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jueves, 10 de junio de 2021

Una vida al servicio de España: El Comisario Manuel García Miguel

Hace algunas fechas, accedí a una buena parte de la biografía del que fuera Comisario del Cuerpo de Vigilancia, Manuel García Miguel, la historia de un policía que sirvió a la Institución a lo largo de su vida, prestando valiosos servicios a España y que bien merece que los que integramos la Policía Nacional la conozcamos.

Analizando su biografía, podemos asegurar que el Comisario García Miguel fue testigo de los hechos más relevantes de la vida nacional durante el primer tercio de pasado siglo XX. A lo largo de su carrera, tras su ingreso en el Cuerpo de Vigilancia, lo encontramos prestando servicio en momentos cruciales de la historia patria. Estaba en Madrid aquel triste día de finales de mayo de 1906, cuando el atentado de Mateo Morral en la boda Real; también, lo encontramos acompañando al Rey otro mayo, en este caso el de 1913, en su viaje a Paris; de igual modo, destinado en la Sección Especial de la plantilla de Barcelona y adscrito al Juzgado que entendía sobre los crímenes del anarquismo, lo hallamos combatiendo contra el terrorismo en la Cataluña de principios de siglo o auxiliando a Antonio Maura cuando su atentado en Barcelona, en julio de 1910, y más tarde, una vez ascendido a Comisario de 3ª, mandando la Comisaría de León. Una amplia y dilatada carrera profesional al servicio de España y de su Policía.

Vestido de paisano en la inauguración de la Exposición Regional de Valencia en 1910 (col. familia del Comisario García Miguel)


Manuel García Miguel, nace en Barcelona, el 6 de febrero de 1873, hijo de José García Mourín, funcionario del Negociado de Orden Público del Gobierno Civil de la ciudad condal, motivo por el cual, tal vez, llegado el momento eligió la Policía como su vocación profesional.

El valor y gallardía que demostró a lo largo de su vida como miembro de la Policía Española eran virtudes innatas en el Comisario García Miguel, puestas de manifiesto muchos antes de su ingreso en el Cuerpo. Así, lo encontramos en plena calle Mayor de Barcelona, en la jornada del 4 de julio de 1895. Eran las nueve y cuarto de la mañana, cuando un carruaje, tirado por cuatro caballos, en el que viajaba un matrimonio con sus dos hijas y dos personas más, pierde el control, espantándose las bestias y poniendo en grave peligro la vida de los ocupantes.

Apercibido de esta circunstancia, con arrojo y total desprecio de su vida, se interpone entre los caballos, logrando conjurar el peligro, evitando lo que podría haber sido un accidente de resultados impredecibles.

De nuevo, tan solo poco más de un año después, el 27 de octubre de 1896, logra también controlar otro carruaje desbocado que, completo de ocupantes, se desbocó en la carretera de las Cortes de Sarriá.

Menos de dos meses después, en la noche del 14 de diciembre, con valentía y arrojo, logra desarmar y detener a un individuo que, cuchillo en mano, amenazaba a los ciudadanos que transitaban por la calle Mayor de Gracia.

No terminan ahí las gestas del futuro Comisario ya que, de nuevo, el 9 de enero de 1897, rescata a dos jóvenes que se habían quedado atrapados debajo del carro en el que circulaban por la Rambla de San José, en el instante en que un tranvía iba a aplastarlos.

Al día siguiente, nuevamente en la calle Mayor de Gracia, logra controlar a un buey que, tras arrojar al suelo al hombre que lo conducía, derribó a varios transeúntes en su huida.

De nuevo, el 21 de febrero de 1897, el joven García Miguel es protagonista de otro acto heroico, logrando recoger en sus brazos a una menor que se había precipitado desde el primer piso del Teatro Principal de Gracia, consiguiendo, merced a su rápida intervención, salvarle de una muerte segura.

