto a la casa que habitó en su día Pedro Calderón de la Barca, un individuo le disparó un tiro con una pistola tipo Lefaucheux, errando el disparo y sin alcanzar a nadie, pese a la multitud que había, incrustándose el proyectil en la pared.

El Rey dio prueba de una gran presencia de ánimo, pues se limitó a señalar a su escolta al frustrado asesino y siguió su camino. Fue tal su serenidad que la Familia Real, que estaba en la comitiva, se enteró del atentado por la prensa.

El agresor fue detenido inmediatamente por los soldados, evitando el general Quesada su linchamiento inmediato por la gente o la propia tropa, ordenando su traslado a Capitanía.

Se trataba del llamado Juan Oliva Moncasi, natural de Cabra de Camp (Tarragona), de 23 años, casado con Francesca Cartañá Recasens, que era criada en el Centro de Lectura de Valls, y con la que tenía una hija pequeña. Era tonelero y manifestó haber llegado a Madrid pocos días antes y ser miembro de la Primera Internacional, junto con otros compañeros de oficio.

Era hijo de familia de campesinos propietarios y había estudiado algo de escultura e imprenta, pero abandonó pronto esos estudios para trabajar como botero.

Había pedido dinero a su familia con la excusa de irse a trabajar a Argelia, con lo que se pagó el viaje a Madrid, en donde llevaba una semana.

Al día siguiente, el Rey, acompañado por la Princesa de Asturias fue a la Basílica de Atocha a dar gracias por haber salido indemne del atentado, conduciendo su faetón y sin escolta, lo que le valió una enorme ovación de los madrileños.

El periódico anarquista “L'Avant Garde”, de La Chaux de Fonds (Neuchatel - Suiza) publicaba la noticia de su corresponsal en España, solidarizándose con Oliva, del que decía, admiraba los atentados cometidos por Max Hodelin y Karl Eduard Nobling contra el Káiser alemán.

En al instrucción del juicio, la defensa de Oliva se intentó basar en el supuesto extravío mental del mismo, pero lo echaron por tierra los médicos forenses al estimar que no mostraba signo alguno de enajenación mental, veredicto que confirmó, además otro forense propuesto por la misma defensa. Éste añadiría además que Oliva tenía educación poco sólida y su instrucción política había sido torticera y que consideraba el magnicidio como el medio más eficaz para el logro de sus fines.

El magistrado Francisco Molina dictó sentencia en la que se reconocía que Oliva ya había intentado el regicidio cuando Alfonso XII había visitado Tarragona con la Escuadra; lo siguió primero en una barca y luego en tierra hasta el atrio de la Catedral. En este punto se percató de que se había olvidado la pistola en casa.

Frustrado este intento fue cuando falsificó una carta en la que se le ofrecía el trabajo en Argelia. Con aquella disculpa se desplazó a Madrid y estudió el itinerario que seguiría el Rey, eligiendo el lugar para el atentado.

Fue condenado a muerte, pero la defensa recurrió la sentencia y la Audiencia, el 27, confirmó la dictada pro el juez Molina. Pese a ello su abogado, Jiménez del Cerro y el procurador, señor Elías, se multiplicaron para salvarle la vida. El abogados e entrevistó con el presidente del Gobierno y hasta con el Rey, al que solicitó, razonando los motivos, el indulto. Éste mostró su benevolencia y le aseguró que haría lo posible por evitar la ejecución.

Pero no era de esperar que se produjera. Estaban muy recientes los atentados de Nobiling en Alemania contra el Káiser y de Passanante en Italia contra el Rey, y la opinión pública, si bien siempre consideraba favorablemente un indulto, estimaba que en esta ocasión, dada la plaga de regicidios que había en Europa, resultaría improcedente. Tampoco el reo lo aceptaba.

Finalmente el Tribunal Supremo coincidió en su apreciación con las dos sentencias anteriores y ordenó la entrada en capilla del reo el 3 de enero. Aquella misma noche participó Cánovas al Rey que no había méritos bastantes para apreciar el indulto. El Rey partió con su familia al Palacio de El Pardo para no hallarse en Madrid el día de la ejecución. Luego se supo que a la viuda de Oliva, Alfonso XII le concedió de su peculio, una pensión vitalicia.

No obstante la gravedad del suceso, éste no tuvo gran trascendencia mediática, como tampoco la tuvo la ejecución del asesino, que se efectuó el 4 de enero del año siguiente en el Campo de Guardias de Chamberí, lugar habitual en las ejecuciones por entonces.


Las inundaciones de Levante

Tras acaecer otra desgracia en la Familia Real, el fallecimiento, también a los 18 años, de la infanta Pilar, hermana del monarca, a causa de una meningitis aguda, volvió Alfonso XII a dar pruebas de valor y esfuerzo.

En octubre de 1879 se produjeron unas tremendas inundaciones en el Levante español.

Cuando se bajó del coche en Nonduermas (Murcia), avanzando con el barro hasta las rodillas por el campo sembrado de escombros y de abandonados aperos de labranza, la muchedumbre rompió en atronadoras ovaciones al monarca y fueron muchos los que se le acercaron a besarle las manos, pues en aquella ocasión no era solo el Rey, sino la personificación de la caridad cristiana, que tras derramar el oro a manos llenas, llevaba el consuelo aquellas gentes.

Fue la página de oro de su reinado, el más grande éxito personal del monarca, superior incluso, al que había tenido en su visita a los afectados del cólera en 1875.


