sábado, 2 de diciembre de 2023

Don José Manuel de Arjona y Cubas. Primer Superintendente General de Policía

Del boletín "Emblema" de diciembre, tomamos esta documentado trabajo de nuestro buen amigo y compañero el Comisario Pral. Félix Alvarez Saavedra.

Es Don José Manuel de Arjona y Cubas el hombre que, sin duda alguna, se encuentra detrás del establecimiento de la Policía como institución de carácter nacional en España, no solo por su actividad como primer Superintendente General de Policía en 1824, sino también por su labor desde al menos 1815 para conseguir finalmente ese objetivo. Próxima ya la fecha del segundo centenario de la Institución, hoy dedicamos unas breves líneas a su biografía.

D. José Manuel de Arjona y Cubas

Nacido en Osuna el 2 de diciembre de 1781 y fallecido en Madrid el 14 de diciembre de 1850, Arjona estudió Derecho en la Universidad de Sevilla, y en esa ciudad realizó sus primeros trabajos como abogado y jurista, hasta que en 1806 marchó a Madrid, donde se detuvo poco tiempo, puesto que fue nombrado Alcalde del Crimen (juez de casos penales) de la Audiencia de Extremadura, con sede en Cáceres, por Real Decreto de 13 de julio de ese año. Este puesto fue el comienzo de una actividad continuada en el mundo de la Justicia en esa región, incluso durante la Guerra de la Independencia, en la cual tomó parte por el lado nacional.

Ministro del Tribunal de Seguridad Pública de Extremadura (en su Audiencia), nombrado por la Suprema Junta Central, fue trasladado a la Audiencia de Valladolid en diciembre de 1812, aunque recurrió y no llegó a efectuar el traslado, continuando vinculado a la Audiencia de Extremadura.

No fue hasta 1814, una vez retornado Fernando VII, cuando se produjo su salto a Madrid, lo cual le llevó a iniciar una carrera en la Corte, primero en la Sala de Alcaldes de Casa y Corte, pieza básica de la organización judicial (del antiguo aparato judicial de la Monarquía), que había quedado restablecida por decreto de 23 de mayo de 1814; en ésta, junto con otros trece señores, ninguno de los cuales era Alcalde en 1808, ocupó plaza desde esa fecha.

En 1815 parte de las tareas pesquisitorias de la Sala de Alcaldes fueron absorbidas por el nuevo Ministerio de Seguridad Pública. La coexistencia de ambos organismos no fue posible y el Ministerio desapareció antes de finalizar ese año. Tras ello se produjo la primera actividad policial de nuestro biografiado respecto a la Policía, que más adelante explicaremos.


1817. Firma de Arjona (anverso y reverso)

Al año siguiente se produjo la conspiración del “Triángulo”, probablemente la más discutida y confusa de ese primer tercio de siglo, puesto que ni se supo quiénes eran los jefes ni cuál el objetivo perseguido. Y fue Arjona quien instruyó la causa desde la Sala.

El 23 de diciembre de 1816 fue nombrado Fiscal Togado del Real Consejo del Almirantazgo (institución de corta vida, creada por Fernando VII para tratar de organizar la política oceánica de la Monarquía española, extinguida por decreto de 22 de diciembre de 1818), cargo “con la dignidad de Ministro del Consejo [de la Guerra], superior a la de Alcalde”[1], introduciéndose así en la política cortesana. Simultaneó el cargo durante un año con el de Corregidor de Madrid, para el cuál fue nombrado por decreto del 1 de septiembre de 1817, y en el que se mantuvo hasta 1820.

Tras la aceptación por el Rey de la Constitución el 7 de marzo de 1820, fue destituido de su cargo como Corregidor de Madrid dos días después, iniciando así un periodo de ostracismo durante el Trienio liberal. En esos años se produce su evolución ideológica hasta las posturas del realismo moderado, aunque “su mentalidad, su carrera y sus intereses eran realistas”.

Mientras desarrollaba la carrera antes descrita fue el encargado de establecer en España una Policía para todo el país. Primero lo intentó de acuerdo con los postulados del Antiguo Régimen, para lo cual recibió el encargo el 6 de diciembre de 1815, poco después de la supresión del Ministerio de Seguridad Pública.

Arjona trató de tener en cuenta en su proyecto el máximo de la legislación vigente (las disposiciones de la Novísima Recopilación), y el proyecto fue remitido a la Sala de Alcaldes el 19 de septiembre de 1816, el Consejo de Castilla dio su dictamen en forma de consulta el 10 de octubre de 1817, y los fiscales volvieron sobre el tema en una exposición de 6 de noviembre de 1817, examinándose por la Comisión el 11 del mismo mes.


1824. Pasaporte de interior (anverso y reverso)

No obstante todo ese proceso, ese Reglamento nunca llegó a ser promulgado, al igual que ocurrió con el Reglamento provisional de Policía de 1822, en cuya redacción participó intensamente y que tampoco funcionó.