Por fin, su heroicidad comienza a ser reconocida públicamente y, como consecuencia de tan valerosas acciones, con fecha 16 de enero de 1898, es distinguido con el primer premio, con una dotación de 1.000 pts., de Real Academia Española; igualmente, el 4 de junio siguiente, la Asamblea Suprema de la Cruz Roja Española, lo distingue como Socio de Número.

Sin embargo, los reconocimientos no quedan ahí y así, el 3 de mayo de 1899, la Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos del País, le otorga, en reconocimiento a su valor y arrojo, la Medalla de Plata con Diploma de Honor.

El 9 de agosto de ese mismo año, la Comisión Ejecutiva de la Asamblea Suprema de la Cruz Roja acuerda concederla la Medalla de Plata de la Institución, libre de gastos.

Licenciado como excedente de cupo de la Quinta de 1900, con fecha 28 de mayo de 1903, ingresa en el Cuerpo de Somatenes Armados de Cataluña.

Con fecha 12 de abril de 1905, ingresa en el Cuerpo de Vigilancia como Inspector de 4ª Clase, empleo todavía vigente de acuerdo con lo dispuesto en el Real Decreto reorganizador de la Policía Gubernativa de 23 de marzo de 1905, quedando adscrito a la plantilla de Barcelona, creemos que a la Sección de Servicios Especiales, que, de acuerdo con lo dispuesto en artículo 123º, del Reglamento de la Policía Gubernativa de 1905, tenía como funciones y cometidos la vigilancia de extranjeros y el descubrimiento de las infracciones que estos cometan; la inspección del funcionamiento de las Asociaciones; la vigilancia y control de los establecimientos autorizados para la venta de armas y explosivos; así como la vigilancia de aquellos condenados, ya en libertad, por asesinato, homicidio, robo, estafa y de manera especial los reincidentes. Esta Unidad es la encargada de luchar contra el terrorismo anarquista que, por estas fechas, tenía su punto de mira puesto en Barcelona, conocida popularmente como “la ciudad de las bombas”.

El Comisario García Miguel, acompañado de dos Guardias de Seguridad y otras personas, hacia 1926 (col. familia del Comisario García Miguel)


Consecuencia de este destino y como conocedor de los más destacados miembros del anarquismo internacional que operaba en España, el 31 de mayo de 1906, es comisionado a Madrid para prestar servicio de seguridad dentro del dispositivo especial activado con motivo de la boda real entre D. Alfonso XIII y Dña. Victoria Eugenia, siendo testigo del atentado cometido por el terrorista Mateo Morral, hasta el punto de verse en la necesidad de auxiliar a algunas de las víctimas de aquella masacre.

En diciembre de 1906, pasa a prestar servicio a las órdenes de los sucesivos Magistrados que instruyen las causas relativas a los atentados terroristas cometidos en Barcelona, distinguiéndose en la lucha contra los anarquistas, especialmente en el proceso de uno de sus principales cabecillas, Juan Rull.

Nuevamente, en mayo de 1909, presta servicio en Valencia, acompañando a S.M. el Rey en el viaje que realiza a aquella ciudad para asistir, el día 23 a la inauguración oficial de la Exposición Regional Valencia, a la que también asistió Antonio Maura, en su calidad de jefe del Gobierno.

Sin duda, esta participación en los dispositivos de seguridad con motivo de grandes acontecimientos que contaban con la presencia del Rey se debe a su conocimiento no solo, del modus operandi del anarquismo, sino también, en buena medida, de los principales cabecillas de este movimiento criminal.

Dado que su destino era la Jefatura Superior de Barcelona, tuvo que ser testigo de los graves sucesos habidos entre el 25 de julio y el 2 de agosto de 1909, que pasaron a la historia con la denominación de “Semana Trágica”.

De nuevo, merced a sus valiosos servicios prestados en la lucha contra el anarquismo, fue asignado a la escolta del jefe del Partido Conservador, en su visita que realizó a Barcelona el 22 de julio de 1910, con motivo de su viaje a Mallorca.

