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lunes, 2 de diciembre de 2019

El secuestro de Quini (1981)

El 1 de marzo de 1981 Enrique Castro Quini, era secuestrado en Barcelona, una vez finalizado el encuentro del campeonato Nacional de Liga, que había enfrentado en el Nou Camp al Barcelona y al Hércules de Alicante y que se saldó con victoria por seis tantos a cero del equipo azulgrana, donde Quini era la estrella, y esa tarde había anotado dos goles. Quini, procedente del Sporting de Gijón, había fichado por el club catalán, tras un astronómico traspaso de 82 millones de pesetas. 

Al salir del estadio, y tras haber pasado por su domicilio, Quini, que se dirigía al aeropuerto del Part a recoger a su familia, fue abordado y secuestrado a punto de pistola por dos individuos que le obligaron a meterse en un vehículo. En la huida cambiaron de automóvil por una furgoneta. La tardanza hizo poner el caso en manos de la Policía Nacional, que hasta horas más tarde no encontró la primera pista: una carta abandonada en una cabina de teléfonos que informaba que Quini había sido secuestrado, exigiendo por él un rescate de 70 millones de pesetas. 

Quini y el Comisario Francisco Alvarez

El Barcelona intentó aplazar el siguiente partido de Liga, que le enfrentaba al Atlético, el líder que le aventajaba en dos puntos. El Barcelona, tras una carta de la mujer de Quini, Nieves, decidió jugar el partido con la moral por los suelos. Las conversaciones con los secuestradores ya se habían iniciado. El club azulgrana sumó en los siguiente partidos dos derrotas y un empate: Atlético (1-0), Salamanca (2-1) y Zaragoza (0-0). Esos tres resultaron apartaron al Barça definitivamente de la lucha por el título de Liga. 

El día 25 de marzo en Zaragoza, tras una brillantísima operación de la Policía Nacional, Quini fue liberado tras veinticinco días de cautiverio. El rastro del dinero, vía Suiza, había permitido a la policía dar con los secuestradores, tres parados que habían mantenido a Quini recluido en un zulo en los sótanos de un taller de coches con una televisión donde podía ver los partidos, alimentándole solo de bocadillos que le compraban en un bar próximo. El trabajo de la Policía española fue impecable en una operación que fue bautizada como “operación Omega”, pues el club catalán tenía pendiente una operación con la prestigiosa firma relojera suiza. Con una rapidez inusitada los funcionarios logaron saber que los secuestradores eran aragoneses por su acento y que las llamadas diarias a casa del jugador para dar instrucciones e hacían desde un cabina telefónica de Barcelona 

Quini liberado 

Desde el primer momento tres inspectores, entre ellos una funcionaria, se apostaron todos los días en casa de Quini, interviniendo los teléfonos. Incluso la inspectora de la unidad de atracos, que se volvió clave en la operación, sustituyó en varias llamadas de los secuestradores a Mari Nieves, la esposa de jugador. La familia y su portavoz, el también jugador del Barcelona José Ramón Alexanco, no dieron un paso sin el asesoramiento de la Policía. Incluso la propia Policía tuvo, en la casa de Quini, durante los días que duró el secuestro, dos maletas con los billetes por valor de los cien millones de pesetas requeridos. 

En una de las llamadas los secuestradores exigieron que el dinero se depositase en una cuenta en Suiza. La policía española se pone en contacto con la suiza y comienzaron a trabajar de forma conjunta. Solicitaron y lograron que el juez de Barcelona que llevaba el caso pidiese en comisión rogatoria a un juez de Ginebra para levantar el secreto bancario, descubriendo de esa forma al titular de la cuenta de banco Credit Suisse, donde se debían ingresar los 100 millones reclamados. El titular de la misma era uno de los secuestradores, Víctor Manuel Díaz Esteban. Este llegó a Suiza para cobrar el rescate, retirando 500.00 pesetas sin darse cuenta de que estaba ingresado todo el dinero que pedían por la liberación del futbolista . La extracción permitió su localización. A las seis de la tarde se le detuvo en Ginebra cuando se dirigía a tomar un avión con destino a París. Poco después confesaba donde se encontraba Quini, tras un hábil interrogatorio de los policías españoles que engañaron al secuestrador Díaz Esteban, haciéndole creer que si confesaba en ese momento, se le acusaría de secuestro, pero si no lo hacía se le acusaría de asesinato, porque habían pasado 24 días y si se cumplían 25 días sin ver al secuestrado, el delito cambiaba según las leyes españolas, que por supuesto aquel infeliz parado desconocía por completo. Diaz Esteban se derrumbó y explico a los agentes que Quini se hallaba encerrado en el subterráneo de un taller mecánico ubicado en el número 13 de la calle Jerónimo Vicens de Zaragoza. Un joven agente Jorge de Haro fue el primero que contactó con Quini, tras entrar pistola en mano por la trampilla de aquel zulo pequeño y oscuro. Quni asustado se tapó con el colchón al pensar que sus secuestradors iban amatarlo. Sin embrago rompió a llorar cuando se dio cuenta de que eran Policías los que venían a liberarlo. 

Lugar donde Quini estuvo secuestrado

Tras su liberación Quini se puso en contacto con su mujer desde la Dirección General de la Policía. La imagen de Quini llorando abrazado al presidente de Barcelona, José Luis Núñez y rodeado de Policías Nacionales dio la vuelta al mundo. 

La justicia impuso a los secuestradores, el electricista Fernando Martín, el mecánico Eduardo Sendino y Víctor Manuel Díaz Esteban 10 años de prisión y 5 millones de pesetas de indemnización para Quini, Sin embargo Quini retiraría la acusación y no aceptaría la indemnización al considerar a los tres secuestradores gentes sencillas, sin grandes posibilidades al sufrir la lacra del paro. El club de futbol Barcelona no retiró la acusación y solicitó 35 millones de pesetas por perjuicios, alegando que sus opciones de ganar el título, que no lograría, habían quedado muy mermadas con aquel secuestro de su mejor jugador. 

Pero la vida seguiría y tras la tempestad llegó la calma. Quini conquistaba la gloria deportiva el 18 de junio de ese mismo año, ganado con su equipo la Copa de Su Majestad el Rey, Campeonato de España al derrotar en la final, disputada en Madrid, al Sporting de Gijón por 3-1. Aquella jornada “el Brujo” le marcó dos goles a su antiguo equipo, y se convirtió en el mejor jugador de aquella final.

Carlos Fernández Barallobre. 

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