Trágica noche la del 19 de octubre de 1930; las lluvias torrenciales habían provocado la crecida del río Francolí que inundó la ciudad de Tarragona quedando sumida en un caos. Varias casas se vinieron abajo y personas y enseres fueron arrastrados por las aguas ofreciendo un espectáculo dantesco.
Fuerzas del Cuerpo de Seguridad, de la Guardia Civil y de los Regimientos Almansa nº 18 y Luchana nº 28 se aprestaron a socorrer a las víctimas empleando todos los medios disponibles, incluso mediante el uso de lanchas asidas por maromas para evitar fuesen engullidas por la corriente.
En el barrio de San Pedro de la capital tarraconense son cientos las familias que se encuentran atrapadas en sus viviendas temiendo ser arrastradas por las aguas.
Alrededor de las dos de la madrugada no dejan de oírse angustiosos gritos de gentes que piden auxilio, entre ellos la familia Amat-Recasens sitiada en un núcleo aislado de barracas prácticamente cubiertas por las aguas. El Guardia 1º Antonio Santos Martín no lo duda, sus condiciones de buen nadador le ofrecen una posibilidad de lograr el objetivo de salvar a aquella familia en peligro. Se arroja al agua buscando la orilla opuesta para poder hacer efectivo su rescate. Sin embargo la fuerza del agua le vence y lo arrastra impetuosamente hacia un puente desapareciendo bajo el torbellino de la riada.
Nadie pudo hacer nada por salvar su vida. Al día siguiente fue rescatado su cadáver.
El Guardia de 1ª Antonio Santos contaba 33 años de edad, estaba casado y era padre de tres hijos, la mayor de ellos inválida. Durante los años de servicio en el Cuerpo, su profesionalidad, le había hecho acreedor a varios premios y felicitaciones.
Su sepelio constituyó una popular manifestación de duelo del pueblo de Tarragona que agradeció así el valor demostrado por este heroico Guardia que supo dar su vida intentando salvar la de otros en condiciones realmente adversas.
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