Ante el temor de que el que fuera Presidente del Consejo de Ministros, Antonio Maura, fuese objeto de un atentado contra su vida, se activó un dispositivo especial de seguridad. Una de las medidas que se adoptaron, además de incrementar el número de efectivos policiales y de la Guardia Civil patrullando las calles de la ciudad, la estación de ferrocarril y el puerto, fue la de restringir en todo lo posible la permanencia del político en las calles de Barcelona, tratando de que, a la mayor brevedad y de forma lo más discreta posible, se trasladase desde la Estación de Francia, a la que arribaría en la ciudad Condal, al puerto donde embarcaría rumbo a Mallorca, evitando así riesgos innecesarios. No hay que olvidar que, días antes, el político de izquierdas Pablo Iglesias lo había amenazado en sede parlamentaria, como así consta en el Libro de Actas del Congreso de los Diputados.

Pese a las fuertes medidas de vigilancia adoptadas, en el apeadero de Gracia, a donde llegó el convoy ferroviario a las 23,25 horas, se produjo, de forma sorpresiva, un apagón en toda la iluminación que daba luz a la estación, provocando gran alarma entre el personal de servicio; sin embargo, el regreso del fluido eléctrico y la salida inmediata del convoy, devolvieron la tranquilidad al personal actuante.

Poco después de las 23,30 horas, el tren llegaba a la Estación de Francia, donde aguardaban al político, además del Gobernador Civil, los miembros más destacados de su Partido en la ciudad condal, así como numerosos periodistas y algunos curiosos.

Antonio Maura, se asomó a la ventanilla para saludar a los que lo aguardaban en el andén que se concentraron ante la portezuela por la que iba a descender el político. No bien había puesto un pie en tierra, sin haber llegado a descender completamente, sonaron tres detonaciones.

Un individuo, que resultó ser el autor del atentado, aprovechando la aglomeración de gente se había acercado a la portezuela y, a corta distancia, abrió fuego, con una pistola Browning, contra el político, alcanzándole levemente en su pierna derecha y en el brazo izquierdo, presentando ambos impactos orificios de entrada y salida, sin apreciarle daños de consideración.

El hecho, causó gran alarma y desconcierto entre los concentrados en la estación de Francia, sin embargo, eso no impidió que la Policía procediese a la detención del autor del atentado, Manuel Posas Roca, joven de 18 años, de filiación anarquista y concurrente habitual a la Casa del Pueblo de Barcelona.

El Comisario García Miguel junto a personal de la Comisaría de Vigilancia de León, en la fiesta de la Policía de 1926 (col. familia del Comisario García Miguel)


Y aquí, de nuevo aparece el entonces Inspector Garcia Miguel, siendo él quien primero se aproximó a Maura, con el fin de protegerlo, evacuándolo al interior del coche que habría de trasladarlo al puerto.

Finalmente, Antonio Maura, tras ser atendido, embarcó en el vapor “Miramar” que, alrededor de las cuatro de la mañana, puso rumbo a Mallorca.

De nuevo, en 1913, el entonces Inspector García Miguel, viaja a Francia acompañando a S.M. el Rey D. Alfonso XIII, para lo cual le fue despachada la correspondiente acreditación emitida por el Gobierno francés.

El 25 de abril de 1915, se le asigna la escolta de primer cinturón del Conde Romanones, en su visita a Barcelona, lo que nuevamente pone de manifiesto, además de su destreza policial, los conocimientos sobre el anarquismo, causante de los sucesivos atentados que se produjeron en Barcelona.

Sin embargo, el Inspector García Miguel, no solo se distingue en su función policial, especialmente activa durante estos años, también mantiene sus fluidas relaciones con la sociedad civil de la ciudad condal y así, en 1915, nos lo encontramos formando parte de la comisión de vecinos del barrio de “Turó Park”, que lleva adelante la organización de un festival cívico-religioso, destinado a captar fondos para remitir a los soldados heridos o enfermos del Ejército de Operaciones en Africa.

