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jueves, 8 de julio de 2021

1959. El asesinato del Policía Armado Julio Pérez Fuentes en el Hotel Cecil de Sevilla

Nuestro buen amigo y colaborador, Carlos Fernández Barallobre, nos remite este trabajo sobre el asesinato del Policía Armada Julio Pérez Fuentes, acaecido en 1959.

En la noche del 22 de noviembre de 1959 un Policía Armado, Julio Pérez Fuentes, resultaba muerto al intentar detener a dos delincuentes que en ese instante intentaban perpetrar un atraco en el hotel Cecil situado en la Plaza Nueva de Sevilla.

Rafael Romero y Rafael Pino, asesinos convictos y confesos del Policía Armado Julio Pérez, en el Hotel Cecil de Sevilla en noviembre de 1959

Era las dos de la madrugada cuando un mozo del hotel “Inglaterra” cercano al lugar del suceso, observó cómo dos individuos, que le infundieron grandes sospechas, pues uno de ellos se tapaba la cara con un pañuelo, y tras penetrar en el en el Hotel Cecil cerraron la puerta del mismo. Ante ello el muchacho se acercó a la puerta de establecimiento hotelero y pudo comprobar con los dos sujetos amenazaban y maniataban al conserje del Cecil, José Cajaraville, y un mozo de equipajes, Antonio Delgado García. De seguido se encamino con rapidez a dar aviso a la pareja de la Policía Armada que prestaba servicio en las inmediaciones de la plaza Nueva, la cual se dirigió rápidamente al hotel Cecil, sorprendiendo a los atracadores en el momento en que habían reducido y procedían a maniatar al conserje y a un botones.

Uno de los agentes, Julio Pérez Fuentes, pistola en mano, dio el alto a los atracadores viéndose rápidamente sorprendido por un disparo de la metralleta de uno de ellos, que le causó la muerte. Seguidamente aquéllos se dieron velozmente a la fuga, haciendo el otro policía armado, Maximino Vaquero realizó dos disparos contra ellos, pero sin conseguir detenerlos al encasquillársele el arma. Los delincuentes corrieron por la calle de Zaragoza hasta la de San Pablo donde tomaron un taxi perdiéndoseles la pista

El Policía Armado Julio Pérez Fuente fue trasladado inmediatamente al equipo quirúrgico del Prado de San Sebastián, donde desgraciadamente ingresó cadáver.

A la noche en el Hospital Militar “Queipo de Llano” se instaló la capilla ardiente del malogrado servidor del orden. Sus restos fueron velados durante toda la noche, por sus familiares y compañeros de Cuerpo. El policía Julio Pérez Fuentes, natural de Campo de Criptana (Ciudad Real) tenía 43 años y dejaba tres hijos.

Su entierro constituyó una sentida y multitudinaria manifestación de duelo. Presidieron el corteo fúnebre el capitán General de la Región Militar Teniente General Antonio Castejón Espinosa; segundo Jefe de la Región Aérea General Pardo Nieto; jefe superior de Policía de Sevilla señor Neto; presidente de la Audiencia, señor Rueda, que ostentaba la representación del Gobernador Civil, los Jefes de la Policía Armada y Guardia Civil Romero y Oliete, el padre del Policía asesinado, llegado desde Campo de Criptana, así como otras autoridades y representaciones. El féretro, envuelto en una Bandera Nacional, fue sacado a hombros del hospital Militar y depositado en un coche fúnebre por sus compañeros de la Policía Armada, con destino al cementerio de San Fernando. A la altura del cuartel de Ingenieros el cortejo se detuvo y el ataúd fue cargado de nuevo a hombros por sus compañeros hasta la Florida donde se despidió el duelo. Los restos mortales de don Julio Pérez Fuente recibieron cristiana sepultura en el cementerio de San Fernando.

De seguido al policía Sevilla entró de lleno en la investigación del trágico suceso. Tras varias jornadas de arduo trabajo detuvieron a dos individuos que resultaron ser Rafael Pino Cordón alias “Caraperro”, de 31) años, de profesión mecánico, domiciliado en Sevilla en la calle de Aniceto Sáenz, y Rafael Romero Pena de 31 años, de oficio pintor, domiciliado en la calle Sagunto de la capital Hispalense. Como cómplice del atraco fue también detenido Antonio Delgado García, de 19 años, domiciliado en la calle de Santa Clara y que había prestado anteriormente servicios en el hotel como mozo de equipajes.

Los interrogatorios a los que fueron sometidos los detenidos dieron luz al suceso. Reconocieron ser los autores del intento de atraco y posterior asesinato del Policía Armado Julio Pérez, contando todos los pormenores de dicha operación. El empleado del Hotel Cecil, Antonio Delgado conocía la costumbre de que en los primeros días de cada mes se guardaba cierta cantidad de dinero, unas 60.000 pesetas en una mesa del director del hotel con destino al pago de las nóminas del personal. Informó de ello a Pino y a Romero que decidieron dar el golpe. En la madrugada del tres de noviembre Rafael Pino, cubierta la cara con un pañuelo y Rafael Romero, armado con una metralleta marca Star Z-45, que Pino Cordón había robado en el destacamento militar del aeropuerto de san pablo de Sevilla. Juntos penetraron en el Hotel Cecil, reduciendo al conserje y al mozo de equipajes, Tras ser sorprendidos por la pareja de la Policía Armada, Romero disparo contra el agente, huyendo cada uno por su lado, reencontrándose después en el Arco de la Macarena, dirigiéndose al garaje del padre de Pino Cordón, donde escondieron el arma entre la chatarra Al día siguiente la enterraron en las murallas de la Macarena.

Un mes después unos niños que jugaban en las murallas encontraron el arma del crimen, que resultaría vital para el esclarecimiento del suceso La Policía indagó entre los delincuentes de la zona y llegó hasta el mozo de equipajes, que reconoció haber desvelado la existencia del dinero a su amigo Romero Peña. Este se confesó autor del homicidio e identificó a Pino Cordón como su acompañante.

Pino y Romero serian juzgados en un Consejo de Guerra sumarísimo celebrado en el cuartel del Regimiento de Artillería el día 21 de diciembre de 1959, según la Ley de Bandidaje y Terrorismo. Rafael Romero y Rafael Pino fueron condenados a muerte como autores de un ataque o intimidación con arma de fuego en ocasión de robo y con resultado de homicidio. Por depósito de armas de guerra fueron condenados a seis y doce años de prisión.

El mozo de equipajes fue sentenciado a doce años de prisión como cómplice, aunque el capitán general de la Región Militar propuso al Gobierno que, teniendo en cuenta su edad, conmutase los doce años de prisión por seis.

La metralleta utilizada en el atraco que Pino Cordón había sido robado en el destacamento del Ejército del Aire del aeropuerto de San Pablo, gracias a la inestimable ayuda del soldado Joaquín Olivera Moya que fue condenado como cooperador de un delito de ataque o intimidación con arma de fuego a 30 años de prisión y por depósito de arma de guerra a seis años. Romero y Pino fueron ejecutados a garrote en la madrugada del 20 de febrero de 1960.

Las ejecuciones de Pino Cordón y Romero, fueron las últimas de muerte que se aplicaron en la jurisdicción civil en el régimen del General Franco, quedando circunscrita la pena de muerte, desde ese instante, solamente a la jurisdicción militar

Carlos Fernández Barallobre.

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