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sábado, 1 de octubre de 2022

Los dioramas de Simón Javier Iglesias Andrés

En fechas pasadas, el magnífico maquetista y coleccionista Simón Javier Iglesias Andrés, se desplazó a La Coruña para depositar, en el Museo que la Jefatura Superior de Policía de Galicia posee en el Centro Policial de Lonzas, tres de sus obras recientemente concluidas. En concreto, tres dioramas que recogen escenas en las que sus protagonistas forman parte de dos de los Cuerpos integrantes de la Policía Gubernativa, el Cuerpo de Seguridad, en el periodo de 1908 a 1923, y el Cuerpo General de Policía en la década de los cincuenta del siglo pasado.

En su calidad de miembro fundador y en la actualidad integrante de Junta Directiva de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española, en su día mostró interés en depositar en el Museo Policial de La Coruña los tres dioramas a los que se ha hecho referencia para su exhibición y conservación.

Prevención del Cuerpo de Seguridad (1908)


Hablar del polifacético Simón Javier Iglesias no es tarea sencilla. Coleccionista impenitente de todo lo relacionado con la Policía, posee una de las mejores colecciones de España de esta materia, contando con piezas únicas e irrepetibles de muy difícil consecución y que conserva, celosamente, en su valiosa colección.

A lo largo de los años ha prestado asesoramiento a otros coleccionistas para determinar la autenticidad de piezas que ofrecen dudas sobre su origen o simplemente verificar si se trata de copias de una mayor o menor perfección.

En su faceta de pintor, otra que cultiva de forma habitual, destaca su realismo y su seguridad en los trazos que sorprenden a todos aquellos que se acercan a su polifacética obra.

Su faceta de fotógrafo profesional, con más de veinte años de experiencia, le permite realizar magníficos reportajes sobre cada una de las piezas, especialmente las más valiosas, con las que cuenta que muestra con todo detalle.

Como escritor, sus artículos resultan de lectura fácil y muy descriptivos, acompañando cada trabajo con un importante aporte fotográfico. Es colaborador habitual del boletín “Emblema” de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española, siendo de su responsabilidad la sección dedicada al coleccionismo.

Como maquetista, el cuidado del detalle y el esmero a la hora de localizar los escenarios son fundamentales en su obra, llamando la atención de quien se acerca a cualquiera de sus trabajos, realizados a base de madera, resinas y pasta moldeable que le permite aproximarse con gran detalle a la realidad de lo que desea representar.

Desde el punto de vista uniformológico, cualquiera de sus dioramas, en especial los depositados en el Museo policial de La Coruña, saldrían airosos del más riguroso examen que, sobre la materia en cuestión, realizase el mejor erudito en esta especialidad, toda vez que los basa en los reglamentos y cartillas de uniformidad que estaban en vigor en la fecha en la que desea ambientar el trabajo.

En su calidad de divulgador es minucioso a la hora de describir, con detalle, las piezas de su colección que desea mostrar al público interesado.

Otra de sus aficiones, no menos cultivada que las demás, es la de tallador de madera lo que le ha servido para crear alguna obra vinculada, igualmente, a alguno de los Cuerpos integrantes de la Policía Gubernativa.

Con relación a los tres dioramas que, a partir de ahora, se muestran en el Museo policial coruñés, reflejan con una minuciosidad sorprendente y con una fidelidad fuera de toda duda, cuidando con esmero el detalle hasta extremos que llaman la atención, otros tantos escenarios muy vinculados al devenir de la historia de la Policía Española.

El asesinato del 12 de la calle del Peso (1923)


La primera de las maquetas, que titula “Prevención del Cuerpo de Seguridad (1908)” refleja con nitidez una de estas dependencias policiales de entre finales de 1908 y 1911.

