Si hubo una prenda que realmente identificó al Cuerpo de Seguridad durante la mayor parte del reinado de S.M. D. Alfonso XIII, fue el llamado "Casco de fieltro inglés", utilizado por Clases y Guardias desde 1904 a 1931.
Esta prenda de cabeza fue establecida como reglamentaria por el entonces Ministro de la Gobernación, Antonio García Alix, el 3 de diciembre de 1903, para dotar al recién creado Escuadrón de Caballería de Madrid que se prevé comience a prestar servicio en enero siguiente, si bien, por razones de tipo administrativo, no será hasta el 13 de mayo cuando esta Unidad pase su primera revista e inicie su despliegue por las calles de la Capital de España.
Esta prenda de cabeza fue establecida como reglamentaria por el entonces Ministro de la Gobernación, Antonio García Alix, el 3 de diciembre de 1903, para dotar al recién creado Escuadrón de Caballería de Madrid que se prevé comience a prestar servicio en enero siguiente, si bien, por razones de tipo administrativo, no será hasta el 13 de mayo cuando esta Unidad pase su primera revista e inicie su despliegue por las calles de la Capital de España.
La prensa madrileña de diciembre de 1903 recoge la adopción del nuevo casco como cubre cabeza de uniformidad para el Escuadrón de Caballería, señalando que, en breve, se hará extensivo a las demás Unidades del Cuerpo.
Por lo que se ve la decisión tomada por el Ministro no obedeció tan solo al deseo de presentar esta nueva Unidad con una estética diferente, propia y diferenciadora del resto del personal del Cuerpo, sino buscando modificar, con carácter general, la imagen de las Clases y Guardias del Cuerpo de Seguridad en un periodo donde comienzan a fraguarse cambios importantes en la organización policial; pese a las previsiones iniciales no es hasta diciembre de 1907 en que el uso de esta prenda se hace extensivo al resto de la guarnición de Madrid y en mayo de 1908 a las demás plantillas del Cuerpo, sustituyendo a la hasta entonces reglamentaria Teresiana, presente en la uniformidad policial desde 1869, fecha en la que comenzó a usarse bajo la denominación de "kepis".
Es pues, desde 1908, cuando, con carácter general, el "Casco de fieltro inglés" se convierte en la prenda que mejor identifica este periodo de la historia del Cuerpo de Seguridad siendo utilizado, de forma reglamentaria, hasta el advenimiento de la II República e imitado por muchos Cuerpos de la Guardia Municipal de diferentes Ayuntamientos españoles con el que también se tocaron sus Guardias.
Este casco, incomodo y poco funcional a decir de los usuarios, sirvió como elemento identificador y diferenciador del Cuerpo, proporcionándole personalidad propia como ha sucedido, y todavía sucede en la actualidad, con otras prendas utilizadas por otros Cuerpos tanto policiales como militares, igual en nuestra Patria que fuera de ella; nos referimos a sombreros como los utilizados por la Guardia Civil o los Carabineros italianos, al tradicional "chapiri" reglamentario en nuestra Legión o el "tarbuch" de uso en las Unidades de Regulares, sin pasar por alto el tradicional Ros recuperado en determinados Cuerpos del Ejército e incluso el propio casco empleado por la Policía inglesa en la actualidad.
Un casco de clara inspiración británica – usado también en algunas ciudades de los Estados Unidos de América del Norte - pero que aquí adquirió rasgos propios que lo convirtieron en diferente y que en sus distintas variantes acompañó a los Guardias de Seguridad a lo largo del reinado de D. Alfonso XIII, desde 1904, como se ha señalado, hasta el 3 de julio de 1931 fecha en que la recién instaurada II República lo deja fuera de uso definitivamente.
Su descripción en Cartillas y Reglamentos no suele ser muy precisa, limitándose en ocasiones a definirlo como “igual al modelo que se halla expuesto en las oficinas del Cuerpo”, lo que resulta, a la postre, muy poco aclaratorio.
Uno de los primeros testimonios gráficos de los que se dispone, en el que se puede observar al personal del Escuadrón utilizando esta prenda, es el de la boda de S.M. el Rey D. Alfonso XIII con Dña. Victoria Eugenia de Battenberg, el 31 de mayo de 1906; uno de los cortos cinematográficos que recoge un breve reportaje de la comitiva real tras el regio enlace nos permite ver a los efectivos del Escuadrón de Caballería vistiendo el casco, en tanto que el personal de Infantería, encargado de cubrir carrera, sigue utilizando la Teresiana reglamentaria, cuyo uso seguiría vigente durante algunos años más.
Por lo que se ve la decisión tomada por el Ministro no obedeció tan solo al deseo de presentar esta nueva Unidad con una estética diferente, propia y diferenciadora del resto del personal del Cuerpo, sino buscando modificar, con carácter general, la imagen de las Clases y Guardias del Cuerpo de Seguridad en un periodo donde comienzan a fraguarse cambios importantes en la organización policial; pese a las previsiones iniciales no es hasta diciembre de 1907 en que el uso de esta prenda se hace extensivo al resto de la guarnición de Madrid y en mayo de 1908 a las demás plantillas del Cuerpo, sustituyendo a la hasta entonces reglamentaria Teresiana, presente en la uniformidad policial desde 1869, fecha en la que comenzó a usarse bajo la denominación de "kepis".
Es pues, desde 1908, cuando, con carácter general, el "Casco de fieltro inglés" se convierte en la prenda que mejor identifica este periodo de la historia del Cuerpo de Seguridad siendo utilizado, de forma reglamentaria, hasta el advenimiento de la II República e imitado por muchos Cuerpos de la Guardia Municipal de diferentes Ayuntamientos españoles con el que también se tocaron sus Guardias.
