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miércoles, 6 de noviembre de 2024

1983. Espeluznante asesinato en Bilbao del teniente de la Policía Nacional Julio Segarra, del cabo Pedro Barquero y de su esposa

Del boletín "Emblema" de noviembre, tomamos este artículo de nuestro gran amigo Carlos Fernández Barallobre.

Tres muertos, el Teniente de la Policía Nacional JULIO SEGARRA BLANCO, el cabo de la Policía Nacional PEDRO BARQUERO GONZÁLEZ y la esposa de este MARÍA DOLORES LEDO GARCÍA, eran el trágico y espeluznante balance del atentado perpetrado en Bilbao el día 4 de mayo por tres jóvenes terroristas, de ETA Militar. Al parecer, los autores del atentado pretendían secuestrar a una de las víctimas, cuando fueron sorprendidos por las otras dos.

De izda. a dcha. Mª Dolores Ledo Garcia; el Cabo de la PN Pedro Barquero González y el Teniente del mismo Cuerpo Julio Segarra Blanco 

Los hechos se produjeron hacia las ocho de la mañana, cuando el teniente de la Policía Nacional Julio Segarra Blanco se dirigió al garaje de la plaza del Carmelo del barrio bilbaíno de Santuchu, donde tenía aparcado su vehículo, con el que intentaba trasladarse al acuartelamiento de Basauri, en el que estaba destinado en la Segunda Compañía Móvil. En este momento, tres jóvenes que se hallaban ocultos en el garaje se dirigieron a él y le redujeron atándole con alambres los pies y las manos y amordazándole con un esparadrapo. Mientras los terroristas procedían a atar al teniente, entró en el garaje un matrimonio formado por el cabo del mismo Cuerpo Pedro Barquero González y su esposa María Dolores Ledo García, embarazada de tres meses, que iban a una consulta médica.

Al darse cuenta que el teniente era agredido, hizo uso de su arma reglamentaria contra los terroristas. Estos respondieron inmediatamente, alcanzado con impactos mortales al matrimonio. Posteriormente dispararon contra el teniente Segarra, maniatado en el suelo, el que hirieron mortalmente. A continuación, abandonando los tres cadáveres en el garaje, salieron tranquilamente del lugar de los hechos. Los disparos fueron escuchados por el jardinero que cuidaba la explanada exterior del aparcamiento y que acostumbraba a ponerse la ropa de trabajo en una dependencia de la primera planta del garaje. Este se encontró con los asesinos en la rampa del garaje. Uno de ellos llevaba una pistola en la mano y dijo al empleado: "Tranquilo, somos policías" perdiéndose de seguido entre las calles de Santuchu.

Otro transeúnte que intentaba recoger su vehículo y que sería clave como testigo protegido en el posterior juicio contra los asesinos, se topó también con ellos. Uno de los jóvenes terroristas le enseño una placa de policía, que habían arrebatado a uno de los dos agentes asesinados.

El comando, había secuestrado frente al teatro Arriaga, a las 7.30 horas, a punta de pistola y en nombre de ETA, un R-12 propiedad de Donato Hidalgo, al que abandonaron junto al ayuntamiento en compañía de otras dos personas.

Él terrible asesinato, no se descubrió hasta una hora después, cuando un vecino del inmueble fue a recoger su vehículo al garaje. Vio el trágico espectáculo de los tres cadáveres en medio de un gran charco de sangre. El teniente seguía amordazado y atado de pies y manos; el cabo Barquero sostenía todavía en su mano muerta el arma reglamentaria; a su lado yacía el cadáver de su esposa, alcanzada por varios impactos.

Vecinos del barrio de Santuchu, declararon que el teniente y el cabo asesinados acostumbraban a bajar cada día juntos al aparcamiento de El Carmelo con el fin de dirigirse, en el coche del primero, un R-5 de color azul, al acuartelamiento de Basauri, donde los dos estaban destinados. El día del execrable asesinato el cabo libraba, por lo que se proponía acompañar a su mujer, al ginecólogo. El teniente bajó en solitario para recoger su coche. Lo hizo como cada mañana, alrededor de las 8.00 horas.

