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miércoles, 10 de febrero de 2021

Hoy, sigue presente

Hoy recordamos al Policía Nacional Ángel García Rabadán, asesinado por un comando de ETA, en Murcia, el 10 de febrero de 1992.

A la una menos veinte de la madrugada del 10 de febrero de 1992, ETA asesinaba en Murcia al Policía Nacional Ángel García Rabadán, mediante la colocación de un coche bomba, que explotó junto a la Comandancia de la Guardia Civil de Murcia.

Policía Angel García Rabadán


La explosión se produjo en la calle de Diego Rodríguez de Almena, en el barrio de Vista Alegre. Ángel formaba parte de una patrulla policial, que había acudido al lugar, tras recibirse en la comisaría una llamada, en la que un comunicante anónimo advertía en nombre de ETA de la existencia de un coche bomba en el lateral de la Comandancia de la Guardia Civil, en una zona donde se encontraban las viviendas de los funcionarios del instituto armado. Una dotación del 091, compuesta por los Policías Nacionales Ángel García Rabadán y Antonio Peñalver, se trasladó a la zona y cuando estaban observando con una linterna un coche Seat Ibiza matrícula de Alicante, que les infundió sospechas, se produjo una tremenda explosión. El etarra José Luis Urrusolo Sistiaga accionaba en ese momento el artefacto explosivo por radio-control. La onda expansiva provocó la muerte en el acto del Policía García Rabadán. El agente Peñalver, resultó afectado por la onda expansiva y tras recuperarse de la conmoción, buscó a su compañero, observando que éste se encontraba aún vivo, a pesar de las heridas que tenía en todo el cuerpo, especialmente de cintura para abajo. Aunque llamó inmediatamente a una ambulancia, cuando ésta llegó el policía herido ya había fallecido.

El coche bomba, un Seat Ibiza, había sido robado en Alicante y cargado con 20 kilos de amonal y dotado del mecanismo necesario para operar por radio control, en algún lugar entre la capital alicantina y Murcia, según la policía. El vehículo pertenecía a una mujer que vivía en Alicante y la matrícula original del coche, A-4039-BH, fue cambiada por los terroristas por la A-6183-BP, que correspondía a otro Seat Ibiza propiedad de un vecino de la misma ciudad.

La policía local acordonó la zona para evitar el acceso de vecinos que salieron de sus casas ante la fortísima explosión, que se escuchó en toda la ciudad. Técnicos en desactivación de explosivos rastrearon la zona ante la posibilidad de que hubiera otros coches bomba.

Minutos después se establecieron controles de carretera en distintos puntos de la región para intentar localizar un coche sospechoso, de color rojo, que salió precipitadamente de la zona de la explosión cuando ésta se produjo.

En la Comandancia de la Guardia Civil de Murcia -sede también de la jefatura del Tercio con competencias para las provincias de Murcia, Alicante y Albacete-, se habían adoptado medidas cautelares de vigilancia desde el 10 de septiembre de 1990, cuando se produjo un atentado con coche bomba contra el cuartel de la Guardia Civil de Cartagena.

Desde entonces todos los laterales de la Comandancia de la Guardia Civil estaban protegidos con postes metálicos para impedir que se estacionasen vehículos. La zona, donde se produjo la explosión, se encontraba a unos 50 metros de la parte trasera de la Comandancia, donde se hallaban los bloques de viviendas de los funcionarios de la Benemérita.

El atentado de Murcia se producía pocas horas después de que ETA anunciara en un comunicado, que asumía la matanza de cinco personas el día seis de febrero en Madrid y anunciaba que pensaba seguir asesinando "hasta el siglo XXI". En ese atentado de Madrid, ETA causó una nueva matanza y sembró el terror en las calles y plazas del centro de la capital de España. Tres capitanes, un soldado y un radiotelegrafista fueron asesinados en la explosión de un coche bomba activado por un comando de la organización terrorista vasca. El atentado se produjo en la plaza de la Cruz Verde, en el casco antiguo de Madrid y a unos centenares de metros de la Capitanía General y de otros edificios oficiales.