Calificado por Braojos como “apasionado funcionario del Antiguo Régimen”, vuelve a ostentar cargos de relevancia a partir de mayo de 1823, cuando es nombrado por la Regencia Consejero del Consejo de Castilla, por Real Decreto y Cédula de 30 de mayo.

Ese mismo año Fernando VII Había sido llevado por los liberales en su retirada hacia el sur ante el avance de los “Cien Mil Hijos de San Luis”, e incapacitado temporalmente por su negativa a dejar Sevilla y marchar hasta Cádiz, ciudad ésta que capituló ante los hombres del Duque de Angulema el 30 de septiembre de 1823. Tras esos acontecimientos Arjona fue nombrado Superintendente General de Vigilancia Pública el 26 de noviembre de 1823.

A principios de diciembre el nuevo Ministro de Gracia y Justicia, el Conde de Ofalia, recibe el encargo Real sobre la creación de una nueva Policía. Las instrucciones del Rey fueron trasladadas a Arjona, quien el 21 de ese mes presentó un Proyecto de Arreglo de la Policía General del Reino. El Real Decreto del Rey y la promulgación del proyecto con la creación de la Superintendencia General de Policía fueron efectuados mediante una Real Cédula de 13 de enero de 1824, nombrándose Superintendente de esta a José Manuel de Arjona.

En sus primeros momentos en el cargo su misión consistió en frenar los excesos de los realistas exaltados y combatir los focos liberales, pero no debió hacerlo con contundencia puesto que fue cesado el 26 de agosto del mismo año como consecuencia de su fallo en la predicción del pronunciamiento militar de tipo ultrarrealista protagonizado por el brigadier don Joaquín Capapé y en el aborto de las acciones de los liberales en Tarifa, Jimena y Marbella.

Marcha a Sevilla como Asistente (alcalde) de esa ciudad, cargo en el que permanece entre 1825 y 1833, volviendo a Madrid para ocupar, primero un puesto en el Consejo de Castilla y luego acceder nuevamente al cargo de Superintendente General de Policía, en el que estuvo entre el 4 de agosto y el 17 de octubre de 1833, pocos días después de la muerte de Fernando VII (ocurrida el 29 de septiembre).

En este breve segundo periodo al frente de la Superintendencia de Policía se vio obligado a luchar en dos frentes antifernandistas: el carlista y el liberal. Durante el mismo se interesó hondamente por el mantenimiento del orden público, procuró controlar a quienes eran opuestos a las directrices seguidas por el Gobierno, proponiendo medidas a fin de abatir a los grupos contrarios, y también hizo una propuesta de reorganización de la Policía de manera que quedase constituida tal y como él la había creado en 1824, propuesta que vio la luz en la Gazeta del 26 de septiembre.

Esa propuesta de reorganización tuvo una vida efímera, puesto que una Instrucción de 10 de diciembre de ese año y una Real Orden de 12 de marzo de 1834 terminaron con ella, dando nuevo rumbo a la institución policial.

Arjona fue nombrado a principios de 1834 Presidente Honorario del Concejo de la Mesta, cargo de escasa relevancia y a principios de septiembre marchó a Cádiz desterrado.

Exiliado voluntariamente en Italia y Francia entre 1835 y 1843, a su regreso aspiró a un puesto en el Senado en las elecciones de 1844, cosa que no consiguió.

Su carrera culminó con su nombramiento como Académico de Número de las Reales Academias de San Fernando, en 1844, de la Real de Historia en 1847 y, finalmente, Senador vitalicio por designación Real desde octubre de 1849.

Habiendo desarrollado una dilatada carrera político-judicial, inmersa de forma directa en la agitada política española de la primera mitad del siglo XIX, se le consideraba como magistrado de prestigio y eficaz, aunque “Arjona nunca fue en la política nacional un personaje de primera fila, jamás ocupó una cartera ministerial. Pero, por el contrario, en dos ocasiones cruciales del reinado de Fernando VII concentró en sus manos una extraordinaria autoridad en virtud de un cargo delicado e ingrato: la Superintendencia General de Policía del Reino”.

Félix José Álvarez Saavedra.

Bibliografía y fuentes:

Archivo Histórico Nacional. En https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/find?nm=&texto=jose+manuel+arjona

Braojos Garrido, Alfonso.- Don José Manuel de Arjona, Asistente de Sevilla 1825-1833. Imprenta Municipal. Sevilla, 1976.

Turrado Vidal, Martín.- La Policía en la Historia contemporánea de España (1766-1986). Dykinson. Madrid, 2000.

Vigil-Escalera Pacheco, Antonio.- Historia de la Policía Local de Sevilla (siglo XIX). Tesis doctoral. Sevilla, 2018.

Libro de R. Decretos del Rey Don Fernando VII. Año primero de su restitución al trono de las Españas, 1814.

Notas:

[1] Todas las citas textuales proceden de la obra de Alfonso Braojos Garrido: José Manuel de Arjona, Intendente de Sevilla 1825-1833.

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