Fuerzas de la Policía Nacional se trasladaron inmediatamente al lugar de los hechos, donde realizaron una minuciosa inspección, mientras eran trasladados los cadáveres a] Hospital Provincial de Basurto, en el que se les practicó la autopsia. En el garaje aparecieron nueve casquillos de bala, cinco del calibre nueve milímetros parabellum, marca SF, munición que solía utilizar habitualmente la organización terrorista ETA Militar y los otros marca “Santa Bárbara”, empleada por la Policía Nacional.

Según una nota emitida por la Jefatura Superior de Policía de Bilbao, “los tres individuos que participaron en el atentado contra el Teniente de la Policía Nacional Julio Blanco Segarra, el cabo de la Policía Nacional Pedro Barquero y su esposa María Dolores Ledo, dieron muerte al teniente antes de abrir fuego contra el cabo, que resultó muerto en el tiroteo”. "Seguidamente", señalaba la nota policial, "y a sangre fría, asesinaron de un disparo en la cabeza a la esposa del cabo, doña María Dolores Ledo García".

Con la presencia del ministro del Interior José Barrionuevo, el capitán general de la VI Región, Teniente General Juan Vicente Izquierdo; el general inspector de la Policía Nacional, Félix Alcalá-Galiano; el consejero de Interior del Gobierno Vasco, Luis María Retolaza, y gran número de autoridades civiles y militares de Vascongadas, así como la viuda del teniente Segarra y familiares de las víctimas, se celebró a mediodía del día 5 en el patio del acuartelamiento de Basauri, el funeral por el Teniente Julio Segarra, el cabo Pedro Barquero y su esposa María Dolores Ledo. La ceremonia se desarrolló en un ambiente tenso y entre escenas de dolor incontenido de los familiares de las víctimas. La ceremonia terminó con la interpretación del toque de oración y el himno de la Policía que entonaron todos los presentes en el acto.

Posteriormente, Barrionuevo lanzó gritos de “¡Viva España!, ¡Viva el País Vasco!, ¡Viva la Policía Nacional!”, que fueron coreados por los presentes. Al finalizar el funeral, la madre del cabo asesinado gritó llorando de forma estremecedora: "Les matan como a perros; como a mi hijo, el hijo de mis entrañas". Una compañía de la Policía Nacional, junto a la unidad de música del Regimiento de Infantería de Garellano, rindió honores ante los féretros, que en furgones fueron trasladados hasta los cementerios en que recibirían cristiana sepultura.

El presidente del Gobierno, Felipe González, envió desde Alemania el siguiente telegrama de condolencia: “Me he enterado desde Alemania del asesinato del teniente de la Policía Nacional Julio Segarra; del cabo Pedro Barquero y de su esposa María Dolores Ledo, que en paz descansen, como consecuencia del atentado sufrido en Bilbao. A los mandos, compañeros y familiares mi más sincera condolencia”.

Tras el funeral, el ministro del Interior, José Barrionuevo celebró una rueda de prensa en la que afirmó, entre otras cosas, que la policía había logrado identificar e uno de los autores del citado atentado perpetrado en el barrio bilbaíno de Santuchu. “Hay algunas personas” —añadió a continuación— “que están ancladas en el pasado y no se dan cuenta de cuál es el reto que tenemos, el terrorismo. Precisamente, desde un progresismo de salón, hacen sus comentarios sin contactar con el pueblo”.

El capitán general de la VI Región Militar, Juan Vicente Izquierdo, manifestaba a la salida del funeral en Bilbao: “Cuesta admitir que estos terroristas puedan ser descendientes directos de aquellos hombres que, en un bando o en otro, se enfrentaron cara a cara y con el pecho por delante en las cumbres del Amboto, Urquiola y del Sollube, en banderas distintas, pero con hombría”. “Cuesta reconocer que sean descendientes directos estos fanáticos del tiro en la nuca. Ello, paradójicamente o por fortuna, nos da idea de que es un fenómeno irracional y que tiene que ser pasajero, porque el pueblo vasco nunca ha sido así y no lo será jamás”. El Sindicato Profesional de Policías hacía público también un comunicado en el que condenaba el atentado y hacía un “llamamiento a todo el pueblo español, en especial a los ciudadanos del País Vasco, para que adopten una postura clara y firme en contra de estos asesinatos, a fin de que, entre todos, se consiga la situación de convivencia pacífica que España y todos los españoles merecen”.

