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viernes, 12 de agosto de 2022

Correspondencia de la uniformidad de la Policía Nacional

El uniforme constituye la imagen externa que ofrece un Cuerpo o cualquier otro estamento ante los ojos de los demás, de ahí que su cuidado, la puesta en escena, deba ser esmerada, ajustándose estrictamente a la descripción de las prendas que de cada modalidad se haga en cartillas y reglamentos, guardando la necesaria correspondencia con la vestimenta que empleen los restantes concurrentes al acto al que se asista.

No se debe olvidar, aunque en casos se observe todo lo contrario, que la etiqueta en materia de vestimenta la marca quien invita al acto al que se asista, incluso si no se ajusta a las normas contenidas en los diferentes reglamentos, siempre y cuando el acto en cuestión se revista de la seriedad que corresponde.

Fuerzas Armadas

 

Modalidad

Personal civil

Policía Nacional

Gran etiqueta

 

A

Frac o vestido largo

No existe

Etiqueta

 

A y B

Chaqué (solo actos de mañana y tarde), vestido corto o traje de cóctel; esmoquin (noches), vestido largo o traje de cóctel

Gran gala

Gala

 

A y B

Traje oscuro o vestido corto

Gala

Especial relevancia (lleva guantes blancos)

 

A y B

Traje oscuro o vestido corto

Representación (no debería llevar guantes si la camisa es la gris)

Diario

A, B y C

Americana con corbata, vestido corto o traje de chaqueta

No existe (se usa el de representación)

Trabajo

 

A, B y C

Casual

Trabajo

Lamentablemente, en numerosas ocasiones hemos visto que estos principios no se cumplían como sería deseable y que la concurrencia a determinados actos se verifica sin tener en cuenta norma alguna más allá de la conveniencia del usuario, bien por negligencia, bien por desconocimiento..

Todo reglamento o cartilla de uniformidad, además de describir, con detalle, cada una de las prendas que lo componen, debe referir el cómo y el cuándo debe vestirse cada uno de los uniformes en concurrencia con otras Instituciones uniformadas e incluso con el personal civil que asista al acto.

Un Cuerpo uniformado como el nuestro, con más de veinticinco años de vida operativa y con la experiencia de los que, a lo largo de la historia, nos precedieron en las mismas funciones debería preocuparse por la llamada “cultura del uniforme” que va más allá de saber que tipo de uniformidad hay que emplear en cada caso, llegando a conocer la actitud que se debe observar en cada momento.

El hecho de tratarse de un Cuerpo uniformado, como así se define, exige que la estética, la puesta en escena como se ha señalado, se corresponda con esta circunstancia y más allá de dar cumplimiento al dicho de “dónde fueras haz lo que vieras”, cada cual debe saber muy bien lo que tiene que hacer y como debe comportarse, convirtiendo este comportamiento en algo natural no impostado.

Estas circunstancias deberían ser conocidas por la totalidad de los integrantes de la Corporación, sean de la Escala que sean, aun cuando es prioritario que lo conozcan los componentes de la Escala Ejecutiva y, por encima de ellos, los de la Mando que deberán ser, en último extremo, los que exijan el cumplimiento de estas normas de etiqueta y saber estar.

Es posible que, todavía a día de hoy, muchos de los integrantes de nuestro Cuerpo no sepan la actitud que hay que adoptar en algo tan elemental como la salida o el pase de la Bandera –la Policía Nacional la posee por derecho propio– ante el lugar en el que nos encontramos o cuando suenan las notas del Himno Nacional o se verifica el acto de homenaje a los Policías muertos por España. En la misma medida que nadie les ha enseñado a presentarse y como deben realizar la presentación en las Unidades a las que pasan destinados o de las que se despiden.

Todavía recuerdo cuando los procedentes de los Cuerpos de paisano nos quejábamos de que cuando llegábamos a una Comisaría nos recibía una auxiliar administrativa que también nos despedía, ya que no existían otras normas, más allá de la lógica, que determinasen otra cosa.

