lunes, 27 de marzo de 2017

1978. ETA asesina a los Policías Armadas Miguel Ángel Raya Aguilar y Joaquín Ramos Gómez

A las 20,00 horas del 5 de marzo de 1978, dos policías armadas resultaban muertos y tres heridos -uno de ellos de extrema gravedad- al ser ametrallado el Jeep que ocupaban por dos o tres terroristas de ETA. Los fallecidos eran Miguel Ángel Raya Aguilar y Joaquín Ramos Gómez. El agente que resultó gravemente herido fue José Vicente del Val del Río, de 21 años y natural de Burgos. Presentaba heridas de bala extirpado- e hígado. Su estado fue calificado por los médicos como de extrema gravedad. Se debatió entre la vida y la muerte durante veinticinco días, falleciendo finalmente el 30 de marzo. 


El atentado ocurrió en el barrio de Zaramaga, de Vitoria, cuando un vehículo de la Policía Armada, ocupado por un cabo y tres policías, se detuvo en un rellano situado frente a la entrada del matadero municipal, en la calle de los Reyes de Navarra. El Jepp de la Policía se detuvo en el lugar indicado para recibir la novedad de una patrulla de dichas fuerzas que prestaban a pie servicio en aquella zona, Los dos agentes, que estaban de patrulla, se introdujeron en el vehículo oficial para informar a sus compañeros de los avatares de la ronda. En ese momento dos o tres individuos jóvenes salieron de una cabina telefónica próxima, ametrallando de forma indiscriminada y continua al vehículo oficial, a consecuencia de cuya acción resultó muerto el conductor, Miguel Raya Aguilar, de veintiocho años, natural de Huelma (Jaén), y heridos de suma gravedad los policías Joaquín Ramos Gómez, casado, de veintiséis años y natural de Sevilla -que falleció en el Hospital General de Vitoria-, y José Vicente Val del Río, soltero, de veintiún años, natural de Burgos. Asimismo, resultaron heridos menos graves los policías Armando Doval González, soltero, de veintiún años, natural de Orense, y Santiago del Canto de los Reyes, casado, de veinticuatro años, natural de Jerez de la Frontera. El cabo primero Antonio Barrado Tejada, de veintiséis años, natural de Zarza de Montánchez (Cáceres), resultó ileso.

Policía Armada Miguel Angel Raya Aguilar

El jepp de la Policía Armada presentaba 52 impactos de bala, munición de nueve milímetros, Parabellum. Los pistoleros de ETA aparcaron el coche a pocos metros de una cabina telefónica situada frente al lugar donde, minutos más tarde, se detendría el Jeep de la Policía para recibir el parte de la pareja que realizaba la patrulla en aquella zona. Todo hacía pensar que dos o tres de los jóvenes se dirigieron a pie desde el coche hasta la cabina telefónica, en donde debieron esperar la llegada del Jeep. 

La mayoría de los impactos dieron de lleno en la zona central del vehículo, hiriendo al chófer y a los cuatro policías que ocupaban los asientos de la parte posterior. Únicamente el cabo, situado en el asiento junto al conductor, resultó ileso. Los policías que ocupaban el Jeep fueron sorprendidos, no teniendo tiempo para repeler la agresión desde el interior del vehículo, pues se dio por bueno que en aquellos momentos los policías escuchaban los resultados de fútbol en un pequeño transistor que fue hallado encendido y conectado a una conocida emisora nacional, junto a las gorras ensangrentadas de los policías. Mientras los agresores abandonaban el lugar, el cabo, por su propio pie, salió del vehículo con intención de auxiliar a sus compañeros. Unos momentos antes, el chófer del vehículo se había dejado caer del coche herido de muerte. Apoyado sobre la rueda delantera del jeep fallecería momentos más tarde.

En medio de la confusión que produjeron los disparos, los etarras montaron en su coche alejándose a gran velocidad del lugar, en dirección a la calle Vitoria. Tras dejar abandonado el vehículo en la salida hacia Bilbao, los asesinos siguieron su huida a pie. 

Media hora antes, los terroristas habían robado un coche a punta de pistola en Aizcorbe (Navarra), a Martín Olías, vecino de Aizcorbe (Navarra), cuando en compañía de su esposa y un niño de diez meses de edad, detuvo su coche, un 1430 azul marino, matrícula M-804230, en el aparcamiento de la nueva residencia de la Seguridad Social en Vitoria, situada en la zona de Chagorrichu.

Aspecto del Land Rover de la Policía Armada tras en atentado

Cuando la esposa, que había salido del coche, penetró en el edificio, dos desconocidos -al parecer muy jóvenes- se dirigieron hacia el propietario del vehículo, que en ese momento cerraba la puerta del mismo. Encañonándole con pistolas le pidieron que les dejara el coche. Como aquél se resistiera, los jóvenes le pusieron una pistola en la sien, conminándole con amenazas a que les entregara las llaves. Una vez logrado su objetivo, los dos desconocidos abandonaron el lugar a gran velocidad. El propietario del vehículo presentó la denuncia de sustracción del mismo en la comisaría hacia las 8.20 de la noche, minutos después de que se produjera el atentado contra el jeep de la policía. 

