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miércoles, 15 de diciembre de 2021

1890. El múltiple crimen de “Cintas Verdes” en Córdoba

Nuestro buen amigo y colaborador, Carlos Fernández Barallobre, nos remite este interesante trabajo sobre unos hechos ocurridos en Córdoba a finales del siglo XIX.

El 27 de mayo de 1890. En el coso cordobés de Los Tejares se anuncia una enorme corrida de toros donde van a lidiar Rafael Molina “Lagartijo”, Manuel García “El Espartero” y Rafael Guerra “Guerrita”.

Un individuo llamado José Cintabelde Pujazón, nacido en Almería y que había llegado a Córdoba, junto a sus padres cuando apenas tenía unos meses de vida, De muchacho comenzaría a ser conocido en la ciudad andaluza como “Cintas Verdes”, cuyo mote provenía de una deformación fonética de su primer apellido. Tras su servicio Militar realizado en la propia Cordoba “Cintas Verdes” había servido como voluntario en el cuerpo de Orden Público, cuerpo que abandonaría tras varios arrestos. Era un apasionado aficionado de la fiesta Nacional, y como tal no va a perderse por nada del mundo, a priori ese grandioso espectáculo que va a reunir a tres grandes de la fiesta taurina como son Lagartijo, El Espartero y El Guerra, Sin embargo, hay un problema. “Cintas Verdes “no tiene dinero para comprar una entrada. Entonces maquinará algo para hacer realidad sus propósitos de acudir a los toros.

“Cintas Verdes”, sabe desde hace tiempo que una novia suya, había trabajado para los dueños de una finca llamada “El Jardinito” que se caracterizaba por tener en sus huertos una magnificas y muy famosas, en toda la Córdoba sultana, naranjas, “Cintas Verdes” conoce que la esposa del capataz de la finca, Antonia Córdoba, tiene dinero, debido a las numerosas ventas que realiza del riquísimo fruto. Es sin duda un blanco fácil para poder robar y conseguir por cualquier medio unas pesetas con que adquirir una entrada para la corrida.

“Cintas Verdes se encaminó hacia la finca y allí se encontró con Antonia, que se hallaba acompañada de dos hijas de tres y seis años de edad, así como por el guardián de la finca José Bello y el arrendatario de la finca Rafael Balbuena. “Cintas Verdes”, entabló conversación con Antonia, señalándole la intención de que venía a adquirir unos kilos de naranjas. Antonia le comunicó que atendería su demanda el guardián y con sus hijas se dirigió a la casa principal de la finca. El guardián se puso a recogen unas naranjas para vendérselas a “Cintas Verdes” algo que aprovechó este, cuando el empleado estaba agachado recogiendo varios frutos, para propinarle seis navajazos que le hirieron de muerte.

De seguido “Cintas Verdes” se encaminó hacia la casa. Se encontró con Balbuena al que disparó en el pecho con una pistola que llevaba encima. Tras ello hizo lo mismo con Antonia, a quien tras pedirle dinero y negárselo esta, le disparó en una de sus mejillas y le propinó varias puñaladas en el cuello, dejándole muy mal herida. La hija de seis años de Antonia, que presenció la escena intentó escapar. “Cintas Verdes” le disparó por la espalda y de seguido de un tajo de su navaja la degollará. Hará lo mismo con la otra hija de tres años a la que también cortará la cabeza. Todavía, tuvo cuajo para intentar finalizar su trabajo e intentó por todos los medios rematar a Antonia, algo que al final no lograría. Como botín se llevaría ciento cuarenta y cinco pesetas.

Unas horas después de la matanza, un vecino, Francisco Gavilán, que iba a comprar naranjas, se da de bruces con la dantesca escena. Encuentra los cadáveres y a Antonia, muy mal herida, y avisa al Teniente Paredes, de la Guardia Civil, que se persona en la finca y logra que Antonia, antes de expirar, acuse a “Cintas Verdes” de ser el autor de los asesinatos, El Teniente del Benemérito instituto y su hombres encontrarán escondida en una tinaja, a la tercera hija de Antonia, de dos años de edad, que como un soniquete y llorosa solo sabrá decir: “Cinta Verde, malo”.

Coso de Los Tejares de Córdoba, donde fue detenido Cintabelde

La Benemérita recibe del Gobernador Civil, a quien el Teniente Paredes ha puesto en antecedentes, la orden de que busque a un tal “Cinta Verde” y proceda a su detención. Un guardia de Orden Público dará la primera pista. “Cintas Verdes” es sin duda José Cintabelde, un antiguo miembro del propio cuerpo, expulsado con deshonor. El Teniente Paredes y sus Guardias se dirigen primero a casa de Cintabel y tras comprobar por boca de la esposa del propio Cintabel de que este se ha ido a los toros, ponen dirección a la plaza de toros.

Tras ello, la Guardia Civil ocupa todas las puertas del coso cordobés y en uno de los tendidos, cuyas entradas se vendían entre 3,50 y 2,85 pesetas, fuesen localidades de sombra o de sol, detiene a José Cintabelde, aseado y muy bien vestido para la ocasión, viendo a los tres grandes espadas lidiar seis toros de la ganadería sevillana de Orozco. La Benemérita al detenerle, le encontrará una navaja manchada de sangre. Cintabel primero negará su crimen, pero cantará de plano al decirle que, antes de morir, Antonia le ha delatado.

El 15 de noviembre de 1890 la Audiencia de Córdoba tras juicio, condenó a “Cintas Verdes”, a la pena de muerte por medio de garrote vil. La sentencia firme se emitiría el 5 de junio de 1891. Tras escuchar Misa, comulgar, recibir la visita de su mujer, con quien se había casado, y de su hija, comió opíparamente saboreando un café negro y fumándose un cigarro puro. Al día siguiente en la Puerta nueva de Sevilla de la ciudad cordobesa, “Cintas Verdes” moría ajusticiado por medio de garrote vil, siendo el ultimo reo ajusticiado, en la ciudad de los califas

Carlos Fernandez Barallobre.

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