La banda etarra respondía así al presidente del Gobierno, Felipe González, amenazando con continuar sus atentados hasta finales de siglo y durante el siglo XXI. El jueves seis de febrero, horas después de la masacre de Madrid, González aseguró con dureza que "aquellos que cometen atentados conocerán la cárcel cuando acabe este siglo y el siglo próximo".

En el texto que publicaba el periódico Egin, la organización etarra afirmaba que no le intimidaban las declaraciones de Felipe González y, por tanto, no iban a cambiar su estrategia: "Queremos hacer saber al Gobierno español y a sus homólogos vascongado y navarro que las recientes declaraciones de su máximo representante, Felipe González, no intimidarán a Euskadi Ta Askatasuna ni le harán cambiar su estrategia".

Los Reyes de España, don Juan Carlos y doña Sofía enviaron un telegrama de pésame a la viuda del policía Ángel García Rabadán. Unos mil estudiantes de enseñanza media, compañeros algunos del menor de los tres hijos varones del agente asesinado, efectuaron una sentada ante la Delegación del Gobierno.

Cerca de siete mil personas se concentraban en el interior y alrededores de la catedral de Murcia para participar en los funerales por Ángel García Rabadán, que fueron presididos por el ministro del Interior José Luis Corcuera, por el presidente de la comunidad autónoma de Murcia, Carlos Collado, por familiares de la víctima y por todas las autoridades civiles, policiales y militares de la región. El ministro Corcuera llegó al templo fuertemente escoltado y fue increpado duramente por numerosos ciudadanos. Toda la ciudad guardó un minuto de silencio a las 11 de la mañana, en memoria del policía asesinado. Los alrededores de la catedral, fuertemente custodiados por efectivos de la Policía Nacional, se fueron llenando de murcianos que profirieron gritos contra Eta y vivas a España, a la Policía Nacional y Guardia Civil.

El obispo de Murcia, Javier Azagra, calificó de "drama doloroso" las consecuencias del atentado y solicitó solidaridad "en estos momentos de tristeza".

El féretro, envuelto en la Bandera Nacional, fue sacado a hombros de la catedral por compañeros de la víctima y miembros de la Guardia Civil y Urbana, a los acordes de la Muerte no es el final y el toque de Oración en nuestros ejércitos, Una vez finalizada esta, la multitud inició un largo y prolongado aplauso al tiempo que lanzaba gritos de "ETA asesina", e insultaba y abucheaba al ministro.

El ataúd recorrió varias calles de Murcia a los acordes de la marcha fúnebre que interpretó la Unidad de Música de la Policía Nacional. Al llegar ante la Comisaria de Policía de Murcia, donde se detuvo la comitiva durante un instante, se produjo un profundo silencio, mientras numerosos compañeros de la víctima no podían contener sus lágrimas. Fue sin duda uno de los momentos más emotivos del entierro del Policía Ángel García Rabadán.

Ángel García Rabadán fue cristianamente sepultado en el cementerio de Nuestro Padre Jesús, adonde se trasladaron varios centenares de personas y despidieron al policía asesinado con gritos de Viva España y de Ángel García Rabadán ¡presente!

El Ayuntamiento de Murcia nombró hijo predilecto de la ciudad al servidor del orden asesinado.

Ángel García Rabadán tenía 47 años y era natural de Rincón de Beniscornia (Murcia). Estaba casado con Francisca Guerrero y tenía tres hijos: Ángel, Francisco Javier y José Antonio. Había sido condecorado en 1989 por su actuación en un incendio en Murcia en el que salvó la vida de dos niños.

¡¡Dulce et decorum est pro patria mori!!

1 comentario:

  1. Además de Urrusolo Sistiaga, el etarra Fernando Díaz Torres fue condenado en 1994 a 30 años de prisión por su participación en el atentado

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