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miércoles, 20 de octubre de 2021

Crónica negra de La Coruña. Cap. 10º. El asesinato de José

Nueva entrega de la "Crónica negra de La Coruña", original de nuestra buena amiga y colaboradora Mª Jesús Herrero García.

Desde tiempos inmemorables, la violencia ha sido un componente habitual de la humanidad; sin embargo, el asesinato que voy a relataros tuvo un impacto especial, quizá por el hecho de que nuestro protagonista no era una persona desconocida para mí, aún guardo en el recuerdo aquel hombre amable que con tanta gracia se probaba los bolsos y complementos que vendía en su tienda, mi querido José.

José Auge y el interior de la tienda que apareció totalmente destrozada


El conocido comerciante coruñés, José Auge Calvete, de 39 años, fue encontrado muerto el día 21 de diciembre de 1987, con el rostro destrozado, en el interior de la tienda que regentaba, la “Tienda de José”, una tienda sita en un pequeño callejón que da a la calle San Andrés, en La Coruña.

José era una persona sumamente popular en La Coruña donde gozaba de muchas amistades, sobre todo en el sector del comercio, actividad a la que se había dedicado desde hacía varios años.

Sus comienzos fueron como dependiente en el establecimiento «Framan», en la calle Torreiro, dedicado a la venta de bolsos y artículos de cuero y piel. Fue aquí donde iniciaría sus primeros contactos empresariales. Un desgraciado accidente de tráfico provocó la muerte de los propietarios del citado establecimiento, por lo que José decidió cambiar de trabajo. Posteriormente prestó sus servicios en una joyería hasta que pasados dos años pudo cumplir uno de sus sueños, cual era tener un comercio propio. Fue entonces cuando abrió al público la “Tienda de José».

José Auge era un hombre de carácter extrovertido que hizo de él una persona muy apreciada tanto por los clientes que acudían a sus establecimiento, como por una gran parte de coruñeses. No era extraño verlo a cualquier hora de la noche en cualquier lugar de diversión tanto de la ciudad como de los pueblos limítrofes con La Coruña.

La noticia de su muerte se difundió con extraordinaria rapidez, provocando estupor e indignación por la forma en que se produjo su muerte.

El macabro hallazgo se produjo a la una de la tarde, aunque la muerte, según una vecina que oyó un «extraño ruido» en el comercio, debió producirse sobre las cinco de la madrugada y comenzaba entre sus allegados una serie de especulaciones sobre las extrañas circunstancias que rodeaban el crimen. Según algunos amigos del fallecido, éste frecuentaba muy variados ambientes y al parecer, mantenía ciertas relaciones con personas adictas al consumo de estupefacientes. Otros, por el contrario, indicaban que el móvil del crimen podría estar en las dificultades financieras de José, y que en los últimos tiempos se podían haber incrementado su afición por el juego. En este sentido, algunos de sus conocidos resaltaron el hecho de que con frecuencia se le podía ver en algunos establecimientos dedicados al juego en los cuales gastaba, al parecer, importantes cantidades de dinero. Por otra parte, teniendo en cuenta el hecho de que José se desenvolvía en numerosos círculos homosexuales de La Coruña, podría haber sido algún asunto, relacionado con estos ambientes, el detonante de la tragedia.

Aunque la hora exacta en que se produjo el crimen la dictaminaría el resultado de autopsia, una vecina del fallecido, Orosia García Gestal, que vivía en el tercer piso del edificio donde se encontraba la tienda escenario del asesinato, situó la muerte de Auge sobre las cinco de la madrugada, declarando «Estábamos en casa durmiendo y oímos un fuerte ruido en el bajo de la casa y luego unos gritos, así como golpes, pero no le dimos mayor importancia porque aquí, por este callejón, vienen muchos borrachos y siempre hay alguna pelea».

Pasados los primeros «ruidos» ya nadie se percataría de que la puerta del comercio había quedado medio abierta. Entonces, durante toda la noche permanecerían encendidas las luces del local, dos pequeños faroles colocados en la fachada del comercio que la víctima hacía dos años había decidido poner, y el cadáver sería hallado fortuitamente.

Gustavo Loureda Osorio sale del comercio tapándose la cara con un jersey para no ser reconocido por los vecinos


Sobre la una de la tarde, un vecino de la zona, que en ese momento se encontraba con Orosia García Gestal, que volvía de hacer un recado, le indicó a la mujer que la puerta estaba abierta. Solamente fue empujarla para darse cuenta ambos de que algo grave había ocurrido en el establecimiento comercial.

La tienda, muy pequeña, estaba totalmente destrozada; las estanterías habían sido tiradas al suelo y los bolsos y cinturones que estaban a la venta, junto con las pulseras y demás objetos de bisutería, se encontraban sobre un gran charco de sangre. «Al ver eso llamamos a la Policía y después supimos que dentro estaba José y que lo habían matado. No nos lo podíamos creer».

El cuerpo de José Auge estaba boca arriba y la cabeza presentaba unos fuertes golpes desfigurándole el rostro que, al parecer, le habían sido dados con una barra de hierro o un objeto de contundente.

En el exhaustivo registro de la tienda, los inspectores hallarían una camisa ensangrentada que no era del comerciante, ya que éste, en el momento de descubrirse el cadáver, estaba totalmente vestido. También encontraron una cartera de color marrón que contenía 12.000 pesos argentinos, 1.000 pesetas y varios documentos que pertenecían a un súbdito venezolano. Entonces, un dato que sorprendería a la Policía fue el conocer que la cartera hallada en el comercio correspondía a un joven que ese mismo domingo había denunciado en Comisaría que unos asaltantes se la habían robado; hecho que, posteriormente, se comprobaría que era falso.