Este casco, incomodo y poco funcional a decir de los usuarios, sirvió como elemento identificador y diferenciador del Cuerpo, proporcionándole personalidad propia como ha sucedido, y todavía sucede en la actualidad, con otras prendas utilizadas por otros Cuerpos tanto policiales como militares, igual en nuestra Patria que fuera de ella; nos referimos a sombreros como los utilizados por la Guardia Civil o los Carabineros italianos, al tradicional "chapiri" reglamentario en nuestra Legión o el "tarbuch" de uso en las Unidades de Regulares, sin pasar por alto el tradicional Ros recuperado en determinados Cuerpos del Ejército e incluso el propio casco empleado por la Policía inglesa en la actualidad.
Un casco de clara inspiración británica – usado también en algunas ciudades de los Estados Unidos de América del Norte - pero que aquí adquirió rasgos propios que lo convirtieron en diferente y que en sus distintas variantes acompañó a los Guardias de Seguridad a lo largo del reinado de D. Alfonso XIII, desde 1904, como se ha señalado, hasta el 3 de julio de 1931 fecha en que la recién instaurada II República lo deja fuera de uso definitivamente.
Su descripción en Cartillas y Reglamentos no suele ser muy precisa, limitándose en ocasiones a definirlo como “igual al modelo que se halla expuesto en las oficinas del Cuerpo”, lo que resulta, a la postre, muy poco aclaratorio.
Uno de los primeros testimonios gráficos de los que se dispone, en el que se puede observar al personal del Escuadrón utilizando esta prenda, es el de la boda de S.M. el Rey D. Alfonso XIII con Dña. Victoria Eugenia de Battenberg, el 31 de mayo de 1906; uno de los cortos cinematográficos que recoge un breve reportaje de la comitiva real tras el regio enlace nos permite ver a los efectivos del Escuadrón de Caballería vistiendo el casco, en tanto que el personal de Infantería, encargado de cubrir carrera, sigue utilizando la Teresiana reglamentaria, cuyo uso seguiría vigente durante algunos años más.
Guardia con casco reglamentado en 1911 (Museo Policial de La Coruña) |
Como en otras ocasiones, la única referencia que hemos encontrado que nos sirva para aproximarnos a la fecha en que comenzó a utilizarse así como a su primera descripción viene de la mano de la prensa madrileña que refiere, en diciembre de 1903, que "el uso del casco será reglamentario para el Escuadrón de Caballería de Madrid a partir de enero de 1904 cuando esta Unidad comience a prestar servicio" y lo describe como "negro, con tope y chapa de metal blanco, con escudo y visera corrida". Sin embargo, dado que la adquisición de los caballos y equipos de dotación del Escuadrón se retrasó unos meses ya que las primeras subastas convocadas a tal fin no tuvieron licitadores, teniendo que gestionarse por adquisición directa de acuerdo con sendos RR.DD. del Ministerio de la Gobernación fechados el 10 de marzo de 1904 -con esta misma fecha también se autoriza la contratación de un local, situado en la calle General Ricardos, destinado a caballerizas del Cuerpo de Seguridad -, no es hasta el 13 mayo de ese año, como señala "La Correspondencia de España" en su edición del día 14, cuando hay constancia de que el Escuadrón pasa su primera revista, comenzando seguidamente a prestar servicio y en consecuencia a estrenar el casco como prenda de cabeza.
Disponemos igualmente de un dato que nos permite determinar que, en la segunda quincena de diciembre de 1907 o primeros días de enero de 1908, el casco se hace extensivo al personal de Infantería destinado en Madrid, salvo sus Jefes y Oficiales. El periódico madrileño "La Correspondencia Militar" en su edición del 19 de diciembre alude a esta nueva prenda de la uniformidad del Cuerpo, señalando que "El casco adoptado para los guardias de Seguridad es serio y no justifica los humorismos que por ya rancio sistema se dedican a esa corporación a cuyo frente se hallan dignos oficiales del Ejército". Frases de elogio que, curiosamente, pasados los años se tornarán en agrias críticas. Por su parte la revista, también de la capital, “Nuevo Mundo”, en su número correspondiente al 9 de enero de 1908, refiere, como noticia periodística, la nueva prenda de que se ha dotado al Cuerpo haciendo de ella una jocosa crítica al referirse a su gran tamaño y sobre todo a la forma del tope que incorpora en su parte superior al que compara irónicamente con un "sifón de agua de seltz".
Formalmente, la primera referencia, más o menos explícita, a esta prenda cubre-cabeza, plasmada en un documento oficial, la encontramos en la Cartilla de Uniformidad de abril de 1908, que la define como reglamentaria para Clases y Guardias “de fieltro inglés negro, con escudo de metal blanco y a sus lados la iniciales C.S. y debajo de éste el número”. Esta descripción no aclara demasiado la forma y hechura del casco algo que si sucederá, en mayor medida, en los Reglamentos de 1920 y 1925 que se analizarán posteriormente.
Si tenemos en cuenta esta somera descripción y la anterior publicada por la prensa madrileña en diciembre de 1903, además del análisis visual que nos ofrecen los testimonios gráficos de la época, podemos apreciar que se trata de un modelo de casco estilizado, de elevado porte y tamaño, de visera corrida, todavía sin el cintillo de charol con vivos blancos que lo rodeará más tarde - presenta un cintillo de charol negro -, con cogotera algo más pronunciada que la de los últimos modelos utilizados, provisto de un nervio a modo de cimera que se remata con un tope de metal niquelado que debe servir de ventilador, situado sobre la parte frontal superior del casco, con el emblema del Cuerpo en plata en el frente, jalonado por las cifras CS, y bajo este el número del usuario en idéntico color que va superpuesto sobre el cintillo negro. Este primer modelo estaba valorado en 17 pts.
Por los datos de que disponemos, a los que ya hemos hecho referencia, Madrid adoptó la nueva prenda de cabeza, con carácter general, en la segunda quincena de diciembre de 1907 o primeros días de 1908, tras lo cual lo haría Barcelona en los meses siguientes; en cuanto a las demás plantillas, una vez creadas las de Valencia, Vizcaya, Sevilla y La Coruña, primeras localidades en las que se despliega el Cuerpo en el primer trimestre de 1908, hay constancia que con fecha 17 de mayo de ese año se ordena que para los servicios diurnos la fuerza destinada en La Coruña utilice el nuevo casco en sustitución de la Teresiana; así lo refiere el periódico coruñés "El Noroeste" que lo destaca en la página dos de su edición correspondiente al día 19 siguiente, lo que nos lleva a suponer que esa misma orden sería de aplicación en las otras tres localidades.
Andando algo más en el tiempo, en junio de 1909, el diario madrileño "El País", en su edición del día 6, se hace eco de la publicación de una Real Orden del Ministerio de la Gobernación por la que se extiende la obligatoriedad del uso del casco, pero con barboquejo blanco en lugar de negro, a Jefes y Oficiales destinados en Seguridad, haciendo desaparecer definitivamente el Ros y la Teresiana de su uniformidad. Esta misma Orden, que creemos no llegó a entrar en vigor ni tampoco la hemos encontrado publicada, hacía referencia también a un eventual cambio en las divisas, adoptadas tan solo meses antes, retornando al uso de galones en lugar de estrellas, al señalar que "sobre el barboquejo irán colocados los cordoncillos indicadores del empleo del usuario"; igualmente la Orden prevenía para Jefes y Oficiales el uso, en días de gala, de cinturón blanco y botas altas de charol.
Es posible que se tratase de un proyecto conducente a diferenciar, en cierta medida, los patrones de la uniformidad del Cuerpo de los cánones militares vigentes - una constante en la evolución de los uniformes de Seguridad -, eliminando prendas de uso común y modificando las divisas de empleo propias del estamento castrense; sin embargo creemos jamás pasó de ser un mero proyecto, a lo sumo un borrador, cuando no una simple especulación periodística.
Posteriormente, a finales de noviembre o principios de diciembre de 1911, la revista madrileña "Madrid Cómico" en su edición correspondiente al 2 de diciembre se hace eco de la sustitución de este primer modelo por otro más achatado, con menos cogotera, sin el nervio ni el tope del modelo anterior y en su lugar una cimera rematada con una cabeza de león plateada, añadiéndole los dos vivos blancos al cintillo acharolado negro y colocando sobre él, igual que en el anterior, el número del usuario bajo la chapa con el emblema del Cuerpo; este modelo, sin duda el más característico de todos los utilizados, estuvo vigente, como prenda del uniforme de invierno, hasta 1920. En 1915, se proyecta reducir el tamaño de la cabeza de león situada sobre el casco con el fin de aligerar su peso, aunque no hay constancia que tal modificación se llegase a operar.
Es muy posible que la adopción de este modelo con la cimera en forma de cabeza de león, llegase tardíamente o incluso no llegase a alguna de las plantillas, prueba de ello es que en Granada, en 1918, todavía se usaba el modelo de 1903 a juzgar por los testimonios gráficos que poseemos. En cualquier caso estas licencias en la uniformidad en muchas ocasiones van ligadas a la vida útil de la prenda o al plazo que la propia norma concede para su entrada definitiva en vigor, cuando no a la arbitrariedad del jefe de la plantilla.
Disponemos igualmente de un dato que nos permite determinar que, en la segunda quincena de diciembre de 1907 o primeros días de enero de 1908, el casco se hace extensivo al personal de Infantería destinado en Madrid, salvo sus Jefes y Oficiales. El periódico madrileño "La Correspondencia Militar" en su edición del 19 de diciembre alude a esta nueva prenda de la uniformidad del Cuerpo, señalando que "El casco adoptado para los guardias de Seguridad es serio y no justifica los humorismos que por ya rancio sistema se dedican a esa corporación a cuyo frente se hallan dignos oficiales del Ejército". Frases de elogio que, curiosamente, pasados los años se tornarán en agrias críticas. Por su parte la revista, también de la capital, “Nuevo Mundo”, en su número correspondiente al 9 de enero de 1908, refiere, como noticia periodística, la nueva prenda de que se ha dotado al Cuerpo haciendo de ella una jocosa crítica al referirse a su gran tamaño y sobre todo a la forma del tope que incorpora en su parte superior al que compara irónicamente con un "sifón de agua de seltz".
Formalmente, la primera referencia, más o menos explícita, a esta prenda cubre-cabeza, plasmada en un documento oficial, la encontramos en la Cartilla de Uniformidad de abril de 1908, que la define como reglamentaria para Clases y Guardias “de fieltro inglés negro, con escudo de metal blanco y a sus lados la iniciales C.S. y debajo de éste el número”. Esta descripción no aclara demasiado la forma y hechura del casco algo que si sucederá, en mayor medida, en los Reglamentos de 1920 y 1925 que se analizarán posteriormente.
Si tenemos en cuenta esta somera descripción y la anterior publicada por la prensa madrileña en diciembre de 1903, además del análisis visual que nos ofrecen los testimonios gráficos de la época, podemos apreciar que se trata de un modelo de casco estilizado, de elevado porte y tamaño, de visera corrida, todavía sin el cintillo de charol con vivos blancos que lo rodeará más tarde - presenta un cintillo de charol negro -, con cogotera algo más pronunciada que la de los últimos modelos utilizados, provisto de un nervio a modo de cimera que se remata con un tope de metal niquelado que debe servir de ventilador, situado sobre la parte frontal superior del casco, con el emblema del Cuerpo en plata en el frente, jalonado por las cifras CS, y bajo este el número del usuario en idéntico color que va superpuesto sobre el cintillo negro. Este primer modelo estaba valorado en 17 pts.