Situémonos en esos años. En la Prevención del Cuerpo de Seguridad que desea representar, se observa a un Sargento, empleo característico de los jefes de las prevenciones del Cuerpo, sentado tras su mesa de despacho, recriminando a un detenido, con el atestado en la mano que, sin duda, refiere el motivo de su detención. El detenido, cabizbajo y esposado, aguarda su ingreso en el inmediato calabozo cuya puerta de acceso está perfectamente representada.

Sobre la mesa, además de un periódico, una taza de loza con café, y la correspondiente pluma de plumín y el tintero, se observa el casco de fieltro inglés del modelo declarado reglamentario en 1903 y que comenzó a usar en mayo de 1904 el Escuadrón de Caballería de Madrid, haciéndose extensivo, en 1907, al personal de Infantería; junto a él, el machete policial modelo 1907 que se declaró de uso en 1908.

El Sargento, viste el uniforme del Cuerpo de Seguridad que describe el Reglamento publicado en abril de 1908, con la modificación de divisas de empleo tras el cambio operado en el Ejército, con la entrada en vigor del nuevo Reglamento de uniformidad de octubre de 1908, que se refleja en sus galones de panecillo de plata de 13 mm., cada uno, con intervalos de 2 mm., en granate. De hecho, prueba evidente de que la escena se corresponde con las fechas propuestas es la ausencia de los tresillos a la granadera de las bocamangas de la guerrera del Sargento que no fueron reglamentados hasta principios de otoño de 1911.

El detenido, por su parte, cabizbajo y con aspecto abandonado, lo representa privado de los cordones de sus botas, a la espera de su ingreso en el inmediato calabozo cuya puerta aparece cerrada a su derecha, al lado de un paraguas.

Pero si la minuciosidad de las dos figuras centrales resulta de un realismo abrumador, incluso la del gato que merodea la escena, la decoración de la estancia no lo es menos. Desde el retrato de S.M. el Rey D. Alfonso XIII, pasando por el aparato telefónico, el reloj omnipresente en todas las dependencias policiales, la estufa, el mobiliario, las requisitorias de busca y captura sobre un corcho, hasta la Bandera Nacional con el escudo reglamentario por estos años, todo corresponde al escenario que se pretende reflejar.

El suelo, de madera, está hecho a base de pequeñas piezas que demuestran lo minucioso del trabajo realizado por el autor.

Otro detalle a tener en cuenta son los desconchados que aparecen en la pared de la dependencia, algo que, probablemente, fuese habitual debido al mal estado que presentaban algunas instalaciones policiales, la mayoría con muchos años a cuestas, y con escaso presupuesto para acometer reparaciones y reformas.

Inspección del Guardia del Cuerpo General de Policía (1953)


El segundo de los dioramas, Simón Javier lo tituló “el asesinato del 12 de la calle del Peso (1923)”, un supuesto imaginario que recoge el descubrimiento, por parte de una pareja de Guardias de Seguridad, de un cadáver a la puerta de una portería de un inmueble creado, igual que la calle donde se desarrollan los hechos, por la ficción del autor.

De nuevo, Simón Javier, vuelve a recrearse en la minuciosidad de los detalles y así presenta un escenario situado en una calle de la parte vieja de la localidad en la que pretende desarrollar los hechos.

En la escena, un hombre, que yace aparentemente muerto, es examinado por un Guardia del Cuerpo de Seguridad ante la atenta mirada de su compañero de pareja que se mantiene en actitud de prevención por si se tratase de algún tipo de ardid que pudiese poner sus vidas en peligro.

En cuanto a su datación -1923- es la correcta, pues si bien ambos Guardias visten el uniforme que se reglamentó en septiembre de 1920, como lo demuestra el modelo de casco que utilizan que se remata con un ventilador niquelado, situado en su bóveda, usan ya las polainas leguis de baquetilla negra, declaradas reglamentarias, con el uniforme de invierno, en marzo de 1922 y que estuvieron en uso incluso en los primeros años de vida del Cuerpo de la Policía Armada, probablemente hasta 1958.

