lunes, 31 de enero de 2022

El motín de la prisión de Málaga

Del boletín "Emblema" de febrero, tomamos este artículo firmado por nuestro buen amigo, compañero y colaborador, el Subinspector Jesús Longueira Alvarez.

De forma casi rutinaria, poco antes de la una de la tarde de aquel 14 de junio de 1985, la patrulla de la Policía Nacional compuesta por D. Manuel Donaire Barrionuevo y su compañero entraban en la prisión provincial de Málaga para realizar el ingreso de un condenado, que procedente de los Juzgados de la propia ciudad, tenían la orden de entregar a los funcionarios de prisiones para que estos realizaran el correspondiente protocolo.

Detrás de esta puerta es donde se iniciaron los hechos


Aunque son funciones que realizan de forma habitual los funcionarios de la Guardia Civil, debido a que por lo general las prisiones antiguas se encontraban dentro del casco urbano, era normal, por pura practicidad y economía de medios que se condujera directamente desde los Juzgados a la prisión y viceversa a los reclusos, aún así coinciden en al acceso con una dotación de la Guardia Civil, que realiza otra conducción.

Aquel día algo salió mal, y cuando se encontraban en la parte de la prisión destinada a la recepción y entrega, uno de los reclusos del propio centro, y en un intento de fuga previamente planeado, empuña una pistola de la que se desconoce su procedencia y amenaza a las dos patrullas, se produce un tiroteo y este acaba con la muerte del Cabo Primero de la Policía Nacional D. Manuel Donaire Barrionuevo, que fallece de forma inmediata tras recibir nada menos que “tres” tiros en la cabeza.

A la acción se unen rápidamente los reclusos José Antonio Mateos Jaime, Manuel Ramos Ramos, Francisco Javier Reber López, Joaquín Zamoro Durán, apodado el Vasco, y Francisco Ortiz Jiménez, que viendo frustrado el intento de evasión, se llevan al interior de la prisión como rehenes al otro policía y a los dos Guardias, uno de ellos, D. José Segarra Bermúdez, herido de gravedad.

En el centro de esta imagen, tomada en 1978, vemos a Manuel Baldomero Donaire el día que recibió el título de Cabo de la Policía Armada

Por supuesto que no se olvidaron de saquear, “improvisación claro”, la propia enfermería de la prisión, dedicándose en exclusiva a aquellas sustancias de moda en la época que aún hoy nos suenan con los nombres de “Rohipnol”, “Octalidones”, y otras de naturaleza similar, dejando, sin preocuparse por el rehén gravemente herido, el resto intacto.

Rápidamente se pone en marcha el protocolo de actuación para estos casos, y se negocia la liberación del herido, al arma original se unen ahora las de los cuatro agentes, lo que hace que la situación sea si cabe más peligrosa, ya a última de la tarde se logra el cambio de los rehenes por dos educadores de la propia prisión que se ofrecen voluntarios, (menudo guion). Al tiempo que se cumplimenta lo anterior se da también las orden de que los “Geo” se dirijan de forma urgente al lugar desde su base en Guadalajara. La prisión ya había sido rodeada por dos unidades de Reserva General que se habían trasladado de forma rápida desde sus bases en Linares y Granada

Los reclusos autores de los disparos Joaquín Zamoro Durán, el Vasco, y Francisco Ortiz Jiménez, ponen como condición para el final del motín grabar una entrevista para la Televisión, lo que se hace de madrugada en un cuarto de la prisión. Declaran que lo que había ocurrido era un accidente y que fue el propio policía “el que se disparó”. "No somos unos asesinos", dijo el Vasco ante la cámara, para extenderse después durante más de 15 minutos en relatar las pésimas condiciones de la cárcel malagueña. En un momento de la grabación, sacó el revólver que portaba y, colocándoselo en la sien, dijo: "Soy capaz de todo, hasta de pegarme un tiro ahora mismo y llevarme a 14 por delante". Inmediatamente después de que TVE abandonara la sala, el juez requisó la grabación, alegando en el auto dictado que "la visión pública de estas imágenes pudiera constituir una apología delictiva que acarrearía más riesgos que beneficios".

Finalmente y tras ser leída por un funcionario de prisiones una pequeña declaración “vía radio”, es a las 07:45 horas del día siguiente cuando entregan las armas que tomaron a los rehenes, la que sacaron del interior jamás apareció, pese al riguroso registro. Se dio además la circunstancia de que una hora después apareció un funcionario que permanecía desaparecido desde el día anterior, al verse en peligro se ocultó en un pequeño habitáculo donde pasó en silencio y sin alimentos las diecinueve horas que duró el motín.

D. Manuel Donaire Barrionuevo recibió sepultura en un multitudinario entierro que se celebró al día siguiente, en una comitiva encabezada por su mujer y sus tres hijos,, se vio que encima de la bandera que cubría su féretro figuraban además sus distintas condecoraciones, la última concedida a título póstumo.

Jesús Longueira.

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