Por los datos de que disponemos, a los que ya hemos hecho referencia, Madrid adoptó la nueva prenda de cabeza, con carácter general, en la segunda quincena de diciembre de 1907 o primeros días de 1908, tras lo cual lo haría Barcelona en los meses siguientes; en cuanto a las demás plantillas, una vez creadas las de Valencia, Vizcaya, Sevilla y La Coruña, primeras localidades en las que se despliega el Cuerpo en el primer trimestre de 1908, hay constancia que con fecha 17 de mayo de ese año se ordena que para los servicios diurnos la fuerza destinada en La Coruña utilice el nuevo casco en sustitución de la Teresiana; así lo refiere el periódico coruñés "El Noroeste" que lo destaca en la página dos de su edición correspondiente al día 19 siguiente, lo que nos lleva a suponer que esa misma orden sería de aplicación en las otras tres localidades.
Andando algo más en el tiempo, en junio de 1909, el diario madrileño "El País", en su edición del día 6, se hace eco de la publicación de una Real Orden del Ministerio de la Gobernación por la que se extiende la obligatoriedad del uso del casco, pero con barboquejo blanco en lugar de negro, a Jefes y Oficiales destinados en Seguridad, haciendo desaparecer definitivamente el Ros y la Teresiana de su uniformidad. Esta misma Orden, que creemos no llegó a entrar en vigor ni tampoco la hemos encontrado publicada, hacía referencia también a un eventual cambio en las divisas, adoptadas tan solo meses antes, retornando al uso de galones en lugar de estrellas, al señalar que "sobre el barboquejo irán colocados los cordoncillos indicadores del empleo del usuario"; igualmente la Orden prevenía para Jefes y Oficiales el uso, en días de gala, de cinturón blanco y botas altas de charol.
Es posible que se tratase de un proyecto conducente a diferenciar, en cierta medida, los patrones de la uniformidad del Cuerpo de los cánones militares vigentes - una constante en la evolución de los uniformes de Seguridad -, eliminando prendas de uso común y modificando las divisas de empleo propias del estamento castrense; sin embargo creemos jamás pasó de ser un mero proyecto, a lo sumo un borrador, cuando no una simple especulación periodística.
Posteriormente, a finales de noviembre o principios de diciembre de 1911, la revista madrileña "Madrid Cómico" en su edición correspondiente al 2 de diciembre se hace eco de la sustitución de este primer modelo por otro más achatado, con menos cogotera, sin el nervio ni el tope del modelo anterior y en su lugar una cimera rematada con una cabeza de león plateada, añadiéndole los dos vivos blancos al cintillo acharolado negro y colocando sobre él, igual que en el anterior, el número del usuario bajo la chapa con el emblema del Cuerpo; este modelo, sin duda el más característico de todos los utilizados, estuvo vigente, como prenda del uniforme de invierno, hasta 1920. En 1915, se proyecta reducir el tamaño de la cabeza de león situada sobre el casco con el fin de aligerar su peso, aunque no hay constancia que tal modificación se llegase a operar.
Es muy posible que la adopción de este modelo con la cimera en forma de cabeza de león, llegase tardíamente o incluso no llegase a alguna de las plantillas, prueba de ello es que en Granada, en 1918, todavía se usaba el modelo de 1903 a juzgar por los testimonios gráficos que poseemos. En cualquier caso estas licencias en la uniformidad en muchas ocasiones van ligadas a la vida útil de la prenda o al plazo que la propia norma concede para su entrada definitiva en vigor, cuando no a la arbitrariedad del jefe de la plantilla.
Guardias con casco para el uniforme de verano adoptado en 1914 (colección particular) |
Hay que tener en cuenta que en estos primeros años de andadura del Cuerpo, con motivo del inicio de su despliegue a nivel nacional, la unificación de la uniformidad fue el gran "caballo de batalla" de los órganos directivos, algo que se plasma en diferentes Ordenes dirigidas a los Gobernadores Civiles de las provincias respectivas recordándoles la obligatoriedad de hacer cumplir las normas y preceptos de uniformidad dictados por la superioridad.
Un ejemplo lo encontramos el 27 de diciembre de 1910. Con esta fecha una Real Orden, remitida a los Gobernadores, establece que en lo sucesivo “… la fuerza del expresado Cuerpo en esa Provincia use el casco reglamentario en los actos de servicio, tanto de día como de noche, así días festivos como laborables, quedando en desuso definitivo la Teresiana...". De esta forma, el casco se convierte en la única prenda de cabeza reglamentaria para Clases y Guardias en la uniformidad de invierno.
En el verano de 1914 se dota al Cuerpo de Seguridad de Madrid de un nuevo uniforme estival y de un casco para sustituir a la gorra de piqué blanco de uso hasta entonces, tanto para infantería como para caballería, en el uniforme veraniego. De este cambio se hace eco la prensa de la época y así, a principios de agosto de este año, en una columna publicada en el ABC, fechado el día 7, que titula “Impresiones de un veraneante”, el columnista mantiene una conversación con un personaje de ficción al que llama “Platón” y que acaba de llegar a Madrid, quien extrañado pregunta por el color blanco de los cascos de los Guardias, interrogando si se trata de Urbanos a lo que el firmante del artículo responde “no señor, son Guardias de Seguridad”; extrañado Platón insiste sobre si ese uniforme que visten es el que usan todo el año, respondiendo su interlocutor “no señor, ese es el de verano”.
Ya con anterioridad, con fecha 13 de junio, "El Globo", acérrimo defensor del Cuerpo, recogía la noticia en sus páginas haciendo alusión a que esta prenda viene a sustituir a la gorra de piqué blanco y que su introducción como reglamentaria no supondría gravamen en la economía de los Guardias al serles entregados sin cargo alguno. Sirva este dato para aclarar la fecha de entrada en vigor tanto del uniforme estival como del nuevo modelo de casco, ya que determinadas fuentes datan este cambio en 1916 lo que a nuestro juicio queda descartado con estas referencias periodísticas, aunque su uso no se generalizase en toda España ya que todavía, en 1919, alguna plantilla seguía utilizando el viejo uniforme estival con la gorra de plato; incluso en alguna fotografía tomada en 1917 encontramos personal del Cuerpo vistiendo el nuevo uniforme estival con la gorra de piqué blanco.
