viernes, 10 de marzo de 2017

Situación angustiosa

Otro artículo aparecido en la prensa madrileña en el que pone de manifiesto la grave situación por la que atravesaba el Cuerpo de Seguridad en estos primeros años del siglo XX, lo encontramos en La Correspondencia Española que en su número del 5 de febrero de 1911 ahonda, siquiera someramente, sobre los muchos males que aquejaban al Cuerpo en aquellos días a los que responsabiliza de la falta de diligencia y la inercia negativa mostrada en algunas ocasiones por personal del Cuerpo.

Se trata de un buen retrato de la situación de los Guardias de Madrid extrapolable, por supuesto, al resto de España.

Por su contenido hemos transcrito alguna de las partes del artículo para mejor comprender la situación de penuria en la que se hallaban los miembros del Cuerpo de Seguridad por aquellas fechas y la falta de motivación o estímulo que les aquejaba.

"... Es por falta de estímulo, por el desaliento que producen necesariamente en todo funcionario, sea de la clase que sea, las diarias injusticias, el constante postergamiento, el olvido de los legisladores, el escaso apoyo moral por parte de quienes deben estar obligados a defenderles en todo momento y de la evidencia de que su porvenir y su presente dependen, en la mayor parte de los casos, de cualquier denuncia o de cualquier venganza, nacidas probablemente por el cumplimiento de su deber.

Un Guardia de Seguridad que tenga el convencimiento de que sus méritos no serán recompensados; que al cabo de catorce años de servicios - hay infinidad de casos - continúan en idéntica situación en el Cuerpo que el día de su ingreso, por no haber tenido influencia bastante para haber conseguido el galón; que el día en que llevan a cabo un acto a que les obligue el reglamento y disguste a un personaje será duramente castigado; que cuando le corresponda ascender - temor de muchos - irá destinado probablemente a una provincia, teniendo que abandonar todo el plan de vida que resolvió su situación en Madrid o abandonar el destino, no puede ser buen Guardia.

No puede tampoco ser buen Guardia quien tiene que realizar un ímprobo trabajo por 11 reales, que quedan reducidos a 2,35 pts., si se deduce lo que se les descuenta por uniforme y otros gastos, ni quien sepa que el cumplimiento riguroso de su deber le costará una enfermedad o tal vez la vida, expuesta a cada instante - en ocho días han ocurrido cuatro defunciones por pulmonía -, no solo por sus especial misión, sino por las enfermedades.

Por lo que respecta a su remuneración, haremos constar que a un Guardia, que, como decimos, gana 11 reales (diarios), se le descuentan: 14 pesetas de botas; 30 de guerrera; 18 de pantalón; 40 de capa; 17,50 de casco; 12 del traje de rayadillo para el verano; 4 de la gorra para este uniforme y 3 de las polainas; total 138,50 pts.

Que sacando la cuenta resultan las 2,35 pesetas diarias, a que hacíamos referencia.

Por todas estas consideraciones hemos de comprender por qué el Guardia de Seguridad no cumple estrechamente con su cometido y por qué hay que darle la razón en el momento en que, para disculparse, nos diga en secreto el antiguo refrán, tan español, de la feria de Valverde, en la que el que más pone más pierde".

(El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1908-1931. Mismo autor).

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