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miércoles, 1 de septiembre de 2021

A nuestros veteranos

Nuestro buen amigo, compañero y colaborador, el Comisario Pral. Mario Sánchez Santos, nos remite este emotivo artículo publicado en la web H50 que, con mucho gusto, reproducimos.

Si hoy estamos donde estamos es gracias a nuestros veteranos que lo hicieron posible con su entrega, su dedicación y muchos con su propia vida.

Veteranos que se han jubilado sin ningún reconocimiento oficial, Policías, Guardias Civiles o Militares que han combatido contra todo tipo de lacras de la sociedad dentro y fuera de España.

Personas que decidieron poner sus vidas al servicio de España. Sabían que por el mero hecho de escoger esa profesión iban a estar en el punto de mira de miles de personas.

Grupos Terroristas.

Por vestir el uniforme que llevarían con orgullo toda su vida laboral, se convertirían en el objetivo de asesinos, terroristas y delincuentes. Tendrían que vivir con un peso a sus espaldas que pocas personas podrían aguantar.

Destinados al Norte, donde ellos y sus familias tendrían que vivir una mentira, inventándose un trabajo porque no podían decir a que se dedicaban realmente. Vivir un sin vivir sus familiares, desde que salían de casa hasta que los escuchaban regresar. Escuchar por la radio que se había producido un atentado y no saber si le habría tocado esta vez.

Enterrar a demasiados compañeros, perder demasiados amigos… Sacrificio que poca gente reconocía.

Muchos son los que murieron, otros quedaron mutilados y otros quedaron con secuelas psicológicas de por vida. Los que podían huían de ese infierno en cuanto podían, regresando a sus casas con la llegada de nuevas promociones.

Pero no solo tuvieron que lidiar en el Norte con los grupos terroristas. Los comandos de ETA se distribuían por España, como el comando Madrid, responsable de 80 muertos.

Heroína y atracos.

Con la llegada a España de la heroína se multiplicaron y endurecieron los atracos de todo tipo. Las recortadas eran un gran peligro al que se enfrentaba a diario, pues escupían un gran abanico de fuego.

Unos años en que miles de personas emigraban a otras ciudades, formándose guetos y focos de delincuencia. El robo de coches estaba a la orden del día y delincuentes como el Vaquilla, el Jaro o el Torete causaban temor allí donde iban.

Estos veteranos que han visto como con la derogación de la Doctrina Parot, salieron a la calle etarras, miembros del Grapo, violadores, asesinos y pederastas, que tanta sangre y trabajo les costó detener.

Ven con asombro como los terroristas son recibos a la salida de la prisión como héroes, mientras ellos lo hacen en el más completo silencio y anonimato.

Han vivido lo que nadie puede imaginar, han enseñado a los nuevos policías a trabajar en la calle, han abierto un camino donde solo había piedras y todo ello sin su justo y merecido reconocimiento.

A todos ellos. Gracias.

Alan Ruiz.

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