viernes, 8 de julio de 2022

La nueva ¿historia de la Policía Nacional?

Reproducimos el artículo firmado por nuestro buen amigo y compañero Vicente Cabo Meseguer que será publicado en el boletín "Emblema".

No resulta nada agradable hablar, en este caso, sobre la reciente publicación de un libro que ha escrito un funcionario de la Policía Nacional. Lleva el subtítulo, bastante pretencioso por su parte, de “Historia de la Policía Nacional”, nada menos.

Es lamentable que después de tanto tiempo demostrando por qué se considera la fundación de la Policía española en 1824; tras haber llegado a esa conclusión nada casual, sino como consecuencia de décadas de investigación y estudio; teniendo en cuenta, también, la cantidad de debates con verdaderos historiadores; vengan ahora, sin ningún currículum en esta materia, algunos que se consideran a sí mismos historiadores de la Policía española a enmendar la plana a los que tienen ya un dilatado bagaje en este asunto tan importante para ellos que se han dejado la piel revisando archivos, bibliotecas e innumerable documentación. Y encima que se permitan el lujo, como sucede aquí, de menospreciar la labor de aquéllos, considerándose tan avezados en la materia, que incluso los llegan a calificar de parciales y poco rigurosos.

En realidad, la verdadera razón para intentar tener su minuto de gloria, nos la cita el autor en la página 133 de su “trabajo”, cuando después de no aportar nada en las 132 precedentes, manifiesta literalmente: “Llegados a este punto, es momento de reflexionar sobre la gran cuestión sobre la que gira este libro: ¿fue la Superintendencia General de Policía del Reino de 1824 -o mejor dicho, la Real Cédula de 13 de enero de 1824- el verdadero germen o hito fundacional de la Policía Nacional actual? Rotundamente no.”

Tiene razón cuando dice que este es el tema fundamental de su libro (quien suscribe diría que es el único), porque a pesar de llevar el subtítulo de “Historia de la Policía Nacional”, así lo demuestra la lectura de las 58 páginas que suceden a esta afirmación. En ellas se constata un grandísimo desconocimiento, no sólo del porqué del nacimiento de la Policía española en 1824, fecha que intenta poner en tela de juicio, sino también de su evolución, respecto de la cual llega hasta 1986. Es de agradecer, no obstante, las escasas páginas que dedica a la historia de esta institución, porque de haber sido más extenso, no llego a imaginar las barbaridades que podrían habérsele ocurrido.

No merece la pena explicarle a Don Jorge Ávila, que en definitiva lo que quiere es hacer un guiño a la Guardia Civil (por lo que él mismo dice de este Cuerpo en comparación con la Policía) por no sabemos qué personales motivos (porque historiográficos desde luego no son), todos los errores que comete en su totum revolutum, mezclando la Policía General del Reino con la Alta Policía e incluso con la Policía Secreta que se suprime en 1840. No lo voy a hacer, porque sería reproducir lo que ya se ha dicho con sobrada sabiduría por parte Martín Turrado Vidal, prestigioso historiador de la policía española (1), como tampoco le voy a explicar de qué forma esta policía creada en España en 1824 tuvo su proyección en Cuba y Puerto Rico (cuyas preguntas también se hace, y se contesta que no la hubo, por absoluta ignorancia). Por modestia, no citaré el título y autores de un libro donde está abundantemente documentado este asunto.

Por cierto, cuando dice que el único cuerpo que tiene continuidad real desde el siglo XIX es la Guardia Civil, “a pesar de que una parte de sus efectivos quedasen encuadrados en la Guardia Nacional Republicana, un efímero cuerpo de seguridad creado en zona republicana con aquellos guardias fieles al gobierno de la Segunda República en los inicios de la Guerra Civil”, no se ha enterado de que esta Guardia Nacional Republicana (creada el 30 de agosto de 1936) se integra, por Decreto de 26 de diciembre de 1936, modificado por el de 12 de agosto de 1937, en el Cuerpo de Seguridad (Grupo Uniformado), que dicha disposición crea, por un lado, y la otra desarrolla, por otro. Es decir, esta organización se mantuvo hasta el fin de la guerra civil. Vaya por delante mi absoluto respeto y consideración a un Cuerpo, me refiero al de la Guardia Civil, a cuyos componentes considero compañeros y donde me precio de tener buenos amigos, cosa que no va a cambiar aunque algunos traten de provocar cierto debate entre instituciones.

Nada de todas estas afirmaciones son de extrañar, porque cuando sitúa la creación de la Policía española a partir de la Ley de 27 de febrero de 1908, está queriendo decir, como no puede ser de otro modo, que antes de esa fecha no hubo ningún cuerpo de policía. Pero es que de los posteriores a esa fecha, como el que este señor denomina “Cuerpo de Seguridad y Orden Público”, nombre que quien esto escribe desconocía, manifiesta que nace la Guardia de Asalto. Por cierto, que como parece que se ha leído las memorias de Maura, hace copia de las mismas donde dice que el primer responsable y organizador de la Guardia de Asalto sería el entonces coronel (sic) Muñoz Grandes. Si en vez de quedarse en las citadas memorias, hubiera investigado o leído a quienes lo han hecho, sabría que el entonces Teniente Coronel Muñoz Grandes fue nombrado en 23 de septiembre de 1933 para reorganizar las Secciones de Asalto, donde permaneció hasta el 17 de mayo de 1935. Imaginamos que tampoco le suena el Teniente Coronel Escolástico Pangua García, porque Maura no habla de él. En fin, cita a las Secciones de Asalto como “un cuerpo policial”.

