Nuestro buen amigo, compañero y colaborador, el Comisario Pral. Mario Sánchez Santos, nos remite este relato, una ficción que, al paso que vamos, si seguimos siendo gobernados por esta canalla social-comunista, el día menos pensando se puede hacer realidad.
Conviene leerlo con atención y que cada uno saque sus conclusiones. La situación de la delincuencia en España es muy grave y se la debemos a todos estos políticos vividores que siguen, al pie de la letra, los mandatos globalitarios de esa perniciosa Agenda 2030 que el del pantalón de pitillo y sus secuaces nos quieren implantar.
Vayamos, pues, con el relato.
"El siguiente relato parece ser de un policía, pero también podría haber sido de un guardia civil. Sólo nos falta saber cuántos policías y guardias civiles más piensan de la misma manera.
Yo, Policía, encontrándome libre de servicio, estaba de compras cuando lo vi suceder.
Un delincuente se aproximó a su víctima. Era una madre que llevaba a su niño de la mano. Le apuntaba con una pistola en el rostro, amenazándola con matarla si no le entregaba el bolso.
Al ver esto, mi impulso policial surgió de inmediato. Pero así como surgió se detuvo. Y pensé:
"No tengo apoyo de nadie, ni del lugar donde trabajo, no tendré futuro, el Ministerio del Interior no me defenderá, el Ministerio Fiscal me acusará y el Poder Judicial buscará sentenciarme. La legislación está siendo acomodada para proteger al delincuente y la sociedad me condenará sólo por ser policía. Mi familia..., ellos me esperan en casa".
La pobre mujer asustada ni siquiera reaccionó. El delincuente «víctima de la sociedad opresora», sin motivos y después de obtener lo que quería, dispara su arma. La mujer cae al suelo con su rostro envuelto en sangre. El niño llora, llora sin saber qué hacer. En ese momento, el delincuente no sólo robó lo poco que llevaba la mujer, sino que también destruyó una familia, se llevó sus sueños, sus planes y su vida.
No reaccioné. Hice la llamada al 112 y avisé. Al fin y al cabo, ese es el procedimiento. Llegué a casa y allí estaban mi esposa y mis hijos.
No tuve que ver al Ministro del Interior expresando que fui irracional al impedir que el victimario matase a una mujer por un bolso «porque él es una pobre víctima de la sociedad y tiene derechos y necesidades».
No tuve que escuchar al presidente del Tribunal o al representante del Ministerio Fiscal, diciendo: «ese policía sólo sabe dar palos y disparar».
No leí en las redes sociales el desprecio de la sociedad encendidas en contra de la Policía. No vi fotos ni vídeos mostrando la agresión policial en contra de «una persona que sólo quería llevarse un bolso».
No vi las manifestaciones de los organismos de derechos humanos reclamando justicia e indemnización para la familia del pobre muchacho, muerto vilmente a manos de la Policía represora, poco preparada y que actúa precipitadamente, a la vez que pide "encarcelar al Policía" por abuso de poder. Tampoco vi a los medios de comunicación como siempre abriendo sus titulares de noticias desacreditando la labor policial.
Mi arma no me fue retirada y no estuve seis meses suspendido de empleo y sueldo, sin poder trabajar, mientras deciden si voy a prisión o no. Tampoco tuve que pagar con mi dinero a un abogado para que me defendiera por tan sólo cumplir con mi trabajo.
Sí. Yo estuve allí. Pero fue como si no hubiese estado. El problema será cuando toda la Policía actúe así. La inseguridad será todavía mayor y el caos lo gobernará todo. El miedo a salir de casa para ir a trabajar, a llevar a nuestros hijos a la escuela, a ir al mercado nos acompañará siempre. Es como si pareciera que estamos buscando acomodarnos para vivir en este caos. Hemos perdido el norte; hemos transgredido valores, principios y funciones. Llamamos bueno a lo malo y malo a lo bueno.
Permitimos que cualquiera investigue, el fiscal no es investigador de profesión, su verdadera profesión es abogado, por eso sueltan a los delincuentes, el verdadero investigador en todo el mundo es EL POLICÍA o EL GUARDIA CIVIL, nadie más, por eso la delincuencia crece cada vez más.
No importa quien lo escriba, importa quien lo lee.
ASÍ ESTAMOS".
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