Se trata este nuevo modelo de una prenda concebida para el uniforme de verano, también de nuevo corte, sin cimera y, en algunos casos, ni escudo en la parte frontal, teniendo de fieltro solamente la visera y el reborde; su peso es mucho menor al ser de tela engomada e ir desprovisto de cimera. Va recubierto con una funda blanca, similar a la de las gorras del uniforme de verano; a su alrededor lleva una tira también blanca acharolada; el casco está dotado de respiradores y a cada usuario se le hace entrega de dos fundas blancas junto con la nueva prenda.
Con este nuevo uniforme y casco podemos ver en fotografías de la época a los efectivos de infantería y caballería que reprimieron los disturbios en Madrid ocasionados con motivo de la huelga de agosto de 1917.
Con relación a la eliminación del escudo metálico de la parte frontal de este nuevo modelo hay que señalar que poseemos material gráfico donde si se observa la chapa en el frente del casco lo que nos hace suponer que, salvo excepciones puntuales, se siguió utilizando.
Un ejemplo lo encontramos el 27 de diciembre de 1910. Con esta fecha una Real Orden, remitida a los Gobernadores, establece que en lo sucesivo “… la fuerza del expresado Cuerpo en esa Provincia use el casco reglamentario en los actos de servicio, tanto de día como de noche, así días festivos como laborables, quedando en desuso definitivo la Teresiana...". De esta forma, el casco se convierte en la única prenda de cabeza reglamentaria para Clases y Guardias en la uniformidad de invierno.
En el verano de 1914 se dota al Cuerpo de Seguridad de Madrid de un nuevo uniforme estival y de un casco para sustituir a la gorra de piqué blanco de uso hasta entonces, tanto para infantería como para caballería, en el uniforme veraniego. De este cambio se hace eco la prensa de la época y así, a principios de agosto de este año, en una columna publicada en el ABC, fechado el día 7, que titula “Impresiones de un veraneante”, el columnista mantiene una conversación con un personaje de ficción al que llama “Platón” y que acaba de llegar a Madrid, quien extrañado pregunta por el color blanco de los cascos de los Guardias, interrogando si se trata de Urbanos a lo que el firmante del artículo responde “no señor, son Guardias de Seguridad”; extrañado Platón insiste sobre si ese uniforme que visten es el que usan todo el año, respondiendo su interlocutor “no señor, ese es el de verano”.
Ya con anterioridad, con fecha 13 de junio, "El Globo", acérrimo defensor del Cuerpo, recogía la noticia en sus páginas haciendo alusión a que esta prenda viene a sustituir a la gorra de piqué blanco y que su introducción como reglamentaria no supondría gravamen en la economía de los Guardias al serles entregados sin cargo alguno. Sirva este dato para aclarar la fecha de entrada en vigor tanto del uniforme estival como del nuevo modelo de casco, ya que determinadas fuentes datan este cambio en 1916 lo que a nuestro juicio queda descartado con estas referencias periodísticas, aunque su uso no se generalizase en toda España ya que todavía, en 1919, alguna plantilla seguía utilizando el viejo uniforme estival con la gorra de plato; incluso en alguna fotografía tomada en 1917 encontramos personal del Cuerpo vistiendo el nuevo uniforme estival con la gorra de piqué blanco.
Se trata este nuevo modelo de una prenda concebida para el uniforme de verano, también de nuevo corte, sin cimera y, en algunos casos, ni escudo en la parte frontal, teniendo de fieltro solamente la visera y el reborde; su peso es mucho menor al ser de tela engomada e ir desprovisto de cimera. Va recubierto con una funda blanca, similar a la de las gorras del uniforme de verano; a su alrededor lleva una tira también blanca acharolada; el casco está dotado de respiradores y a cada usuario se le hace entrega de dos fundas blancas junto con la nueva prenda.
Con este nuevo uniforme y casco podemos ver en fotografías de la época a los efectivos de infantería y caballería que reprimieron los disturbios en Madrid ocasionados con motivo de la huelga de agosto de 1917.
Con relación a la eliminación del escudo metálico de la parte frontal de este nuevo modelo hay que señalar que poseemos material gráfico donde si se observa la chapa en el frente del casco lo que nos hace suponer que, salvo excepciones puntuales, se siguió utilizando.
Guardia de Seguridad con casco reglamentado en 1920 |
Andando un poco más en el tiempo nos encontramos con la publicación del Reglamento de Vestuario fechado el 20 de septiembre de 1920, el primero que unifica realmente la uniformidad del Cuerpo, que trae aparejado una importante modificación en esta prenda, que describe como “casco de fieltro, recubierto con tela barnizada con goma laca, con funda de paño para invierno y blanca para verano, sujeta con automáticos; correa de charol con dos vivos blancos y en su parte anterior va colocado el número del individuo; chapa de metal blanco con el escudo de España y las iniciales del Cuerpo. En su parte superior un ventilador niquelado”. En esta descripción se aprecian grandes similitudes con el casco que venía utilizándose en el uniforme estival desde 1914.
Observamos la desaparición en la uniformidad invernal de la cimera de cabeza de león siendo sustituida por un ventilador niquelado lo que le confiere un aspecto evocador del viejo “salacot” o “capacete” que había sido reglamentario, años antes, en el Ejército con ocasión de las campañas africanas de principios de siglo e incluso en algunas Unidades destinadas en ultramar antes de la pérdida de aquellas posesiones.