El policía conductor, Miguel Raya Aguilar, ingresó cadáver en el Hospital General de Santiago, a donde fueron conducidos todos los heridos. Joaquín Ramos, alcanzado por disparos en tórax, extremidades y cabeza, fallecía dos horas después del suceso, tras una delicada operación. Con heridas calificadas de muy graves fue internado en la unidad de cuidados intensivos del mismo centro el policía José Vicente del Val del Río, que presentaba heridas de bala en hemitórax, hepigastrio, pared torácica derecha y rotura de bazo -que le fue extirpado- e hígado. Su estado fue calificado como de extrema gravedad.

Los policías Armando Doval y Santiago del Canto resultaron también heridos menos graves. El primero presentaba fractura abierta de cúbito derecho y dos heridas de bala en el antebrazo y en la planta del pie derecho. Santiago del Canto sufría fractura abierta en el tercio discal de tibia y peroné izquierdos. Presentaba también heridas en el dorso del pie izquierdo y cuero cabelludo. Ambos policías evolucionaron satisfactoriamente de sus lesiones.

A las 12.30 del mediodía quedaba instalada la capilla ardiente en el antiguo cuartel de Flandes. En la misma se personó, a las 15.15 de la tarde, el general inspector de la Policía Armada, general Timón de Lara. Posteriormente, visitarían el lugar el jefe superior de Policía de Bilbao y el director general de Seguridad.

A las ocho de la tarde 32 sacerdotes concelebraron, en la catedral nueva de Vitoria, el funeral de los policías muertos Miguel Raya y Joaquín Ramos. Al acto asistieron el general inspector de la Policía Armada, Timón de Lara; importantes cargos de la Dirección General de Seguridad, y altas personalidades provinciales. Poco antes de los actos fúnebres, se registraba una gran tensión entre los asistentes. Numerosos gritos de “ETA asesina” vivas a España y a la Policía Armada, se oyeron a las puertas de la catedral y en el interior del templo. El General Timón de Lara prendió, al finalizar la Misa, sobre los féretros de los dos policías asesinados, la medalla de Oro del merito policial a título póstumo. De nuevo se recrudecieron los gritos contra la banda asesina y dos furgones policiales, trasladaron por carreta con dirección a Jerez de la Frontera y Huelma (Jaén) los cuerpos de los infortunados policías armados caídos en acto de servicio. 

Con una importante demora llegaban a Jerez de la Frontera los restos mortales del Policía Armado Joaquín Ramos que fue llevado al edificio de Puerto Hermoso, en la Plaza Domecq, sede de la Policía Armada, donde quedó instalada la capilla ardiente en la que se sucedieron varias Misas de Corpore insepulto por el alma de Joaquín Ramos.

Desde allí y, a hombros de sus compañeros y de miembros de la Guardia Civil y Policía Gubernativa y Municipal, el féretro de Joaquín Ramos, envuelto en la Bandera Nacional y con la medalla de oro del merito policial y la medalla de la Guardia Civil prendidas en ella, fue trasladado a la Real e Insigne Iglesia Colegiata donde fue oficiado el funeral por el abad Don José Luis Repetto, acompañado por seis sacerdotes. Las naves del templo estaban repletas de fieles, En lugares destacados se hallaban la familia de Joaquín Ramos, el general jefe de la II circunscripción de la Policía Armada, Gobernador Militar de Cádiz, contralmirante de la Base Naval de Rota, General de la Guardia Civil de Cádiz, gobernador civil de la provincia, alcalde de Jerez y otras autoridades y representaciones civiles y militares.

Policía Joaquín Ramos Gómez

Una vez finalizado el funeral, el féretro del malogrado policía fue sacado a hombros de sus compañeros de la Insigne Colegiata donde a fuera un numeroso grupo de personas entonó el Cara al sol mientras se escuchaban gritos de “Eta asesina” y vivas a España y la Policía Armada. Poco después el furgón mortuorio que contenía el ataúd de Joaquín Ramos, partió hacia el cementerio de la Merced de la capital jerezana donde sería inhumado. 

A primer ahora de la tarde era enterrado en su pueblo natal de Huelma (Jaén) el otro Policía Armado asesinado en Vitoria, Miguel Ángel Raya Aguilar 

Los restos mortales de Miguel Ángel Raya fueron recibidos en el Ayuntamiento y situados en el salón de plenos del concejo, donde quedó instalada la capilla ardiente. Pasado el mediodía se puso en marcha la comitiva fúnebre hacia el templo parroquial, en un impresionante silencio, sólo roto por los sollozos de numerosos vecinos, Junto a los familiares se hallaban presentes el gobernador civil de la provincia, coronel Jefe de la IX circunscripción de la Policía Armada, coronel Jefe de de la Comandancia de la Guardia Civil de Jaén, numerosos alcaldes de ayuntamientos de la provincia y más de seis mil vecinos de Huelma. 

Finalizada la ceremonia religiosa el pueblo en pleno acompañó los restos del servidor del orden asesinado hasta el cementerio, donde recibió cristiana sepultura. En el momento de introducir la caja mortuoria en un modesto nicho, se escucharon vítores a España, a la Policía Armada, a la Guardia Civil, en unión de otras muchas imprecaciones de muerte a los traidores y asesinos de Eta. El ayuntamiento de Huelma, nombró al policía asesinado, Miguel Ángel Raya, como hijo predilecto de la localidad. 

Carlos Fernández Barallobre.

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