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lunes, 10 de junio de 2024

Las elecciones en el País Vasco

Del boletín "Emblema" de junio, tomamos este artículo de nuestro buen amigo y compañero el Inspector Jefe Eloy Ramos Martínez.

Celebradas hace pocos días han venido a mostrar clarísimamente en que ha devenido la situación político – social en el llamado Euzkadi, que para mi, aún a riesgo de pasar por retrógrado, siempre me viene a la boca la palabra Vascongadas, pues así fue hasta el último tercio del pasado siglo.

La situación actual se puede resumir diciendo simplemente que ya ha ganado ETA puesto que los independentistas suman casi el 70% de los votos y aparezca el PSOE como una especie de árbitro imprescindible. No cabe lugar a duda alguna, la organización terrorista ha triunfado en toda línea y creo que es momento de hacer una cierta reflexión sobre algo que pasó inadvertido a lo largo de los años. Me refiero a cierto libelo titulado “Insurrección en Euzkadi” difundido sobre 1963 entre los militantes etarras, y debido, probablemente, a la pluma de uno de los ideólogos de la banda, Federico Krutwig Sagredo. Señalo algunos párrafos del libelo:

Cuando la política ha agotado todos sus medios, se impone la guerra justa de liberación. En tal situación se hallan todos los pueblos sometidos a la ocupación extranjera, violados y pisoteados y que habiendo sido violentamente anexionados (y éste es nuestro caso) se les habrá declarado parte integrante del estado opresor… La infame práctica de la no intervención permitió el holocausto de Euskadi en su guerra contra España en 1936…

¿Qué es la Guerra Revolucionaria? … es un conjunto de acciones políticas, sociales, económicas, psicológicas, armadas etc. que tienden al derrocamiento del poder establecido en un país y su reemplazamiento por otro régimen, orden o sistema. Se puede resumir así: Guerra psicológica + Guerrilla (urbana o de monte) + Revolución = GUERRA REVOLUCIONARIA.

… El invasor no sabe donde atacar, golpea con su poderoso mazo en el vacío… nosotros, por el contrario, tenemos miles de blancos para poder elegir el que queramos. Nos podemos permitir el lujo de atacar donde y cuando queramos… Entonces el enemigo, como un coloso aguijoneado por muchas abejas, pierde el control de sí mismo, se enfurece hasta el paroxismo y golpea ciegamente a diestro y siniestro. Hemos conseguido uno de nuestros mayores objetivos: el obligarle a cometer mil torpezas y barbaries. La mayoría de sus víctimas son inocentes. Entonces el pueblo, hasta entonces más o menos pasivo y a la expectativa, se vuelve indignado contra el tirano colonialista y por reacción se vuelve por entero hacia nosotros. No podíamos esperar mejor resultado. El opresor posee superioridad estratégica, de conjunto. Nuestros comandos poseen la superioridad táctica o de detalle.

… Para empezar, ese sostén moral debe consistir en no oponerse, en no ser hostil a nosotros. Luego hará falta que simpaticen, primero unos pocos y luego que esto se generalice. A continuación será necesario que nos admiren (por nuestras acciones, no por nuestra cara bonita). Finalmente que nos apoyen activamente (una mayoría) y que nos respeten y nos teman el resto…

(Recuérdese lo bien que les vino el magnicidio de Carrero)

… Nuestras mejores armas son el comando y sus actos de resistencia (o terrorismo). Esto apunta directamente al vasco medio que no cumple con sus deberes de ciudadano. En la calle, en su trabajo, en casa, está siempre amenazado si no colabora con la Resistencia, o peor aún, si es traidor. En presencia de este peligro INVISIBLE y permanente que lo rodea, se apodera de él una angustia deprimente y la sensación de ser una víctima AISLADA Y SIN DEFENSA…

… La gente no nos tenía ningún respeto, o si se quiere, tenía más miedo al opresor que a nosotros. Unos cuantos escarmientos adecuados bastan para cortar por lo sano esa ea manía… Si logramos cometer algunos atentados espectaculares, el pueblo quedará como boquiabierto y su reacción general será positiva, tanto más si le hemos preparado con nuestra propaganda.

Dice el fallecido José Sáinz González, el mayor especialista policial sobre ETA que ha habido y el primer policía que llegó a ser Director General del Cuerpo, que “En ninguna parte ni para nada se tomó en consideración cuanto se advertía, antes de empezarse a realizar ni tampoco más tarde, cuando punto por punto se iban cumpliendo muchos de los contenidos en el desarrollo de la Guerra Revolucionaria recogidos en aquel libelo titulado “Insurrección en Euzkadi”. Tampoco los profesionales de la guerra (los militares) le dieron la menor importancia para, al menos estudiarla, como si esa Guerra Revolucionaria no fuera con ellos.

En el llamado tardofranquismo, pese a contar con varios ministros vascos en los distintos gobiernos, se creyó que le problema en las Vascongadas era simplemente de orden público, sin tomarse la molestia de buscar las raíces y atajarlo y, sobre todo, sin cuidarse de la infancia. Eso fue lo peor, con la proliferación de ikastolas y la despreocupación de los programas educacionales.

Y luego, ya en Democracia con los distintos gobiernos de UCD, PSOE y PP que parece que sus miembros tenían como consigna que no los tacharan de ex franquistas, comenzaron las llamadas negociaciones, que no fueron sino vergonzosas claudicaciones gubernamentales ante la banda terrorista que se permitió el lujo de amenazar siempre con poner más muertos encima de la mesa.