Por otra parte la prenda en su conjunto se hace más liviana lo que contribuye a favorecer los movimientos de los usuarios, tornándola en más cómoda y operativa aun a costa de la pérdida de uno de sus más característicos signos de identidad, la cabeza de león con que se remataba.
Como es lógico la entrada en vigor de este nuevo modelo se demoró, bien por la moratoria concedida en el mismo Reglamento, bien por la vida útil del casco anterior y de esta forma, todavía en Madrid en marzo de 1921, podemos observar, en documentos gráficos, a Guardias que siguen usando el modelo rematado con la cabeza de león plateada en su uniforme de invierno.
Siguiendo la estela del casco nos encontramos con las modificaciones de determinadas prendas de uniformidad contempladas en una Real Orden de 23 de marzo de 1922 que traen como consecuencia, entre otras cosas, la implantación de un nuevo diseño de uniforme de verano. Si bien la Orden de referencia no hace alusión al casco, si lo hace la prensa de Madrid que al describir la nueva uniformidad señala: "... se les ha provisto de un salacot que tiene el mismo tono que el color del uniforme..." El tono al que se refiere es el kaki verdoso por lo tanto se trata de una nueva funda que sustituye a la usada hasta entonces en el casco del uniforme estival lo que, sin duda, modifica su aspecto aunque no cambie sustancialmente la forma del diseño reglamentado en 1920 del que ya hemos hablado.
Con relación a este nuevo casco señalar que, de acuerdo con algunas fuentes, la funda lo cubre en su totalidad sin dejar al descubierto la visera de fieltro como sucedía con el modelo anterior que contribuía a afear su estética. Pese a todo este dato lo tomamos con muchas reservas.
También, con motivo de la adopción del nuevo capote provisto de esclavina y con cuellos y bocamangas grana previsto en las modificaciones de 1922, encontramos en las pgnas. 220 y siguientes, láminas 5ª, 6ª y 9ª, del tratado "Seguridad y Vigilancia. Legislación divulgada" de J. Fuertes, impreso en Zaragoza en 1924, una serie de fotografías alusivas a la uniformidad del Cuerpo en las que los Guardias muestran un casco del modelo de 1920 con vivos grana sobre el cintillo negro, en lugar de los blancos descritos en el Reglamento, en consonancia con el color adoptado en cuellos y bocamangas del nuevo capote. Creemos que esto no pasó de ser un proyecto ya que el Reglamento dictado en 1925, que suprime este color en cuellos y bocamangas de la prenda de abrigo de invierno, vuelve a insistir, como veremos, en el color blanco de los vivos.
Posteriormente, el “Nuevo reglamento de Vestuario para el Cuerpo de Seguridad”, publicado en la Gaceta de Madrid nº 218 de fecha 6 de agosto de 1925, introduce ciertas modificaciones en la uniformidad, incluso en el casco al que describe como: “de fieltro, recubierto con tela barnizada con goma laca, con funda de paño azul tina obscuro para invierno y de estambre color igual al traje para verano, sujeta con apuntadoras; cintillo de charol negro con vivos blancos y un pasador fijo de unión que confrontará en la parte de atrás, llevando en la de delante el número del individuo, chapa de metal blanco con el escudo de España y las iniciales del Cuerpo. En su parte superior un ventilador que irá forrado de igual tela que la funda”.
Observamos la desaparición en la uniformidad invernal de la cimera de cabeza de león siendo sustituida por un ventilador niquelado lo que le confiere un aspecto evocador del viejo “salacot” o “capacete” que había sido reglamentario, años antes, en el Ejército con ocasión de las campañas africanas de principios de siglo e incluso en algunas Unidades destinadas en ultramar antes de la pérdida de aquellas posesiones.
Por otra parte la prenda en su conjunto se hace más liviana lo que contribuye a favorecer los movimientos de los usuarios, tornándola en más cómoda y operativa aun a costa de la pérdida de uno de sus más característicos signos de identidad, la cabeza de león con que se remataba.
Como es lógico la entrada en vigor de este nuevo modelo se demoró, bien por la moratoria concedida en el mismo Reglamento, bien por la vida útil del casco anterior y de esta forma, todavía en Madrid en marzo de 1921, podemos observar, en documentos gráficos, a Guardias que siguen usando el modelo rematado con la cabeza de león plateada en su uniforme de invierno.
Siguiendo la estela del casco nos encontramos con las modificaciones de determinadas prendas de uniformidad contempladas en una Real Orden de 23 de marzo de 1922 que traen como consecuencia, entre otras cosas, la implantación de un nuevo diseño de uniforme de verano. Si bien la Orden de referencia no hace alusión al casco, si lo hace la prensa de Madrid que al describir la nueva uniformidad señala: "... se les ha provisto de un salacot que tiene el mismo tono que el color del uniforme..." El tono al que se refiere es el kaki verdoso por lo tanto se trata de una nueva funda que sustituye a la usada hasta entonces en el casco del uniforme estival lo que, sin duda, modifica su aspecto aunque no cambie sustancialmente la forma del diseño reglamentado en 1920 del que ya hemos hablado.
Con relación a este nuevo casco señalar que, de acuerdo con algunas fuentes, la funda lo cubre en su totalidad sin dejar al descubierto la visera de fieltro como sucedía con el modelo anterior que contribuía a afear su estética. Pese a todo este dato lo tomamos con muchas reservas.
También, con motivo de la adopción del nuevo capote provisto de esclavina y con cuellos y bocamangas grana previsto en las modificaciones de 1922, encontramos en las pgnas. 220 y siguientes, láminas 5ª, 6ª y 9ª, del tratado "Seguridad y Vigilancia. Legislación divulgada" de J. Fuertes, impreso en Zaragoza en 1924, una serie de fotografías alusivas a la uniformidad del Cuerpo en las que los Guardias muestran un casco del modelo de 1920 con vivos grana sobre el cintillo negro, en lugar de los blancos descritos en el Reglamento, en consonancia con el color adoptado en cuellos y bocamangas del nuevo capote. Creemos que esto no pasó de ser un proyecto ya que el Reglamento dictado en 1925, que suprime este color en cuellos y bocamangas de la prenda de abrigo de invierno, vuelve a insistir, como veremos, en el color blanco de los vivos.
