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viernes, 18 de marzo de 2022

1949. Asesinato en Barcelona de Carmen Broto

Nuestro buen amigo y colaborador Carlos Fernández Barallobre, nos remite este interesante artículo sobre otro hecho criminal ocurrido en la España de finales de los años 40. 

Alrededor de las dos de la madrugada, del día 11 de enero de 1949, en la calle Alegre de Dalt de Barcelona se escuchó un ruido como de un disparo, que produjo una gran alarma. Hasta allí llegaron en seguida los serenos de las calles Alegre de Dalt, San Luis y Encarnación, Uno de ellos, observó cómo un automóvil se alejaba del lugar y descendía por la propia calle Alegre de Dalt en dirección a la calle Escorial. Siguieron su pista y dieron con el automóvil que se había dado a la fuga, abandonado. Era un Ford modelo cuatro puertas, tipo sedán, en el que apreciaron que la matrícula de la parte posterior, V-9934 había sido forzada como intentando ser arrancada del automóvil. El vehículo tenía numerosas manchas de sangre, y en la parte de la puerta derecha presentaba una abolladura debido a un golpe; en el salpicadero del vehículo se encontró un mazo de madera, de unos 30 centímetros de mango, prácticamente nuevo, lleno de sangre.

Carmen Broto


Inmediatamente los funcionarios municipales avisaron a la Comisaría de Policía de la Travesera de Dalt, presentándose en el lugar del suceso un Inspector del Cuerpo General de Policía y dos Policías Armados. Estos procedieron al registro del automóvil abandonado, encontrando bajo el asiento delantero un bolso de señora que contenía artículos de tocador, unas 280 pesetas en billetes, y una cartilla de racionamiento a nombre de Carmen Broto Bull, natural de Boltaña (Huesca). En el suelo de los asientos delanteros, aparecieron un guante de color negro y también una fotografía en el que se veía a dos mujeres, una de ellas Carmen Broto, identificada por la fotografía que aparecía en la cartilla de racionamiento encontrada, y dos hombres.

Al ver numerosas manchas de sangre por el suelo, que alguien había dejado en su recorrido, el Inspector y los dos Policías Armados, acompañados por los serenos se allegaron hasta la calle Legalidad, Allí, ante una puerta de uno de los huertos enclavados en la propia calle, se perdía el rastro de las gotas de sangre. Ante ello los funcionarios policiales derribaron la puerta de acceso al huerto. Allí encontraron una pala, completamente nueva, llena de sangre y tierra, así como numerosos restos de sangre. Ante ello el Inspector del Cuerpo General puso el hallazgo en conocimiento del Juzgado de guardia, el cual ordenó al Cuerpo de Bomberos, que a primera hora de la mañana se personase en el citado huerto a fin de realizar una completa revisión del terreno. Los bomberos barceloneses llegaron al huerto a las siete de la mañana y tras derribar un tabique y excavar la tierra, se encontraron con el cadáver de una joven rubia, elegantemente vestida, envuelta un abrigo de garras de Astracán valorado en unas 50.000 pesetas. Vestía vestido de terciopelo, zapatos negros con tacones, medias y una combinación de encaje y presentaba una gran herida en la cabeza que parecía haber sido causada por el mazo que se había encontrado con anterioridad. La victima resultó ser la dueña de la tarjeta de racionamiento antes encontrada.

Carmen Broto vivía en un lujoso piso de la Avenida del Padre Claret, núm. 18, esquina al Paseo de San Juan. En su domicilio, según conoció la Policía vivía sola y no acostumbraba a salir de él sin ser acompañada, por lo que se creía que había sido sacada del mismo, con engaño, por el asesino o asesinos. A las siete y media de la mañana llegó al lugar del suceso el juez de guardia, Francisco María Monzón, que dispuso el levantamiento del cadáver y su traslado al depósito del Hospital Cínico.

Del resultado de las investigaciones practicadas se deducía que el móvil del crimen había sido el robo, pues en el domicilio de la víctima, en el que todo hacía suponer que estuvieron los asesinos, no habían sido encontradas las valiosas joyas que al parecer poseía la víctima.

Por las manifestaciones de personas que procedieron a la exhumación del cadáver, parecía desprenderse que el hoyo de la pequeña caseta donde fue enterrada Carmen Broto, había sido efectuado antes del asesinato. Al comprobar los ladrillos, que eran nuevos, y que componían el tabique derribado por los bomberos y la capa de cal extendida sobre los mismos, que contrastaba con la antigüedad del resto del encalado de la caseta, lo cual junto con el hecho, de que tanto la maza como la pala fuesen nuevas, parecía indicar que se trataba de un alevoso crimen premeditado.

