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lunes, 17 de enero de 2022

1937. La acción de Fuentes de Ebro

Nuestro buen amigo, compañero y colaborador, Carlos Fernández Barallobre, nos remite un resumen de la acción denominada Fuentes de Ebro, habida en el contexto de la guerra civil, que sirvió para que el 7º Grupo de Asalto (Zaragoza), fuese recompensado con la Medalla Militar en su modalidad de colectiva.

El día 24 de agosto de 1937, La IV brigada de caballería y una brigada internacional, la 15, perteneciente a la división 11 del ejército rojo, con mayoría de combatientes ingleses, canadienses y norteamericanos, al mando del mayor Rivas, que estaba a las órdenes directas del jefe internacional “Walter”, serían las encargadas de infiltrarse entre Codo y Belchite, en cuya operación cada jinete llevaría en su caballo a un soldado de la 11, echando todos pie a tierra al llegar a Fuentes de Ebro con objetivo de tomarlo. Estas fuerzas llegaron a los alrededores de Fuentes sobre las diez de la mañana, donde se habían ya desplegado fuerzas Nacionales llegadas desde Zaragoza, la 7ª y 15ª compañías de Asalto y el XXXV batallón de Regimiento de Infantería de Mérida, quedando la defensa de Fuentes de Ebro al mando del comandante de Caballería, destinado en Cuerpo de Seguridad y Asalto, Manuel Marzo Pellicer, distinguiéndose desde ese instante, con inusitado arrojo y valor, y rechazando, una a una, las acometidas del enemigo que llevaban en vanguardia al Regimiento de Carros Pesados, de fabricación soviética, única unidad de este tipo en el Ejército rojo, apoyado por aviación, artillería e infantería.

Comandante Manuel Marzo Pellicer

El Comandante Marzo Pellicer fue decisivo para que triunfase al Alzamiento nacional en Zaragoza al sumarse en bloque a los sublevados que dirigían el General Cabanellas y el Coronel Monasterio. En los primeros instantes del Alzamiento Nacional en la capital aragonesa, el comandante Marzo Pellicer de 53 años de edad, atraviesa el solo las calles de Zaragoza que en esos momentos se encuentran llenas de milicias socialistas, comunistas y anarquistas, que las controlan patrullando, y se introduce en el gobierno Civil y conmina al gobernador civil a rendirse. Al no conseguirlo sale del Gobierno con dirección a su cuartel y desde allí, al mando de sus Guardias, sale a la calle y se enfrenta desarmando y deteniendo a numerosos grupos de revolucionarios, muchos de los cuales huyen dejando abandonadas pistolas, fusiles y correajes, imponiendo un implacable orden que facilitara el triunfo de los militares alzados.

Un grupo de Guardias de Asalto lanzaron varios cocteles Molotov y bombas de mano a varios carros soviéticos, logrando inutilizar y destruir a varios de ellos -diecinueve en concreto perderían en dos días los internacionales, siendo algunos de ellos recuperados y reparados por los Nacionales con posterioridad para el uso por sus propias tropas-, y consiguiendo de esa forma que el ejército rojo no se apoderase de Fuentes de Ebro, sufriendo más de un centenar de bajas.

Por su parte los Guardias de Asalto y los soldados de Infantería de Mérida le harían al enemigo, en esa primera jornada de defensa más de un centenar de víctimas mortales y más de cien heridos. El Regimiento de Carros Pesados perdió dieciséis carristas soviéticos, entre ellos el Segundo en el mando, Boris Shiskov, que murió calcinado en su vehículo. Fueron las mayores bajas que los tanquistas soviéticos sufrieron en una sola jornada a lo largo de toda la Guerra de Liberación Española.

Al día siguiente, los de Asalto y del Mérida, serían reforzados por el II Tabor de la Mehalla Jalifiana de Melilla, II Bandera de la Legión; III Batallón del Regimiento de La Victoria; otro Batallón del Regimiento de Argel, un Batería ligera de Artillería y secciones anticarros y zapadores, que harán de Fuentes de Ebro un escudo para la defensa de Zaragoza, a tan solo 26 kilómetros de distancia, y donde se estrellarán todos los intentos del ejército rojo, algo que a la postre sería definitivo para que la gran ofensiva sobre Zaragoza resultase un fracaso. Aquella defensa de primeras horas, de las 7ª y 15ª compañías de Asalto y el XXXV batallón de Regimiento de Infantería de Mérida, en Fuentes de Ebro, fueron decisivas para la suerte de Zaragoza.

Carlos Fernández Barallobre.

Nota: Creemos que la adscripción de la 7ª Cia. de Asalto al 7º Grupo es un error. El citado Grupo, con su Plana Mayor en Zaragoza, estaba integrado, tras la reorganización de 1935, por las Compañías 15ª (Zaragoza), 20ª (Logroño), 32ª (Navarra) y la de Huesca de la que ignoramos número.

Por su parte, creemos que la 7ª formaba parte del 3º Grupo de Asalto, con guarnición en Madrid.

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