Posteriormente, el “Nuevo reglamento de Vestuario para el Cuerpo de Seguridad”, publicado en la Gaceta de Madrid nº 218 de fecha 6 de agosto de 1925, introduce ciertas modificaciones en la uniformidad, incluso en el casco al que describe como: “de fieltro, recubierto con tela barnizada con goma laca, con funda de paño azul tina obscuro para invierno y de estambre color igual al traje para verano, sujeta con apuntadoras; cintillo de charol negro con vivos blancos y un pasador fijo de unión que confrontará en la parte de atrás, llevando en la de delante el número del individuo, chapa de metal blanco con el escudo de España y las iniciales del Cuerpo. En su parte superior un ventilador que irá forrado de igual tela que la funda”.
Guardia de 1ª con casco modelo 1925 (Instituto de Estudios de la Policía) |
La variación más destacada que se observa en este nuevo reglamento es la referida al ventilador que ahora se cubre con la misma tela de la funda en lugar de ir al descubierto y en su niquelado color natural como iba anteriormente. Igualmente, por fotografías de la época observamos que el nuevo modelo estival recurre a la funda que cubre tan solo la bóveda del casco, dejando las alas de la visera de igual color que el de invierno. Con este aspecto llegó a julio de 1931 en que fue suprimido.
Como curiosidad señalar que, en los últimos meses de uso del casco tras el advenimiento de la II República y la supresión de la simbología monárquica, le fue suprimida la corona real que timbraba el escudo, cortándola, manteniendo, sin embargo, el escusón con las tres flores de lis; incluso en algunos casos se llegó a retirar la chapa del frontis de la prenda, única forma de eliminar lo que restaba de la simbología borbónica.
Desde la implantación del casco como prenda reglamentaria fueron muchas las voces que se alzaron exigiendo su retirada y la adopción de otro tipo de cubre-cabeza, especialmente la gorra de plato.
Argumentaciones de todo tipo que van desde valorar su aspecto como poco estético o su elevado coste en detrimento de la difícil economía de los Guardias, teniendo en cuenta que la uniformidad salía de los descuentos a los que estaban sujetas las nóminas del personal; pasando por sus carencias operativas para el servicio, hasta manejar conceptos tales como los perjuicios que su uso conlleva para la higiene personal del usuario e incluso el poco respeto que imponía a la ciudadanía; todas ellas fueron algunas de las justificaciones esgrimidas constantemente por los detractores del casco, plasmándolas en diferentes publicaciones de la época.
Una muestra de lo antedicho la encontramos en el artículo aparecido en la publicación “Policía Española” que, con fecha 6 de junio de 1923, decía, entre otras cosas, lo siguiente:
“Constantemente la prensa ha llamado la atención sobre la necesidad de librar a los Guardias de Seguridad del pesado casco…”
Este primer párrafo del artículo pone de manifiesto que se trata de una crítica generalizada de la sociedad no solo producto de la protesta, más o menos velada, de los usuarios de la prenda ni siquiera del autor del artículo, quien más adelante relata los inconvenientes que presenta este cubre-cabeza en contraposición con las ventajas que posee la que considera el elemento ideal para completar el uniforme: la gorra de plato.
Al referirse a los perjuicios que provoca el uso del casco, dice lo siguiente:
“Es antiestético y causa la caída frecuente del cabello; no da seriedad, antes se la quita, a quien debiera tenerla como norma; como es inadaptable, cualquier movimiento brusco le tira al suelo; no preserva ni evita golpes ni agresiones a la cabeza…”
Inmediatamente después glosa, como queda dicho, de manera apasionada, las virtudes que rodean a la gorra de plato que, según el autor del referido artículo, debería ser adoptada de inmediato para uso reglamentario.
Abundando más en el tema, la misma publicación, recoge en sus páginas de fecha 1 de marzo de 1925, otro artículo cuyo titular no deja lugar a dudas: “La supresión del casco”.
En este pequeño comentario, el autor, que firma con un más que elocuente “un amante del Cuerpo”, no ceja en su furibunda postura detractora del casco al que tilda de “molesto, pesado, caro, inútil y antiestético”.
Inclusive “La Correspondencia Militar” – defensora del Cuerpo –, en su número de 31 de marzo de 1928, hace también alusión al casco en los siguientes términos: “… Verdaderamente la prenda citada no puede resultar más antiestética e inútil, es una mezcla extraña del casco y del salacof con los inconvenientes de ambos y sin reunir las ventajas de ninguno de ellos…”
Y así podríamos encontrar muchas más referencias en idéntica línea a las ya mencionadas que se nos antojan reiterativas e innecesarias; resta únicamente referirnos al jubiloso suelto que, aparecido en la revista “Policía Española”, celebra la supresión de tan denostada prenda de cabeza en julio de 1931, tras el advenimiento de la II República.
La "defunción" del casco de fieltro inglés tan solo mereció un escueto suelto aparecido en algunos periódicos de diferentes ciudades españolas que, con fecha 3 de julio y siguientes, certificaron su desaparición como prenda reglamentaria en el Cuerpo de Seguridad.
El casco, con todos sus inconvenientes, constituyó un elemento identificador y diferenciador del Cuerpo de Seguridad, probablemente no muy práctico ni operativo, pese a lo cual no comprendemos la furibunda persecución de la que fue objeto y que finalmente provocó su supresión, especialmente teniendo en cuenta que una Policía como la inglesa todavía hoy, más de ochenta años después de dejar de ser reglamentario en España, lo siga utilizando siendo la prenda que mejor la identifica y cuya imagen se ha exportado fuera de sus fronteras.
