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jueves, 4 de agosto de 2022

El terror de los Museos detenido. Un soberbio servicio el que ha prestado la Policía madrileña

Del número de agosto del boletín "Emblema", tomamos este interesante y documentado trabajo de nuestro buen amigo, compañero y colaborador Antonio Alonso Rodríguez.

Así describía la prensa madrileña en abril de 1934 un excelente servicio realizado por la Primera Brigada de Investigación Criminal de Madrid tras la detención de un delincuente especializado en el robo de obras de arte en Museos, Antonio Lequerica y Polo de Bernabé.

La investigación se inició el 6 de abril de 1934 tras presentar el director del Museo Cerralbo, situado en la esquina de la calle Ferraz y Ventura Rodríguez de Madrid, una denuncia en la Dirección General de Seguridad informando que había detectado el robo de “varias y valiosísimas obras de arte arqueológico” (1) entre los fondos de su institución. Se encargó, para el esclarecimiento de los hechos, a la Primera Brigada de Investigación Criminal de Madrid, un grupo de excelentes y competentes policías de los que ya hemos hablado en numerosas ocasiones dado los grandes servicios que prestaron en defensa de la Ley.

En esos momentos dirigía esa unidad el comisario Don Gabriel Araque Cobos, otro gran policía que durante muchos años sirvió lealmente a España y al Cuerpo y que desgraciadamente, como otros muchos, ha quedado relegado al olvido. Por fortuna, gracias a este Blog y a la Asociación de la Orden de la Placa y el Mérito, en un futuro muy cercano lo rescataremos de ese injusto olvido.

Como segundo jefe de esa unidad estaba un policía mítico, conocido como “el archivo mental de la Policía”, del que ya hemos hablado en este Blog, Don Pedro Herráiz Carrero (2) así como otros policías no menos competentes como por ejemplo Eugenio Benito Poveda, más tarde conocido como el “Comisario Poveda”, Pedro Aurioles Aurioles, que en 1951 fue nombrado Comisario Principal, Santos Alonso Batanero, Manuel Arrojo López, que fue vilmente asesinado en plena calle en julio del 36, a escasos metros de la Dirección General de Seguridad, cuando se resistió a ser arrestado por un grupo de milicianos, o Fabriciano Fernández Quevedo.

Este grupo de policías, en cuanto tuvo conocimiento de la denuncia inició “activas gestiones” y tras solo tres días capturaron al autor y recuperaron los efectos sustraídos no sólo en ese robo sino los efectuados en otros museos y que no habían sido denunciados.

Tal vez la enorme memoria del comisario Pedro Herráiz tuvo algo que ver en la rápida resolución de los hechos y recordara el “modus operandi” de un delincuente habitual llamado Antonio Lequerica y Polo de Bernabé que ya había sido detenido a mediados de junio del año 1931 por el robo en el Instituto de Valencia de Don Juan, situado en la madrileña calle Fortuny número 43, de un abanico muy antiguo con varillaje cuajado de piedras preciosas de “incalculable valor” (4) y de tres monedas de oro con el busto de los Reyes Católicos, ejemplares únicos acuñadas en la ceca de Segovia, conocidos en el mundo de la numismática como “excelente de la granada” y que según la prensa de la época tenían un valor, cada una de ellas, de “más de 15.000 duros” (75.000 pesetas de la época, para que sirva de referencia un Guardia de Asalto cobraba anualmente unas 3.100 pesetas) (5). Todas las piezas, gracias a la intervención policial, fueron recuperadas tras realizar un registro en un establecimiento de compra y venta propiedad de Antonio Colino situado en la calle Leganitos número 17.

Imágenes de las monedas acuñadas en la ceca de Segovia de 1, 2, 4, 10 y 20 excelentes de la granada con la imagen de los Reyes Católicos (6).

Antonio Lequerica y Polo de Bernabé tenía un pasado bastante tormentoso. Había nacido en Madrid el 14 de enero de 1888 en el seno de una familia de buena posición. Se casó en 1911 con Matilde Prast y Rodriguez del Llano, una joven de la alta sociedad, hermana del que fuera Alcalde de Madrid entre 1914-1915, pero “a los pocos meses la conducta moral de Lequerica está tan relajada que su esposa, horrorizada, huye a casa de sus padres” (7) e inicia la separación, separación que consigue tras una sentencia del Tribunal Eclesiástico de Madrid en 11 de abril de 1923. Mientras el marido “… se marcha hacia el norte a destrozar los últimos duros de la dote de la boda” (8).