El diario “Egin” fue el único medio informativo que se negó en Vascongadas a publicar las esquelas que la Dirección de la Seguridad del Estado envió a la prensa vasca, tras el triple asesinato de Bilbao. El texto enviado por la Dirección de la Seguridad del Estado era el siguiente: “Descansen en paz doña María Dolores Ledo García, el cabo de la Policía Nacional Pedro González y el teniente de la Policía Nacional Julio Segarra Blanco, cobardemente asesinados el miércoles 4 de mayo de 1983, por los enemigos de la paz y la convivencia del pueblo vasco. Firmado Dirección de la Seguridad del Estado, Ministerio del Interior”.



Diversos medios informativos recibían a última hora de la mañana un comunicado con la firma de ETA militar, en el que esta organización se atribuía los tres bárbaros asesinatos en una nota cargada de su más clásico cinismo, perpetrados en Bilbao contra los Policías Nacionales, además de otro atentado en Guernica, en el que resultó herido un guardia civil.

En 1995 como culpables del asesinato fueron condenados Enrique Letona Viteri, alias Masillas, y José Félix Zabarte Jainaga, alias Juan Luis, a 29 años como autores de un delito de atentado con resultado de muerte, a 29 años por un delito de asesinato, en concurso ideal con uno de aborto, y a 17 años por un delito de homicidio.

En abril de 2001 fueron juzgados en la Audiencia Nacional Juan Manuel Inciarte Gallardo, alias Jeremías, y Félix Ignacio Esparza Luri, alias Iñaki. En ese juicio se conocieron truculentos detalles de aquel triple asesinato como la fuerte discusión que mantuvieron los pistoleros asesinos Letona Viteri y Esparza Luri para deshacerse de sus víctimas. Letona era partidario de pegarle al teniente un tiro en la nuca pero librar de la muerte a la esposa del Policía Pedro Barquero, que se hallaba en avanzado estado de gestación. Esparza Luri no atendió a razones y asesinó de forma fría, sanguinaria y calculada a María Dolores Ledo.

En el mismo juicio declaró un testigo que relató al tribunal que ese día cuatro de mayo de 1983 entró en el garaje de la plaza del Carmelo de Bilbao, donde guardaba su vehículo. En se instante escuchó un sollozo, un lamento y se giró viendo al cabo de la Policía Nacional Pedro Barquero González y a su esposa, María Dolores Ledo García. De inmediato se introdujo en su coche preso de un gran pánico, dando marcha atrás y vio nítidamente los fogonazos de varios disparos. Pudo observar por el espejo retrovisor a uno de los pistoleros empuñando un arma y “disparando a una distancia corta a los cuerpos del cabo y de su mujer”. “Uno de los asesinos estaba agachado rematando a las víctimas”, "No pude más y salí temblando de allí", cuando salió del turismo uno de los terroristas le enseñó una placa de Policía.

La Audiencia Nacional condenó a 85 años de prisión a Esparza Luri por el triple asesinato. Juan Manuel Inciarte Gallardo fue absuelto del asesinato de uno de los agentes y del de María Dolores, por lo que sólo fue condenado a 39 años de prisión.

La sentencia explicaba que “los dos acusados, junto a los ya condenados Enrique Letona Viteri, alias “Masillas”, José Félix Zabarte Jainaga, alias “Juan Luis”, y otros dos que tenían los alias de 'Endika' y 'Sebas', se trasladaron a Bilbao desde el sur de Francia al objeto de secuestrar al teniente de la Policía Nacional Julio Segarra Blanco. A las 8.00 horas del citado día, Letona, Zabarte y los dos acusados abordaron al teniente Segarra en el garaje de su domicilio, trasladándole hasta un extremo del mismo, donde le amordazaron con cinta aislante y le ataron de manos y pies. En ese momento apareció el cabo de la Policía Nacional Pedro Barquero González y su esposa, María Dolores Ledo García, que se encontraba embarazada de 31 semanas. Al percatarse de la situación, el cabo sacó su pistola, lo que provocó que Letona disparara a quemarropa al teniente al que querían secuestrar, lo que le causó la muerte en el acto. Después Zabarte, Esparza, Inciarte y 'Endika' dispararon al cabo, que sufrió cuatro impactos en zonas vitales, y a su esposa, que recibió tres impactos de bala”.