Durante el periodo de la guerra civil 1936-1939, no nos dice nada relacionado con los cuerpos de policía, momento histórico al que le dedica en realidad un solo párrafo y ojalá que no hubiera hecho ninguna mención al respecto. Dice textualmente: “La parte de la Guardia de Asalto remanente en la zona republicana fue disuelta el 27 de diciembre de 1936 (se está refiriendo a la fecha de publicación del Decreto antes mencionado de 26 de diciembre de 1936) e integrada en el efímero Cuerpo de Seguridad Interior de la República, un cuerpo suprimido por el general Franco al final de la guerra y sustituido por la Policía Armada y de Tráfico a partir de los últimos núcleos de guardias de asalto que se posicionaron del lado sublevado”. Como para el autor de este libro que comentamos sólo ha existido un “cuerpo policial” durante la Segunda República, denominado Guardia de Asalto, no le queda claro que con el Decreto que menciona se crea el Cuerpo de Seguridad, que será el único encargado de todas las funciones relacionadas con el mantenimiento del orden, vigilancia e investigación (Artículo séptimo). Y, El Cuerpo de Seguridad se divide en dos grupos: a) Grupo uniformado; b) Grupo sin uniforme. El Grupo uniformado se divide en tres secciones, Seguridad rural, Seguridad urbana y Seguridad de vanguardia. El Grupo sin uniforme se divide en tres secciones, Sección de fronteras, Judicial y de Investigaciones especiales (Artículo octavo). También, quedan disueltos los Cuerpos de la Guardia Nacional Republicana (recuérdese que era la nueva denominación de la Guardia Civil desde 30 de agosto de 1936), Seguridad y Asalto, Vigilancia e Investigación y Milicias de retaguardia, cualquiera que fuese su nombre y la entidad que las hubiera organizado (Artículo decimoséptimo).

Al haber existido, según él, un solo cuerpo durante la II República, al que denomina Guardia de Asalto, omite todo un periodo importantísimo en la historia de la policía, y no me refiero sólo al de la guerra civil en una y otra zona, sino a todo el periodo republicano. Por cierto, que volviendo a ese “efímero Cuerpo de Seguridad Interior de la República”, únicamente recordar que perduró dos años y algo más de tres meses.

Para terminar, decir que si lo que antecedía estaba plagado de confusiones cuando no de tremendos errores, lo que sucede a partir del capítulo que lleva el título de ENTRE EL GRIS Y EL AZUL hasta el final del libro, no aporta absolutamente nada nuevo a la historia de la Policía, perdón, sí descubre una importantísima novedad, lo que a partir de ahora será un hito en la historia de la Policía española al igual la fecha de 27 de febrero de 1908 que establece como de fundación de la institución.

Como no tiene desperdicio el descubrimiento hecho por este “investigador”, citaré textualmente lo que dice: “También es de esta primera época (se está refiriendo a los inicios de la Policía Armada y de Tráfico) la celebración del día del Ángel de la Guarda como patrón de la Policía. Actualmente, esta festividad tiene lugar cada 2 de octubre y se le conoce como el Día de los Ángeles Custodios. Sin embargo, durante la dictadura (se está refiriendo a la del General Franco. Esto lo recalco para los historiadores de la policía que hablando del Patrón puedan estar pensando más bien en la dictadura del General Miguel Primo de Rivera Orbaneja -perdón por la ironía-), la festividad se celebraba cada 1 de marzo. Su origen no es otro (atención a lo que dice) que la concepción nacionalcatolicista del Estado franquista, al que la providencia supuestamente habría encomendado la excelsa misión de la defensa eterna de la Fe.” No sólo no tiene ni idea, sino que en su error se permite explicar el porqué del nacimiento de esta fiesta. Claro que a esto ya nos tenía acostumbrados cuando explicó en las páginas precedentes porqué la Policía española no se funda en 1824.

Para los que sois, perdonadme el tuteo, fieles seguidores de este boletín, no hace falta que os cuente nada sobre los orígenes y las razones que fundamentaron el establecimiento de esta fiesta, porque conocéis este acontecimiento de sobra. Tampoco al autor del libro al que vengo refiriéndome le contaré nada al respecto, porque ya existe bastante literatura sobre ello, aunque él no la conozca. Sólo diré, para su satisfacción y también por rigor histórico, que trece años antes de que algo parecido sucediera en la Policía española, se proclamó Patrona de la Guardia Civil a la Virgen, en su advocación del Pilar.

Termino sugiriéndole a este compañero, que lo es y por eso todo esto es más triste, no ya que investigue a fondo la historia de la policía, que sé que es una decisión muy particular porque comprende un tiempo de dedicación tan enorme que entra en muchísimas ocasiones en colisión con el que necesariamente hay que destinar a lo familiar e incluso a otros ámbitos de lo personal; sólo, eso sí, que lea, que lea a aquellos que han empleado tantísimas horas de su vida a esta particular y tan querida historia.

Notas:

1.- Véase el artículo del citado autor, publicado en h50, digital policial (www.h50.es), con el título “Bicentenario ¿qué bicentenario?”

Vicente Cabo Meseguer.

Nota de redacción: Para no inducir a errores, no se trata del libro “Historia de la Policía Nacional. De su fundación en 1824 a la actualidad” (La Esfera de los Libros 2021) de José Eugenio Fernández Barallobre.









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