Según sus propias manifestaciones al periódico “El Telegrama del Rif” en agosto de 1921, durante la Primera Guerra Mundial se alistó en la Legión Extranjera y combate en Baviera Oriental, Alsacia y Lorena, resultando herido tres veces, alcanzando el grado de sargento “por sus grandes conocimientos del armamento moderno de guerra” (9), siendo condecorado con varias Cruces de Guerra, de la Victoria y pasadores de herido. También comenta en ese diario, que tras el desastre de Annual, encontrándose destinado en una guarnición de la Legión Extranjera Francesa en Muluya, “exaltados sus sentimientos valerosos, que podía poner al servicio de la grandeza y los prestigios de la patria” (10), se presentó ante el cónsul español en Oran y ofreció sus servicio para combatir a los rifeños en las filas de la Legión. Toda esta bonita historia, narrada por él mismo a la prensa, parece más una coartada de “pirula” (estafador en el argot) que en nada se acerca a la realidad siendo posiblemente la única verdad, su alistamiento en 1921 en el Tercio de Extranjeros.

Al parecer la realidad es que sus andanzas por el norte de España le llevaron a cometer numerosos delitos en esa zona siendo buscado por 11 juzgados de San Sebastián, Santander, Bilbao y Asturias y que, tras su captura, le llevan a prisión donde permanece muchos meses internado. En una de estas requisitorias se detalla su constitución: Estatura baja, pelo castaño, ojos pardos, nariz regular, color de rostro bueno, último domicilio conocido, calle Padilla número 6.

En 1921 consigue escapar de la cárcel y busca refugio en la Legión, donde ahí, sí, se comporta como un buen legionario, siendo herido en combate y condecorado con la Medalla de Sufrimientos por la Patria, alcanzando el grado de sargento.

Tras su licencia en 1928, es nuevamente acogido por su familia creyéndole reformado, pero…la cabra tira al monte. Nuevamente comete nuevos hurtos hasta que tras el importante robo realizado en el Instituto de Valencia de Don Juan, es detenido e ingresa en prisión.

No se tenían de él noticias hasta que la denuncia del director del Museo Montalbo hace recordar a los policías el “modus operandi” utilizado en el robo en el Instituto de Valencia de Don Juan y deciden buscar a Antonio Lequerica. Pronto lo localizan y en su poder encuentran no sólo los objetos robados del Museo Montalbo sino otros sustraídos del Museo Naval (unas valiosas cartas marinas), del Museo Arqueológico Nacional, del Museo Romántico y del Museo Municipal que aún no habían sido detectados ni denunciados.

Objetos recuperados por la Policía que habían sido robados por Antonio Lequerica y Polo de Bernabé (a la derecha)

Se recuperan un copete de reloj de porcelana de Sajonia, un ídolo egipcio que representaba a Osiris, 6 figuritas, tres cristales artísticos, seis monedas de cobre, dos momias de bizcocho, un colmillo de elefante con una Virgen labrada, dos platos de Talavera, un arma japonesa y otros objetos que juntos tenían un valor de varios miles de pesetas de la época y que gracias a la eficacia de la Policía actualmente podemos admirar en los museos.


Dos de los objetos robados y recuperados por la Policía que hoy en día se pueden contemplar en el Museo Montalbo de Madrid. A la izquierda la figura del dios egipcio Osiris y a la derecha el cuerno de elefante con la Virgen grabada

Antonio Lequerica y Polo de Bernabé fue puesto a disposición judicial y los efectos entregados a sus legítimos custodios. Gracias al excelente trabajo de la Primera Brigada de Investigación Criminal de Madrid se recuperaron objetos sustraídos que pertenecían a todos los españoles y que si no llega a ser por su rápida intervención hubieran acabado, como tantos, en manos de coleccionistas desaprensivos o en museos extranjeros, no menos desaprensivos, como el Louvre francés o el British Museum lleno de objetos robados a otras naciones y que aunque se demuestre que son producto de un robo nunca devuelven. Como escribió la prensa de la época “Un soberbio servicio el que ha prestado la Policía madrileña”.

Foto de la comida homenaje al comisario Pedro Herráiz donde se pueden ver la mayoría de los miembros de la Primera Brigada de Investigación Criminal

En cualquier otro país, con una administración de justicia normal, Antonio Lequerica hubiera pasado muchos años en la cárcel pagando sus delitos, pero no en España, donde los delincuentes siempre están protegidos y los honrados ciudadanos son sufridores.

A los pocos meses volvía a la calle y continúa su vida delictiva. En abril de 1936 fue nuevamente identificado como el autor de un robo de un aguafuerte atribuido a Rembrandt titulado “El descendimiento” así como de otros cuatro del artista Alberto Durero en el Museo de la Diputación de Segovia tras robar la llave de entrada al conserje. Pocos días después, se le vuelve a detectar en Barcelona, haciéndose pasar por comandante del Ejército tras desaparecer del Museo Antropológico de Barcelona unos anillos de oro con camafeos.

Fotografías del robo de los aguafuertes en el Museo de la Diputación de Segovia.


