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jueves, 30 de junio de 2022

El caso Vallecas

Del boletín "Emblema" hemos extraído este artículo firmado por nuestro buen amigo, compañero y colaborador Jesús Logueira Alvarez.

En el número anterior de este célebre Boletín publicábamos un artículo que con el nombre “La aceptación de las pruebas de origen parasicológico en el atestado policial”, servía de primera parte para este que le sigue, y que con este título da nombre a unos sucesos acontecidos en ese barrio madrileño en el año 1992. Si comentábamos en el primero el soporte legal que se da a estas pruebas en el atestado policial, hoy relatamos un caso que se convirtió en el único en que de forma seria constan y se narran en un documento policial hechos con ese origen. A la comparecencia inicial de los agentes del Cuerpo Nacional de Policía acompañaremos alguna foto de la correspondiente “inspección ocular” por parte de las unidades de Policía Científica del referido cuerpo.

Este cuadro empezó a arder de forma espontánea sin que se encontraran restos de iniciadores


Antes de continuar, debemos recordar que existe una clasificación que se toma como base para estos sucesos, la misma proviene de nuestro ejército y se utiliza fundamentalmente para la evaluación de los testigos en casos como el acontecido en 1979, cuando en un suceso extraño, el avión del Presidente Suárez fue obligado a aterrizar en Valencia, más tarde conocido como “caso Manises”. En la misma, con un grado de “5”, se concede la máxima puntuación a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en base a su neutralidad, y la atención del caso en cuanto no es personal implicado emocionalmente.

La joven de 14 años Estefanía Gutiérrez Lázaro había fallecido el día 11 de agosto del año anterior, 1991, en el hospital Gregorio Marañón de Madrid. Una muerte calificada en ese momento como extraña, una asfixia repentina y unas convulsiones le causan la muerte; si el lector aprecia con acierto que estos síntomas podrían haber sido calificados como un ataque epiléptico no le faltará razón, pero no podemos obviar que antes de ese día ya había sido tratada por manifestar unos síntomas psicológicos que la acompañaban, convulsiones y alucinaciones inexplicables y voces interiores que la amedrentan, todo ello después de participar en una sesión de la “tabla “ouija”. En ningún momento le fue diagnosticada la referida enfermedad con el nombre de epilepsia.

No pasaría de aquí este asunto sin lo ocurrido en la madrugada del 27 de noviembre de 1992 cuando la familia de Estefanía llama al “091” para dar cuenta de unos sucesos extraños que se producían en el domicilio donde había vivido la joven. Su padre espera en la calle a la patrulla que tras subir al piso y verlo por sí mismos informan y reclaman la presencia del responsable del Turno, el Inspector-Jefe José Pedro Negri, que lo comprueba igualmente y redacta el siguiente documento.

Diligencias policiales

A partir de aquí les transcribo literalmente lo que se encontraron en el domicilio:

“Se encontraba en situación de misterio y rareza, que estando sentados en compañía de toda la familia, pudieron oír y observar como una puerta de un armario perfectamente cerrada, cosa que comprobaron después, se abrió de forma súbita y totalmente antinatural, lo que desencadenó una serie de sospechas serias en el Inspector Jefe y los tres policías allí presentes”.

“Que no habían salido de la sorpresa y comentando la misma, se produjo un fuerte ruido en la terraza donde pudieron comprobar que no había nadie por lo que las referidas sospechas aumentaron y se reforzaron, tomando el suceso un interés insospechado”.

“Que momentos después, pudieron percatarse y observar como en la mesita que sostenía el teléfono y, concretamente, en un mantelito, apareció una mancha de color marrón consistente que el I.J. identifica como babas”.

Aunque los agentes, como en otros casos, buscaron una explicación racional a todos los hechos, corrientes de aire o cualquier otra justificación posible, no se dio con ninguna solución de ese origen para la puerta que se cierra, la caída de objetos, ni para los demás sucesos, entre ellos la puesta en marcha de forma súbita de electrodomésticos sin mando a distancia ni programador.

Distintas imágenes de la escena 

Evaluado el caso por el célebre psiquiatra Fernando Jiménez del Oso, recomienda a la familia la salida definitiva del domicilio. Fue a partir de ahí cuando los fenómenos cesaron. Los nuevos propietarios nunca han referido ningún particular sobre el evento. Y así sigue el caso, sin explicación.

Jesús Longueira Alvarez.

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