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miércoles, 4 de marzo de 2020

1907. La Machicha de Pepita Sevilla y Antonia “La Cachavera”

Habían pasado tan solo quince días desde que el Gobernador Civil de Madrid, Marqués de Vadillo, había clausurado el Circo de Price por aquella, según la denuncia del Comisario Jiménez Serrano, inmoral obra titulada “La diosa de Placer” que interpretaban las vedettes Elvira Lafont, Antonio La Cachavera y Pepita Sevilla, multadas con 1.000 pesetas, como provisión de gastos judiciales, al igual que el empresario Francisco Cartolano, que había tenido que responder con dos billetes verdes para hacer frente a los gastos que se derivasen del juicio, que tendría lugar tres años después en Madrid. 


Pues bien, desafiando a las autoridades, Cartolano decidió volver a abrir el Price con nuevos números, anunciando esta vez un concurso de Machichas, que otorgaría al ganador un sustancioso e importantísimo premio de mil pesetas. Las parejas que iban a contender en tan sugerente concurso eran las formadas en principio por Elvira Font y Pepita Sevilla contra Antonia “La Cachavera” y Rosario Tordesillas. Estas parejas cambiarían tras unas funciones, para hacer más atractivo el concurso. El público debería apostar por la pareja que creyera que iba a ganar el concurso. Ni que decir tiene que ante las rotundidades ebúrneas de las cuatro vedettes, el público asistente era en su mayoría masculino. 

Antonia "la Cachavera"

La Machicha, que tan bien interpretaban “Las Argentinas" y la “Fornarina” en el Teatro Eslava, eran  unos bailes  de los más procaces y atrevidos de aquella España de la primera década del siglo XX. Junto al Garrotín, era sin duda el más deseado y aclamado por el público. Un baile nacido en Argentina o quizás en Brasil, con marcados toques caribeños, que las vedettes, tiples y vicetiples bailaban con vaporosos e insinuantes vestidos, que dejaban ver mucho más allá de lo permitido y que como relataremos a continuación provocaría un escándalo de proporciones mayúsculas 

En la noche del 24 de febrero, bajo la dirección de Cartolano, se anuncia el concurso de Machicas. El público acude en masa a la representación, llamados, además de por el gran premio de mil pesetas que se ofrece, por la curiosidad ver si Cartolano, apercibido por el Gobernador Civil, tras el escándalo de “la diosa del placer”, rebaja el tono de atrevimiento y picardía de sus números de baile. 

En uno de ellos, que entraba en el concurso, titulado “La Arabia Feliz”, las dos parejas contrincantes bailan una Machicha, Todo discurre con normalidad hasta que una voz anónima salida del público pide más picardía, algo que será coreado por innumerables espectadores. Actúa en ese instante Pepita Sevilla, a quien no le hace ninguna gracia el comportamiento del público y al que dirige sin miramientos un rotundo corte de mangas, con la higa o la peseta como bandera. 

El público, soliviantado ante el gesto de la vedette, organiza una bronca de las que hacen época, obligando a intervenir al Teniente del Cuerpo de Seguridad, López Salgado, que se encuentra, junto a un grupo de Guardias, dentro del Price, que ante la irascibilidad del respetable no tiene más remedio que desenfundar sus sables para repartir estopa a diestro y siniestro, logrando desalojar el Circo de Price, llevando la bronca a la plaza del Rey y a la calle del Barquillo, donde los Guardias continúan haciendo frente con dureza a los encendidos y agraviados espectadores. Pepita Sevilla será detenida y conducida a la comisaria del Hospicio, donde tendrá que pasar la noche. A eso de las cuatro de la madrugada, el empresario Cartolano paga la fianza de cuatrocientas pesetas y Pepita sale en libertad. 

Pepita Sevilla

No será Pepita la única encausada en aquella bronca. El empresario Cartolano es multado con quinientas pesetas, se prohíbe el concurso de Machicha y de nuevo se clausura el Price. También se denuncia a Antonia “La Cachavera” por “bailar demasiado alegremente”, dice la denuncia, “la Machicha”. 

En el juicio, celebrado días después, Pepita y Antonia comparecen ante el juez del distrito del Hospicio. Pepita se declara inocente y dice no haber realizado ningún gesto obsceno, pues tan solo levantó el brazo para llamar la atención de su compañera Antonia para que saliese a escena. Su versión será echada por tierra por “La Cachavera” que declara que era imposible que la estuviese llamado su compañera Pepita, pues ella se hallaba al otro lado del escenario, abundando más en su declaración, señalando que a ella no tiene que llamarla nadie, pues conoce muy bien su papel y es la música quien marca sus apariciones en el escenario, Declara que ya se encuentra bastante incomoda con la denuncia contra ella por la obra “la diosa del placer”, como para venir a mentir en ese nuevo juicio. 

Finalmente declarará el Teniente López Salgado que se ratifica en su declaración, haciendo responsable a Pepita Sevilla del grosero gesto que encendió a las masas aquella noche. Afirma que tuvo que usar la fuerza de los sables al ver a los espectadores tan furibundos y exaltados que amenazaban con subir al escenario a agredir a las tiples y coristas. La enorme bronca se saldó con multas. Se reabrió el Price, manteniéndose las formas durante unos días para tranquilidad del Marque de Vadillo, Incluso un diario de Madrid, de forma jocosa, recomendaba al empresto del Price, Cartolano, poner en lugar destacado en los carteles anunciadores de sus espectáculos lo siguiente: "Si el público pide machicha acentuada, los Guardias le suministrarán un calmante de evidentes y eficaces resultados. Se suplica el árnica". Cartolano, inasequible al desaliento en aquello del destape, sin duda no escarmentó. Fue un tiempo curioso, único e irrepetible en la gran historia de nuestra querida España. 

Carlos Fernández Barallobre. 




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