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viernes, 20 de noviembre de 2020

Hoy, sigue presente

Hoy recordamos a al cabo de la Policía Armada José Benito Sánchez Sánchez y al Policía Benjamín Sancho Legido, asesinados por un comando de ETA, el día 20 de noviembre de 1978, en el campo de deportes del acuartelamiento de la Policía Armada de Basauri (Vizcaya). 

Minutos antes de las once de la mañana del 20 de noviembre de 1978, la banda terrorista ETA ametrallaba a treinta y tres policías que jugaban al fútbol en el campo de deportes del cuartel de Basauri. El ataque, efectuado desde la autopista Bilbao-Behovia, provocó la muerte en el acto del cabo de la Policía Armada José Benito Sánchez Sánchez y del Policía primero Benjamín Sancho Legido, además de herir de diferente consideración a un joven que se encontraba en una parada de autobús fuera del cuartel y a otros dieciséis agentes: Leocadio Arenas Galicia, Isaac Javier Bacarizo Bueno, Eusebio Calvo Pujol, Eduardo Castaño Justel, Fernando Cortés Legaz, José Manuel Erguita Moreno, José Falcón Quintero, Fernando Ferrer Conejero, Luis Jodra Benito, Francisco Laplaza Cortes, Ángel Moreno Cantisano, Esteban Rodríguez Saldaña, José Ruiz Álvarez, José Luis Sanz Barco, Juan José Tomás Marteles y Antonio Vaguena Gracia. 

Cabo José Benito Sánchez Sánchez


El día 20 de noviembre de 1978 amaneció nublado en Basauri. En el cuartel de la Policía Armada sabían que era una jornada complicada por ser el tercer aniversario de la muerte del Generalísimo Franco. ETA había asesinado en lo que iba de año a 46 personas. 

Como hacían casi todos los sábados, sobre las diez de la mañana y hasta las doce, los policías que no se encontraban de servicio, disputaban en el campo de deportes, situado en la parte trasera del cuartel, un partido de fútbol. Ese día la hacían treinta y tres policías que se divertían, para hacer más llevadera la tensión que jornada tras jornada se vivía en Vizcaya a finales de los 70, jugando un informal encuentro de fútbol, 

Policía Benjamín Sancho Legido


Sin embargo ese encuentro de los sábados llevaba semanas siendo vigilado por un comando terrorista de ETA. Los etarras comprobaron enseguida que ese partido de fútbol era un blanco fácil, muy fácil para la realización de un brutal y cuantioso atentado. El campo de deportes del antiguo cuartel de artillería de Basauri estaba pegado a la autopista que unía Bilbao y San Sebastián. La separación entre el asfalto y el campo de fútbol era una pequeña valla de medio metro de altura. Apenas 50 metros separaban el arcén del círculo central del campo de fútbol. 

A las once de la mañana, de aquel 20 de noviembre los terroristas se acercaron por la autopista a bordo de tres vehículos –un Seat 127, un Renault 5 y un Seat 132– y se detuvieron en el arcén, en una posición elevada desde la que divisaban perfectamente el campo de fútbol del cuartel a unos cincuenta metros del mismo. De los vehículos se bajaron siete individuos armados que dispararon primero contra las dos garitas de vigilancia situadas justo al otro lado de la línea de banda para, a continuación, ametrallar indiscriminadamente a los agentes que jugaban el partido de fútbol. 

Tres terroristas más esperaban al volante de los coches con los motores encendidos para emprender la huida. Los centinelas repelieron la agresión y consiguieron hacer algunos disparos contra los etarras, pero ninguno de ellos fue alcanzado y lograron darse a la fuga. 

En el atentado intervinieron entre ocho y doce terroristas armados, según los casquillos de bala recogidos –en número superior al centenar, de los que unos cien eran del calibre 9 milímetros parabellum, marca Geco, y unos treinta disparados con un Cetme, del calibre 7,62 milímetros–, con metralletas, fusiles Cetme y rifles con mira telescópica. Testigos presenciales del ametrallamiento dijeron que habían visto a siete personas disparando (seis con metralleta y uno con un Cetme repetidor de largo alcance) y a otras tres esperando al volante de los tres coches con los que perpetraron el atentado. 

Los heridos fueron trasladados inmediatamente al Hospital Civil de Basurto, en Bilbao, donde el cabo José Benito Sánchez Sánchez y el guardia primero Benjamín Sancho Legido ingresaron cadáveres. 

Hacía poco más de un mes que en este mismo cuartel se habían producido unos gravísimos incidentes, un día después del asesinato de los policías Elías García González y Ramón Muiño Fernández en un atentado en el que resultaría también gravemente herido el policía José Benito Díaz García, que fallecería el 25 de octubre. Cuatrocientos policías armados protagonizaron un plante colectivo y mandos policiales y políticos fueron insultados por los agentes. Después de los incidentes, se expulsó del Cuerpo a veinticinco agentes que habían participado en los mismos y se decidió el traslado inmediato de una parte de la guarnición de Bilbao –unos trescientos– a otros lugares de España, que tuvieron que ser sustituidos por dos compañías de reserva. Por este motivo, siete de los heridos en el ametrallamiento del campo de deportes y uno de los agentes asesinados, Benjamín Sancho, pertenecían a la Compañía de la Reserva General con base en Zaragoza. El resto formaba parte de la guarnición de Basauri. 