Tras una rápida y muy eficiente labor de la Brigada de Investigación Criminal de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona, se conoció que Carmen Broto natural de Guaso, un pueblo de la provincia de Huesca, de 26 años de edad, había llegado a Barcelona con 18 años, entrando a trabajar en el servicio doméstico. Al ver que aquello no le daba mucho rédito económico se dedicó a frecuentar, gracias a su belleza, dotada de un magnífico cuerpo y una espectacular melena rubia, la cual había teñido, la cafetería Alaska y otros salones y locales de baile, donde alternaba lo más granado de la sociedad de la ciudad Condal. Eso le llevaría a comenzar a ejercer la prostitución de alta gama. Allí conocería a Ramón Pané, quien durante más de un año y medio la mantendría con una cantidad de dinero fija al mes. Pané también le ayudaría a poner un par de pisos, donde Carmen ejercía como madame de otras jóvenes, muchas de ellas llegadas desde Galicia a Barcelona y que se dedicaban también, tras pasar por el servicio doméstico, a ejercer uno de los oficios más antiguos del mundo. Otro cliente Julio Muñoz Ramonet, propietario de los almacenes El Águila, casado con Carmen Villalonga, la hija del presidente del Banco Popular, le regalaría otra vivienda, pieles y muchas joyas. Otro de sus clientes más destacados sería el gallego Juan Martínez Penas, empresario del teatro Tívoli, que se alojaba a todo tren en el hotel Ritz y usaba a Carmen para enmascarar su condición de bujarrón de tomo y lomo. Ante los hombres de la sociedad catalana, donde tener una querida, estaba a la orden del día, por supuesto con mucha discreción, Carmen se convirtió en una mujer objeto de deseo, por lo que conoció de forma íntima a muchos importantes personajes de la ciudad Condal. Gracias a ello su información, valiosísima, y sus caudales, en dinero y joyas, aumentaron de forma considerable.

Sin embargo “Cascabelitos” como era conocida en los ambientes de alterne nocturno de Barcelona, y a pesar de su licenciosa vida, en su corazón también había un hueco para el amor. Este sin duda equivocado y que a la postre sería fatal para ella. En su vida apareció un sujeto llamado Jesús Navarro Manau, impenitente frecuentador de los ambientes de alterne, -que estaba a punto de contraer matrimonio con su novia de siempre-, pero que también llevaba una doble vida, pues ejercía la prostitución masculina y era amante de un pianista llamado Eusebio López. El padre de Jesús era un conocido cerrajero, delincuente profesional de nombre Jesús Navarro Gurrea, un “espadista” fichado en numerosas ocasiones por la Policía y que se dedicaba al robo abriendo puertas de pisos y cajas de seguridad, con ganzúas, palanquetas y “espadas” que el mismo fabricaba, de ahí lo del mote de espadista.

El espadista, al ver a su hijo junto a Carmen Broto, una mujer llena de joyas y envuelta en caros abrigos de pieles, arruinado y muy necesitado de dinero, ideó un plan para robarle y posteriormente asesinarla, sin dejar ningún tipo de huella, y si hubiese alguna que se perdiera en la licenciosa y peligrosa vida de la propia Carmen. Incluso el plan contemplaba que Carmen los llevase obligada, hasta el empresario del Tívoli Martínez Penas, a quien también saquearían. Convenció a su hijo Jesús, para la acción, a fin de abandonar la prostitución masculina que ejercía y pudiese, con aquel dinero producto del robo, casarse con su novia Pepita. Este pediría, para la comisión del delito, ayuda a su amigo Jaime Viñas, que estaba enamorado de él.

En la tarde del 10 de enero, Jesús hijo llamó por teléfono a Carmen, Tras comentarle que aquella aventura tenía que finalizar, pues pensaba contraer matrimonio con su novia, le pidió verse con ella, para pasar juntos una última noche de fiesta. Él le recogería en su casa. Ella, a pesar de que estaba citada con el empresario del teatro Tívoli, no dudó, por amor, en cumplir los deseos de Jesús y se fue de “farra” con él.

Al bajar de su casa para subirse al vehículo donde le esperaba Jesús, Carmen se sorprendió al ver dentro de él al amigo de Jesús, Jaime Viñas. A pesar de ello, los tres se irían de juerga, bebiendo en demasía, -era esa la intención, la de emborrachar a Carmen-, tras visitar numerosos locales de la noche barcelonesa.