A partir de toda la información recabada, los inspectores adscritos al Grupo de Homicidios centraron sus averiguaciones en el joven Gustavo Loureda Osorio, como máximo sospechoso, que finalmente sería detenido el lunes en la zona de Soñeiro (Sada).

Según la confesión de Gustavo, hasta pasadas las 5 de la madrugada del domingo, estuvo con unos amigos ingiriendo bebidas alcohólicas por los establecimientos del Orzán, tiempo en el cual se inyectaría una dosis de heroína y fumaría varios «porros». Después de deambular por la Plaza de España se encontró con Auge Calvete en las inmediaciones de la calle Durán Loriga, al que conocía de vista, por lo que le saludó y comenzaron a hablar. Entonces ambos fueron caminando por la calle de los Olmos hacia la calle de San Andrés, donde Auge Calvete entró en un bar de la zona, compró unas botellas y se dirigieron a la Tienda De José, Gustavo Loureda Osorio refiere que en el comercio estuvieron hablando de varias cosas y cuando, en un momento dado, el comerciante le hizo «proposiciones sexuales», tuvo una fuerte reacción contra él, le dio varios empujones y cree que lo golpeó con algún objeto. Luego, la Policía pudo saber que el objeto con el que Gustavo mató al empresario fue un altavoz de un aparato musical, de cuatro kilos de peso, cuya arista estaba totalmente deformada y ensangrentada. También declaró el detenido que, una vez cometido el crimen, robó 17.000 pesetas al industrial, para hacer creer a la Policía que lo sucedido en la tienda estaba relacionado con un atraco.

Ningún nerviosismo mostró Gustavo Loureda Osorio en la reconstrucción de los hechos ocurridos el domingo en el que, según su confesión, dio muerte al coruñés José Auge Calvete. La reconstrucción se llevó a cabo sobre las 3 y cuarto de la tarde, ante el titular del Juzgado de Instrucción Número 2 de La Coruña, Manuel González Nájera, y duró algo menos de media hora.

El detenido llegó en un furgón policial y se apeó del vehículo tapándose la cara con un jersey, mientras algunos curiosos preguntaban si el joven que acababa de descender era el autor del homicidio. Después de que se procediera a la apertura de la puerta del comercio, sito en Boquete de San Andrés, Loureda Osorio pasó al interior y explicó a la autoridad judicial cómo se desencadenaron los hechos. Dentro de la tienda, que se podía ver fácilmente desde el exterior, por sus reducidas dimensiones, todo permanecía como el homicida lo había dejado después de dar muerte al comerciante. Los bolsos y cinturones se encontraban esparcidos por el suelo del local, las estanterías estaban caídas y aún quedaban restos de sangre en las baldosas, como si el crimen acabara de perpetrarse. Especialmente dramático fue el momento en el que el presunto autor cogió en sus manos el altavoz con el que había golpeado varias veces en el rostro a José.

Mientras el homicida reconstruía todos los movimientos que realizó en la madrugada del domingo, algunas personas que a esa hora paseaban por la calle San Andrés se detenían para observar lo que ocurría.

Quienes conocían los hechos no comprendían por qué una persona joven como Gustavo Loureda había cometido un crimen.

También comentaban la eficaz labor de los inspectores adscritos al Grupo de Homicidios, que en tan sólo un día habían logrado detener al autor de la muerte de su convecino.

Pasada una media hora, el detenido subió nuevamente al furgón policial, que lo trasladó a la Prisión Provincial.

Guatavo Loureda Osorio ante el Tribunal

Trece años de reclusión menor, veinte días de arresto y una indemnización de 4 millones de pesetas son las penas impuestas por la sección primera de la Audiencia Provincial de La Coruña a Gustavo Aurelio Loureda Osorio, de 22 años y vecino de Coido Soñeiro, en el municipio de Sada, como autor de la muerte del comerciante coruñés José Auge Calvete, propietario de la «Tienda de José», situada en el Boquete de San Andrés.

La sentencia declara probado que Gustavo Loureda mató a José Auge, conocido homosexual de La Coruña, en la madrugada del 20 de diciembre de 1987, después de que el procesado estuviera toda la tarde y noche anteriores consumiendo gran cantidad de bebidas, por lo que sus facultades estaban disminuidas. En ese estado se había encontrado con José Auge, que le invitó a tomar alguna bebida en su tienda, a lo que accedió el procesado. Después de charlar un rato, el comerciante intentó besarlo y tocarle los genitales, por lo que Gustavo reaccionó violentamente y lo golpeó hasta causarle la muerte. Para simular un robo se apropió de las 20.000 pesetas que tenía la víctima.

La sala considera que en la ejecución del homicidio es de apreciar la concurrencia de la circunstancia de hallarse embriagado, descartando la eximente de trastorno mental, ya que aunque el procesado se drogara poco antes de cometer la acción no es drogodependiente y tampoco se puede acoger a la atenuante de arrebato u obcecación, porque la proposición homosexual puede dar lugar al rotundo rechazo, pero no justifica la reacción de Gustavo Loureda.

Y así acaba la triste historia de José, un hombre que una noche de diciembre había salido a divertirse y encontró una muerte brutal y despiadada a manos de un joven que perdió entre las brumas del alcohol y las drogas todo contacto con la realidad y se convirtió en un monstruo.

Mª Jesús Herrero García.


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