Petición de mano de la Archiduquesa María Cristina

El 21 de octubre de 1879, Eduardo de Carondelet y Donado, duque de Bailén, pidió oficialmente al Emperador Francisco José II de Austria, la mano de la Archiduquesa María Cristina de Habsburgo Lorena, para S. M. el rey Alfonso XII.

Luego se supo que la futura reina pidió por carta a Alfonso que se ahorrase todo lo posible en los gastos de la boda y se destinase a los afectados por las inundaciones.

La boda se celebró el 29 de noviembre de 1879 y el matrimonio tendría tres hijos María de las Mercedes (1880), María Teresa (1882) y, como hijo póstumo, Alfonso XIII, futuro Rey.


Segundo atentado contra Alfonso XII

El 30 de diciembre de 1879, transcurridos tan solo catorce meses desde el fallido atentado de Oliva, se produjo, con ocasión del regreso a Palacio del rey, acompañado de su segunda esposa, María Cristina de Habsburgo y tras dar un paseo por el Retiro madrileño a lo que eran muy aficionados, otro atentado contra el monarca.

Francisco Otero González, autor del segundo atentado


Un individuo disparó dos veces contra la real pareja, fallando en ambas. Resultó ser Francisco Otero González, natural de Santiago de Lindín - Mondoñedo (Lugo), donde había nacido el 14 de marzo de 1860 y vecino de Madrid, donde regentaba una pastelería, negocio que le resultaba ruinoso y, como consecuencia, pensaba suicidarse

Vivía con una joven de 17 años a la que llamaba hermana. Había llegado a Madrid bajo la protección de un pariente, Francisco Seijas Arribas, portero del Ministerio de Gracia y Justicia. Fue él, quien le dio 400 reales para establecerse en una pastelería del número 2 de la calle Milaneses, tras haber recorrido tahonas en la calle de la Luna, la de Cobo en Aduana y una pastelería en la de León.

Allí está hasta que desaparece con la caja -unos 18 a 20 duros- con lo que también pierde la ayuda de Seijas. A partir de ahí, vaga por tabernas y prostíbulos. En la taberna del 16 de la Cava Baja se lamenta de su vida y habla de suicidio, y el dueño, un tal Antonio García y el pastelero de Aduana 7, Antonio Pérez Cobos se burlan de él y le dicen que mejor mataba al Rey, que es el culpable de las desgracias de todos.

Quizá esas mismas personas le aconsejaron también cómo hacerse con un arma para el atentado, y así Otero compró en El Rastro una pistola del tipo Lefaucheux con la que hizo fuego contra el monarca justo a la entrada del Palacio Real cuando el coche del Rey iba a trasponer la entrada. A menos de dos metros hizo fuego, apoyado en una farola junto a la fachada principal. Sobran los comentarios sobre el Servicio de Seguridad de los monarcas.

Aunque parece difícil errar el blanco a tan corta distancia, pudo ocurrir que Otero nunca hubiera manejado un arma, o bien era cierto lo que diría en el juicio posterior, que no había querido matar al Rey, sino tan solo llamar la atención y que lo matasen los guardias a él.

El caso es que salió huyendo del lugar del atentado, pero fue interceptado por el centinela de la garita próxima a la calle de San Quintín, al que pronto auxiliaron oros, Gregorio Vázquez, Cándido Moreno, Antonio López Gómez, Manuel Pérez, y el cabo primero de la Guardia Civil, Ramón Cabana.

El juicio se inicia el 7 de febrero de 1880 ante el Juzgado de Palacio.

En su declaración trató de implicar a otras dos personas como cómplices comprobándose que eran absolutamente inocentes y la acusación solo obedecía a la maldad del frustrado asesino.

La defensa solicitó un equipo de frenólogos que, encabezados por el ilustre psiquiatra José María Esquerdo Zaragoza, y compuesto por los forenses Joaquin Sicilia Gallego y Mariano Esteban, trató de demostrar la inculpabilidad del acusado, por su "imbecilidad intelectual" y su "idiotez moral". Estas afirmaciones no fueron creídas por el juez, que lo condenó a muerte.

El rey Alfonso XII pidió el indulto, pero el Gobierno de Cánovas no accedió.

Fue ejecutado a garrote vil en el Campo de los Guardias, de Chamberí el 14 de abril de 1880, siguiendo los pasos de su predecesor Oliva.

No se pudo comprobar su pertenencia a la Internacional Anarquista, pero dadas sus circunstancias personales, es fácil que hubiera sido manipulado por alguno de los miles de anarquistas que pululaban por la capital de España.


Muerte de Alfonso XII

A la temprana edad de los 27 años falleció el monarca el 25 de noviembre de 1885 en el Palacio de El Pardo, víctima de una tuberculosis pulmonar que padecía desde años atrás.

Durante su reinado alternaron en el Poder los partidos Conservador y Liberal, con un interregno de la llamada Izquierda Dinástica. Por el Partido Conservador ostentó la presidencia del Gobierno Antonio Cánovas del Castillo cuatro veces. Joaquín Jovellar Soler en una ocasión y Arsenio Martínez Campos en dos. El Partido Liberal, con Práxedes Mateo Sagasta gobernó en una ocasión y en otra lo hizo José Posada Herrera, representando a la Izquierda Dinástica.

Alfonso XII fue conocido por "El Pacificador", ya que durante su reinado se puso fin a las Guerras Carlistas y se consiguió la paz, conocida como la de Zanjón en la isla de Cuba, aunque no definitiva, y se aprobó la Constitución de 1876, la de mayor vigencia temporal en España.

Eloy Ramos Martínez.

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