Del boletín "Emblema" de enero, tomamos este artículo de nuestro buen amigo, compañero y colaborador, Eloy Ramos Martínez.
Amadeo I de España fue proclamado Rey en Madrid el 2 de enero de 1871, dando fin con ello al periodo de inestabilidad política acaecido en España a partir de la revolución de 1868, al menos en apariencia. El nuevo rey había sido elegido constitucionalmente por las Cortes el 16 de noviembre de 1870.
Amadeo I de Saboya |
El artífice de su elección había sido el general Juan Prim y Prats, masón igual que Amadeo, pero Prim no pudo ver finalizada su obra, pues falleció precisamente a la llegada del nuevo rey de España.
Durante su breve reinado Amadeo I tuvo muchos factores en contra, además del estallido de la Tercera Guerra Carlista y una gran conspiración alfonsina que acabaría triunfando unos años después con la proclamación del hijo de Isabel II, Alfonso XII
El 18 de julio de 1872 se produjo un atentado contra el nuevo soberano cuando éste, acompañado de su esposa la reina María Victoria del Pozo y Cisterna, regresaba de un paseo en coche por el Retiro y el Paseo de Prado. Tras cruzar la Puerta del Sol y tomar por la calle Arenal, al llegar a la altura de la que sería luego la discoteca Joy Eslava, fue objeto de varios disparos por parte de dos o tal vez tres individuos, que inmediatamente se dieron a la fuga y no pidieron ser detenidos y ni siquiera fueron identificados. Parece milagroso que no acertaran a dar a la pareja real.
El general Burgos, que acompañaba a a pareja, protegió con su corpachón a la Reina, mientras que el Rey cometía una imprudencia instintiva; al oír los disparos se puso de pie para otear la procedencia de los mismos, con lo que ofrecía un blanco más fácil todavía a sus frustrados asesinos.
Mª Victoria del Pozo y Cisterna |
El rey Amadeo era un hombre valiente. Militar de valor acreditado, a los 21 años había cargado a la cabeza de los Granaderos de Lombardía contra los austríacos en la batalla de Custozza. Y en España mostró, además, grandes dotes deportivas. En el verano de 1872, veraneando en Santander, nadó desde la playa hasta un barco de guerra fondeado en alta mar, lo que fue muy aplaudido por la gente.
A la mañana siguiente al atentado visitó el lugar de los hechos, siendo muy aplaudido por la gente cuando fue reconocido. Una señora le regaló una bala que se había utilizado contra él en el atentado y que había quedado incrustada en una pared de la calle.
Dos días más tarde emprendería un viaje que le llevó a conocer varias provincias y capitales españolas, a saber: Valladolid, Burgos, Palencia, Santander, Bilbao, San Sebastián, Asturias, Ferrol y La Coruña.
La Reina solo estuvo unos cuantos meses en España. Durante su ausencia, el rey, que tenía fama de mujeriego, tuvo amoríos con una bella e inteligente madrileña, Adela Larra, hija del escritor Mariano José. Este amorío fue muy comentado en Madrid.
Digamos que el tercero de sus hijos, Luis Amadeo, duque de Los Abruzzos, Príncipe español e Infante de España por derecho e italiano por su vida, fue un gran escalador y explorador. Subió al Himalaya, a los glaciares del Ruwenzari, en el África Ecuatorial y en Alaska. Realizó además una expedición al Polo Norte, llegando a una latitud de 86º 33' de latitud norte, estando más cerca que nadie del Polo Norte en aquellas fechas.
El Hermano Amadeo de Saboya abandonó desencantado España (este país de locos, en sus palabras) en 1873 y el 11 de febrero de ese año, los masones Ceferino Martos y Manuel Ruiz Zorrilla proclamaron la I República en España.
Amadeo de Saboya, fue considerado mayoritariamente por los españoles como un rey intruso, al que aplicaron despectivamente el apodo de “Macarronini I”.
Cuando falleció Amadeo de Saboya, en el número 29 del Boletín Oficial del Grande Oriente Nacional de España del 6 de julio de 1890 se publicó una esquela en la que el Supremo Consejo del Gran Oriente Nacional de España suplicaba a todas las logias, capítulos y cámaras que celebraran una tenida fúnebre “en honor de tan ilustre y caballeroso Hermano”.
Durante el siglo XIX España tuvo dos monarcas foráneos y pertenecientes a la Masonería: el citado Amadeo de Saboya y José Bonaparte. Ambos acabaron en el exilio.
Eloy Ramos Martínez.
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