En el suelo, un hombre, con aparentes muestras de haber fallecido consecuencia de una agresión con arma blanca o de fuego, presenta manchas de sangre en su cuerpo, posiblemente las que le provocaron la muerte.

A su lado, una mujer, de la que ignoramos el motivo de su presencia en la escena, tal vez la esposa del muerto o simplemente la requirente del servicio, se muestra alarmada por el hallazgo del cadáver a la puerta de la portería del inmueble en la que trabaja.

En cuanto a los detalles, es una prolongación de la anterior ya descrita. Desde los azulejos que conforman el suelo, realizados en madera a base de piezas de muy pequeño tamaño, hechas una a una; pasando por la banqueta, la mesa de la cocina que aparece detrás de las cortinas de la pieza que asoma al patio, el escobón, la lechera, la lámpara, el pasamanos y la balaustrada de la escalara e incluso, sobre el pasamanos de la planta superior, un pequeño ratón que se pasea libremente.

El tercero de los dioramas entregados en el Museo Policial de La Coruña, el autor lo titula “Inspección de Guardia del Cuerpo General de Policía (1953)”. En él se representa el despacho de un Comisario, tantas veces presentado de esta forma en muchas películas del cine español de la época.

Tras la mesa de despacho, aparece el Comisario Jefe que guarda un parecido sorprendente con el autor de la obra, hasta el punto de poder asegurar que se trata de una suerte de autorretrato.

Situado sobre la tarima de madera y con la balaustrada tan característica que lo separa de denunciantes y detenidos, tiene sobre la mesa un ejemplar del periódico “Amanecer” de la fecha que, a buen seguro, se puede hasta leer su contenido y a su lado una máquina de escribir y un cenicero con colillas.

También, sobre la mesa, un teléfono de baquelita negra, lapiceros dentro de un portalápiz, un soporte para sellos de caucho con varios cuños y una serie de documentos de índole policial.

El resto del mobiliario lo componen una caja fuerte para guardar en ella los objetos de valor recuperados y un archivador con cajetines para el archivo alfabético de fichas y otros documentos.

Simón Javier con el Jefe Superior de Policía de Galicia y con el Comisario Jefe de la BPSC en el acto de entrega de los dioramas


Sobre la pared, la Bandera Nacional con el escudo vigente en la época y la fotografía del Jefe del Estado, reglamentaria en cada dependencia policial, vestido con uniforme de Capitán General del Ejército de Tierra. Además de esto, el reloj característico de las Inspecciones de Guardia, una orla que seguro quiere representar la de la promoción de Comisarios del titular; una metopa con el emblema del Cuerpo de la Policía Armada -el Aguila de San Juan- y un calendario con la fecha martes, 10 de marzo, que coincide con la del año que quiere representar.

Como hemos señalado, los tres dioramas quedaron depositados para su exhibición y custodia en las dependencias del Museo Policial de la Jefatura Superior de Policía de Galicia, situado en el coruñés Centro Policial de Lonzas.

La entrega por parte del autor se verificó en la mañana del pasado 22 de junio, quien se desplazó, con este motivo, desde su residencia habitual de Oviedo.

Una vez en el Museo, fue recibido por el Jefe Superior de Policía de Galicia, Comisario Principal Ramón Gómez Nieto quien estaba acompañado por el Comisario Miguel Ferrero Cuesta, jefe de la Brigada de Seguridad Ciudadana.

Tras unas palabras del Jefe Superior en las que agradeció a Simón Javier Iglesias la cesión de las obras, le hizo entrega de un obsequio y lo invitó a firmar en el Libro de Honor del Museo, dando así el sencillo acto por concluido.

Constituye para el Museo Policial de La Coruña, un orgullo y una satisfacción que Simón Javier Iglesias Andrés haya decidido cederle estas piezas únicas que, a buen seguro, llamarán la atención entre los visitantes.

José Eugenio Fernández Barallobre,

(Artículo publicado en la revista "Policía").











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