En las negociaciones, además de ser ambas partes equivalentes en categoría, cada una tiene que ceder en sus pretensiones originales. ¿Se puede saber en qué cedió ETA en sus pretensiones ? Se empezó aceptando el nombre de un supuesto país que no existió jamás salvo en la mente calenturienta de un iluminado. Se potenció el vascuence como base fundamental de una nación, siendo una lengua absolutamente rural y sin literatura (recordemos que los primeros etarras se daban dos años para aprenderla, pues solo hablaban en español). Se legalizó la ikurriña como bandera de la región, cuando lo era de un partido, el PNV. Se aceptó la llamada “Alternativa KAS” como base discusión en las negociaciones, cuando fue producto de una noche de borrachera de los dirigentes etarras, etc.

Y lo que es peor, el Estado se batió siempre en retirada. Baste recordar algún episodio. Cuando en 1979 se produjo el incendio del hotel Corona de Aragón con más de cien víctimas, se ofreció la versión increíble de un incendio casual en la churrería contra toda evidencia, según informes de los bomberos y de los que intervinieron en la extinción del fuego. Todo ello por la sencilla razón de que se estaba negociando el Estatuto de Autonomía y no se podía decir que ETA era la autora de la masacre. Otro tanto pasó con el accidente del avión del monte Oiz en 1985 con casi 150 víctimas que al igual que en el caso anterior no fue investigado.

Y mientras tanto el Estado desaparecía de las Vascongadas. En 1973 fui en comisión de servicio con el Jefe del Estado durante su estancia en San Sebastián. Aquello fue igual que prestarlo en cualquier otra provincia. Franco fue recibido con aplausos por doquier, sin incidente alguno y la quincena transcurrió plácidamente. En 1980 repetí visita a la capital donostiarra y el panorama era absolutamente opuesto; los policías eran en un 99% novatos, el DNI, única forma de identificar a los sospechosos en la mayoría de los casos, llevaba dos años sin archivarse, la seguridad era mínima por no decir inexistente; expresé m opinión ante el jefe de la plantilla y me dijo que había mucha gente nuestra allí por lo que estábamos seguros.

Todo el mundo sabe la ubicación de la comisaría de San Sebastián. No había más que un policía de centinela en la puerta. A los quince días de marcharnos tiraron una granada contra el bar de la comisaría que era el comedor, donde a esa hora éramos unos cincuenta los comensales. Por fortuna la granada rebotó en el marco de la ventana y no entró.

Naturalmente la gente percibía todo esto y el miedo se apoderó de los vascos. Hoy se sabe que más de 200.000 se marcharon – y lógicamente no votan, al igual que sus hijos – y a mi me quedó grabada una imagen aparecida en primera plana del periódico “El Mundo” hará unos veinte o veinticinco años: se trataba de un grupo de varios hombres jugando a las cartas en un bar. Uno de ellos se había levantado de la mesa y se había marchado, pero en la puerta lo acababan de matar de un tiro en la cabeza. Los jugadores siguieron a lo suyo sin pestañear. Hasta ese extremo habían llegado tras muchos episodios de asesinatos en plena calle a la luz del día cometidos por asesinos a cara descubierta a los que nadie había visto nunca.

O lo que es peor: el comentario ante un asesinato de un vasco cualquiera: ¡Algo habrá hecho!

Ahora el próximo paso será el referéndum de independencia que espero no se llegue a él, por lo ridículo de la situación.

Porque se supone que al estar en la Unión Europea tendremos que cumplir lo legislado por Europa y creo que la separación de una región en uno de los países miembros podría ocasionar el efecto dominó en Francia, Alemania, Italia, etc lo que supondría que en lugar de 27 Estados serían como el doble, una estupidez supina.

Porque hay dos principios vigentes en el Derecho Internacional: el de la libre determinación de los pueblos y el de la integridad territorial de los estados soberanos. Este último principio ha sido un factor de paz y estabilidad frente a una potencial interpretación excesiva del primero (en lo que se ha llamado tribalismo postmoderno), que provocaría la creencia en un derecho ilimitado o absoluto de los pueblos a la secesión. Dicha interpretación excesiva llevaría al absurdo, pues cualquier grupo humano más o menos homogéneo podría pretender alcanzar el estatuto de Estado.

Es comunmente aceptado que el derecho a la autodeterminación deba concentrarse en los casos de descolonización, de un pueblo oprimido o sujeto a ocupación militar extranjera, o en el que exista una violación sistemática de los derechos humanos.

En suma, que ni la legislación europea ni la de la ONU podían amparar el derecho de autodeterminación de una región en un estado soberano.

Por lo tanto los secesionistas vascos solo pretenden, como ya se ha dicho en algún medio de comunicación, vivir de la independencia, pero no en la independencia.

Lo tremendo de esta situación es la contribución en vidas humanas que hemos pagado los españoles para que tanto las Vascongadas como Cataluña vivan mejor que el resto de nosotros. Pues no hay que olvidar que el terrorismo vasco surgió pr un motivo meramente económico: cuando se perdió el monopolio vasco sobre la industria del acero al crearse, por ejemplo Ensidesa en Asturias, pero, claro, eso no se podía decir.

En suma, se ha ido cumpliendo punto por punto lo descrito en el libelo “Insurrección en Euzkadi”de hace sesenta años

Eloy Ramos Martínez.

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