A la salida de uno de los locales, Carmen, muy perjudicada por la ingesta de alcohol, se situó en el asiento delantero del vehículo que conducía Jesús, Detrás se colocó Jaime que, en un determinado momento, golpeó varias veces con una maza a Carmen en la cabeza.

El vehículo se dirigió a la calle Legalidad, donde, en uno de los huertos de la calle, propiedad del “espadista”, este había cavado una fosa. El huerto estaba situado en la parte trasera de la propia casa del espadista, que tenía el acceso principal por la calle de la Encarnación. Allí enterraron, tras rematarla con una pala, el cuerpo de Carmen envuelto en su abrigo de pieles, despojándola de todas sus joyas.

Montaron los tres en el vehículo. Pero este debido al frío reinante de la noche barcelonesa comenzó a fallar y el tubo de escape, al pasar el coche por la Calle Alegre de Dalt petardeó con gran sonoridad. Eso llamó la atención del sereno, que creyó oír un disparo. Ante ello los asesinos cogieron miedo y en la calle Escorial abandonaron el vehículo, huyendo a la carrera.

Tras la llegada de la Policía, los inspectores averiguaron que el vehículo abandonado, había sido alquilado el día anterior por Jesús Navarro Manau. La Policía se personó entonces en el domicilio de Navarro, en la calle Encarnación, donde les recibió su madre, que no pudo explicar donde se encontraban su esposo e hijo. En el registro de la vivienda se encontraron ropas manchadas de sangre. A la mismo hora en que se registraba la casa de Navarro, el inspector jefe de la Brigada de Investigación Criminal de la Jefatura de Barcelona, Tomás Gil Llamas, recibió una llamada telefónica que le informaba que en la calle de la Industria y frente a la casa número 246, cerca del lugar del crimen, había sido hallado el cadáver de un hombre que identificado por los documentos que llevaba en la cartera, era Jesús Navarro Gurrea, padre de Navarro Manau, de 50 años de edad y que por todos los indicios parecía que se había suicidado. El citado era el propietario del huerto en que había sido hallado el cadáver de María del Carmen Broto.

Posteriormente la policía, tras averiguar muchos detalles de la vida de Navarro Manau, se trasladó al domicilio de su novia, Pepita Esteve Montejo, que informó a la Policía que la noche anterior estuvo con su novio Jesús en el cine, y que este, alrededor de las cinco de la madrugada, se presentó en su casa, permitiéndole el padre de Pepita pasar al interior de la vivienda. Jesús, a solas con Pepita, le propuso fugarse en barco a Palma de Mallorca. Pepita se negó y Jesús abandono la vivienda de su novia. Ante aquel nuevo dato, la policía decidió intervenir el teléfono de casa de Pepita Estévez. A él llamarían primero el amigo de Jesús Navarro, Jaime Viñas, preguntado por Jesús, informándole Pepita no saber nada de él. Sería el propio Jesús quien telefonearía posteriormente, a las siete de la tarde, para citarse con Pepita en la Rambla de Santa Mónica frente al quiosco de Atarazanas. La muchacha le contó la visita de la policía y quiso saber el porqué de aquella visita policial. Él le dijo que se lo explicaría todo y que se abrigase bien pues tenía preparados ya dos billetes para Palma de Mallorca.

Allí en la Rambla seria detenido Jesús Navarro por cinco funcionarios de la Brigada de Investigación Criminal, ocupándosele joyas, todas propiedad de Carmen Broto, por un importe de más de 150.000 pesetas. El detenido, confesó su participación en los hechos y dijo que su padre había sido el cerebro de la operación. Lloroso y completamente derrumbado confesó todos los pormenores del crimen. Preguntó a los funcionarios de policía si su padre y Jaime Viñas habían sido detenidos y fue entonces cuando conoció la noticia de que su padre se había suicidado según la autopsia, que ya obraba en poder de la Policía, debido a una ingesta de cianuro potásico, La policía encontraría posteriormente el cuerpo sin vida de Jaime Viñas Pla, que también decidió suicidarse. Ingresado en la cárcel Modelo de Barcelona, en el juicio que tuvo lugar fue condenado a la pena de muerte. El Jefe del Estado conmutó la pena por la de treinta años de reclusión de los que solamente cumpliría quince en el penal de Ocaña.

Aquella versión de los hechos dejó muchas dudas en la sociedad barcelonesa que elucubró durante meses que todo se debía a una mezcla de sexo, dinero y poder y que Carmen pudo haber sido eliminada por lo que conocía de clientes suyos muy poderosos. En resumidas cuentas, en el aire quedó una pregunta sin contestar ¿Quién y por qué mataron a Carmen Broto?

Carlos Fernández Barallobre



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