Los miembros de la Brigada de Investigación Criminal de Barcelona inician las gestiones para localizarlo y quiere la casualidad que uno de sus miembros, Modesto Soto del Campo, cuando estaba libre de servicio, reconoció, gracias a una fotografía publicada días antes en el diario “Ahora”, a Antonio Lequerica y Polo de Bernabé sentado en la terraza del bar Moka en las ramblas barcelonesas, y procedió a su inmediata detención.

Fotografía del agente del Cuerpo de Vigilancia Modesto Soto del Campo

Este inteligente policía, Modesto Soto del Campo, había nacido en Santander el 29 de julio de 1907, y había ingresado en el Cuerpo en noviembre de 1934 siendo su primer destino la ciudad de Barcelona. No hemos podido averiguar sus vicisitudes durante la guerra pero sí hemos podido comprobar que figuraba en el escalafón del Cuerpo General de Policía, como agente de 1ª Clase, con antigüedad de 1 de julio de 1941. Posteriormente, en enero de 1944 aprueba las oposiciones de Corredor de Comercio quedando excedente en el Cuerpo de Policía. Su primer destino fue Tarragona y posteriormente Vilafranca del Penedés apareciendo en la prensa en 1972, en un artículo titulado “Profesionales millonarios de Barcelona” (11), como el cuarto corredor de comercio que más dinero había ganado ese año. Tampoco le fue mal su segunda profesión.


Fotografía de Antonio Lequerica y Polo de Bernabé publicada en el diario “Ahora” el día 21 de abril de 1936. A la derecha información sobre su detención

Aunque en principio el detenido negó su implicación en los hechos tras realizar activas gestiones en las casas de compra y venta de la ciudad fueron localizadas las joyas robadas en el Museo Antropológico de Barcelona en una casa de antigüedades y ocultos, en un doble fondo de su maleta, se hallaron los aguafuertes robados de Segovia. Más adelante, mientras se instruía el sumario declaró que él no había sido el autor del robo sino un alemán que había conocido durante su servicio en el tercio de Extranjeros y que él se había limitado a custodiar “el consumado”.

Según aparece en el diario Ahora, con el cinismo habitual que acompaña a los estafadores y a muchos ladrones mal llamados de “guante blanco” declaró: “Señores, yo no soy un delincuente. No soy un ladrón. Soy un cleptómano, por efecto de mi afición a las antigüedades. Mi gran devoción consiste en admirar las joyas que se exhiben en las vitrinas de los museos. En estos sitios paso lo mejor de mis horas… A veces, ante un objeto valioso siento imperiosa necesidad de llevármelo. Y me lo llevo. Lo tengo en casa, lo acaricio, lo velo de noche como un hijo enfermo, con verdadero fervor. Me olvido de todo… de comer y de dormir…Claro, que a fin, se imponen sobre mi pobre carne las necesidades de la vida, y entonces recuerdo que no tengo que llevarme a la boca. Siento la necesidad imperiosa de comer, y entonces destrozándome el alma, recuerdo los objetos que mi otra necesidad imperiosa me hizo robar. ¡Pero si vieran ustedes que dolor más profundo siento! Como Diógenes, yo quisiera vivir en un tonel, que convertiría en un mundo, donde admiraría los objetos antiguos, que tanto me atraen y que me llevo de los Museos”.

Finalmente “el terror de los museos”, como llamaban a Antonio Lequerica y Polo de Bernabé, murió durante la guerra civil española. Según declaró su antigua mujer en la Causa General, al parecer vio a su ex-marido vestido de miliciano en Madrid en septiembre de 1936 y posteriormente se enteró que “…fué fusilado en los últimos meses de 1938 por haber intentado pasarse a las filas del Ejército Nacional” (12) siendo, al parecer enterrado en el cementerio de El Pardo sin haber hallado su cuerpo ya que “… han sido sepultados durante la guerra algunos cadáveres sin identificar” (13).

Notas:

1.- Diario «Las provincias», 10 de abril de 1934, página 9.
2.- http://cnpjefb.blogspot.com/2020/07/el-comisario-pedro-herraiz-carrero.html
3.- http://cnpjefb.blogspot.com/2020/05/policias-y-escritores-iii.html
4.- Diario Ahora, 13 de junio de 1931, página 11.
5.- Diario La Voz, 13 de junio de 1931, página 6.
6.- Extraído de un documento elaborado por la Asociación Amigos de la Casa de la Moneda de Segovia y descargado de su web https://www.segoviamint.org/es/
7.- Diario El heraldo segoviano, 26/04/36, página 2
8.- Idem..
9.- El Telegrama del Rif, 5/ de agosto de 1921, página 2.
10.- Idem.
11.- La Hoja del Lunes, 17 de julio de 1972, página 17.
12.- Archivo Histórico Nacional, FC-Causa General, 1506, exp. 4, Declaración de Matilde Prast y Rodríguez del Llano.
13.- Idem.

Antonio Alonso Rodríguez.

 


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