Ya llevamos demasiados años de rodaje corporativo como para no haber establecido esto y muchas cosas más que deberían haberse corregido desde el ingreso en la Escuela General de Policía en la que se forma a hombres y mujeres que, una vez fuera de sus aulas, serán quienes representen, en los distintos ámbitos a la Policía Nacional, convirtiéndose en su imagen.

Volviendo a la uniformidad que es lo que nos ocupa en esta ocasión, pese a que en la Real Orden INT/430/2014, de 10 de marzo, se describen los que son de uso en la Policía Nacional, tal vez esta descripción pueda resultar un poco farragosa, incluso insuficiente a la vista de la falta de las imágenes correspondientes a cada uno de los uniformes, más allá de los pequeños dibujos de cada una de las prendas que aparecen en el documento publicado.

Del mismo modo que se ilustra con detalle todo lo relativo a las divisas, así debería suceder con la uniformidad figurando, perfectamente descritos y comprensibles por medio de imágenes, cada una de las modalidades de los distintos uniformes reglamentarios.

Otro aspecto muy relevante en materia de uniformidad es saber cómo debe vestirse cada una de las modalidades y en que momento hacerlo, en especial en concurrencia con otras Instituciones también uniformadas para evitar situaciones desagradables que menoscaban la imagen de nuestro Cuerpo.

Aunque no son las únicas, probablemente el estamento castrense sea el que mejor define y fija las condiciones a observar, en materia de uniformidad, con motivo de la asistencia a actos públicos, en consecuencia, conocer las diferentes modalidades de sus uniformes, estableciendo el necesario paralelismo con los usados por la Policía Nacional, puede resolver situaciones que, a veces, resultan incluso desagradables al encontrarnos fuera de contexto.

Algo similar sucede cuando una Institución o entidad de carácter civil cursa una invitación para asistir a uno de sus actos y fija una etiqueta en materia de vestuario que puede y debe tener su correspondencia con alguna de las modalidades que figuran en el Reglamento de vestuario de la Policía Nacional lo que debería obligarnos a concurrir con ella ya que, en la mayoría de los casos, las invitaciones se reciben más en función de lo que representa que de quien es el receptor.

En cualquier caso, es necesario confeccionar una cartilla de uniformidad que debe estar en posesión de cada uno de los integrantes del Cuerpo, independientemente de su Escala o su destino policial. En esta cartilla deberán figurar, representados por medio de diferentes dibujos, cada una de las modalidades el uniforme en uso, describiendo todas sus prendas lo que contribuirá a evitar el uso de otras –por ejemplo, ceñidores de gala– que no guardan relación alguna ni están autorizadas en la uniformidad vigente, al igual que indicando, aunque sea someramente, su correspondencia tanto con el estamento militar como con el civil.

Incluso puede que sea conveniente repasar la composición de nuestra uniformidad y con las prendas en uso vigente diseñar alguno que no existe, tal es el caso del de “diario” que no debe tener el mismo nivel que el de “representación” aunque en el caso de la Policía Nacional lo tiene. Bastaría dejar la camisa gris para la uniformidad de diario -reuniones, visitas, actos de despacho, etc.- y la blanca para la de representación –actos de relevancia que no exijan el uso del de gala-, acompañada de guantes del mismo color. Algo similar sucede con la Gran Etiqueta, uniforme del que no se dispone, si bien el actual de Gran Gala de la Policía Nacional mantiene algunos elementos propios de la Gran Etiqueta –uso de Grandes Cruces, Placas y Encomiendas– con lo cual, añadiendo un ceñidor dorado y falda larga para el personal femenino, se podrían crear las dos modalidades, llegado el caso. Sería cuestión de estudiar un poco más las necesidades y las situaciones que se pueden generar en cada ocasión para adoptar la medida más correcta.

Eugenio Fernández Barallobre.

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