Páginas

sábado, 7 de agosto de 2021

1904 El Crimen del Huerto del Francés

Nuestro buen amigo y colaborador Carlos Fernández Barallobre, nos remite este interesante trabajo sobre el tema cuyo título encabeza.

Un espeluznante suceso, uno de los primeros crímenes en serie en la España del siglo XX, tuvo lugar en el pueblo sevillano de Peñaflor.

1904. Juan Andrés Aldije Monmejá y José Muñoz Lopera, los asesinos del Huerto del Francés

Allí en diciembre de 1904, en una finca de la localidad aparecieron una serie de cadáveres, en concreto de seis personas, que habían desaparecido misteriosamente desde 1898, y que las familias no habían podido dar a la Policía ninguna pista sobre su paradero.

Entre los desaparecidos se hallaba Miguel Rejano Espejo, cuya esposa, Francisca Márquez Fernández, de 31 años, había denunciado a principios del mes de noviembre de ese año de 1904, ante el Juzgado de Lora del Rio, la desaparición de su marido, que llevaba 28.000 reales encima.

Francisca se puso también en contacto con el primo de su esposo, Juan Mohedano, que viajó a Sevilla, donde conoció a un antiguo Policía Laureano Rodríguez, que decidió colaborar con Juan para el esclarecimiento de la extraña desaparición de Miguel. El primer dato que obtuvieron es que un individuo del pueblo de Peñaflor, José Muñoz Lopera, había visitado a Miguel en la fonda sevillana donde se alojaba.

Juan se traslada a Peñaflor y se entrevista con Muñoz Lopera, que le comenta que había tratado con su primo la compra de una ruleta y que no habían llegado a un acuerdo pues la oferta económica de Miguel era muy baja.

Mohedano, desconfiado, vuelve a entrevistarse en Sevilla con el policía Laureano Rodríguez, que en su investigación ha localizado a un tal José Borrego, quien había estado con su primo Rejano, en el café Novedades, en la última noche en que se le vio. Borrego era jugador ventajista, un gancho al cual gustaba en demasía el juego. Este pidió a Rejano, muy aficionado también al juego, que si estaba montando alguna partida le dejase entrar, a lo que Miguel le contestó que era una misteriosa partida de la que hablarían con posterioridad.

Juan Mohedano vuelve a Peñaflor, donde, en el café principal del pueblo “Los Ecijanos”, conoce, por medio de un camarero, que Muñoz se dedicaba a organizar partidas clandestinas en una finca que tenía un amplio huerto, enclavada en esa localidad sevillana, propiedad de un vecino que había llegado a Peñaflor desde la localidad francesa de Agen, hacía más de veinte años y respondía al nombre de Juan Andrés Aldije Monmejá, al cual los vecinos conocían como “El Francés” y que se dedicaba a prestar dinero con usura, viviendo de esa forma desahogadamente. Este y Muñoz eran muy amigos.

Juan Mohedano, tras esas averiguaciones que pone en conocimiento del Gobernador Civil de Sevilla y de la Policía, pide a Laureano Rodríguez que dé a conocer el suceso a través de la presa. El antiguo Policía escribe unos artículos en el diario sevillano “El Liberal”, donde cuenta de la misteriosa desaparición de Miguel Rejano. El revuelo mediático en la provincia es enorme, obligando al juez de Lora del Río a llamar a su presencia a José Muñoz, que declara el día 9 de diciembre, haciendo lo propio, el mismo día, por orden del juez, pero ante el Cabo Aldaya de la Guardia Civil de Peñaflor, Juan Andrés Aldije Monmejá, conocido con “el Francés” de 54 años de edad, saliendo ambos en libertad sin cargos.

Una misiva anónima enviada a la esposa del desparecido va a cambiar por completo el curso de las, hasta ese momento, estériles y lentas investigaciones. En la misiva se le pide a la esposa de Rejano que pague la cantidad de cincuenta duros para conocer información de donde está su marido. Francisca deja un sobre, con la cantidad solicitada, en un lugar convenido con el anónimo informante. De madrugada alguien se acerca a una de las ventanas de la casa de Francisca y Miguel y desde allí, amparado por las sombras de la noche y embozado para no ser identificado, dice con voz clara “Busca en Peñaflor, en el Huerto del Francés. Allí está enterrado tu marido”. Tras ello escapa sin ser reconocido.

