Del boletín "Emblema" de septiembre, tomamos este artículo de nuestro buen amigo Carlos Fernández Barallobre.
A las once menos cuarto de la mañana del 28 de agosto de 1978 un comando de los Grapo compuesto por dos jóvenes asesinaba a tiros en el mercado central de Abastos de Santiago de Compostela al Guardia Civil MANUEL VÁZQUEZ CACHARRÓN.
Guardia Civil Manuel Vázquez Cacharrón |
En la nave de la Plaza de Abastos, donde fue asesinado el guardia civil se encontraban en aquel momento unas treinta personas. La mayor parte de ellas pudieron ver a dos jóvenes que, pistolas en la mano y a cara descubierta, huyeron hacia la calle de Altamira y Plaza de la Universidad, hasta donde fueron perseguidos por un hombre y una mujer.
Manuel Vázquez Cacharrón acudió como lo hacía todos los días a saludar a su hermana Palmira, vendedora de carne en la caseta número 69 de la plaza. Vestía de uniforme y se puso a conversar con su hermana cuando uno de los jóvenes terroristas se acercó por detrás de Manuel, que se hallaba frente al puesto. Seguidamente le colocó la pistola en la sien y disparó. Mientras Miguel caía al suelo, el terrorista siguió disparándole.
De inmediato, los dos jóvenes, uno con pantalón y chaqueta vaquera, y otro con larga melena de color castaño, se dirigieron a lo largo de la nave, con paso ligero, pero sin correr, mostrando sus pistolas y, cuando llegaron a la salida iniciaron una veloz carrera.
Al escuchar “cogedlos, cogedlos. Son los asesinos”, gritos que lanzaron los presentes en la nave, el guardia de la plaza, que se encontraba sin pistola, quiso saber de qué se trataba, pero en ese instante recibió un golpe de uno de los jóvenes que le impidió seguir a los autores del asesinato.
Una de las placeras se quitó el delantal y cubrió el rostro ensangrentado del Guardia Civil asesinado, a quien muchos de los clientes habituales del mercado conocían y apreciaban.
Palmira Vázquez Cacharrón, hermana del guardia civil asesinado, sufrió un shock nervioso y tuvo que ser atendida. Posteriormente fue trasladada en un coche de la Policía hasta el Puesto de Socorro donde recibió atención médica. Algunas mujeres comenzaron a llorar, mientras otras se acercaron hasta el lugar donde el cadáver de la víctima se encontraba envuelto en sangre Manuel Vázquez Cacharrón presentaba un orificio que le entró por la parte izquierda de la cabeza siéndole por la parte derecha. El disparo alcanzó el tricornio del servidor del Orden.
Personado el juez de guardia, ordenó el levantamiento del cadáver hacia las doce menos veinte, trasladando el cadáver de Manuel en una ambulancia hasta el Hospital General de Galicia donde se le practicaría la autopsia.
Posteriormente, la capilla ardiente quedó instalada en la casa cuartel de la Guardia Civil de Santiago de Compostela. Hasta ella se acercaron las primeras autoridades de la provincia, como el Gobernador Civil, Pedro Gómez Aguirre, el coronel Ángel García Suárez, el jefe del Tercio de la Guardia Civil y comandante militar de Santiago de Compostela, el general Alfonso Armada, el coronel jefe de la octava circunscripción de la Policía Armada, Manso Pedrosa, el gobernador militar de la plaza, Vázquez Molezún, el jefe superior de Policía de Galicia, Gómez Margarida, y numerosos compañeros de la Guardia Civil, Policía Nacional y Ejercito.
Fuerzas de la Policía Armada y Guardia Civil, establecieron unos férreos controles a la salida de las carreteras de Santiago de Compostela.
A las cinco de la tarde, una voz anónima que se expresó en gallego comunicó a Radio Popular de Galicia la reivindicación del atentado por parte de la Liga Armada Gallega, una coordinadora nacional, según dijo el comunicante que trataba de llevar a cabo acciones desestabilizadoras en todo el estado para conseguir la liberación de los pueblos colonizados.
Con posterioridad el asesinato de Manuel Vázquez Cacharrón sería reivindicado por el GRAPO “como represalia por la situación en que se encontraban los presos políticos de las cárceles de Soria y Yeserías, para protestar por las arbitrarias excarcelaciones de presos por la policía política y para exigir la retirada de las cárceles de las brigadas antidisturbios”.
Al día siguiente, martes 29 de agosto se celebró el funeral por el alma de Manuel Vázquez Cacharrón presidido por el titular de la Xunta de Galicia Antonio Rosón y otras autoridades civiles y militares y con la presencia de más de cuatro mil personas. Tres guardias civiles y tres policías armados cargaron sobre sus hombros con el féretro envuelto en la bandera Nacional, dejándolo ante el altar mayor, tras el cual se habían colocado varias coronas de flores enviadas entre otros por la policía de Santiago, del Ayuntamiento compostelano, Guardia Civil del cuartel de Santiago, Jefe Superior de Policía de Galicia comisarios y funcionarios de Policía de Galicia, Policía Armada, Ejercito de Tierra, Policía Municipal de Santiago, Xunta de Galicia, Gobierno Civil, Ministerio del Interior y parroquia de San Lázaro.
Antes de comenzar la misa concelebrada le fueron impuestas a Manuel Vázquez Cacharrón y a título póstumo las cruces al Mérito Militar, Policial y de la Guardia Civil, con distintivos blanco y rojo respectivamente, concedidas la primera por el Vicepresidente ministro de defensa, Teniente General Gutiérrez Mellado y por el ministro del Interior, Rodolfo Martín Villa.
En la homilía, el párroco se refirió exclusivamente a las lecturas bíblicas escuchadas hacía unos minutos, aludiendo a la esperanza en la vida, cuya manifestación total tendrá lugar con la resurrección cristiana.
Una vez concluida la Santa Misa el féretro de Manuel Vázquez fue sacado de nuevo a hombros por tres Guardias Civiles y tres Policías Armados hasta un furgón que lo conduciría hasta el cementerio de Boisaca donde recibió cristiana sepultura.
En el momento de salir el féretro del recinto acuartelado, un numeroso grupo de jóvenes entonó brazo en alto el “Cara al sol”, y profirió gritos de “asesinos al paredón”, “Gobierno atiende, España no se vende”, dando vivas a España, la Guardia Civil y a la Policía Armada y varias veces “Ejército al poder”. Los jóvenes, algunos portando brazaletes e insignias con los colores de la bandera Nacional, entonaron también el “Yo tenía un camarada”.
Manuel Vázquez Cacharrón, de 40 años y natural de Arzúa, estaba casado, tenía cuatro hijos, el menor de cinco años, y era hermano de la expendedora con quien un minuto antes estaba conversando. Manuel trabajaba en el servicio de informes de la Guardia Civil de Santiago de Compostela y llevaba unos ocho años destinado en esta ciudad gallega, donde siempre se dedicó a realizar servicios de tipo administrativo.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
Carlos Fernández Barallobre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario