En este periodo Máximo Moreno, desde su destino en la 8ª compañía de asalto, que tenía su base en la calle López de Hoyos, se rodeó de un grupo de guardias de asalto de su misma ideología, como por ejemplo José del Rey, Miguel Gañán o el cabo Colón a los que utilizaba como enlaces para su reuniones conspirativas con miembros de las Juventudes Socialistas y del PSOE como Amaro del Rosal o Fernando de Rosa y era constante su proselitismo izquierdista con los hombres bajo su mando, leyendo públicamente en el acuartelamiento ejemplares del diario “El Socialista” y repartiendo unas hojas subversivas llamadas «Gaceta de la Revolución» ayudado por Miguel Gañán, uno de sus correveidile. Unos días antes del inicio de levantamiento armado socialista delante de sus hombres dijo en voz alta “que la revolución está próxima” y les dio a entender que él la apoyaría (1).
En las reuniones con miembros de las milicias socialistas, en particular con el comunista italiano Fernando de Rosa Lenccini, que en 1928 había intentado asesinar a Humberto II, en ese momento Príncipe Heredero de Italia, motivado por sus fuertes creencias revolucionarias y que tras una breve condena, había recabado en 1932 en España para arribar el ascua a su sardina antifascista, establecieron un plan de actuación cuando llegara la hora del golpe.
Según lo planeado, el teniente Moreno, haciendo traición a su uniforme, facilitaría durante la madrugada el paso a Fernando de Rosa y a su gente al interior del cuartel policial situado en la calle López de Hoyos comprometiéndose «a entregarles el cuartel de las Fuerzas de Asalto» y a proporcionar «300 o 400 fusiles de los guardias» (2). El día señalado para consumar su vileza fue la madrugada del 5 de octubre, haciéndolo coincidir con el ataque de otros grupos revolucionarios a distintos edificios y acuartelamientos ayudados por otros militares que, como Moreno, harían traición a su uniforme y a su promesa de defender la Ley como José del Castillo o Fernando Condés.
En la tarde del día anterior, 4 de octubre, los socialistas que tenían como misión ocupar el acuartelamiento de López de Hoyos, se estaban reuniendo en el Círculo Socialista del Oeste, situado en la calle Eugenio Salazar número 2, en las cercanías de la unidad policial. Este inusitado movimiento de personas alertó a las autoridades, que ya estaban vigilando determinados centros socialistas, y se enviaron varias unidades de Guardias de Asalto y del Cuerpo de Investigación y Vigilancia. Cuando se apercibieron de la presencia policial los golpistas hicieron uso de las armas que tenían causando la muerte de Tomás Cascos Alonso (3), Guardia de Asalto de 27 años de edad y natural de León, de la 8º compañía de Asalto, unidad en la que estaba destinado el teniente Máximo Moreno Martín, y heridas de gravedad a otro compañero. Este atentado, que causó la muerte de Tomás Cascos (4), causó una enorme indignación entre los policías destinados en esa unidad, como no podía ser de otra manera. Mientras se producían estos hechos, el revolucionario Fernando de Rosa y el traidor teniente Moreno, al que acababan de matar a uno de sus hombres, se encontraban reunidos en las inmediaciones del cuartel tramando sus planes (5). Es difícil imaginar mayor indignidad.
Según declaró en la instrucción del sumario contra Moreno su capitán Jesús Gómez Zamalloa (6) ese día le correspondía a Máximo Moreno montar el servicio en Cuatro Caminos pero insistió en quedarse en el acuartelamiento de López de Hoyos. Según Muñoz Grandes, responsable de las unidades de Asalto y que también declaró en esa causa, el teniente Moreno para “la concentración de rebeldes en la Prosperidad ordenó fuera sólo un pelotón a modo de reconocimiento, que pudo y debió ser destrozado si los rebeldes hubieran tenido más corazón […] y que las bajas que había habido en nuestra fuerza, [un muerto y tres heridos] eran responsabilidad del teniente [Moreno]” (7).
Finalmente, a la una menos cuarto de la madrugada del día 5 se pudo reducir a los insurrectos atrincherados en el Circulo Socialista y se detiene a 80 personas más 8 que resultaron heridos de bala por las fuerzas del orden y que fueron trasladados a centros sanitarios muriendo, posteriormente, uno de ellos. Se intervinieron las siguientes armas en su interior: 5 rifles ametralladores, 11 pistolas automáticas marca Royal con culatín, 178 peines Máuser de 7,63mm, 23 cargadores de fusil ametrallador, con 49 balas cada uno, 8 cajas de munición del 9 mm, 26 bombas cilíndricas así como numerosa munición para revólver (8).
Pese al duro golpe que supuso a los sediciosos la detención de casi cien de sus hombres y la pérdida de numerosas armas, Fernando de Rosa no se dio por vencido y se apostó con el resto de sus hombres en las inmediaciones del cuartel hasta que “ya hacia las cuatro de la madrugada al ver que el teniente Moreno les había hecho traición desistieron de sus propósitos” (9). El teniente Moreno, visto los sucesos que habían ocurrido, desistió de seguir colaborando con los golpistas y continúo prestando su servicio como si nada hubiera ocurrido, confiando en que su participación no se descubriera, llegando su descaro hasta el punto de participar en el dispositivo montado para la detención de Largo Caballero en su domicilio de la Dehesa de la Villa el 14 de octubre de 1934.
Pero su suerte se acabó el 20 de octubre. Su compinche Fernando de Rosa se entregó voluntariamente en la Dirección General de Seguridad y solicitó hablar urgentemente con el jefe de la Oficina de Información y Enlace, Vicente Santiago Hodsson (por cierto, miembro de la masonería), que era la persona que dirigía la actuación y coordinación de las fuerzas policiales durante la revuelta, presentándose a él como “jefe del sector Tetuán, Cuatro Caminos, Ventas de las Milicias Socialistas Revolucionarias” y le manifestó que se entregaba “espontáneamente para no seguir la vergonzosa conducta de otros jefes socialistas, compañeros suyos, que habían huido cobardemente dejando toda la responsabilidad de la intentona a los infelices obreros que le siguieron (10)”. En su posterior declaración, Fernando de Rosa relató quienes eran los jefes de la sublevación y la participación que había tenido, entre otros, Máximo Moreno Martín, agregando que delataba a Moreno porque “no sólo después de haberse comprometido a sumarse al movimiento ha faltado a su palabra, sino también porque sabe que cuando estaba de servicio en la Comisaria de Juan de Olías (11) pegaba personalmente a los detenidos por los sucesos cosa que no se ha dado más que en este Oficial” (12).
Tras ser detenido ingresa en prisión, siendo cesado del Cuerpo de Seguridad el 24 de noviembre, quedando disponible forzoso en la Primera División Orgánica. Permanece recluido hasta la fecha de su juicio que se celebró en los primeros días de enero de 1936. El día 10 de enero, sólo 8 días después de comenzar el proceso fue condenado a cadena perpetua. Por cierto esa rapidez la podían aprender los juzgados actuales. Vemos que los juzgados de entonces, sin correo electrónico, ni fax, ni ordenadores, escribiendo los documentos principalmente a mano, fueron capaces de instruir un sumario, celebrar un juicio y dictar sentencia en poco más de 12 meses.
Notas:
(1) SOUTO KUSTRIN, Sandra Isabel, en la Tesis doctoral «Violencia política y acción clandestina: la retaguardia de Madrid en Guerra (1936-1939)», Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia Contemporánea (1996), pagina 350.
(2) AGGC, PS MADRID, 1918, folio 57, declaración de Fernando de Rosa, referencia citada en SOUTO KUSTRIN, Sandra Isabel. Tesis doctoral «Violencia política y acción clandestina: la retaguardia de Madrid en Guerra (1936-1939)», Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia Contemporánea (1996).
(3) Para ver los caídos del Cuerpo durante los sucesos de 1934 ver http://cnpjefb.blogspot.com/2016/10/oficiales-clases-y-guardias-del-cuerpo.html
(4) VIQUEIRA HINOJOSA, Antonio en Historia de la Policía 1931-1936, publicado en separatas en la revista «Policía», tomo I, página 315.
(5) Idem, página 316.
(6) AGGC, SM, 345, folio 1074, declaración de Jesús Gómez Zamalloa, referencia citada en SOUTO KUSTRIN, Sandra Isabel. Tesis doctoral «Violencia política y acción clandestina: la retaguardia de Madrid en Guerra (1936-1939)», Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia Contemporánea (1996).
(7) AGGC, SM 343, folio 417, declaración de Agustín Muñoz Grandes, referencia citada en SOUTO KUSTRIN, Sandra Isabel. Tesis doctoral «Violencia política y acción clandestina: la retaguardia de Madrid en Guerra (1936-1939)», Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia Contemporánea (1996).
(8) VIQUEIRA HINOJOSA, Antonio en Historia de la Policía 1931-1936, publicado en separatas en la revista «Policía», tomo I, página 315.
(9) AGGC, PS MADRID 1918, 7ª pieza, página 7, declaración de Fernando de Rosa , referencia citada en SOUTO KUSTRIN, Sandra Isabel. Tesis doctoral «Violencia política y acción clandestina: la retaguardia de Madrid en Guerra (1936-1939)», Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia Contemporánea (1996).
(10) VIQUEIRA HINOJOSA, Antonio en Historia de la Policía 1931-1936, publicado en separatas en la revista «Policía», tomo I, página 343.
(11) En ese momento la Comisaria de Cuatro Caminos se encontraba en la calle Juan de Olias número 15.
(12) AGGC, PS MADRID, 1918, folio 57, declaración de Fernando de Rosa, referencia citada en SOUTO KUSTRIN, Sandra Isabel. Tesis doctoral «Violencia política y acción clandestina: la retaguardia de Madrid en Guerra (1936-1939)», Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia Contemporánea (1996).
(13) Agencia EFE. JUICIO MILICIAS SOCIALISTAS. Madrid, 3-1-1936.- El teniente Máximo Moreno, acusado junto al teniente Castillo y otros militares de entrenar a las milicias socialistas, durante el Consejo de Guerra celebrado en Madrid. EFE/DIAZ CASARIEGO/jgb.
(continuará)
Antonio Alonso Rodríguez.
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