La sentencia ponía de manifiesto que dos de los disparos recibidos por la mujer -"en avanzado y ostensible estado de gestación", dice- fueron efectuados "a quemarropa con el propósito de rematarla, hallándose indefensa y provocando la muerte de la madre y el feto".

El tribunal tuvo en cuenta a la hora de tomar su decisión que en el lugar de los hechos, de los que los etarras huyeron a bordo de un Renault 12, se hallaron 16 huellas dactilares de los acusados. Según indica la sentencia, en el garaje fueron localizadas también 15 casquillas de las pistolas utilizadas en los asesinatos.

Algunos de estos canallescos personajes se hacen llamar ahora “hombres de la paz”. Que no caigan en el olvido ni su ignominia ni el merecido recuerdo y homenaje a sus víctimas.

Enrique Letona Viteri, salió de prisión en 2003, acogiéndose a beneficios penitenciarios tras cumplir algo más de 15 años de prisión.

En diciembre 2103, el etarra José Félix Zabarte Jainaga abandonó el penal de Puerto III, en El Puerto de Santa María (Cádiz), después de que la Audiencia Nacional acordase su liberación tras la derogación de la llamada doctrina Parot por parte del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), en una rendición incalificable y sin precedente del gobierno del popular Mariano Rajoy.

En agosto de 2022, Juan Manuel Inciarte Gallardo, fue trasladado del Centro Penitenciario de El Dueso (Cantabria) a un centro penitenciario en Vascongadas Ingresó en prisión el 6 de agosto de 2009 y cumple una condena de 30 años por asesinato. Cumplirá las 3/4 partes de la pena en septiembre de 2024.

En la actualidad, Esparza Luri, permanece preso en Francia. En 2023, el juez Manuel García Castellón pidió a Francia su entrega, para poder procesarle también por el atentado contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Santa Pola (Alicante), en 2002,

El teniente de la Policía Nacional Julio Segarra Blanco natural de Cabanillas del Campo (Guadalajara), tenía 50 años; estaba casado con María Nieves Echevarría Sáinz, natural de Bilbao. El matrimonio tenía tres hijos, de 14 y 13 años los dos mayores, y de sólo ocho días el tercero. El teniente Segarra se hallaba destinado en Bilbao desde 1966. Vivía en una calle próxima al garaje, donde guardaba su coche en una plaza junto a la que su compañero el cabo Barquero utilizaba para guardar también su vehículo.

En cuanto a las otras dos víctimas, el matrimonio Barquero-Ledo, el esposo Pedro Barquero era natural de Alcalá del Valle, provincia de Cádiz, aunque sus primeros 20 años de vida los pasó en La Atalaya, entre Almargen y Cañete la Real. Tenía 33 años de edad. Su esposa, María Dolores Ledo García, natural de Baracaldo tenía 25 años de edad y era profesora de EGB en el colegio Zumalacárregui y, se encontraba embarazada de tres meses. Ambos habían contraído matrimonio recientemente.

De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo al teniente Julio Segarra, al Policía Nacional Pedro Barquero y a su esposa María Dolores Ledo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo al Teniente Segarra y al Policía Nacional Barquero.

En su localidad natal de Cabanillas del Campo, el teniente Julio Segarra tiene una calle dedicada a su memoria, en uno de los laterales de la plaza del Ayuntamiento.

En 2012, el pueblo gaditano de Almargen dedicó al Policía Nacional Pedro Barquero González, una calle con su nombre y un monolito en el que también se recuerda al Guardia Civil Francisco Ramón Ruiz Fernández ametrallado por dos etarras junto a otro guardia civil el 16 de mayo de 1980 mientras cenaban en un bar de Goizueta (Navarra).

Carlos Fernández Barallobre.

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