Con fecha 22 de enero de 1947, el Consejo Superior del Ejército, tras examinar la documentación aportada, concedió al Cabo del Cuerpo de Seguridad y Asalto, Ramón Díaz Piñeiro, la Medalla Militar Individual, segunda condecoración militar en importancia tras la Cruz Laureada de San Fernando.
El citado Cabo se encontraba destinado en la 10ª Compañía de Especialidades del 10º Grupo de Asalto, con ocasión de la segunda ofensiva sobre la ciudad de Oviedo acaecida durante los días 21 al 27 de febrero de 1937.
Para la concesión de tan importante condecoración quedaron probados, en el expediente correspondiente, los siguientes méritos:
El 21 de febrero el enemigo logra irrumpir en la ciudad de Oviedo por varios puntos. El Cabo Díaz Piñeiro marcha, formando parte de un grupo de veinte hombres al mando de un Sargento, a la posición de San Lázaro fuertemente atacada por un enemigo superior en número y armamento.
A poco de llegar a la posición es herido el Sargento que manda la fuerza, asumiendo el mando el Cabo Díaz por orden de la superioridad, a pesar de no ser el más antiguo, dando muestras, en todo momento, de gran espíritu y valor y animando, con su ejemplo, al resto de los hombres, logrando rechazar al enemigo sucesivamente cada vez que este pone pie en la posición.
El día 25, el enemigo, recrudece sus ataques y logra ocupar la posición de "Patio Contiguo", inmediata a la defendida por el Cabo quien al darse cuenta de este hecho, con un grupo reducido de hombres y empleando granadas de mano, lanza un ataque reconquistando la posición y manteniéndola hasta la llegada de refuerzos.
Dos horas más tarde, el enemigo, logra recuperar la referida posición pero el Cabo Díaz, con sus hombres, repite de nuevo la hazaña, se lanza sobre la posición y la reconquista desalojándola de enemigos. En esta acción resulta baja la totalidad de los hombres participantes, incluido el Cabo que herido sigue en su puesto de defensa pese a que el enemigo realiza el ataque apoyado por artillería y carros de combate. Finalmente, entrega la posición a las fuerzas de refresco negándose a ser evacuado hasta el día siguiente en que, practicada la primera cura a sus heridas, vuelve voluntariamente a la posición manteniéndose en su defensa hasta el día 27 en que, herido grave, es evacuado al hospital.
Un héroe que merece que su nombre figure, con letras de oro, en la Historia de la Policía Española.
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