Los habituales viajes que, durante estos años, realiza acompañando al Rey D. Alfonso XIII, son premiados por el monarca quien le regala un cilindro porta-pliegos, utilizado para guardar en su interior, en ocasiones, los discursos regios.

Durante los años siguientes, continúa destinado en Barcelona, si bien no disponemos de datos de su actividad policial que suponemos se mantendría en la vanguardia de la lucha contra el terrorismo anarquista.

El 31 de julio de 1919, asciende a Inspector de 1ª Clase, manteniendo su destino en Barcelona. Nuevamente, acompaña al Rey, formando parte de su escolta, en su visita al Parque de Torreblanca de Barcelona y a la fábrica de cemento “Sansón”, verificada en mayo de 1925.

El 30 de octubre de ese mismo año, asciende a Comisario de 3ª, pasando destinado como jefe de la Comisaría de León, siendo, según creemos, el primero de este empleo que accede a la plantilla de la capital leonesa, hasta entonces mandada por un Inspector.

Su presencia en León marca un antes y un después en la presencia de la Policía Gubernativa en aquella capital.

Hubo tres objetivos primordiales que se marcó el Comisario García Miguel una vez se hizo cargo de la plantilla leonesa. De una parte, fomentar la interrelación entre la Policía y las Autoridades y sociedad civil; de otra, mejorar la calidad de los servicios prestados a la ciudadanía y, por último, adecuar las instalaciones policiales a las necesidades reales de la plantilla bajo su mando.

Así, por ejemplo, en su afán de visibilizar a la Policía, acercándola a la sociedad leonesa, organiza la fiesta del Cuerpo en 1926, el año en que fuimos distinguidos con el patronazgo del Santo Angel de la Guarda, pese a que ese año, al estar pendiente la ratificación del Rey, todavía se conmemoró el aniversario de la promulgación de la Ley reorganizadora de la Policía de febrero de 1908.

El Comisario García Miguel con sus atributos de mando (col. familia del Comisario García Miguel)


Como es sabido, no fue hasta 1926 en que, por Decreto Pontificio, firmado el 24 de febrero de ese año, se declara Patrón de la Policía Gubernativa al Santo Angel de la Guarda, siendo ratificada esta declaración por una Real Orden de 31 de marzo siguiente, firmada por S.M. el Rey D. Alfonso XIII, en consecuencia, la primera festividad del Santo Angel no tuvo lugar hasta 1927.

Sin embargo, aquel año de 1926, siguiendo una corriente iniciada en 1920, la fiesta de la Policía se celebró, con toda brillantez, el 27 de febrero en todas las plantillas españolas, conmemorando el 18º aniversario de la promulgación de la Ley de 1908.

En el caso de León, la prensa de la ciudad de desató en elogios al Comisario García Miguel por lo brillante de las fiestas celebradas con este motivo y que se hicieron extensivas no solo a las autoridades, sino también a la población civil leonesa que se sumó a los actos organizados.

De “El Diario de León”, extraemos estos comentarios de glosa al Comisario García Miguel: "...un aplauso, fervoroso y cordial, para los organizadores de los actos que, además de la brillantez que revistieron, son un hermoso y ejemplar precedente para la ejecución de cosas semejantes..."

En aquella jornada, los actos comenzaron a las 10,30 de la mañana en la Catedral, donde se celebró un Oficio religioso presidido por su Deán. En el Altar Mayor se encontraba situada una imagen del Santo Angel de la Guarda, cuya concesión del patronazgo ya se conocía desde el día 24 anterior, escoltada por una Escuadra del Cuerpo de Seguridad, al mando de un Cabo de dicho Instituto.

El acto, al que asistieron las primeras Autoridades, contó con el concurso de la Capilla y Orquesta de la Catedral, bajo la dirección del maestro Uriarte, reforzadas para la ocasión, a petición del Comisario Garcia de Miguel, por el violinista Frigola.

