jueves, 11 de agosto de 2022

25 años, Ermua, cuando ETA perdió la calle

Nuestro buen amigo, compañero y colaborador, Luis Mairata de Anduiza, nos remite este este interesante artículo.

El 10 de julio de 1997 a las 15:30, hace precisamente hoy 25 años, y tras haber sido liberado el 1 de julio José Ortega Lara después de 532 días de cautiverio por la Guardia Civil, los terroristas secuestran a Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en la localidad de Ermua (Vizcaya) de 29 años. ETA dio de plazo al Gobierno hasta el 12 de Julio a las 16:00 para que acercara a los presos, bajo amenaza de ejecución, mediante un comunicado a las 18:30 emitido en la radio “Egin Irratia”.

Foto de Javier Hernández (El País)

La movilización de la sociedad marcó un hito en la lucha contra el terrorismo, las manifestaciones fueron masivas (varios medios cifraron la de Madrid en millón y medio de personas, medio millón en Sevilla, y trescientos mil en Zaragoza) y por todo el territorio nacional, las manos blancas y los lazos azules se convirtieron en un signo contra ETA. Millones de personas gritaron “ETA, aquí tienes mi nuca” demostrando que todos éramos objetivos y víctimas.

Muchos atentados de ETA habían sido ejecuciones programadas, así lo fueron la mayoría de los que ha sufrido nuestros uniformados, pero nunca se había publicado el plazo de la ejecución con una fecha concreta y con un marcado carácter de chantaje.

Un chantaje en respuesta, podríamos decir que en formato de venganza, al haberse liberado a Ortega Lara sin que ETA hubiera logrado su exigencia del acercamiento de presos.

ETA no escuchó el clamor popular, ejecutando a Miguel Ángel a los 50 minutos de cumplirse el plazo en un paraje apartado de Lasarte (Guipúzcoa), de rodillas, con las manos atadas a la espalda, mediante dos disparos a la cabeza, en la nuca, por la espalda, como hacía habitualmente, como corresponde a los cobardes. Allí le abandonaron, en el paraje conocido como “Puente viejo de Cocheras”. Dos vecinos que escucharon los disparos encontraron todavía con vida a Miguel Ángel, que fue atendido y trasladado por la DYA a Nuestra Señora de Aránzazu, donde falleció unas doce horas después de la ejecución. El funeral y entierro tuvieron repercusión internacional.

Todos los medios lo han recordado, pero lo que han “olvidado” fue que los ciudadanos tomaron las calles y su ira se volcó hacia la cara más visible de ETA, su brazo político Herri Batasuna (establecido así mediante su posterior ilegalización), uno de cuyos concejales además había colaborado en el secuestro, y había sido la única fuerza política que no había condenado el secuestro; así como contra las herriko tabernas, lugares habituales de encuentro, recaudación, e incluso puntos logísticos para el terrorismo callejero.

Las fuerzas policiales tuvieron que defender sedes de estos entramados, dejando para la historia una imagen significativa que casi todos los que vivimos esos días recordamos. Un destacamento de 6 miembros de la Policía Autonómica Vasca, la Ertzaintza, que se tenía que repartir por multitud de puntos sin tener efectivos suficientes, ante la muchedumbre ya prácticamente incontenible que intentaba asaltar la sede de HB en San Sebastián, se quitaron los cascos y los sotocascos. Los “antidisturbios”, conocidos como los “beltzas” (negros, por el color de sus uniformes), eran especialmente odiados por el entramado etarra, tanto por su labor en las manifestaciones como por su participación en dispositivos de seguridad, de prevención, y de detención. Y por ello eran especialmente celosos de su seguridad y de su intimidad (era común que vivieran fuera de la Comunidad Autónoma en localidades limítrofes como forma de protegerse a sí mismos y sus familias), no soliendo mostrar el rostro. El gesto de quitarse la protección física del casco, y personal al mostrar el rostro, fue un gesto que daba a entender que son la policía del pueblo y no de HB aunque en ese momento tuvieran que protegerla. El gesto fue respondido con aplausos y abrazos, recordándolo 20  años después “El País” (1) en la pluma de Mikel Ormazabal.

Aquellos días fueron uno de los grandes puntos de inflexión en la lucha contra el terrorismo, con unas fuerzas policiales defendiendo de forma ejemplar a aquellos que les habían perseguido y asesinado durante 30 años; y un entramado terrorista contra la pared, acorralados y reprendidos por la sociedad en general, y de forma significativa por algunos que habían los apoyado o se habían mantenido callados ante la barbarie.

La Ertzaintza ha sufrido 15 víctimas mortales, 13 de ellas a manos de ETA, 7 de ellas con anterioridad a estos sucesos. La policía Nacional, desde 1968, ha sufrido 188 bajas, 143 a manos del terrorismo etarra. Para ellos nuestro recuerdo.

1. https://elpais.com/politica/2017/07/11/actualidad/1499798555_020392.html

Luis Mairata de Anduiza.


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