El ametrallamiento hizo que la tensión en el cuartel volviese a aumentar. Una llamada a la Asociación de la Prensa de Bilbao avisó de que en la localidad de Zaratamo había dos personas atadas a un árbol. Eran dos de los tres propietarios de los coches robados para el atentado, un Seat 127, un Renault 5 y un Seat 132. 

Poco después del atentado se establecieron severos controles en todos los accesos a Bilbao y en las proximidades del acuartelamiento grupos de policías visiblemente alterados, con uniforme y de paisano, organizaron batidas a pie por la zona. Además, un helicóptero con base en el propio cuartel sobrevoló la zona desde minutos después de cometerse el atentado. Los controles por carretera fueron más severos que en otras ocasiones, y se pararon y registraron todos los coches que iban ocupados por jóvenes. Desgraciadamente los autores materiales del atentado nunca fueron puestos a disposición de la justicia. 

El Ministerio del interior hacía pública una nota oficial en relación con el atentado terrorista contra los policías que disputaban un encuentro de futbol en el cuartel de Basauri, y cuya texto decía: “Su sentida condolencia a los familiares de los Policías Armadas asesinados, cuyos nombres se inscriben en el número de servidores que han dado sus vidas, víctimas de la acción terrorista”. “Dado que los cuerpos encargados da la seguridad ciudadana deben comenzar por cuidar de la seguridad de sus miembros, instalaciones y efectos, este Ministerio se ve en la ineludible obligación de exigir el cumplimiento de las normales obligaciones de carácter profesional que los correspondientes reglamentos establecen e imponen”. “Este Ministerio ha ordenado la apertura de una información previa, da acuerdo con lo dispuesto en el reglamento orgánico de la Policía Gubernativa, a fin de determinar si se había adoptado, por los mandos responsables, las medidas de precaución necesarias para evitar y prevenir este tipo de acciones. El Director General de Seguridad ha dispuesto que dicha información sea practicada por el Inspector General de la Policía Armada”. 

A las doce del mediodía del día 21 tuvo lugar en el acuartelamiento de Basauri el funeral por el alma del cabo José Benito Sánchez Sánchez y el guardia primero Benjamín Sancho Legido, A las 11,20 los féretros de ambos servidores del orden llegaron al cuartel tras abandonar el depósito del hospital civil de Basurto, donde se les habían practicado la autopsia. Los dos féretros, cubiertos con la Bandera Nacional, quedaron instalados en el patio del cuartel donde se llevó a cabo la ceremonia religiosa, estrictamente privada y al que tan solo accedieron familiares de los policías asesinados, autoridades provinciales y miembros del Ejército, Policía y Guardia Civil. La asistencia de la prensa fue prohibida, consintiendo al finalizar el funeral a los reporteros gráficos tomar unas fotografías. Hubo algún que otro altercado dentro del cuartel pero la serenidad imperó entre los miembros de las fuerzas de la Policía. Finalizada la Santa Misa, los restos mortales del cabo José Benito Sánchez Sánchez fueron trasladados a Derio donde recibieron cristiana sepultura. 

Por su parte el féretro del policía Benjamín Sancho partió por carretera hacia la provincia de Zaragoza, en cuyo pueblo de Monreal de Ariza se celebró el sepelio con la asistencia del Gobernador Civil Francisco Laína, Gobernador Militar de Zaragoza, coronel de la Quinta Circunscripción de la Policía Armada Martínez Casamayor, teniente coronel de la Guardia Civil, Alonso del Barrio, presidente de la Diputación de Zaragoza, José Antonio Bolea y otra autoridades civiles y militares. 

La comitiva se trasladó desde la casa consistorial, donde se había establecido la capilla ardiente, hasta la Iglesia parroquial, que se hallaba abarrotada de público y donde fue oficiada la Santa Misa por el párroco de la localidad, Salvador Morales. 

Finalizado el oficio religioso, el féretro de Benjamín Sancho, envuelto en la Bandera de España, salió de la iglesia seguido por más de treinta coronas enviadas por los diferentes autoridades, cuerpos de orden público, ejercito, compañeros policías y familiares. A la salida se profirieron numerosos gritos con vivas a España y a las fuerzas de la Policía Armada. Los restos mortales de Benjamín Sancho fueron posteriormente enterrados en el cementerio de la localidad. 

José Benito Sánchez Sánchez tenía 30 años y era natural de Morille (Salamanca). Estaba soltero aunque tenía planeado casarse en fechas próximas. Había ingresado en el cuerpo de Policía cuatro años antes, en abril de 1974, y meses antes de ser asesinado había sido ascendido a cabo. Pertenecía a la guarnición de Basauri. 

Benjamín Sancho Legido era natural de Monreal de Ariza (Zaragoza), y había ingresado en la Policía en abril de 1973. Era monitor de gimnasia y pertenecía a la Compañía de la Reserva General con sede en Zaragoza, trasladada apenas siete días antes a Vizcaya para reforzar los dispositivos policiales de la provincia. 

¡¡Dulce et decorum est pro patria mori!! 



1 comentario:

  1. Juan José Gaminde Aranguren, en concepto de encubridor por haber refugiado a los terroristas y José Manuel Legarreta-Echeverría Gamboa como cómplice fueron condenados a penas menores, si bien los autores materiales nunca fueron juzgados.

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