Posteriormente, a la una y media de la tarde, en el Restaurante Novelty, se celebró un banquete al que asistió el personal de los Cuerpos de Vigilancia y Seguridad, así como numerosos comensales.

La presidencia, contó con la presencia de los Gobernadores Civil y Militar, interinos; el Alcalde de León; los Presidentes de la Diputación y de la Audiencia provincial; el Coronel del Regimiento de Infantería "Burgos" nº 36; el Comisario García Miguel; el Teniente Coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil; el Secretario de la Comisaría, Inspector Becerril; el Teniente Abarca, jefe de la Sección del Cuerpo de Seguridad, así como un Sargento, representado a las Clases y Guardias del Cuerpo de Seguridad y un Agente del Cuerpo de Vigilancia, en representación del resto del personal de su Cuerpo.

Por la tarde, en el Teatro Alfageme, con gran asistencia de público, se celebró una función en honor a la Policía, contando con la participación de numerosos artistas, poniendo el broche de oro al acto la Música del Regimiento de Infantería "Burgos" nº 36, de guarnición en la plaza, que aprovechó para estrenar su nuevo Himno, obra del maestro San Salvador.

Dentro del elenco de artistas de varietés que se sumaron a este acto de homenaje a la Policía Española, se encontraban "las hermanas Taranitas", "Perla de Valencia", "Nimi", Josefa Valero y María Conde, contando, igualmente, con el concurso de la rondalla "San José".

El acto, se cerró con una brillante, emotiva y patriótica apoteosis final, en la que bellas artistas, ataviadas con los diferentes trajes de las distintas regiones de España, formaron un cuadro de mucha plasticidad, rodeando un retrato de S.M. el Rey D. Alfonso XIII.

Al día siguiente, se celebró, en la iglesia de San Francisco, una misa de Réquiem por los Policías muertos. También, a petición del Comisario García Miguel, se procedió a indultar a todos los detenidos gubernativos.

El Comisario García Miguel, recibió numerosas felicitaciones por la brillantez de los actos celebrados de los que fue principal artífice y organizador, incluso, en el Pleno municipal siguiente, se incluyó, entre sus acuerdos, la felicitación expresa del Ayuntamiento a la labor realizada por el Comisario García Miguel.

Fajín del Comisario García Miguel col. familia del Comisario García Miguel)


“La Democracia”, en su edición correspondiente al 24 de marzo de 1926, glosa la figura del Comisario García Miguel desde su toma de posesión como jefe de la Policía Gubernativa de León, señalando, entre otras cosas, “… la mejora importante de los servicios encomendados a la Comisaría de Vigilancia, como son el Gabinete de Identificación, Archivo, Secretaría y Guardias, no se realizaban dentro de la suficiente capacidad de local, al extremo de tener en una sola y reducida habitación los tres servicios primeros, teniendo necesidad de mover la cámara fotográfica al patio cuando había que usarse, ha dispuesto -el Comisario García Miguel- se agregue una habitación a los actuales locales, con lo que las fotografías podrán obtenerse a cualquier hora del día o de la noche, cosa imposible antes, pues se hacían solamente de día y si había sol.

Hemos visto que los trabajos de instalación, que dirige el Sr. García de Miquel, y vemos que desde ahora se dispondrá de un gabinete que no tendrá nada que envidiar a los de las otras capitales”.

También, la prensa de la época, se hizo eco de otro hecho relevante, auspiciado y organizado por el Comisario García Miguel, en su estancia en la capital de León, como jefe de la plantilla policial.

A las 11,30 horas del día 6 de abril de 1926, tan solo seis días después de que S.M. el Rey D. Alfonso XIII, sancionase la declaración del patronazgo, se inauguraba, en la capilla de la Torre del reloj de la Catedral de León, un altar en honor al Santo Angel de la Guarda, Patrón de Policía Española, siendo el primero de estas características dedicado a la advocación del Santo Angel en España.

