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domingo, 27 de agosto de 2023

La génesis del Museo Policial de la Jefatura Superior de La Coruña

Si de algo jamás me podrán acusar es de adjudicarme méritos que no me corresponden, ni tan siquiera aquellos que, pese a que en buena medida se deben a mi intervención directa, siempre en su ejecución fui acompañado por otros que tienen, al menos, los mismos méritos que yo.

A veces tengo la convicción de que ese afán malsano de cambiar la historia y reescribirla para adecuarla a los intereses de cada uno es una práctica habitual en nuestra querida España, una práctica que parece estar aceptada por una buena parte de los españoles sin importarles la auténtica veracidad de las cosas.

Museo Policial de La Coruña (sala II)

Sin embargo, soy de los que creen que, al final, las cosas deben ponerse en su sitio y otorgar, guste o no, los méritos a aquellos que en realidad les corresponden.

La génesis del Museo Policial de la Jefatura Superior de Policía de La Coruña tiene su historia y su nacimiento se debe a la intervención directa de unos pocos que fuimos los que lo hicimos realidad.

Corrían los meses finales de 1997 cuando, en mi calidad de Inspector del Cuerpo Nacional de Policía, paso destinado, en comisión, como jefe del Servicio de Prensa y Relaciones Públicas de la referida Jefatura Superior.

En este nuevo destino me encuentro con el Oficial Eugenio Pedre Vale, buen amigo y colaborador, adscrito al precitado Servicio.

Tras encontrarme con una serie de objetos, muchos de ellos muy curiosos, Eugenio Pedre me comenta que mi predecesor en el cargo, el Inspector Jefe Rafael Utrilla, pretendía crear un Museo policial en La Coruña, si bien aquella iniciativa finalmente no se llevó a buen puerto.

Con aquella información comencé a darle vueltas al asunto, comentando con Eugenio Pedre la posibilidad de llevar adelante el proyecto. Tras valorarlo de forma meditada contacté con otro personaje fundamental en esta historia, el Policía Darío Iglesias, a quien puse en antecedentes de lo que se pretendía.

Acogida la idea con entusiasmo, nos pusimos a trabajar en el proyecto. Darío ofreció la pista de en qué dependencias se podría ubicar la primera Sala del Museo, incluso una posible segunda, ya que determinados cambios que se iban a operar en la ubicación de diferentes dependencias dejarían libres los espacios que necesitábamos.

Con toda aquella información comencé a redactar un proyecto que, en cuanto tuve oportunidad, presenté al entonces Jefe Superior de Policía, el Comisario Fernández Rancaño, quien procedió a darle el visto bueno por lo que los tres nos pusimos a trabajar en el proyecto, sin dar de lado, en momento alguno, nuestras obligaciones derivadas del ejercicio de la función profesional.

Durante los meses siguientes el trabajo fue arduo, incorporándose al equipo otra pieza importante, el Inspector Jefe José Luis Peña.

Por medio del Oficial Pedre se iniciaron los contactos con Policías en situación se segunda actividad y jubilados que fueron cediendo piezas al Museo, en tanto que Darío Iglesias gestionaba, aquí y allá, los recursos dinerarios necesarios para la construcción de vitrinas y muebles expositores, así como diferentes piezas que pudo localizar en sus viajes a Madrid.

Incluso el Inspector Jefe Peña y yo mismo nos trasladamos al depósito judicial con el fin de tratar de gestionar alguna pieza de convicción para ser expuesta en la colección.

En igual medida localizamos, en las diferentes Brigadas, elementos de valor histórico que, pese a ciertas reticencias iniciales, que no voy a relatar, finalmente pasaron a engrosar la colección.

Por su parte, el Jefe Superior realizó las gestiones oportunas para conseguir los recursos necesarios con el fin de adecuar dos grandes salas, de la segunda planta del edificio de la Jefatura Superior, que habían sido, con anterioridad, sede del Archivo General y donde, finalmente, se instaló el Museo.

También por estas fechas se incorporó al equipo la funcionaria de los CC.GG. María José Espinosa que se entregó, con el mismo entusiasmo, a la tarea de dar vida al proyecto.

Una de las exigencias que me planteó el Jefe Superior fue que, al menos, una de las Salas debería estar lista para ser inaugurada antes del verano de 1999, coincidiendo con la celebración del 175º aniversario de la fundación de la Policía Española.

Recuerdo que, a finales de 1998 o principios del citado 1999, se logró una subvención de 500.000 pts. para la adquisición de piezas para el Museo lo que provocó que me desplazase a Madrid donde tuve el honor de conocer a dos buenos amigos, estudiosos del devenir histórico de nuestro Cuerpo: el Inspector Jefe Camino del Olmo y el Subinspector Cabo Meseguer, ambos destinados en la Fundación Policía Española, quienes no solo me abrieron varias puertas en Madrid donde pudimos adquirir piezas de relevante interés, sino también me facilitaron otras para exponer en nuestras vitrinas.