Bibliografía:
Gaceta-BOE
El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. Mismo autor.
Hemeroteca ABC. Madrid.
Hemeroteca El Globo. Madrid.
Hemeroteca El Noroeste. La Coruña.
Hemeroteca El País. Madrid.
Hemeroteca La Correspondencia de España. Madrid.
Hemeroteca La Correspondencia Militar. Madrid.
Hemeroteca Mundo Cómico. Madrid.
Hemeroteca Nuevo Mundo. Madrid.
Hemeroteca Policía Española. Madrid.
Hemeroteca Siglo Futuro. Madrid.
Manual del Cuerpo de Seguridad.
Seguridad y Vigilancia. Legislación divulgada. J. Fuertes
Como curiosidad señalar que, en los últimos meses de uso del casco tras el advenimiento de la II República y la supresión de la simbología monárquica, le fue suprimida la corona real que timbraba el escudo, cortándola, manteniendo, sin embargo, el escusón con las tres flores de lis; incluso en algunos casos se llegó a retirar la chapa del frontis de la prenda, única forma de eliminar lo que restaba de la simbología borbónica.
Desde la implantación del casco como prenda reglamentaria fueron muchas las voces que se alzaron exigiendo su retirada y la adopción de otro tipo de cubre-cabeza, especialmente la gorra de plato.
Argumentaciones de todo tipo que van desde valorar su aspecto como poco estético o su elevado coste en detrimento de la difícil economía de los Guardias, teniendo en cuenta que la uniformidad salía de los descuentos a los que estaban sujetas las nóminas del personal; pasando por sus carencias operativas para el servicio, hasta manejar conceptos tales como los perjuicios que su uso conlleva para la higiene personal del usuario e incluso el poco respeto que imponía a la ciudadanía; todas ellas fueron algunas de las justificaciones esgrimidas constantemente por los detractores del casco, plasmándolas en diferentes publicaciones de la época.
Una muestra de lo antedicho la encontramos en el artículo aparecido en la publicación “Policía Española” que, con fecha 6 de junio de 1923, decía, entre otras cosas, lo siguiente:
“Constantemente la prensa ha llamado la atención sobre la necesidad de librar a los Guardias de Seguridad del pesado casco…”
Este primer párrafo del artículo pone de manifiesto que se trata de una crítica generalizada de la sociedad no solo producto de la protesta, más o menos velada, de los usuarios de la prenda ni siquiera del autor del artículo, quien más adelante relata los inconvenientes que presenta este cubre-cabeza en contraposición con las ventajas que posee la que considera el elemento ideal para completar el uniforme: la gorra de plato.
Al referirse a los perjuicios que provoca el uso del casco, dice lo siguiente:
“Es antiestético y causa la caída frecuente del cabello; no da seriedad, antes se la quita, a quien debiera tenerla como norma; como es inadaptable, cualquier movimiento brusco le tira al suelo; no preserva ni evita golpes ni agresiones a la cabeza…”
Inmediatamente después glosa, como queda dicho, de manera apasionada, las virtudes que rodean a la gorra de plato que, según el autor del referido artículo, debería ser adoptada de inmediato para uso reglamentario.
Abundando más en el tema, la misma publicación, recoge en sus páginas de fecha 1 de marzo de 1925, otro artículo cuyo titular no deja lugar a dudas: “La supresión del casco”.
En este pequeño comentario, el autor, que firma con un más que elocuente “un amante del Cuerpo”, no ceja en su furibunda postura detractora del casco al que tilda de “molesto, pesado, caro, inútil y antiestético”.
Inclusive “La Correspondencia Militar” – defensora del Cuerpo –, en su número de 31 de marzo de 1928, hace también alusión al casco en los siguientes términos: “… Verdaderamente la prenda citada no puede resultar más antiestética e inútil, es una mezcla extraña del casco y del salacof con los inconvenientes de ambos y sin reunir las ventajas de ninguno de ellos…”
Y así podríamos encontrar muchas más referencias en idéntica línea a las ya mencionadas que se nos antojan reiterativas e innecesarias; resta únicamente referirnos al jubiloso suelto que, aparecido en la revista “Policía Española”, celebra la supresión de tan denostada prenda de cabeza en julio de 1931, tras el advenimiento de la II República.
La "defunción" del casco de fieltro inglés tan solo mereció un escueto suelto aparecido en algunos periódicos de diferentes ciudades españolas que, con fecha 3 de julio y siguientes, certificaron su desaparición como prenda reglamentaria en el Cuerpo de Seguridad.
El casco, con todos sus inconvenientes, constituyó un elemento identificador y diferenciador del Cuerpo de Seguridad, probablemente no muy práctico ni operativo, pese a lo cual no comprendemos la furibunda persecución de la que fue objeto y que finalmente provocó su supresión, especialmente teniendo en cuenta que una Policía como la inglesa todavía hoy, más de ochenta años después de dejar de ser reglamentario en España, lo siga utilizando siendo la prenda que mejor la identifica y cuya imagen se ha exportado fuera de sus fronteras.
Bibliografía:
Gaceta-BOE
El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. Mismo autor.
Hemeroteca ABC. Madrid.
Hemeroteca El Globo. Madrid.
Hemeroteca El Noroeste. La Coruña.
Hemeroteca El País. Madrid.
Hemeroteca La Correspondencia de España. Madrid.
Hemeroteca La Correspondencia Militar. Madrid.
Hemeroteca Mundo Cómico. Madrid.
Hemeroteca Nuevo Mundo. Madrid.
Hemeroteca Policía Española. Madrid.
Hemeroteca Siglo Futuro. Madrid.
Manual del Cuerpo de Seguridad.
Seguridad y Vigilancia. Legislación divulgada. J. Fuertes
José Eugenio Fernández Barallobre
(artículo publicado en la revista "Policía")
No hay comentarios:
Publicar un comentario