El acto, estuvo presidido por el Obispo, contando con la asistencia del Gobernador Civil y de su esposa, que actuó de madrina de la ceremonia, así como del Presidente de la Diputación Provincial, junto a otras autoridades y personal de los Cuerpos de Vigilancia y Seguridad.

El acto se inició en el Altar Mayor y desde allí, el Obispo, se trasladó en procesión al nuevo altar, acompañado de dos filas formadas por Agentes del Cuerpo de Vigilancia y Guardias del de Seguridad, bendiciendo el nuevo altar en el que, al día siguiente, se ofició la primera misa.

Otro de los asuntos, como hemos referido, en los que puso más celo el Comisario García Miguel, durante su permanencia como jefe de la plantilla leonesa, fue mejorar tanto la prestación del servicio al público por parte del personal a sus órdenes, como las dependencias de la Comisaría.

En primer lugar, se fijó como objetivo prioritario que, con una mejor y más coherente distribución del personal de la plantilla, se pudiese lograr que, en todas las franjas horarias del día y de la noche, hubiese personal disponible para atender las demandas de los ciudadanos.

Como primera medida, estableció, con carácter permanente, el servicio de Guardia en la Comisaría, con el fin de que, a cualquier hora hubiese disponible un Agente para recibir cuantas denuncias se presentasen y atender los servicios de carácter urgente que se pudiesen poner en conocimiento.

Paralelamente, asignó a otros funcionarios al servicio de las estaciones de ferrocarril, con el fin de prestar auxilio a los viajeros cuando fueran demandados y mantener una vigilancia permanente sobre los delincuentes habituales que realizaban sus actividades delictivas en estos lugares.

Igualmente, estableció un servicio especial de vigilancia en los distintos barrios de la ciudad, lo que le permitió conocer, en tiempo y forma, la evolución de la delincuencia, adaptando los servicios policiales a las necesidades reales de la población.

Como ya hemos señalado, otro foco de atención sobre el que el Comisario García Miguel puso especial énfasis fue la mejora tanto de la Secretaría de la Comisaría, como del Gabinete de Identificación, cuidando de que se registrasen todos los antecedentes e informes producto del trabajo de las demás Unidades policiales. De esta forma, ordenó la formación expedientes que, clasificados sistemáticamente, permitían la rápida localización de los datos necesarios para cualquier asunto en trámite. Por otra parte, mejoró el funcionamiento del Gabinete de Identificación, permitiendo una más pronta identificación de los delincuentes y sospechosos por medio de su reseña, tanto dactiloscópica como fotográfica.

La otra gran preocupación del Comisario García Miguel fue la mejora de las instalaciones policiales que, como ya hemos visto, resultaban insuficientes. Para ello, redistribuyó las dependencias existentes, mejorando notablemente el espacio asignado al Gabinete de Identificación que no disponía del espacio necesario para el desarrollo de sus misiones.

A todos estos datos, hay que añadir los magníficos resultados obtenidos por la Comisaría de su mando durante su permanencia al frente de la misma, logrando el esclarecimiento de numerosos hechos y la detención de los autores de los mismos, destacando la detención y puesta a disposición judicial de un parricida que, tras cometer su crimen en Valladolid, fue detenido gracias a las rápidas gestiones realizadas por el Comisario García Miguel.

No pudo ser más fructífera la gestión realizada por el Comisario García Miguel, en su calidad de jefe de la plantilla de León, la que abandonó a finales de 1927, siendo trasladado a Barcelona, su ciudad natal. En esta plantilla permanecía a fecha de mayo de 1929, donde le perdemos la pista.

Sirva, el conocimiento de la biografía de este gran policía, para acicate de las nuevas generaciones de miembros de la Policía Española.

Agradecimiento:

A la familia del Comisario D. Manuel García Miguel por los datos facilitados para este trabajo.

José Eugenio Fernández Barallobre
(Artículo publicado en la revista "Policía")













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