Además de todo ello, se recurrió a la División de Gestión con el fin de obtener una interesante colección de armas que ocuparon algunas de las estanterías de la primera Sala.

Terminadas las obras en abril de 1999, se inició el montaje de las piezas de la colección basando su disposición en las especialidades de las cinco Comisarías Generales existentes, si bien también se tuvo en cuenta el hecho diferenciador del concepto de Policía de uniforme y Policía de paisano:

1ª.- Policía Judicial con efectos procedentes tanto de intervenciones con ocasión de la represión del tráfico de estupefacientes, como de otros servicios de relevante interés policial.

2ª.- Seguridad Ciudadana con una muestra interesante de Uniformes que arranca desde aquellos que utilizó el Cuerpo de Seguridad en la época del reinado de D. Alfonso XIII o los empleados por el Cuerpo de Seguridad y Asalto en la II República hasta nuestros días; junto a estas piezas, una amplia colección de emblemas y distintivos de uso reglamentario en la Policía Española desde principios del siglo XX.

3ª.- Policía Científica. Para completar este apartado, el Jefe Superior, comisionó, tras solicitárselo yo mismo, al Jefe de la Brigada de Policía Científica, Inspector-Jefe Corrales Vicho, para que prestase la colaboración necesaria en materia de cesión de piezas y ubicación de las mismas en el espacio asignado.

4ª.- Extranjería y Documentación con una muestra de antiguos soportes del D.N.I., algunos documentos venidos de diferentes Comisarías y los distintos medios necesarios para el desempeño del trabajo habitual en esta especialidad policial.

5ª.- La aportación de la Brigada de Información resultó escasa, por no decir nula, limitándose a la cesión de algún D.N.I. falso utilizado por terroristas, aunque más tarde se vio incrementada por el aporte realizado por el Comisario Casas.

Junto a los efectos mencionados se dispusieron armas de fuego, tanto reglamentarias, como intervenidas; colección de armas blancas; viejas fotografías de interés policial; metopas de Unidades ya desaparecidas, etc. y con todo ello se completó la primera Sala que fue inaugurada a finales de junio de 1999, con motivo de los actos conmemorativos del 175º Aniversario de la creación de la Policía, contando con la presencia del Excmo. Sr. Director General.

Poco más de un mes después pudimos abrir la segunda Sala con lo que el Museo quedó listo para ser visitado pese a que esto entrañó siempre serias dificultades por el lugar donde se encontraba ubicado.

En enero de 2000 fui relevado de mi puesto, perdiendo mi vinculación con el Museo que no recuperé hasta 2004 con la llegada a la Jefatura Superior del Comisario Pral. García Mañá, muy sensibilizado con estos temas, con quien, de nuevo, volví a tomar las riendas del proyecto.

En esta segunda etapa fue, igualmente, pieza clave y fundamental el Policía Darío Iglesias, acometiendo con él y con otros Policías de la plantilla, entre ellos el Policía Nemesio Díaz González, el tan necesario traslado y ampliación del Museo que, en mayo de 2006 abrió sus puertas, con un total de ocho salas -fundacional; Policía de uniforme; Sala de Armas; galería de Jefes Superiores con la recreación de un antiguo despacho de Comisario; otra dedicada a temas relacionados con Policía Judicial, Información, Documentación, TEDAX y una pequeña biblioteca; Policía Científica; Transmisiones y Sala del Crimen-, 500 metros cuadrados de exposición y más de 2.000 piezas, con una muy buena iluminación, gracias al asesoramiento de técnicos del Museo Histórico Militar de La Coruña y mobiliario adecuado, que se ubica, para orgullo de todos, en el Centro Policial de Lonzas.

Sería injusto pasar por alto y no mencionar la valiosísima colaboración prestada, durante los últimos veinte años, por el Subinspector Rolle y los Policía Ramón Mejuto -desgraciadamente fallecido recientemente- y Manuel Novo que, destinados en el Museo de forma sucesiva, fueron, de hecho Manuel Novo aun lo es actualmente, piezas claves para su perfecta conservación y mantenimiento.

Como último apunte, recuerdo una propuesta del Comisario Pral. García Mañá, hecha en sus tiempos de Jefe Superior, cuando indicó la conveniencia de colocar en el Museo una placa con los nombres de todos los que formamos parte del proyecto. Sin embargo, yo mismo aconsejé la poca conveniencia de tal medida ya que fueron muchos más los Policías que contribuyeron, a lo largo de los años, de una u otra forma, a hacer realidad el Museo y siempre alguien podría quedar en el tintero y, de esta forma, el resultado final del trabajo es mérito que corresponde, por igual, a toda la Jefatura Superior de La Coruña.

Creo que, con estos renglones, queda diametralmente demostrado, fuera de toda duda, como fue la génesis del Museo Policial de La Coruña.

Eugenio Fernández Barallobre.

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