Nuestro buen amigo y compañero de la directiva de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española, José Ramón Rodríguez Morilla, nos remite este interesante trabajo sobre una pieza recientemente incorpora a su valiosa colección.
Continuando en la línea de los primeros años de la posguerra, he decido escribir el presente artículo partiendo de este uniforme de mi colección, un conjunto de guerrera y pantalón perteneciente a un teniente de la Policía Armada y de Tráfico. Por desgracia presenta algunos daños provocados por la polilla, pero debido a la singularidad de la pieza es un hecho que no la desmerece. El conjunto se completa con las condecoraciones obtenidas en la Guerra Civil, correaje y casco M 26 de parada del que hablé en la publicación anterior.
Guerrera, de vista frontal (col. Rodriguez Morilla) |
Uno de sus rasgos característicos, que nos permite enmarcarlo en los inicios de la creación del cuerpo, es el hecho de que lleve el emblema del arma a la que pertenece, es decir, el águila de San Juan propia de la Policía Armada, directamente bordada sobre la solapa del cuello, en lugar de descansando sobre el característico rombo esmaltado en rojo.
Guerrera, vista lateral (col. Rodríguez Morilla) |
Es importante destacar que la uniformidad de la Policía Armada no se rige por los reglamentos de uniformidad del Ejército, si no, por la Cartilla de Uniformidad que se publicó en 1942 (aunque recoge elementos que ya se habían publicado en 1941 en un cartel editado por el Servicio Geográfico y Cartográfico del Ejército). La Cartilla, no obstante, está claramente inspirada en el Reglamento de Uniformidad de 1943 para el Ejército de Tierra, que ya se estaba confeccionando en la fecha de la publicación de ésta. Además, dicha Cartilla irá sufriendo modificaciones a lo largo del tiempo para asemejarse al Reglamento del Ejército, ya que, a fin de cuentas, la Policía Armada fue también un cuerpo jerarquizado de naturaleza militar. En la siguiente imagen podemos ver el uniforme de diario para Jefes y Oficiales según la Cartilla.
Guerrera, vista lateral (col. Rodríguez Morilla) |
Volviendo al emblema del arma, la Cartilla de Uniformidad de la Policía Armada y de Tráfico establece que “Los Jefes y Oficiales llevarán bordado en el cuello, en hilo de oro, el emblema del Arma o Cuerpo al que pertenezcan”, mientras que para Suboficiales, Sargentos, Cabos y Policías indica que “En la tapa del cuello, en su punta y de arriba a abajo, llevará un parche (granate, negro o verde), según sea para las Banderas Móviles, de Guarnición o Personal del Parque, respectivamente, de 40 milímetros de ancho en la parte de arriba por 50 en la de abajo”. Una divisa del mismo color que el parche del cuello irá colocada sobre el cinturón de la gorra en sentido horizontal y de frente. Entre el uso del parche del cuello por los policías pertenecientes a estas escalas y la adopción del rombo, habrá un periodo de transición en el que al igual que los jefes y oficiales, llevarán también el emblema del Águila de San Juan, pero en este caso, en lugar de ir bordado, serán sendos emblemas metálicos colocados directamente sobre las solapas del cuello. En las siguientes fotografías se pueden apreciar los detalles descritos en este párrafo:
Detalle emblema de cuello (col. Rodríguez Morilla) |
El Reglamento de Uniformidad de enero de 1943 para el Ejército de Tierra dedica la Parte II, Capítulo 1º a describir el vestuario y equipo del soldado. La Regla nº 55 de este capítulo hace referencia a los nuevos “Rombos porta emblemas”, indicando que para Jefes, Oficiales, Suboficiales y Asimilados serán de metal esmaltado en color rojo y con el emblema del arma embutido. Para Tropa serán del mismo color y dimensiones, pero en paño, aunque posteriormente llegarán a ser también metálicos. Buscando esa armonización de la uniformidad policial respecto a la del Ejército, el 4 de junio de 1943 una Orden de la Inspección General establece el cambio de los emblemas bordados que aparecen en la Cartilla de Uniformidad para Jefes y Oficiales de la policía, por los nuevos rombos, práctica que progresivamente se irá extendiendo por el resto de escalas de la plantilla.
Laureada colectiva (col. Rodríguez Morilla) |
A parte de los emblemas bordados en el cuello, si hay algo que hace destacar esta prenda son las dos condecoraciones colectivas que luce en la manga izquierda: Defensa de Oviedo 1936 y Mérito en Campaña para el Cuerpo de Seguridad y Asalto, también conocido como la Guardia de Asalto.
Medalla Militar colectiva al Cuerpo de Seguridad (col. Rodríguez Morilla) |
Cuando el 18 de julio de 1936 se produjo el alzamiento que dio lugar a la Guerra Civil, la Guardia de Asalto permaneció fiel a la República en casi todo el territorio nacional con pocas excepciones, entre las que se encontró la ciudad de Oviedo. Esto se debió al jefe militar de Asturias, el Coronel Antonio Aranda Mata, quien cuando vio llegado el momento ordenó que las ocho compañías de Guardia Civil dispersas por la provincia se concentrasen en Oviedo, se las arregló para que la columna de 2.500 mineros veteranos de la Revolución de 1934 que marchó para auxiliar a Madrid (dejándole así el campo libre) partiesen desarmados, ignoró las órdenes que llegaban desde el Gobierno de armar a las milicias obreras, impartió las instrucciones pertinentes para preparar la defensa de la ciudad y encargó al Comandante Caballero, antiguo jefe de la Guardia de Asalto, que se hiciera con el control del cuartel de Santa Clara y posteriormente con la sede del Gobierno Civil, dando lugar a la huida de los dirigentes de izquierdas y la proclamación del estado de guerra. De esta manera comenzó el sitio de la ciudad de Oviedo, contando Aranda con 2.800 hombres para su defensa, de los cuales 410 pertenecían al Cuerpo de Seguridad y Asalto. Cuando tres meses después, el 17 de octubre, por fin llegaron los refuerzos y se rompió el cerco, únicamente habían sobrevivido 500 hombres, entre los que se encontraba el veterano que, una vez finalizada la guerra, pasaría a formar parte de la nueva “Policía Armada y de Tráfico”, vistiendo el uniforme que nos ocupa.
José Ramón Rodríguez Morilla.
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