Con esa información, que Francisca pone en conocimiento de las autoridades, el día 14 de diciembre, la Benemérita va en busca de Juan Andrés Aldije, que al conocer que le buscan, huye de su casa. Entonces, junto a Mohedano, que va provisto de unas largas varillas de hierro, deciden registrar de forma exhaustiva la casa y el Huerto del Francés. Al caer la tarde, en una zona del huerto, donde había unas conejeras, calan en la tierra, reblandecida por las recientes lluvias caídas en la zona, una de las varillas. Al sacarla les invade un hedor insoportable. Los Guardias Civiles y Mehadano comienzan con una azada a cavar la tierra y descubren una calavera, que presentaba una fractura en el temporal derecho.

De seguida dieron cuenta al juzgado de Lora que informó al de Sevilla, que envió a Peñaflor a varios inspectores de Policía, que junto con la Guardia Civil realizarían trabajos de excavación encontrando dos nuevos cadáveres que podían datar, uno al menos de seis años y el otro de unos meses, pues aún mantenía trozos de piel. Habían sido asesinados a golpes posiblemente de una maza o martillo. De seguido se encontró el cadáver de Rejano, muerto de la misma forma, a golpes de martillo que le interesaban la sien derecha. Se le encontró envuelto en un impermeable con su reloj en un bolsillo. Dos nuevos cadáveres completarían el macabro hallazgo.

De inmediato fueron detenidos José Muñoz Lopera, su hermano Miguel, la esposa del francés Juan Aldije, Eloísa Meléndez y su hijo Víctor Aldije. Muñoz Lopera cantó de plano y acuso al francés como su cómplice. El huido, Aldije, conoció la detención de su esposa Eloísa en la estación de Tocina, cuando intentaba marchar a Portugal. Regresó a Peñaflor y se entregó a la Guardia Civil.

El juez dictó auto de prisión para Aldije y Muñoz y liberó, al comprobar que eran inocentes, a la esposa e hijo del francés, así como al hermano de Muñoz.

En los interrogatorios recrearon fielmente como se produjeron los asesinatos. José Muñoz Lopera captaba a las víctimas entre los aficionados al juego, sobre todo de la ruleta y cartas, haciéndoles ir a casa del francés, que pasaba por un rico apasionado por el juego, que apenas sabía jugar, a fin de “desplumarlo” fácilmente. Una vez en el huerto, aprovechando la noche y el carácter clandestino de las partidas, y mientras caminaban por un sendero que llevaba a la casa, Aldije –que siempre se situaba detrás del invitado-llevando una barra de hierro, en un determinado momento de la caminata advertía gritando: "cuidado con la cañería". Al oírlo la víctima se inclinaba, para mirar al suelo, momento que aprovechaban Aldije y Muñoz para darle un fuerte golpe en la cabeza con la barra y rematarle con un martillo.

Gracias a sus declaraciones pudieron ser identificadas, además de Miguel Rejano, las otras cinco víctimas, que resultaron ser José López Almela, Benito Mariano Burgos, Enrique Fernández Cantalapiedra, Federico Llamas de la Torre y Félix Bonilla Padilla. Uno de ellos era vecino de Puebla del Infante, y había desaparecido hacía dos años, en la creencia de que se había embarcado para América.

El juicio contra los asesinos del Huerto tuvo lugar en Sevilla entre el 5 y el 13 de marzo de 1906, rodeado de gran expectación. El juez condenaría a seis penas de muerte a los dos reos. La Sala de Vacaciones del Tribunal Supremo confirmaría la sentencia el 25 de agosto, Solicitado el indulto, el consejo de ministros celebrado el 12 de octubre, lo denegaría.

El 31 de octubre de 1906 en la Cárcel del Pópulo de Sevilla, Aldije y Muñoz fueron ejecutados por medio del garrote vil. El primero en hacerlo fue Muñoz Lopera, que ante el fallo de los verdugos, fallecería con espantosas convulsiones. El francés también sufriría la poca experiencia del verdugo, que no supo apretar el tornillo de la argolla de hierro que abrazaba el cuello de Aldije, para acabar con su vida. Ante ello, Aldije aún tuvo arrestos, para de forma cínica y altanera decirle: “¿No te dije que apretaras fuerte?”.

Aquel crimen sería objeto de un seguimiento especial en toda España y el nombre del Huerto del francés serviría Antonio Machado para criticar el pacto de las grandes potencias para no intervenir en la guerra civil española de 1936-1939.

En los años treinta el Campo de Sports del Sardinero, donde jugaba sus encuentros como local el Racing de Santander, fue llamado el huerto del francés, pues allí caían derrotados todos los rivales que lo visitaban.

En 1977 Jacinto Molina, conocido en el cine como Paul Naschy, dirigió e interpretó una película de destape y crimen titulada “El Huerto del francés” donde María José Cantudo, Ágata Lys, Silvia Tortosa y Yolanda Ríos, enseñaban todos sus encantos.

Carlos Fernández Barallobre









No hay comentarios:

Publicar un comentario